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lunes, 21 de enero de 2019

Reediciones.

Pues sí. Estoy de reedición. De los relatos aquellos de "un peatón sin aire". Los que publiqué con una editorial, Newsline, que me dio la oportunidad de verlos impresos en papel. El resultado no nos satisfizo a ninguna de las dos partes. Y una vez hablado, recuperé los derechos un poco antes de lo previsto y, bueno, los he reeditado.

En el Tao dicen una cosa curiosa. "Haz tu tarea, después retírate. He aquí la única senda hacia la serenidad". Y no puedo estar más de acuerdo. Haz, deja. Aferrarse no sirve para nada. Porque no te aferras tú, te pesa aquello que hiciste. Sin olvido, sin remordimientos. 

Mis relatos quedaron hechos, los presenté y me retiré. Fueron días de sorpresa, de curiosidad. Por lo que sé, más de uno y de diez y más de veinte, los leyeron. O los compraron, no sé bien. Algunas personas me lo dijeron, sorprendidas, admiradas, curiosas. Gustaron, pero yo traté de olvidarlos, de retirarme. No lo logré del todo. Han vuelto, tras mucho tiempo, casi tres años, y he tenido que leerlos, releerlos y enfrentarme no sólo al texto, también al recuerdo de los momentos en que los escribía. Y esa arqueología emocional plagada de sinestesias, de memorias asociadas a sentimientos muy concretos, ha sido como asomarse al abismo de siempre, el del pasado. Pero cosa curiosa, lo he hecho con un desapego interesante. 

Hay relatos que me gustan más que otros. Algunos me gustaron porque eran resultado de un momento emocional concreto, estaban enmarcados en un clima muy específico. Uno en concreto, el de los terroristas, sigue gustándome porque combina varios factores con los que he gamberreado. ETA, los atentados de marzo, mi barrio y mi infancia. Y es que odio las vacas sagradas, los intocables y los cordones que impiden educadamente el acceso. En un tiempo como es ahora donde todos los muros son de gelatina, los límites acuosos y los fundamentos de barro, lo mío puede sonar vulgar, corriente y habitual. Y eso significa que he de hacer más esfuerzos por identificar aquellos ídolos sobre los que me gusta hacer chistes y reír...

Tampoco me considero un tipo chistoso, la verdad, y mi humor es más bien escaso y peculiar. Como el de todo el mundo, claro. Pero la risa, ¡ay, la risa! Es fundamental. Sin risa no hay inteligencia, sin inteligencia no hay diversión, sin diversión, todo es aburrido, gris y un camino muy feo hasta la inevitable muerte. Vaya, no sé si el Tao recoge algo de esto, pero oye, seguro.

En fin, que con todo lo dicho, añadir que el impulso de reeditarlos y ponerlos en Amazon (¿Y por qué, si ya estaban con una editorial y tal? Se preguntará alguien) proviene de un sentimiento de necesidad respecto de tenerlo todo cerca, controlado, agrupado, clasificado. Y también, lo reconozco, como un homenaje a una persona muy querida, mucho. Mucho. Ella lo sabe, porque he reeditado todo observando una piedra concreta y pensando en mi barrio, en una avenida y en un momento muy especial.

Espero, personas lectoras, que disfrutéis mis "Relatos de un peatón sin aire", si aún no los habéis leído. Y si ya los leíste, ahora valen la mitad. ¿No es un aliciente?




Un saludo,