Buscar dentro de este batiburrillo

lunes, 10 de octubre de 2011

Cinco cosas que me harían querer más a España

Como dentro de dos días va a ser el de la "Fiesta Nacional" (con mayúsculas) pues como que me he preguntado qué querría yo celebrar en tan magno día deudor de la denostada ahora Revolución Francesa por algunos copiotas de la historiografía de los 80 liberal y anticomunista (su nombre, Pedro J.) y que se ha llamado de todas las formas, "Día de la Raza", "Día de la Hispanidad" y, no sé si lo escuché bien, ahora será "Fiesta de las nacionalidades". O algo así.

En realidad son 5 cuestiones derivadas de una sola; cultura, educación, valores. Pero me apetece listarlas. Tengo un día "Alta fidelidad".

1. Conciencia de lo público. Si entendiéramos que una comunidad es una sociedad de personas unidas para lograr un fin mejor que el obtenible por separado; si comprendiéramos que el dinero y los recursos se han de disponer de manera equitativa y proporcional a lo que cada uno posee; si supiéramos que la gestión de eso llamado "público" es lo más importante, el tesoro mayor de una sociedad que quiere bienestar, tendríamos conciencia de qué es lo público. Pero en España no tenemos claro eso de "lo público" y lo confundimos con un funcionario de ventanilla malhumorado y adscrito al tópico de "vuelva ud. mañana". Una razón por la que podría apreciar más a España.

2. Respeto al tiempo ajeno. La puntualidad es un valor que no tiene excusa en su aplicación desde que existen los relojes y los calendarios, desde que todo el mundo puede conocer en qué momento vive y planificar sus movimientos, viajes y encuentros. Vale que si hubiera más transportes colectivos, baratos y regulares, sería mejor. Vale que si existieran horarios racionales, en las empresas, sería mucho mejor. Vale que si se planearan con lógica y coherencia las cosas, todo iría mejor. Pero es algo que todos pueden hacer.

3. Premiar el esfuerzo. Todos creemos saber de todo. Pero realmente los que saben de algo lo hacen como deben, bien, o al menos, ponen su empeño en hacerlo de la mejor manera posible. Curiosamente, los que mejor lo intentan y logran, son los que peor se lo llevan. No son los promovidos, no son los ascendidos ni los más respetados. Mi país no ama a los científicos, salvo cuando hacen comentarios ingeniosos o chistosos. Y si un divulgador hace un anuncio de pan de molde, tiene más visitas por ello que por su programa. Mi país no entiende lo que hay detrás de un éxito deportivo. Si fallan luego, les crucifica. Mi país, España, no sabe lo que es el esfuerzo, no conoce el premio que hay que darle. Por eso están arriba los trileros, no los esforzados.

4. Ser críticos. Si algo define España, es la adscripción de sus ciudadanos a una de las facetas de la dicotomía reductora, sea la que sea. Si eres amante del fútbol, no te gusta el baloncesto. Y al revés. Si eres del Atlético de Madrid, odias al Real Madrid. Y al revés. Si votas al PP, odias al PSOE, y viceversa. Si te gustan los gatos, no puedes tener perros. Y así con todo. Somos hinchas, fanáticos, sectarios, programáticos y cortados por el patrón... del Patrón. No hay crítica. Si alguien dice un "pero..." es para ganar la discusión, con un contraargumento, pero no para añadir un dato de interés que la enriquezca. El Circo romano tenía sus colores, y hasta hoy con ellos. Ah, los que no encajan en nada, son raros, frikis, gentuza a la que es mejor no acercarse.

5. Dejar de lado ciertas costumbres. Sí, yo también hablo alto y grito. Un grave error. Mi tono de voz está entrenado, que no educado, para destacar entre el marasmo cacofónico de la sociedad española. Gritamos, mucho. En la calle, en las escuelas, en los trabajos, en el metro, en la televisión, en la radio... somos chillones. Agradezco tener amigos que no lo son. Lentísimamente, intento aprender de ellos. Y luego hay otras muchas costumbres que aborrezco... pero esas son tan largas que no tengo ganas de listarlas. Y no, una de ellas no es la pereza. Que también, la mal entendida.

Vaya, un listado regeneracionista. Dudo que pasara los filtros de un Costa o un Ortega. Pero quería escribirlo. Por estas cosas, quizá, solamente quizá, querría más a ese constructo llamado España. Pero uno no es de donde nace, si no de donde desea ser. Y en cuanto a nacionalidades, con lo recientes y absurdas que son, pues me toca más de cerca esta... como el tema religioso, que ni toco porque, ¿para qué? en este blog hay suficientes reflexiones al respecto.

Un saludo,