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jueves, 31 de diciembre de 2009

Todos estamos conectados

Sí, sí, lo reconozco. Estoy enganchado a una serie; The Wire. Por ella pasan personajes como McNulty, Lester, Kima, Bubbles, Bunk, Cedric, D'Angelo, Stringer Bell, Barksdale, El Griego, Prez, Carcetti, Omar... muchos, tantos que no se pueden nombrar aquí. Pero todos ellos son parte de un todo. Un microcosmos que llaman "B'more" o "Murderland". Un microcosmos social, de negratas pobres y adictos, de parados, de policías insatisfechos, de funcionarios corruptos, de políticos aun más corruptos, de negratas traficantes, de mafias de puerto, de abandonados en la calle, de sistemas educativos que hacen agua, de ingenuos policías que inventan "Hamsterdam", de polis egocéntricos que quieren salvar la ciudad, de polis borrachos, de negros borrachos, de ladrones que roban a traficantes y sólo a traficantes, de periodistas que inventan historias y mienten, de gente que es honesta, de gente que es sencilla, de personas aplastadas por un mundo de mierda. The Wire.

Hay muchas cosas que querría comentar de la serie, pero entonces no sería peor que un chivato que se chota del tema. Nah, además en Carabanchel había cosas menos importantes, pero pasaban. Gitanos que te mangaban la bici, la cartera, una prenda deportiva molona. Amigos a los que atracaban y el ladrón resultaba ser hermano de un colega. Drogatas que tiraban las jeringas y las cucharillas en la pradera de San Isidro, donde jugábamos a lanzarnos pellas de barro con piedras dentro. Partidos de basket donde nos peleábamos con los futboleros, y a veces tirábamos el balón del otro a patadón limpio contra la M30 cuando ésta iba por superficie. Hostias en las calles, peleas, gritos e insultos de las madres, el afilador, un pobre adicto en casas a punto de ser derribadas donde había soñado con Bob Marley y un mundo Hippie. Y sí, también hubo tiros. Etarras que ponían bombas, en barrios cercanos, y veías el humo subir. O directamente cosas peores. Y también navajas, muchas navajas. Madrid siemper ha sido un pueblo de trinchar con el pincho, de rajarte al menor descuido. Desde el macarra de pelo grasiento que trincaba monedas de cinco duros para jugar en las máquinas hasta el gitanillo de palmo y medio que ya sabía decir "joputa dame tó" antes que a deletrear el abecedario. Y sangre había. Propia y ajena. De hostias recibidas, de hostias dadas, de hostias que no se veían. También sexo, en coches de noche, algo tapados por el vaho del folleteo. Y alguna puta, pocas, porque se iban a donde había más negocio. También teníamos tribus importadas, como los Góticos, los Mod, los Siniestros...

Había, no obstante, personas mayores, de cuando aquel barrio era obrero, de cuando aquel lugar lo habitaban inmigrantes que iban a currar y querían mejor futuro para sus hijos al bajo coste de deslomarse unas 14 horas al día currando en trabajos de mierda. Y luego café o carajillo o chatito o birra, en la taberna, con cartas y dominó, charlas de fútbol (el Atleti, omnipresente) o de política. Pocos toros, Vistalegre no daba para tanto como Las Ventas. Y esas personas mayores, o al menos mayores que nosotros, nos reprendían si escupíamos, si cruzábamos en rojo o sin mirar, si decíamos algo molesto a otros, sin respeto. Y les hacíamos caso porque nos ponían coloraos como un tomate...

También había héroes, y villanos. Pero el típico quinquillero fumador y encorvado, de alto que era, que nos parecía un "poeta maldito", un ángel urbano, acababa muriendo de cáncer y separado de la familia. Y aquel chaval metido en drogas, ingenuo, que creíamos un cabrón, acababa conduciendo un autobús. Había un lenguaje, cambiante, y un estilo, que todos queríamos imitar. Pero luego, algo pasó.

Estamos todos conectados. He conocido a muchos de los personajes de The Wire, aunque no con recortada o pistolón. Bueno, un par ví. Uno de un policía y otro de un traficante. También he visto bastones de empuñadura firme para romper alguna que otra cabeza, y bailongos en la calle que hacen fuego y luego te cantan mientras meten palanca a un coche y te lo mangan a plena luz del día. He visto a pillos, correos, cabrones varios, chuloputas, mangantes, y un asesino una vez, que salió de la cárcel y tenía una cara mezcla de hijo de puta y tierno infante engañado que asustaba. He visto a putas, a tías que trataban como putas y a tías que no eran putas y sabían demostrarlo. He visto también a gentuza política venir a hacerse la foto y ver cómo les negaban el saludo (uno de los momentos más grandes de mi padre, la verdad) y, curiosamente, ya no les veo más. El contacto con el pueblo, que mancha. He visto noticias mentirosas en los periódicos, aunque ahora más bien propangandísticas, y veo que es todo igual. Como los profesores quemados. Como los funcionarios quemados. Como los polis quemados. Como todo cristo e hijo de vecino quemado.

B'more y Carabanchel están conectados, aunque por suerte, en el último, no se usan armas de fuego en masa, ni casi todos están en paro y abandonados por un sistema que si no sabe explotarlos de manera oficial, lo hace por la caja B. Pero son tan parecidos... tan solo un par de empujones... tan solo eso...

¿Tú crees que no estás conectado? Imbécil...

Un saludo,

lunes, 28 de diciembre de 2009

Las familias

La Sociedad. Un ente creado a partir de las personas que la integran. Se da la circunstancia que, jurídicamente, las personas han integrado "su" sociedad mediante un núcleo llamado "familia". Pero que depende el lugar y el tiempo, éste ha sido de muchas maneras. Así pues, el intento de una secta religiosa de apropiarse del término en exclusiva es, cuando menos, preocupante.

Cierto es que el término religioso puede ser el que sea, pero lo que debe prevalecer siempre es el término civil o de derecho. Así pues, hoy día tenemos la opción de tener familias de dos padres, dos madres, un padre y una madre, con o sin hijos, nucleares o extensas... y hablo del aspecto legal. En muchos lugares, familia incluye a los primos, a los sobrinos, a los tíos, a las tías, a una extensísima red de parientes, de sangre o afines. Esto es, las familias son muchas, muy diversas y cambiantes.

¿Por qué entonces apropiarse de un concepto e indisimuladamente menospreciar y vilipendiar el resto? Dogmatismo. Puro dogmatismo.

En España, se dice que somos católicos socialmente hablando. Porque tenemos festividades religiosas, porque nos casamos pasando por el altar cristiano, porque celebramos bautizos y comuniones... pero sin entender, sin creer y sin participar del dogma que hay detrás. De ahí la ofensiva de la secta católica; mantienen el huero cobertor social, sin marearlo (para eso están las bases bienpensantes y manipuladas) y dejan lo presuntamente consolidado para ir contra el resto que se aparte milímetros de "su sociedad" del Dogma. Los que decidimos decir NO.

No a considerar el mundo de una manera tan restrictiva. No a engañarnos con una imaginaria salvación que modela nuestro presente. No a participar de los ritos sociales sin sentido. No a dejar que se nos cuente dentro del rebaño católico. No a considerar la familia de manera tan restrictiva. No, en suma, a perder la libertad civil que tanto cuesta siempre mantener.

Cualquier familia es, principalmente, sangre y afecto, conflicto y amor. También esperanza, traición, orgullo, vergüenza, y todos los sentimientos posibles; la familia es, cierto, la célula de la sociedad, siempre. Y tiene lo positivo y lo negativo de la misma. Quién la conforme, de qué sexo o qué edad o filiación, es algo que no nos debería decidir un tipo que es soltero, practica la pederastia y desconoce la realidad del mundo. Y, además, es un mal político...

Un saludo,

viernes, 25 de diciembre de 2009

Locos

A Berlusconi le saltan los puntos de la operación estética con una reproducción de la catedral de Milán. A Ratzinger, o "El Papa", una señora le da un empujón que le tira al suelo. A Kennedy le mató un tipo que disparaba con efecto. A Bush le lanzaron un zapato. Y la lista es interminable... pero todos tienen algo en común; se les califica de perturbados.

Esto es, siempre que un político, una figura de la sociedad o alguien "importante" es agredido de alguna manera, el agresor queda automáticamente calificado de "Loco". Son locos porque atacan al poder establecido. Son locos porque han intentado la misma acción directa de los anarquistas (otros alienados) y por supuesto han fracasado. Son locos, a fin de cuentas, porque ellos no tienen el poder y el poder les puede calificar así cuando convenga. Siempre.

Me sorprende que, inmediatamente, nadie piense en la calificación como un sesgo, como un insulto para justificar lo que debiera ser imposible, el ataque a un poder establecido. Cuando una persona hace eso, lo hace por muchas motivaciones, y no tienen porque calificarse de "locura". Al contrario, cuando nos adentramos en las motivaciones, en las razones de aquellos que actuaron así, el término "loco" pierde todo su valor, porque comprendemos, porque entendemos qué es lo que condujo a dichas personas a actuar así. Naturalmente, está el exhibicionista, pero a ese no le cuento. Cuento a los que tienen otras razones... aunque sean calificadas de locura.

En un mundo tan insano como el del ser humano, donde la calificación de cuerdo se expide según unos patrones de conveniencia, la presunción de locura debiera ser eliminada en estos casos. Quizá los locos son otros, aquellos que votaron al político indebido, aquellos que dejaron su moral y ética en manos de gentuza arrimada al anterior, aquellos que fomentaron el inmovilismo, la reacción, el perpetuar el poder del rico. O quizá los demás también sean los locos, todos aquellos indiferentes a lo que suceda...

Un saludo,

martes, 22 de diciembre de 2009

Monotonía

A veces las ricas sinfonías del mundo, del universo, quedan ahogadas por un tono monocorde similar al zumbido de un aparato eléctrico incapaz de arrancar y de apagarse. En esos momentos, uno descubre la hueca profundidad de muchas cosas, y de pronto penetra en una dinámica rutinaria y se deja envolver por el vacío, quedando cubierto por una cáscara de aburrimiento, indiferencia y monotonía.

Todo a nuestro alrededor es extenso, rico, agradable. Negar la vida que nos rodea, sus peculiaridades, lo singular de cada momento, nos arrastra, como una cinta mecánica, por el monótono circular de la vida en piloto automático. Si no salimos del pasillo concebido, si no exploramos nuevas facetas, nuevas caras del prisma multicolor del mundo, quedaremos inexorablemente atrapados en el mundo irreal, gris, de la repetición, el reloj marcando horas sin ningún tipo de ilusión y la muerte en vida, pues la costra que recubrirá nuestras sensaciones hará de piel dura, de protección contra el dolor y el placer...

Así que contra la monotonía reclamo el dolor, contra la indiferencia, el compromiso, contra la rutina, la innovación, y contra todo aquello que nos inmoviliza, la felicidad, dinámica y colorida.

¿Y cuál es el mayor bien para evitar esa monotonía? el griego tenía razón; el conocimiento...

Un saludo,

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Servirán Soylent Green en Copenhague?

Me imagino a un Charlton Heston caminando por las frías calles danesas de su capital, y pensando en qué saldrá de las reuniones celebradas por el cambio climático.

Me imagino también a los gerifaltes, riendo y pensando en cómo justificar las dietas cobradas en sus respectivos países y organizaciones que les mandan allí.

Me imagino a los ciudadanos, frustrados, indiferentes, incapaces, absortos en otros problemas.

Y entonces entiendo a Bertolt Brecht y a por quien van siempre...

Ya no hay héroes como Charlton Heston o Kurt Russell. No hay rastro de aquellos ingenuos de antes de los 60. Y nadie, absolutamente nadie, parece que nos salvará de nosotros mismos.

Así que de Copenhague saldrá la nueva comida del milenio... que todos tragaremos sin rechistar. Pensando que algo hicimos.

A no ser que...

Un saludo,

jueves, 10 de diciembre de 2009

Izquierda, izquierda, derecha, derecha... ¡Un, dos, tres!

Hilado de sucesos. El otro día por lo visto, Hermann Tertsch, anteriormente periodista de "El País" y comunista, ahora presentador del informativo nocturno de Telemadrid, soltó uno de sus últimos exabruptos de hombre de mundo, de esos que demuestran que no tiene pelos en la lengua.

En el programa de Wyoming, posteriormente, tomaron esas palabras y montaron un número sarcástico para reírse de él y ridiculizarle de manera ácida.

Hermann Tertsch anuncia que de él no se ríe nadie y menos el programa de Wyoming, por lo que anuncia que interpondrá una demanda.

Días más tarde, Hermann Tertsch sale de un bar de Chueca (no sé si será homosexual, ni me importa) y le dan una paliza. Le ingresan en un hospital y unos dicen que ha puesto denuncia y otros, que no.

Acto seguido, Esperanza Aguirre arremete contra todos los "Medios de Izquierdas" y es arropada por los corifeos del ala que ella controla o jalea. Libertad Digital, Telemadrid, Intereconomía... anunciando que son actitudes como las de la broma que Wyoming ha montado las que cubren ésas acciones violentas.

Izquierda... Hermann es un bocazas, pero no se lo merece, si es que tiene que ver...
Izquierda, izquierda... además de bocazas, un tipo miserable que sí lo merece...
Derecha... lamentable suceso contra la libertad de expresión...
Derecha, derecha... y un intento de izquierdas totalitarias de hundir el Estado...

¡Un! ¿Está todo tan conectado?
¡Dos! ¿Vale todo para hundir al contrario?
¡Tres! ¿tan imbéciles debemos ser los ciudadanos?

Delante, detrás...

Un saludo,

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Eso de escribir

Sí, soy pesado. Eso de escribir me tiene frito. Quemado a veces. Incluso me tiene preocupado. Es quizá una afición, pero una afición exigente, al menos para mí. Tanto que puede llegar a convertirse en una especie de obligación profesional. ¿Profesional? No cuando uno no ejerce como tal. Aficionado.

He rellenado muchas hojas. Soy de escribir en un ordenador, de tomar relativamente pocas notas en una libreta, donde condenso, si puedo, las ideas surgidas al amparo de alguna experiencia o momento inspirador. Realmente, ni siquiera es una libreta, si no el primer trozo de papel que tengo a mano, y con el primer bolígrafo, lápiz o incluso punzón que pueda usar. De lo escrito, borro o tiro casi todo. Nada me complace, nada me satisface. Y leo, sí, leo, pero cuando leo disfruto pensando en ese espacio hueco entre el autor y su obra, que los demás lectores rellenamos. Y disfruto, porque no tengo que plantearme qué pasó con aquella persona... si tenía hipoteca, si era alcohólica, depresiva, maníaca, psicópata o ególatra. Solamente juzgo su obra, si me gusta o no, y el resto... me da igual.

A mí no. Mi vida está imbricada en mi obra. Porque mi vida es obra. Y poca. Poca y mala. Aparte de la felicidad que tengo al amar y ser amado, que no es poco, lo demás que es obra es demasiado malo para considerarlo. Por eso he descubierto, redescubierto (pues siempre lo supe) que escribo por una simple cuestión.

Para divertirme. No para entretener a un tercero o generar admiración en ellos, no para dejar una obra imperecedera. No, lo tengo ahora claro, gracias a quien me lo señaló y me lo volvió a descubrir, Cris, la mujer que tengo a mi lado en todo. Para divertirme...

Así que recuperaré eso, aunque me cueste esfuerzo, porque eso es otra; lo divertido cuesta, no creas. Hay que saber...

Un saludo,