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domingo, 22 de mayo de 2011

Oh, caramba, ganó el PP

Sí, amigos. La derecha es disciplinada. Es como los partidos comunistas de siempre, se encuadran claramente en el voto del partido, da igual quién esté en él. Importa poco si es un imputado (había unos cuantos en estas elecciones) o un tipo desagradable que dice cosas inquietantes. Da igual que desprecie, ningunee o haga cosas que darían vergüenza a una doncella renacentista. Lo cierto es que el PP ha logrado lo que logra siempre en elecciones cuando las izquierdas no tienen el recurso del miedo o están, como ahora, desubicadas, desorientadas, asqueadas con el falso paladín que es el PSOE o escépticas con las capacidades del vacío IU (sin Anguita, no es ya vacío, es patético). La derecha es, siempre, disciplinada.

Más o menos, una buena mayoría de españoles, ahora van por unos 8 millones, son esa mayoría "silenciosa" (en absoluto, hay que escucharles en bares, tertulias, oficinas de trabajo, taxis y otros "foros") que es conservadora-tipo y posee su lugar dentro de la pirámide poblacional y generacional. El resto que están votando, sienten como un pollo descabezado todo lo que está sucediendo, y unos cuantos se aferran a la disciplina menos cohesionada o a cierto idealismo. Y mientras, yo me pregunto... ¿y ahora qué?

Porque lo de Sol y otras ciudades (no ha sido solamente en Sol, colegas, ha pasado en muchas otras ciudades y, cosa inédita, en multitud de embajadas y consulados en el extranjero... curiosa manifestación nacionalista...) es algo diferente, nuevo, y es un problema que se ve de BASE. Las reformas, nos guste o no, nunca funcionan cuando las hacen desde dentro los que forman parte del sistema que les funciona, porque son retoques cosméticos y parches temporales (los peores, suelen acabar siendo estructurales...) que un día sueltan de nuevo pus y mugre. Y la base sigue siendo el habitante, el ciudadano, el miembro de la polis, el político en su primer estadio... tú y yo, nosotros, todos.

Yo a esto no lo llamaría revolución. Una revolución cambia todo de manera bastante más radical y rápida. Tampoco lo llamaría "indignación" momentanea que se acabará. Eso tampoco es, ha sido un grito dado con mucha organización. Así que toca pensar y ver qué llega ahora. Quizá las revoluciones, como dice Michel Onfray, tengan éxito al hacerlas en nuestro entorno, a nuestro alrededor, haciendo política en pequeñas dosis en nuestro ambiente más próximo. Y eso es posible, a tenor de pequeños ejemplos que puedo haber visto a mi alrededor.

Así que, repuestos de la "sorpresa" de que haya ganado el PP, yo veo cambio. Ligero, pero hay algo. Y la cuestión es... ¿esperamos varios años o comenzamos ahora con ello? Porque los cambios empiezan en uno mismo y alrededor de uno mismo.

Un saludo,