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sábado, 17 de mayo de 2008

¿Cuál es mi bandera?

Se trata de un sentimiento primario, visceral. Cuando veo la bandera que tiene ahora mismo España, dos franjas rojas y una central amarilla, siento frialdad, extrañamiento, lejanía. No siento representación, no me lleva al recuerdo de lo que es nuestra nación, aunque surgiera como necesidad naval en tiempos de Carlos III. No existe, por tanto, identificación.

Sin embargo, cuando veo la bandera adoptada en la II República, sí siento más cercanía, más proximidad. La siento como propia, y al tiempo, española, muy española. Es cierto que el morado que rompe la monotonía me hace sentir diferente, logra que recuerde historias de comuneros (adoptaran o no ese morado castellano) y sobre todo, sienta gusto por ver una tricolor, un símbolo de revoluciones y cambios que en nuestro país no han calado aun del todo.

Así pues, al salir de casa de Cristina, hoy, veo un bosque de banderas, de las actuales, monárquicas, de aquellas que hasta hace poco llevaban águilas imperiales y motivos del Non Plus Ultra con orgullo, y siento extrañeza, incluso hostilidad. Es la bandera de la reacción, del inmovilismo, de todos aquellos valores que no comparto. Es una bandera agitada con chulería, con desafío, y me pregunto, al verla, ¿ondearían con el mismo entusiasmo las tricolores, se manejarían igual por parte de aquellos considerados perdedores, fracasos de la historia, impenitentes dogmáticos?

Yo lo tengo claro. Estéticamente, tengo mi bandera. También afectivamente. Y en todo caso, los valores que posee son, a mi juicio, más importantes y de mayor calado, por lo que la consideraré mi bandera pese a los fracasos, los dogmas absurdos, las poses estéticas y huecas. Y esa bandera es tricolor, rojo, amarillo y morado. Por muchas razones.

Un saludo,