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miércoles, 16 de julio de 2008

La cultura... ¿de quién?

Me lleva rondando la cabeza hace ya semanas una cuestión curiosa, a raiz del Manifiesto por el Castellano. En el mismo, se dice que la lengua es patrimonio de las personas, no de un Estado o Territorio concreto. Esto es, la lengua va con cada uno, y cada uno es, por tanto, depositario de lo que eso significa. Una terrible consecuencia.

Aparte de las significaciones políticas (como siempre, unos arriman el ascua a su sardina o tratan de apagarla) creo que hay un tema muy bueno, el de la cultura. Porque la lengua, como decía (simplificando) Wittgenstein (que es pensador para mí grato, aunque árido) es lo que limita nuestro mundo. Y si logramos sobrepasarlo, será con ella. Aquello que podemos nombrar, existe. Lo que no, no existe.

Claro que no es Wittgenstein el primero en pensar así. Los mal llamados "Presocráticos" ya lo decían, y uno de ellos, el maravilloso Sexto Empírico, va más lejos; realmente, no podemos conocer las cosas, así que da igual cómo las nombremos. Nos acercaremos a cierta apariencia de realidad, pero sin saberlo, en el mejor de los casos...

Yo, que soy más simple que una olla de garbanzos, pienso que el lenguaje es, como todo, un instrumento. Y que usarlo bien o mal no depende de que un Estado nos lo enseñe, o nos obligue a hablarlo, si no, más bien, de nuestra intención de uso. Si yo hablo mal castellano, seré yo el que dilapide un patrimonio que no he conocido por una u otra causa. Si yo estoy en un lugar donde todo el mundo habla otra cosa diferente, estaré incomunicado, y de poco me valdrá el patrimonio lingüístico de que pueda alardear... es como ir con Rupias al mercado de Chamartín. Ahora bien, yo, en mí mismo, en la inmensidad de mi ombligo, podré pensar realidades al nombrarlas y reconocerlas como tales; puertas, ventanas, sillas, paredes, seguirán allí donde estén, se llamen así o de otro modo. Claro que, ante los demás, puede que no sepa reconocerlos, pero es ya cuestión pública. Lo que llaman "sociedad".

La cultura es algo más que el manejar mi propia lengua con soltura. Es más que poder o no comunicar ideas a otros (conozco a personas que son capaces de hacerlo por señas, o con una invención de lenguajes maravillosamente versátil) y es mucho más que ser políglota (que ayuda) o ser pedante. La cultura, creo, es la manera de poder disfrutar de las ideas propias y ajenas, de poder compartirlas, si se quiere, o de paladearlas de manera onanista. Es la capacidad de reconocer en los otros conocimientos que no tenemos y que nos encantará adquirir o, al menos, escuchar una vez en nuestra vida (luego la memoria ya se encargará de fijarlos o de perderlos) y siempre, en todo caso, gozar de sensaciones de todo tipo y aposentarlas en nuestro cerebro, en la punta de los dedos, en la piel, en cualquier parte. La cultura es, a fin de cuentas, cada persona. Y lo mismo es culto el pastor que sabe de las inclemencias del tiempo, de las peñas y los charcos, de los pastos, de las plantas y las ovejas, de que sus pies anden y el cuero esté curtido, como el paleta de obra, o el físico o químico que sabe de leyes del Universo, o el matemático que deriva e integra de cabeza, reflejando realidades en otro lenguaje, o las madres que aprendieron a escuchar los silencios y a enseñar paciencia, o los padres que laboraron horas y horas sin más recompensa que un mundo embrutecido, o los niños que saben cosas que para otros eran misterios a su edad... y tantos, tantos otros, que la cultura, al final, es sencillamente un ser humano. Su vida puede estar mejor o peor conducida, pero, cuando muera, seguramente algo de sí mismo permanecerá en los demás. Y ese jirón, corto o amplio, será, a mi modo de ver, su contribución a la "Cultura"...

Un saludo,