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lunes, 14 de noviembre de 2016

Crisis? What Crisis? SUPERTRAMP!

Alguna vez he dicho que me encanta, me impacta esa carátula del disco de un grupo llamado Supertramp! (que hoy podríamos traducir como las supertrompetas del fin del mundo, según algunos medios) donde se ve a un tipo tomando el sol con sombrilla en su tumbona, rodeado de residuos y chimeneas, bajo una sombrilla amarilla muy hortera, el periódico y un cóctel en la mesita de plástico. Es magnífica. Es brutal. Es la epítome del siglo XX y del XXI, si me apuran, ese hedonismo brutal y completo. Al carajo todo. A la mierda. Mientras tenga mi espacio bajo el sol donde disfrutar y tal. Chapó.

Voy a ser sincero. El mundo se fue a la mierda el día que los sapiens lo colonizamos. Tal cual. El día que nuestros instintos fueron lapidados por la cultura. La cultura... siento, en ocasiones, ese pálpito fascista de Millán-Astray y pienso en usar un revólver mágico que atine en toda diana. Pero la cultura es otro producto, otra creación humana. Una creación que en ocasiones da alegrías, en muchas otras desvela haciendo que persigamos un significado que no tiene o está muy lejos de ser tal. Pero da para conversar y eso es bueno, pues hablar hace feliz al que emite esos sonidos articulados y reconocibles, y a veces, también, al que los debe escuchar. Entonces, quizá, la cultura no sea tan mala, y los instintos atrapados bajo su losa liviana de ideas abstractas puede que estén mejor ahí... o no.

La verdad, las mejores conversaciones que he tenido versan sobre cultura, sexo y muerte. Justo hace unos días tuve una que combinó las tres. Rafa, mi buen amigo Rafa, ese rentista favorecido por la fortuna y una inteligencia (no excesiva, pero más que suficiente) que cultiva con esmero, me recibió en su casa con una indignación mesiánica. ¡El cine que llamamos "clásico de obras maestras" es una pamema! Vamos, que le había jodido revisar "Caballero sin espada" y nos puso a Santi y a mí algunas secuencias e imágenes, indignado, cabreado. Y con razón. Pero, eh, oye... así es la cultura. Cultura es tanto "2001" como el silbido del afilador en la calle. No mezclo en la vitrina irrespetuosa del cambalache, es la verdad. Cultura es hacer cosas. Cosas que nos hagan felices. Rellenar el tiempo que falta hasta la muerte, ese otro tema que tratamos (yo, como César, lo tengo claro; muerte rápida, dolor muy breve, inmediato) con cultura. Libros, discos, pelis, eso es lo que realmente importa. Y todo lo demás al carajo. ¡SupertrUmp!

Y el sexo... sexo. Sexo. Qué decir de ese tiempo indefinido en el que somos humedad, carne, piel, sensibilidad placentera y locura de gemidos, gritos y orgasmos. Ese tiempo indefinido en el que jugamos con la expectativa, las horas previas o posteriores de imágenes que encarcelan de pronto la realidad y nos regala un instante largo de felicidad completa. De adolescente recuerdo aquello de "eso da para paja", una manera basta de indicar que había sido relevante, potente, una imagen o sensación tan fuerte que había que reproducirla en nuestro cerebro una y otra vez como las películas que hipnotizan. Y da igual qué de para paja... puede ser una frase, un libro, una película, una situación rocambolesca o inaudita. El sexo, eso que impregna todo desde que nacemos (cuando no sabemos qué es, pero está ahí) hasta que morimos (gritando, igual que en un orgasmo, eso de "¡Dios, Dios!") es puro placer, puro juego, entrega, pasión, melaza, recreación, saboreo, baile, locura, todo. La cultura, a su lado, es un pálido reflejo de lo que los cuerpos, en solitario o hasta números inimaginables, pueden hacer. Yo siempre he dicho que las películas que más me han impactado son las del cabrón de Lars von Trier. "Los idiotas", una de sus fantasías Dogma, me sorprendió cuando de pronto, sin esperarlo, pero por pura coherencia con la historia que presenciaba, se ponían a follar. Tal cual, reproducido en cámara, húmedas penetraciones, besos, miradas perdidas, fricción de genitales, de manos en el cuerpo. Me quedé boquiabierto. No fue la primera vez. Más películas, no sólo del provocador Trier, han mostrado eso. Cultura y sexo. No es porno, es realidad (el porno es la Ci-Fi del sexo; nadie se lo cree, pero apenas atrapa en realidad las fantasías del masturbador... es una pálida aproximación, aunque las películas amateur, morbosas, de gente que lo hace sin saber que les miran o que les miran sin saber que pagan por ello porque robaron el vídeo son las mejores, para mí, las más cercanas a esa realidad que nadie graba... como un parto; un parto, en el cine, y doy la razón a Rafa, otra vez, no lo he visto aún de verdad. Bueno, ni en la realidad, llegué tarde... vaya digresión...)

Sexo. Cultura. Muerte. Si uno vive en eso, la plenitud de su vida es la que es. Póngale usted música, que la vida siempre mejora con una banda sonora que resulte molona, llena de ritmo. Follar, leer, morir. Follar, ver cosas, morir. Vivir. 

La gente siempre ha hecho esas cosas. No cambiará con nada, salvo la extinción masiva. Algo que, por cierto, Rafa apoya. Yo, con eso de ser padre, he aparcado mi misantropía para aceptar a más seres humanos en mi confianza. No tanto. Sigo creyendo que sobra un 95%, pero el tema números es tramposo. A algunos y algunas sí salvaría de extinciones, y suerte que tengo de que existan. A otros les he salvado con mi memoria, y algún día tengo que dedicarles lo que les debo. Mis padres... aunque, como siempre, lo que no recuerde me lo inventaré. Como digo, ellos son mi entorno de toalla en la mugre, los compañeros de cóctel en la sed ajena, a quienes resguardaría bajo la sombrilla amarilla, tan amplia como pudiera hacerla, con quienes me recostaría o cedería la tumbona. A vosotros. Y vosotras (por si  hay guardianes del género en el lenguaje que quieren tocarme mis preciados cojones, aunque la prelación ya dará para ello) 

Crisis... una gran tienda de cómics. Una palabra que no significa nada más que "lo de antes ya no funciona igual, hay que cambiar o reparar". Un término falso. Una mentira más. Siempre estamos en crisis. O sea, es la normalidad. Y ésta tampoco existe. Y si sigo, acabaré en el solipsismo, así que termino aquí ésta reflexión de corrido que me ha salido por pura necesidad. La de expresar, la de decir, no sé si la de mentir. 

Todos a bailar...

Un saludo,

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