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lunes, 4 de mayo de 2009

Los perros de ayer

Leo una buena historia de los Cínicos de Carlos García Gual, y primero, por aquello de meterme en materia, me pongo con las "Vidas de filósofos cínicos" de Diógenes Laercio, todo en un volumen de Alianza de esos que condensan en pocas páginas reflexiones y material para pensar un buen rato... o al menos, para pasar un buen rato.

Antes de nada, me llama mucho la atención una frase atribuida a Antístenes; "Las ciudades perecen en el momento en que no saben distinguir a los buenos de los malos". Parece la génesis de una novela negra propia de Dashiell Hammett, Jim Thompson o Raymond Chandler, o más actualmente, de una historia de Carvalho de aquellas que hacía Vázquez-Montalbán, donde ese detective reflexionaba ante una chimenea que encendía siempre con un buen libro de su amplia biblioteca. Solamente por eso, y por mantener las pocas reglas que hay en el género negro, merece ya mi respeto. Pero no divago, regreso a la frase de Antístenes.

Que ya hace 2.500 años se hiciera tal reflexión, sea en boca de Antístenes o de quien sea, dice mucho de lo poco que el ser humano ha logrado en materia de ética, legislación y moralidad. Oh, sí, se puede aducir que en los últimos decenios se han logrado ciertos avances, pero la verdad es que, en toda época y lugar, siempre se ha alzado una voz discordante que denunciaba la verdad; la corrupción del ser humano. Solamente variaban los nombres y los precios, pero la esencia permanece...

Habla mi amigo Óscar en su blog sobre Libertad, preguntándose qué es y por qué tantos la invocan hasta convertirla en palabra muerta. Para mí, el concepto de Libertad es sencillo. Que puedas o no obrar de la manera que sea, sabiéndote responsable de tus actos. Hasta ahí lo fácil. Lo complicado es que exista realmente la Libertad, porque siempre va a estar coartada por muchos y diversos motivos. Pero enumero algunos, dichos antes... la ética, la legislación, la moralidad...

Así pues, la Libertad es como la "Loreta" de "La vida de Brian". Quiere dar a luz, ser madre, ser mujer... pero es hombre. Así que se puede luchar por su derecho a ser Loreta, pero... ¡no puede concebir, no tiene matriz! aunque claro, ahora se podría investigar, aunque solamente fuera por ver qué pasa...

Sigamos. Si no hay Libertad real, entonces... ¿qué pasa? Pues que algunos la buscan y la fuerzan. Mil motivaciones habrá en un hombre para ser corrupto, pero no me negará nadie que también hay una, oculta, soterrada y atractiva; subvertir las normas, reírse de ellas, rebelarse en resumidas cuentas. Eso es lo que nos atrae más de los criminales, de los políticos corruptos, de los mafiosos, de los asesinos, de los que denominamos malvados... que ellos han cruzado el umbral y son lo que tememos ser, los malos, los perseguidos por las brillantes fuerzas de la Ley... y les admiramos. Entonces, ¿son ellos los malos y nosotros los buenos?

¿O quizá somos nosotros los malos y ellos los buenos? en un estado como la Alemania Nazi, muchos ciudadanos estaban convencidos de ser los buenos... de hecho, en la Alemania Guillermina, igualmente ocurría eso (germen de la anterior, la verdad) y no obstaba para que los malos fueran otros. Tú, lector, puedes ser uno de los dos, el malo y el bueno, y por tanto, al confundirlo, al no reconocerlo claramente, al ser tan difusa la frontera y tan borrosos los perfiles... ¡has hecho que caiga tu ciudad!

Los perros ladran a los que van a hacer algo malo contra ellos o sus amos. Así eran los cínicos, decían, cuando ladraban a aquellos iguales. El mundo siempre está ladrando, porque no existen verdades universales en cuanto a moral, ética o legislación, por poner algún ejemplo no sacado del mundo meramente físico. El mundo social, el formado por la interacción de los seres humanos, es un barrizal, un lodo, un fango donde se revuelven en el mismo merengue todos... y las únicas verdades que dan soporte a nuestra moral, a nuestro armazón vital, son aquellas que construimos con el tiempo, la experiencia, el error y cierto azar. No la reflexión, la inteligencia o la duda, ni siquiera lo denominado "bueno" de por sí... y en ese relativismo, no hay Kosmos, solamente... lo que decidamos nosotros.

De los ladridos uno suele huir, porque son verdades, y cuando se pasa al mordisco... pero eso es otra historia.

Ah, y otra gran frase, de las que me van gustando; la mejor dicha para un hombre, según Antístenes, es "Morir feliz"

Lo suscribo.

Un saludo,