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miércoles, 24 de abril de 2013

Lo que es y lo que debiera ser



Estamos tan acostumbrados a que las cosas “sean como siempre han sido”, que muchas veces no nos planteamos que puedan ser de otra manera. O incluso, que fueron, de hecho, de otra manera.


Ejemplo, “el ser humano es avaricioso y siempre robará a la mínima oportunidad”. Comprender algo así, dentro de la naturaleza humana, no invalida la propuesta de que “controlado y supervisado, el ser humano retiene su avaricia y no tratará de robar constantemente”. Por ejemplo.

Con la República pasa algo parecido. “Las dos repúblicas que ha tenido España, acabaron en caos, pronunciamiento militar y guerra”. El corolario parece ser que una tercera terminará igual. Sin más análisis. También está el otro argumento, el de “El advenimiento de una III República resolverá todos los males de España”. Sin más, así, mágicamente. Pero veamos algunas cosas que podrían hacer pensar en un cambio real, progresivo.

El diputado o senador, es un sirviente público a respetar en todo momento, y no debemos molestarle en su casa o en el Congreso o Senado, ya sea gritándole, amenazándole o intimidándole. Cada cuatro años votamos y le elegimos o no, y son las urnas, no los jueces, las que le validan”. Bien, desgranando el argumento, lo que debiera ser es, más bien, que “El diputado es un sirviente público a respetar, pero también es un ciudadano que ha optado libremente por representar a otros ciudadanos. Si actúa de manera contraria al interés de sus electores, éstos tienen derecho, dentro del respeto a la ley y sin violencia, a exigirle el cumplimiento de las promesas que hizo. Y siempre serán los jueces y mecanismos institucionales de control los que determinarán si ha cometido o no delito durante su mandato.”

Elegir a uno u otro político es lo mismo, todos roban, así que tenemos lo que nos merecemos”. Tampoco es así. Merecemos lo que votamos, pero votamos listas cerradas, no a políticos concretos que representan a un electorado concreto. Tenemos una ley (la Ley D’hont, del Régimen Electoral General) que obliga a elegir una lista cerrada de diputados (no de senadores, que, por inercia, suelen salir elegidos de los mismos partidos que se votan al Congreso, por considerar el Senado una cámara inútil) en lugar de elegir libremente a nuestros representantes directos, como electores. Por tanto, tenemos lo que nos hacen merecer una serie de individuos que han decidido hacer más y más indirecta la representatividad de los ciudadanos y, por tanto, su control efectivo y real. Y así nos cuelan constantemente a amigos que quedan aforados y protegidos de todo mal, para seguir robando y repartiendo el botín entre esos mismos amigos. “Elegir a uno y otro político no es lo mismo; quienes roban, deben ser juzgados, y no los merecemos ni pueden ser candidatos posteriormente”.

Izquierdas y derechas son lo mismo, y más en nuestros días donde no tiene sentido hablar de ideologías, pues éstas han muerto”. Expresar que “no hay ideologías” es una de las mayores falacias de los tiempos modernos, pero también ocurrió en el pasado. Proclamar la muerte de las ideologías es, realmente, tratar de imponer una muy específica, asociada, normalmente, pero no exclusivamente, a las derechas. Existen y existirán ideologías de izquierdas y derechas, progresistas y conservadores. La dicotomía es real, ineluctable; luego matizada por las personas, claro está. Pero no son lo mismo, no eluden la realidad; la lucha de clases existe, desde hace miles de años, renombrada, matizada, retocada. Pero existe. Y si hay una dialéctica, hay un debate. Y si hay debate, hay un movimiento. Y entonces no es lo mismo una que otra.

La III República que yo anhelo, no es la idealización de un pasado, la revancha o la imaginación sin más. Es el marco del cambio, de la madurez de un pueblo de súbditos, el español, que debe ya trascender su borreguil y mansa vida para convertirse en algo tan complejo, y tan simple, como en ciudadanos. Con sus deberes, sus derechos, sus opciones y sus capacidades. La III República que yo anhelo no busca recuperar una u otra bandera, si no valores. Educación, Sanidad, pilares del bienestar social y público; un sistema político representativo y proporcional, una separación de poderes real, un Estado laico y neutral... La creación de oportunidades para participar en igualdad de condiciones (que no en igualdad de recompensas) y premiar el mérito, el esfuerzo y la capacidad, no la mediocridad, el engaño y el amiguismo. La III República que anhelo es, simplemente, el marco para darle un futuro mejor a nuestros hijos, a nuestros mayores y a todos en general, estemos o no de acuerdo con ellos.

Y claro, en ella, deberíamos caber todos con lo que puede ser, no con lo que, resignados, decimos que es. Porque entre lo que es y lo que debiera ser, no hay más que una estrecha separación. La certeza de que puede ser.

Un saludo,
 

sábado, 20 de abril de 2013

En bicicleta

Tras muchos años, y ahora viviendo en Alcorcón, me encuentro con que trabajo lejos de mi casa. Concretamente, a 28 kilómetros de distancia; a 21 estaciones de metro; a 13 estaciones de tren. En coche, 45 minutos; en metro, 1h y 15 minutos; en tren, unos 45 minutos. Y os preguntaréis, ¿qué sistema es el mejor?

He probado todo. Coche, metro, tren... el coche es indudablemente más cómodo, más rápido, pero a cambio tienes el agobio del atasco en la A5 y la M30 tanto a la ida como, algunos días, a la vuelta. Llegas estresado, cansado, harto de mirar por la ventanilla para ver un coche, una persona... y gastas gasolina, consumes, contaminas...

El metro tiene la ventaja de que, si lo haces bien, vas sentado todo el trayecto; leyendo, oyendo música... si tienes la suerte de que no hay un imbécil con su música a todo volumen, si te has sentado de manera que los de tus lados no están dándote golpecitos o sudando y oliendo a puercos...

La renfe va mejor, aunque hay que combinarla. Y tengo la combinación perfecta. Bici-Renfe-Bici. A la ida, es imbatible. Salgo a la misma hora, un poco de pedaleo (apenas 1'5 km) y subes al tren. Bajo en Atocha, cambio hasta Chamartín, y en el camino con música, leyendo, dormitando... en Chamartín, bajo de nuevo, otro poco pedaleo (apenas 2 km) y entro en el curro fresco, sereno, despierto, con ganas. Un cambio brutal. Que sube más aun cuando regreso a mi casa; salida del hospital y hasta Atocha, unos 10 km. Mucho es cuesta abajo, je je je, hago trampas, aunque algún repecho se coge. Y el cambio es brutal... Atocha, tren en 20 minutos a Alcorcón, me bajo en la estación anterior a la de ida y hago unos 3'5 km más, despejado, contento. Llegar a casa y ducharme, y todo el día ya feliz... Un poco de ejercicio hecho, mucha menos contaminación, comodidad y disfrute de ver la ciudad (llegar al Retiro y pasear por dentro con la bici... no quiero pensar cuando pongan las casetas de la Feria... voy a llegar a mi casa a las mil y ciento... :))

Yo soy vago. Y reconozco que en los 5 años que he ido al Puerta de Hierro, ni me preocupé de pensar en la bici, porque estaba muy mal comunicado (se encuentra en medio de... nada... rodeado de carreteras, M50, M40, M500 algo...) tanto para transporte público como para la bici. Un erial, en todos los sentidos. Y tardaba 10-15 minutos con el coche, de puerta a puerta. Cómodo, sí. He perdido un montón de tiempo, pues ahora me despierto 45 minutos antes y tardo otros 45 minutos más a la ida y a la vuelta... total, más de dos horas. Pero, ¡ay! las mañas... como en el trabajo, dormito en la Renfe, leo y escucho música, y hago ejercicio. No, no he perdido un montón de tiempo, al final lo he reinvertido mucho mejor que antes... :)

Quien vive en Madrid y puede, sabe que la bici es un poco incordio; tráfico apestoso, coches, nulidad de carril bici, infraestructuras pensadas sólo para vehículo de motor, terrazas y peatones invadiendo los escasos carriles bici que hay, cuestas infames... y llegar al trabajo sudado no es posible en muchos sitios. Yo ahora mismo hago esto de manera muy cómoda, creo. Y espero seguir haciéndolo tras el verano y el nacimiento de mi hijo... con suerte, a lo mejor puedo comprarme la sillita para niño de bici y recogerle de la guardería en enero, y, así, hacer como Emilio, mi referente pedalurbano; ser el papi guay madurito e interesante... :P

Solo decir que, si se puede, mejor en bici. El cuerpo lo agradece

Un saludo,