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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Insomnio

Es realmente molesto. De las decenas de reflexiones turbadoras que suelo tener, una me está carcomiendo. La verdad.

La verdad es que he elegido el camino más tortuoso posible. Dedicar mi tiempo a estudiar oposiciones para tener un trabajo estable y ganar un cierto dinero. Dedicar parte de mi tiempo a establecer relaciones sociales que me asquean. Dedicar en suma tiempo a hacer lo que no quiero hacer con el fin de hacer en un futuro lo que quiero hacer. Qué retorcido.

La verdad es que el futuro no existe. Lo creamos, imaginamos, soñamos, pero no existe. Existe el pasado. Y el momento presente. Ya está. Nada más en esa loca dimensión que llaman "tiempo". El pasado nos aporta experiencia, sentimientos y un recorrido vital que puede ser positivo o no. El presente, el ahora, es el momento donde la verdad se forja. El presente es como un yunque humeante sobre el que golpeamos el metal de la vida, tratando de amoldarlo a nuestro placer y gusto, sin saber que, muchas veces, el material es escoria o no tenemos ni siquiera claro qué deseamos forjar. La verdad...

La verdad, la puta verdad como diría mi amigo Javi, es que somos personas mediocres tratando de lidiar con nuestras incapacidades, nuestro patetismo vital. Y la verdad, entonces, ¿es que no hay redención?

Yo quiero ser escritor, ¡ja, ja, ja! y soy un opositor joven, no tan joven, que vive amargado en un trabajo que detesta. Esa es la verdad.

Yo quiero viajar por el mundo, ¡jo, jo, jo! y soy un pequeño burgués que planifica sus viajes con guía y sin mucho cansancio.

Yo quiero responder a la gente las palabras apropiadas en el momento justo, ¡je, je, je! y soy una persona sin el aplomo o el ingenio suficientes como para hacerlo.

Yo quiero... tantas cosas. Y sé que no tendré muchas de ellas, casi ninguna. Mi frustración entonces se acerca a la de otro amigo, Andrés. La suya es, como la de mi amigo Rafa, vital; quieren ser inmortales para disfrutar eternamente de la vida. Pero mi frustración es que, aunque tuviéramos un tiempo infinito, el aburrimiento, la apatía, el desencanto, la infelicidad, en suma, estarían presentes.

Sé lo que no quiero. Pero no sé como evitarlo. O sé y no me atrevo, o soy vago...

A veces quiero una vida más simple. Si no lo es ya. Simple, sencilla. Amar y ser amado. Y aquí es donde encuentro mi redención. La quiero con locura. Quiero que sea mi mujer. Quiero incluso, si no estoy tan loco, tener todos mis días hasta el final con ella, saber que siempre está ahí. Y creo que también me quiere... no me pregunte nadie por qué.

Tengo algo de insomnio. Puede ser la soledad. La necesidad, pura necedad, de escribir. Quisiera hacer música, pero solamente hay ruido, de palabras... pero no pienso revisar el texto.

Un saludo,