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lunes, 9 de junio de 2014

Un republicano en la corte del rey Juan Carlos I

Mark Twain escribió una de las fantasías de ci-fi y viajes temporales más curiosas, "Un yanki en la corte del rey Arturo". Un tipo de Connecticut recibe un golpe en la cabeza y despierta en una Inglaterra medieval cargado de republicanismo, protestantismo y cientifismo decimonónico, de ese positivista en el que todo era posible, desde ir a la Luna en un proyectil a bajar por cuevas hasta el centro de la misma Tierra.

Pero... ¿una fantasía? ¿un tipo lleno de ideas republicanas puede sobrevivir en una monarquía, aunque sea la de Arturo Pendragón, o ya si me apuran, la de Juan Carlos I o el próximo Felipe VI?

Pues claro que puede. Qué tontería. Aquí no se pide carnet para respirar y la única presión te la meten los mercados... el hipotecario, el de la deuda y el de tu frutero al que debes las peras que partiste el otro día. Nadie forma brigadas católico-monárquicas o comunisto-revolucionarias, ni siquiera fascisto-nazis. En este país (dirá puto país de mierda, si es usted un español de verdad) nos agredimos verbalmente y lo aupamos a categoría de terrorismo (de ese hubo uno, etarra, magnificado, crispado, amplificado, derrotado porque a fin de cuentas era más una mafia que un sentir) y nos ofendemos como imbéciles que somos al respecto del honor, orgullo y satisfacción. ¿Por qué en un país ajeno como GB o UK o Imperio Británico tienen un término para explicar la "vergüenza ajena" llamado Spanish shame? Da que pensar...

Perdido el sentido del ridículo (otro sinsentido de este PPdM o Estado o X guajarí) uno se planta y dice, copón, soy republicano, pero tengo un grave problema. ¿Agitar la tricolor de Lerroux es lo más, lo fetén, cuando es una banderola que se sacó éste de la manga y dividiendo, y sirvió, y esto es lo importante, a un modelo de estado muy concreto, la II República? Pues no. El Edén republicano del que fuimos expulsados fracasó (sí, vale, por culpa de los sublevados, que eran tan nacionales como los republicanos) y después de la II tuvimos el fascismo castizo (aquí somos de pasar por la máquina de hacer chorizos todo) y luego la sacrosanta y modélica Transición (tan modélica y sacrosanta que apartarse de su discurso le convierte en ¡DISIDENTE! y frente-golpista, y si se cuestiona desde cierta edad (yo nací en 1976) se despacha agitando la mano de "no vivías y no sabes lo que dices". Coño, entonces el oficio de historiador a la mierda, porque como nadie vivió los tiempos relatados poco puede aportar. Pero sigo, retorno. La II República tuvo la tricolor, tuvo un tiempo (1931-36 en puridad, 1936-1939 en remendaje y el resto en ficción) y se jodió. Fin. 

Yo no quiero la II República.

Yo quiero la III República.

Hay modelos, hay ideas, hay teorías. Hay momentos. Hay oportunidades. Que haya abdicado Juan Carlos I podría ser una... si hubiera un proyecto sólido detrás de republicanismo. No lo hay. Igual que las derechas de las Españas se apropiaron de la idea de nación y bandera, las izquierdas de las no-Españas se apropiaron de la idea de República y su bandera (la vieja) y así, tontos todos, seguimos chapoteando en el fango de la corrupción.

La III República será de todos o no será. Será ciudadana o no será. Será participativa o no será. Será moderna o no será. Tendrá consenso o no existirá ni cinco minutos. Y será muy tarde, muy mal, chapucera y vete tú a saber cuándo, porque si los que son de derechas o conservadores no dan el paso al frente, será un "Coco" de las izquierdas o presuntos progres. No hay que enarbolarla como un programa político, porque no lo es, si no como un sistema, que es lo que sí es.

De banderas, a mí me dan igual. Puede seguir habiendo continuidad en el símbolo mientras el fondo sea diferente. De himnos, podemos escoger cualquiera, siempre que la voz de la justicia, la igualdad y la libertad siga siendo audible. Y de otras muchas cosas, podemos comentar, pero la realidad es que la III República llegará si es un buen negocio y la monarquía ya no lo es.

Así de crudo. 

Pero amigos republicanos, la semana que viene seremos los súbditos de un nuevo rey, Felipe VI (V en Cataluña, me dijeron, porque el Hermoso no cuenta...) y habrá regocijo, algarabía y fiesta, todo con tono austero, claro. Y pasaremos este brote de republicanismo ad hoc y retornaremos a la sensatez y responsabilidad, las marcas que tatuaron al PSOE en el hueco que dejaron el marxismo y la revolución. Aunque yo digo el dogal del esclavo, pero bueno, las palabras son eso...

Y ya que suelto tantas palabras... grito un ¡¡VIVA LA REPÚBLICA!! pero con calma. A fin de cuentas, seguiré siendo un republicano en la corte del rey Felipe VI.

Un saludo,