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sábado, 29 de noviembre de 2008

Nothing to live for, nothing to die for...

Hay un disco de Alan Parson's Project que se contiene una canción, "Children of the Moon", donde la letra dice en un momento dado:

We let the blind man lead the Way too long
Easy to see where we went wrong
Nothing to live for
Nothing to die for
We're Lost in the middle of a hopeless world
Lost in the Middle of a hopeless world

Me parece brutal, clara e incisiva. Y viendo ayer la última de Bond, James Bond, caí en la cuenta de que vivimos otros tiempos. Nada por lo que morir, nada por lo que vivir... antes, la gente se mataba por ideales, aunque los guiara otros sentimientos o hechos más prosaicos. Antes, se sentía el patriotismo, la ideología, el porvenir, siempre pensando en un mundo mejor... aunque fuera mediante pesadillas. En el documental de "The Power of Nightmares", de la BBC, se comienza con una coletilla también brutal; "Antes, los políticos nos prometían sueños de un mundo mejor. Ahora, simplemente prometen protegernos de las pesadillas"

Un mundo áspero, bronco, sin ninguna ideología válida, sin premisas morales, sin éticas aceptadas, sin ilusión ni futuro. Quizá siempre fue así, y ahora estemos viendo la desnudez más claramente, pero lo cierto es que la realidad va en pelota picada y no es muy agradable...

Ahora veo que la ilusión, el motor de los cambios, de las mejoras, y también de lo más horroroso (la ilusión puede fácilmente convertirse en otras cosas peores, como decía Marías en su "Breve tratado de la Ilusión") está perdida. Atontada. Anestesiada con el miedo a perder un empleo, a perder esos bienes que nos parecen tan importantes. Perdida en obtener otras cosas más pueriles... sin ilusión, no hay ideas, y sin ideas, no hay cambio. Sin cambio, permanecemos y, poco a poco, la decadencia hace mella en nosotros. La herrumbre del tiempo nos atrapa y morimos convertidos en una pieza de rastrillo sin valor alguno...

Antes era de otra manera. Ahora, también. Lo que cambia, siempre, es el tipo de visión que ponemos... pero la realidad, por desgracia, es terca. Y ser sarcástico, cínico o, simplemente, burlón, parece la única manera de encarar esa vida. ¿O no? Ya he hablado de ello... sin solución.

Un saludo,

viernes, 21 de noviembre de 2008

Nueva York

Es curioso cómo en toda tienda de decoración o con cuadros y fotos, tengan siempre alguna de Nueva York; el Empire State, el Flatiron, Central Park, el puente de Brooklyn... Además, láminas grandes, amplias. Suelo ver siempre a alguien que se lleva una bajo el brazo, y son de toda edad y condición. En las exposiciones de muebles, siempre hay una foto de las mencionadas, y suele coincidir con ambientes del tipo llamado moderno, de aspecto cosmopolita. Una pieza más del decorado...

Imagino que hay de todo. Desde el que desearía ir, y no puede, y se consuela así, hasta el hortera que se las da de viajado, "comospolita" e incluso internacional. También habrá el que simplemente vea un gusto estético. Además, Nueva York permite que se admiren los E.E.U.U. de América pero sin que se pierda el recelo por el nuevo Imperio. En todo caso, se tienen fotos de Nueva York, se sabe mucho de la ciudad por el cine (es donde se dan la mitad de invasiones alienígenas, asesinatos truculentos, catástrofes varias y por supuesto, donde todo ocurre, sea lo que sea, como metáfora de cualquier núcleo urbano) y se siente uno como si la conociera, pero lo cierto es que, Nueva York, con todo, no es más que eso; una ciudad.

Cada día me sorprenden menos las ciudades. Volví a Londres hace poco, rememorando mi vida allí hace muchos años. Cambiaron muchas cosas; primero de todo, que tenía dinero y me portaba como un turista. Y no me sentí apabullado, en ningún caso. Sí me sorprendí de una parte de la ciudad que no tenía tan vista; Regent's Park. Allí, un amigo de la Asociación, Israel, junto con su novia, Sole, me dieron una clase magistral de flora y fauna. Reconozco mi analfabetismo absoluto para éste tipo de cosas. Y por eso, disfruté, en plena ciudad, del campo. Eso sí me sorprendió.

También me sorprendí redescubriendo los almacenes de cultura que son los Museos hoy día. Almacenes de rebajas, muchas veces, porque allí van manadas de personas incapaces de saber a qué van. Un Museo es para ellos como el intermedio entre las compras en la misma tienda de ropa que tendrían en su casa (pero allí es que es otra ciudad, Londres, Nueva York, París...) y el restaurante donde no entienden ni la carta. A mí me encanta el British. Es un santuario del expolio mundial (como otros muchos museos, aunque he de decir que en España siempre decimos en bajo que la mayor parte de nuestras colecciones tienen factura, e incluso, supongo, con IVA) pero está muy bien organizado y orientado a la visita. También me sentí en el cielo, extasiado casi, con el MET de Nueva York. Incluso el Rijksmuseum de Ámsterdam me encantó, a pesar de que está pagado casi todo con plata y oro españoles... y en medio de aquellos lugares, democratizando la cultura, pagando a las agencias y sintiendo vergüenza ajena, siempre está el mismo turista impenitente de siempre, venga de donde venga.

Las ciudades son pocas para vivir, si no se tiene dinero. Si se tiene, hay que tener tiempo. El mismo equilibrio difícil de siempre. Yo no estoy hecho para el campo, porque soy demasiado vago. Salvo necesidad, no suelo hacer nada. Pero tampoco para la ciudad, porque incluso en los parques, ese remedio infantil de los humanos que intenta solventar la asfixia del asfalto, hormigón y hierro, acabo aburrido. Pero he de reconocer algo; no quiero colgar ninguna foto de N.Y. en mi casa, al menos no en sitios muy visibles, ni nada parecido. Atesoro momentos y sensaciones que una foto no recoge, y por eso, cuando veo en las tiendas donde últimamente paso muchas horas a gente comprándolas o admirándolas, siento nostalgia, siento soledad, y siento mucho no vivir en aquella ciudad, en aquellos lugares donde mi ensueño me llevaría... pero que no quiero colgar en las paredes de mi casa, pues ahí, aunque sorprenda, vivo.

Un saludo,

lunes, 10 de noviembre de 2008

Hasta luego, Trecet. Adios, Tony...

Acabo de descubrir ahora mismo que Trecet ha terminado en RNE3. Su programa, "Diálogos 3", llevaba muchos años. Yo, que recuerde, llevaba más de 15 años oyéndolo. Ha tenido mejores y peores programas, ha demostrado ser muchas veces un maleducado con los que entrevistaba, cortándolos, haciendo comentarios peregrinos, incluso siendo realmente molesto para el oyente que quería escuchar la música que él había encontrado, no a él.

Trecet también es para mí un recuerdo de la NBA, de los partidos de basket comentados por un tipo que inventó el "Catacrock!" o "Ding-Dong!" muchísimo antes de que el tipo ese de la Sexta jugara a ser un Speaker de primera. También había partidos que animaba igual que los destrozaba con eternas digresiones que no venían a cuento, aunque no mucho más que Barthe.

Para mí, éste tipo combinaba tres cualidades; encontraba muy buena música, le gustaba mucho y bien el baloncesto y, para finalizar, a veces hacía comentarios muy inteligentes, agudos, certeros, apropiados. No todo iba a ser un coñazo...

"Diálogos 3" era para mí una cita a la que llevaba siendo infiel casi más de un año. Pero recuerdo mis primeros programas, flipando con la música que ponía, mientras escribía cartas a un amigo que estudiaba entonces en Alba de Tormes. Puso también banda sonora a los tebeos y libros que leía, y también marco sonoro a mis siestas donde no dormía tanto como reflexionaba, o no reflexionaba tanto como dormía. Cuando comencé a trabajar, las tres era la hora en que había que sintonizar el 93.2 de la radio. Y cuando salía un poco antes de esa hora, tenía una radio portátil, que primero fue un walkman, luego una radio pequeña, después un mp3 con radio, donde sintonizaba a Trecet y escuchaba la ración diaria de buena música que ponía. Hubo un tiempo en el que estaba tan bien que los sábados y domingos hacía el programa (de nombre, por desgracia) Lara López, buena voz y mediocre selección.

Y así pasaron los años. Yo escuchaba cada vez menos fiel a Trecet, menos tiempo la radio y "Diálogos 3", y había cosas que se rumoreaban siempre de cómo hacía su selección de música (la mujer y su discográfica, entre otras) que no era siempre por puro buen gusto. Pero lo cierto es que era un oasis... que ya en 2007 avisaba sobre la futura sequía, puesto que la Radio pública, la de "todos", quería cercenar a los veteranos, por el coste y tal, y renovar de cabo a rabo todo. Y él lo decía, que no llegaba a diciembre de 2008... así que me encuentro hoy, 10 de noviembre de 2008, que el programa no se emite desde el 1. Ya veis, muchos días de infidelidad por mi parte. Pero ahora mismo estoy escuchando el podcast del último programa, del 31 de octubre. Sigue siendo él. Aunque sea grabación antigua. Es el programa que me gustaba, incluso teniendo una cierta menor calidad. Ahora ya no estará más...

A ésto se junta algo totalmente banal para algunos, pero curiosamente algo traumático para mí. He terminado de ver "Los Soprano". Y no digo más. Mi amigo Rafita, junto a su novia Tuul, y mi querida Cris, entenderán el porqué del trauma.

Pero hoy lunes, me entenderán que me sienta algo perdido. Trecet y "Diálogos 3", después de casi 20 años, ya no sé dónde estarán. Tony, Carm, Chrissy, Meadow, Sil, Junior, Paulie... esos llevaban también unos años. Puede que me reencuentre con Trecet en alguna otra radio, si eso es posible. Y puede que vuelva a ver la serie algún día (de momento, Metadona televisiva en forma de "Mad Men" o "Californication") pero no puede uno dejar de pensar en los amigos que se van. Como cuando cierras un libro y te despides de un personaje, o de varios, o de un lugar, o de unas situaciones y sentimientos. El mismo sentimiento de pérdida y de estar perdido. O, más bien, en el mismo sitio pero con menos luces a tu alrededor...

En fin. No siempre se van los mejores, pero no es mejor lo que se queda... a veces, solo es... diferente.

Un saludo,

sábado, 8 de noviembre de 2008

Los días del pasado

Tenemos una rara costumbre los seres humanos que consiste en idealizar el pasado y hablar de él como si fueran tiempos de oro y los actuales, de hierro. En los días pasados, todo era una Arcadia feliz, un mundo de jardines, frutas a rebosar, comida en abundancia, sol radiante, buena temperatura, placeres, agrados, buenos gustos y felicidad, en suma.

Todo eso tiene una explicación, por supuesto, pero es lo de menos. Lo importante es que los recuerdos, en un 90% de las ocasiones, son falsedades que nos inventamos para sobrevivir al presente o encarar el futuro, o manipulaciones para lograr objetivos. La Historia, así, no es más que un campo de batalla donde se libran sucias escaramuzas.

Normalmente, arrastramos un pasado con nosotros. No somos inmaculadas presencias en la Tierra, no. Pero dicho pasado lo cambiamos, modificamos y alteramos a nuestro gusto o disgusto ajeno. Si hacemos algo así con nuestras propias vidas, ¿qué no hacer con las extrañas?

Veo en amigos que hay tendencia a idealizar, hacer romántica su pasada vida. Da la sensación de que siempre "aquellos eran los buenos tiempos" y los actuales son inevitables males a sufrir con un extraño masoquismo o placer nada estoico. En vez de tomar del cuello el presente y hacer lo que deben, lo que quieren, lo que sueñan, se refugian en pasados falsos, en mitos, en leyendas urbanas. Da miedo esa falta de responsabilidad, esa comodidad ante la vida, la nula disposición a la lucha. Si no luchamos por nuestra vida presente, ¿qué importa todo?

El pasado es peligroso. Mal recordado, es un arma dolorosa. Inventado, una herramienta de manipulación del futuro. Hay que ser conscientes de la realidad, afrontarla y vivir con ella. Solamente así nuestro presente tendrá el valor, efímero, pero cierto, de la vida.

Un saludo,