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martes, 9 de abril de 2019

Islam, o "ese" islam.


En la adjudicación de dogmas y pensamientos de la Izquierda (así, en mayúsculas puras) de nuestro país y creo que muchos más, hay una especie de dogma que funciona así.

Los nazis mataron a los judíos (malvados nazis) ---> Los nazis provocaron que les echaran de Europa y se tuvieran que asentar (pobres) en Palestina como mal menor (malvados nazis) ---> Al llegar allí los judíos se enfrentaron a los árabes que llevaban unos 2000 años poblando esas tierras, árabes mayormente musulmanes que querían literalmente "echarles al mar" y que se habían aliado con los nazis más o menos (malvados musulmanes) ---> Pero los judíos se portaron tan mal con los musulmanes como los nazis antes con ellos, y llevan reprimiéndoles y ocupando sus tierras muchos años (normal, si les llevas allí con unos tratados de partición tan british) (malvados judíos-israelitas-sionistas) ---> los judíos utilizan tanques, cañones, ametralladoras, y los pobres musulmanes de las "intifadas", tirachinas. Y maltratan a todos, mujeres, niños, adolescentes, y les privan de agua y les meten (cómo no) en un gueto territorial que controlan con puño de hierro (malvados judíos, pobres musulmanes) ---> lo que hacen los judíos es lo mismo que han hecho los colonizadores europeos toda la vida (de ellos aprendieron) empezando por los crueles conquistadores hispanos (de portugueses, franceses, holandeses o británicos, otro día hablamos) y que han saqueado, expoliado, empobrecido y arrasado con medio mundo dejándolo en "tercero" y por poco no en "cuarto" (malvados europeos asesinos y colonizadores, nazis y conquistadores...) ---> Por tanto, los judíos ful, los musulmanes pobres, molan, y si hay terroristas sueltos "no representan al islam" aunque si hay tarados de ultraderecha que matan, esos "no representan a occidente pero sí a las derechas". 

Más o menos y simplificando (alguno me dirá que complicando) este es el argumentario para llegar a lo que hoy día pasa. Israel es un ente nazi. El islam es una religión de paz que no tiene culpa de radicales (El ISIS es una mutación, claro) y tenemos que pedir perdón por todo y todos de aquí ahora a mil años atrás más o menos. Occidente, digo. Somos culpables, y si exhibimos orgullo (el que sea) fachas y tal. Las izquierdas, por tanto, compran las contradicciones entre feminismo y hiyab, entre terrorismos "buenos" y "malos", entre religiones caca como la católica y fetén como la islámica. Y de paso, compran (lo meto en el saco) que los nacionalismos no centralistas o ignífugos (no sé si llamarlos "centrífugos") son de izquierdas, pero los centrípetos son lo puto peor (RAE, soy vulgar).

¿A qué mi enfado? Estoy hasta los mismísimos del blanqueo (como se dice ahora) o soslayo acerca del islam. De TODO el islam. Que es un blanqueo que ennegrece al catolicismo (¿necesita acaso más mierdas? Homofobia, pederastia, hipocresía, un sistema de control y poder que... Y, sin embargo, muchos de los valores predicados, que no practicados, me resultan necesarios y aplicables, ahora, durante y antes, cuando los copiaron de los pensadores y filósofos de la Era Axial, unos 500 años antes de que Pablo se inventara esa religión, como el otro iluminado, Mahoma, se inventó la suya, en pura envidia y en zona desértica... Debe ser que genera eso alucinaciones muy duras. Pero me desvío...) y se pone en sombra su mierda, como la de toda religión. Sea la rama chiíta o sunita.

En Irán, Sotoudeh, una activista que aquí no he oído comentar a nadie de la izquierda, ha sido condenada a tropocientos años de cárcel y latigazos. Un perfil de ella que apenas aparece en diarios, salvo de derecha o de risa, y para poner en solfa lo que todos saben; que Irán es un régimen totalitario con el islam como base ideológica. Tampoco es que importe; de Irak nadie sabía nada hasta que Saddam cayó y le sustituyó una turba de locos que, entre otras cosas, alimentaron el Estado Islámico que hoy parece que ha caído o caerá. De Emiratos Árabes Unidos (un islam que coexiste a la fuerza con otras religiones) y Arabia Saudita (una monarquía teocrática), la gran defensora del sunismo, no se comenta nada salvo la venta de armas para guerras como Yemen. Las mujeres, en general, no gozan de muchos derechos en cualquiera de estos países (desde Marruecos a Arabia Saudita, yendo a Indonesia y pasando por el centro-norte de África) ya que el islam se ha superpuesto, adoptando o empeorando, situaciones previas de control y sumisión (anda, "islam" significa eso...) de las mujeres. Curioso que las feministas siempre aludan a la iglesia católica (sí, bien) como represora, pero olviden esa otra religión donde, millón arriba, millón abajo, unas 800 millones de ellas no están muy liberadas que digamos.

Igual que no podemos atribuir a la Iglesia Católica todo lo que hacen sus miembros, tampoco podemos atribuir al islam todo lo que hacen aquellos que se dicen seguidores o creyentes. Pero sí podemos decir que una y otra religión amparan siempre lo que hacen esos tipos, siendo por tanto un paraguas protector de sus delitos y fechorías varias. Sean homofobia, pederastia, apalear a gente diferente, robarles la educación, postergarles por motivos tan ridículos como tener la regla o gustar de gente del mismo sexo, privarles de posibilidades de mejor vida... Sí. Eso sí podemos decirlo. Y decirlo no es islamofobia como tampoco es catolicofobia el denunciar aquellas instituciones que amparan, ayudan, incluso promueven ciertos comportamientos, actitudes y valores que, al final, llevan a lo de siempre; controlar a los demás.

La Izquierda, las izquierdas, han comprado ese discurso dicotómico de "si el catolicismo es malo, el islam es bueno" sin más. El argumentario que he dado más arriba (ridículo, y que se puede rebatir, extender y explicar punto a punto) es quizá demasiado complejo para más de uno que se queda en "pobres árabes, somos malnacidos europeos cristianos". No...

Nos ha costado siglos domeñar a las sectas del cristianismo. Gracias a la pervivencia de la nada ultramontana y radical influencia de la religión romana (pagana, dirán) y de un derecho civil fuerte, consolidado (a punta de gladius pero también de toga) hemos logrado que las sectas cristianas no impusieran sus visiones unívocas y equívocas del mundo. Pero esa batalla, que siempre implica apagar fuegos que surgen de nuevo de cuando en cuando, no puede darse por ganada cuando tenemos, a las puertas y tras las puertas, otras sectas islámicas que buscan derribar lo que aún nos queda de resistencia contra cualquier religión y dogma. Y no, no quiero sonar bélico, pero lo soy. Lo que más me jode, dicho en plata, es que ninguna izquierda ha sabido atacar ese problema y lo han servido, en bandeja de piedra, a partidos como VOX (¿Por qué, por qué destruir así la memoria de un diccionario tan amado?) que lo han tomado y sacan rédito porque preocupa, aunque sus propuestas sean purria. Algo que en el resto de Europa llevan años haciendo ese tipo de partidos y, aquí, las izquierdas (Podemos, el PSOE según su día, alguna otra nacionalista que pasa del tema) han dejado con un simple "católico caca, musulmán mola". 

Y así estamos.

Por cierto que, si no ha quedado claro, aborrezco el islam. Más que al cristianismo y su secta católica. Porque en el islam se dicen barbaridades sin tapujos que, como la Biblia, son para cagarse, pero lo peor es que, en el cristianismo, han tenido que luchar contra un DERECHO CIVIL que no se ha doblegado demasiado, mientras que en el mundo islámico son PUTA FUENTE DE DERECHO. Y después de dicho eso, me seguiré considerando de izquierdas, porque no me concede ese carnet nadie...

Un saludo,

miércoles, 3 de abril de 2019

Pedir perdón.

Muchas veces, pedir perdón es terapéutico. Para quien lo pide y para quien lo recibe. Quien lo pide, porque reconoce un mal, algo mal hecho, algo mal pensado. Para quien lo recibe, porque repara su moral, la sensación de que sí vivió una injusticia y no una normalidad. Un ejemplo, los etarras que piden piden perdón a los familiares de sus víctimas. Ambas partes suelen sentirse mejor. Es un gesto que aumenta la empatía, el bienestar. Y, como suele decirse, cierra una herida y pasa página, permitiendo que la vida no quede estancada en aquel momento, sea el que sea.

Otras veces, sin embargo, exigir disculpas todo el tiempo revela un estado de ansiedad, de miedo, de inseguridad y de desprecio propio muy elevado. Alguien puede cometer un error una vez, pedir disculpas y no volver a hacerlo o, si pasa de nuevo, explicarlo. Si ese error es reiterativo, entonces ya es otra cuestión. Puede ser por falta de empatía, por falta de atención o por falta de capacidades. Si es lo primero, mejor alejarse. Si es lo segundo, evaluar las razones no está de más (qué le distrajo) y ver si es por falta de respeto o por distracciones varias. Y si es por falta de capacidades, comprender, empatizar y buscar la manera de mitigar su efecto. Errar es humano (herrar también, creo) y enmendarse o intentarlo, un ejemplo de interés, de esfuerzo. 

Las disculpas, sin embargo, tienen un momento temporal. No es lo mismo esperar que alguien se disculpe por algo que pasó hace una semana que por algo que sucedió hace diez años. La espera siempre aumenta la sensación de culpa, aunque objetivamente no sea así. El victimario y la víctima pueden tener percepciones muy diferentes de lo que ha sucedido. Una persona sin hijos puede considerar estúpida la rabieta de un niño de 9 años porque esa persona haya pisado un juguete que vale 5 euros en cualquier tienda. El niño puede sentir que han quebrado su universo al privarle de un juguete al que estaba muy apegado y significaba cosas inmensas. La valoración es subjetiva. Y el tiempo en pedirlas o en darlas, también lo es. Lo que es inmediato o no ocupa mucho tiempo, en fresco, suele ser mejor. Salvando muchas cuestiones. Lo que tarda más (por lo que sea) suele generar algo de encono. Lo que no ocurre en años o décadas, puede derivar en violencias y separaciones. Y luego están las extemporáneas.

Esas disculpas, como las que pide el presidente de México a España y el Vaticano, por ejemplo, suelen ser ridículas. Porque se pide a personas que no estuvieron implicadas, instituciones que han cambiado desde aquel momento, en lugares y tiempos que no son los mismos, pedir disculpas por algo que, normalmente, o se ha olvidado o almacenado en el baúl de agravios del abuelo. No son peticiones sinceras, ni lo son las que se dan (muchas veces, el "dar la razón como a los locos") y son vergonzosas. Avergüenzan al que pide (por aquello de que ocultan otro interés, como desviar la atención) y al que tiene que explicar el porqué no las da. No ayudan. No sirven. Luego siempre está la pregunta, la gran pregunta... ¿Hasta cuándo alguien va a pedir disculpas y otra persona darlas? Porque ahí entra otra dinámica, la de culpabilizar, que nada tiene que ver con la restitución que decía en el primer párrafo y sí con la búsqueda de una palanca para cambiar una situación de poder. De pronto la víctima ejerce de victimaria exigiendo mediante la culpabilización a otros, en términos de identidades similares, restitución imposible.

Pedir perdón es básico. Pero esperar de la persona que lo pide que caiga en la rueda de la humillación constante, genera rupturas. Solicitar que alguien lo pida es importante. Pero creerlo, es más importante aún. Y lo que es más relevante; un día podemos ser nosotros quienes lo pidamos y, al otro solicitarlo. Porque siempre cometeremos algún error con los demás. Y estará bien sentirse tranquilo pensando que, quizá, nosotros sabremos perdonar y ser perdonados de manera fraternal. Suena católico ("igual que nosotros perdonamos a nuestros deudores") pero no significa que eso sea negativo. Al revés. Pecar de orgullo sí lo es. Aunque, siempre, es bueno tener un poco de orgullo propio.

Un saludo,