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domingo, 28 de octubre de 2007

Fanatismos

En una agradable conversación de sobremesa, un amigo ha comentado que a los responsables de cualquier religión no hay que matarlos, si no razonar con ellos y demostrarles los argumentos equivocados. Ingenuo me parece, si bien la otra solución, que casi mantengo como un anticlerical decimonónico, es la de eliminarlos. No es la mejor, y de hecho, algunos de los que compartían la conversación, se han pasado a la defensa de la Iglesia y las religiones en general. Es decir, el argumento ha quedado nulificado y desvirtuado.

Digo esto porque los fanatismos de todo signo (Fundamentalismos, religiosos o ideológicos o políticos o deportivos) logran el efecto negativo de crear resistentes, de hacer individuos contrarios a éstos fanatismos y por tanto, de anular completamente los demás argumentos que puedan acompañarlos.

Concretamente, uno después de la exabrupto ha sido el de, simplemente, eliminar la participación religiosa en la educación. Pero ya llegaba tarde. La sangre imaginada empañaba el argumento y lo convertía en polvo. Así pues, es posible que combatir fanatismo con fanatismo no sea la mejor solución.

Claro que ésta solución es más compleja. No es una Revolución Francesa donde se aniquilan clérigos (Y nobles, y gente que caía mal, y el que pasaba por ahí, y el poco revolucionario...) y se trata de eliminar la Religión organizada (Para luego crear un altar al Ser Supremo... imaginando que se restaura una religión estatal como la romana...) si no una solución a largo plazo o por consenso mayoritario. Ninguna de las dos opciones son probables.

La política, aliada natural de cualquier poder establecido con cierta raiz en la Tierra, no ayuda. Ya decía en otra parte que la educación siempre busca dar los datos mínimos para formar buenos trabajadores que no se cuestionen nada, o al menos, no mucho de los arquitrabes fundamentales del sistema capitalista y (teóricamente) democrático en el que viven. La censura tiene muchas formas de ser ejercida, y puede ser burda o elaborada, sutil o también impregnada en el mundo cultural que nos rodea. Otra contaminación más...

Los poderes económicos, verdaderos rectores del mundo, tampoco tienen mucho interés. Si las religiones organizadas suponen algún día un problema (Y no lo son, porque hasta el Vaticano invierte en muchos negocios que consideraría un lego impíos...) se les ataca, mediante la buena burguesía bienpensante, arraigada en sus bienes raíces, y ya está. Es un modo más de conseguir que el dinero siga moviéndose...

Así pues, parece que la última solución es la de dejar morir lentamente la religión. Pero claro, periódicamente, alguien viene y la salva. Nietzsche se quejaba amargamente de que el cristianismo agonizaba en el siglo XVI y tuvo que llegar Lutero a salvarlo... ¡qué cierto! nada más galvanizante que tener rivales: Ateos, aunque nunca son muchos; otras religiones, que son más importantes; y los poderes antes dichos, actuando no en pos de los individuos, de los ciudadanos, si no de sus intereses.

¿Dejamos morir las religiones? Pero si hay un montón de fanatismos arraigados... ¿montamos una argumentación lógica para desmontarlas? Pero llevará mucho tiempo y personas, y la tarea quedará siempre inconclusa... ¿organizamos una revolución corta, sangrienta y de carácter sumario? Pero entonces fomentaremos otras clases de fanatismos, y enconaremos los que ya existen... ¿entonces?

El individuo es la respuesta. Pero cada persona es un mundo, una mezcla indecente de Kaos y Kosmo. Y en la masa, diluye sus matices. Los mismos que usaban los defensores hoy de la religión ante mi propuesta, radical, de no razonar con los sacerdotes, clérigos, curas, ulemas, rabinos y demás administradores de la ética y la moral en nombre de algo indeterminado; de no razonar y, simplemente, matarlos a todos.

¿Podremos entonces usar opciones no violentas y logar alguna victoria? Me temo que no. El fanatismo es la más barata de las soluciones. Quizá, uno a uno, podamos lograr pequeños triunfos mínimos, escasos, temporales y, sobre todo, muy locales. Pero eso requiere mucho esfuerzo.

Quién sabe...

Un saludo,