Buscar dentro de este batiburrillo

martes, 16 de noviembre de 2010

En breve...

No puedo dejar de citar una párrafo magistral de Samuel Johnson:

"Y quisiera creer que no es mucho pedir que la nación se deshaga de sus falsas ilusiones y consiga unirse para manifestar su repulsa a quienes se han dedicado a engañar a los crédulos con falsos agravios, avasallar a los débiles con mentiras descaradas, halagar las opiniones de los ignorantes y satisfacer la vanidad de los mezquinos, y que con su desprecio a la honestidad y sus ofensas a la dignidad han sabido rodearse de todo lo que el reino cuenta de ruín, burdo e inmoral. Son los mismos que, habiendo por mérito ascendido a esta funesta preeminencia, se arrogan el título de patriotas".

¡Cuánto hay en un sólo párrafo! Leyendo a Johnson, me entra cierta envidia. Un moralista inglés, diciendo verdades intemporales. Se nota de donde han bebido personajes como Churchill, conscientes de quiénes son y de dónde vienen. Y no puedo menos que esgrimir una sonrisa ante todos los tipos de falsos patriotas que recopila, en donde he reconocido a más de uno, falsario a su nación, a su país, a su comunidad, a su gente y, en suma, a todo lo que le rodea. Como dijo citándole Kirk Douglas en la magistral "Senderos de Gloria", "el patriotismo es el último refugio de los canallas"... de los canallas que tienen una idea equivocada de ese sentimiento.

Pero volvamos a otras cosas. Hoy estoy solo en casa. Bueno, acompañado de mi gato, que no para de jugar. He pasado una tarde de cocina, jazz con Coltrane y un libro. He visto un par de episodios de dos series que me gustan, y he coqueteado con mi colección de DVD's. Una tarde larga y provechosa, pues también he estudiado un poco. Poco, la verdad. La carrera de Historia está siendo menos apetecible en algunas cosas y más interesante en otras. La geografía, por ejemplo, me está encantando. La prehistoria, como imaginaba, es un abismo brutal e interesantísimo. En cambio, el mundo de Mesopotamia, Egipto y el Mediterráneo oriental, me apetecen menos, quizá porque están cerca pero no tanto aun de mis dos períodos de interés, la Hélade, la Oikoumene y Roma. Y he tenido un pequeño desliz informático...

Supongo que los pocos que leéis el blog no lo iréis contando o ya lo sabréis, pero no me importa decirlo aquí; me caso el año que viene. Sí, tras más de una década con Cris (¡Diez años! no es moco de pavo...) nos casamos. Por diferentes motivos, pero todos ellos con ilusión. Aunque es curioso, yo quiero y me apetece, a ella, en cambio, le da más miedo y le provoca timidez... nos casamos, como he dicho. Y siendo coherentes, será una sencilla, discreta, privada y familiar ceremonia civil en un lugar bastante bonito de Madrid. Luego, con nuestros anillos (no puedo grabar nada en élfico o enano en el mío, ¡qué rabia!) puestos nos iremos de viaje a disfrutar de nuestra compañía, que yo, hoy, solitario en casa, ya añoro...

También sucede que me hago más mayor, más viejo. Cumplo 34 el jueves. Así, sin más. Lejos queda la ilusión por llegar, por cumplir más, por tener esos derechos que da la edad y te hacen entrar en lugares antes prohibidos. Ahora... ya no es ayer.

Y con todo eso, la reflexión. La brevedad de la vida. Cita Johnson a Lucano, con acierto, diciendo éste que "yo tengo certeza en la muerte, y no en los oráculos". Curioso comprobar que hace unos 300 años otra persona pensaba igual, con un lenguaje más rico, pero en esencia lo mismo. No, curioso no, previsible. El que piense ser original, probablemente no sea más que un refrito de otros. Así somos...

La vida... un día estaremos muertos todos, y los afanes, deseos, inquietudes, ansiedades, expectativas, esperanzas, temores y demás sentimientos e ideas, perecerán con nosotros. Todo lo vivido será un recuerdo que se apaga poco a poco en los que nos sobreviven y conocieron, y todo lo pasado será primero memoria, luego historia, después leyenda, más tarde, nada. Y nada más. Es la vida. Nuestra y de los que nos acompañan.

Pero no estoy lúgubre, ni por pienso. Antes bien, estoy feliz. Bastante. Y quería compartirlo, simplemente, con los escasos lectores de ésta bitácora de un capitán sin barco a la deriva, peatón de la historia, mindundi del éter.

Leeré un poco más y me dormiré, hoy, con mi gato en el regazo, un libro en la mano y un poco de música. Despertar será, como siempre, lo peor. Pero no me impedirá soñar...

Un saludo,