Sí, soy pesado. Eso de escribir me tiene frito. Quemado a veces. Incluso me tiene preocupado. Es quizá una afición, pero una afición exigente, al menos para mí. Tanto que puede llegar a convertirse en una especie de obligación profesional. ¿Profesional? No cuando uno no ejerce como tal. Aficionado.
He rellenado muchas hojas. Soy de escribir en un ordenador, de tomar relativamente pocas notas en una libreta, donde condenso, si puedo, las ideas surgidas al amparo de alguna experiencia o momento inspirador. Realmente, ni siquiera es una libreta, si no el primer trozo de papel que tengo a mano, y con el primer bolígrafo, lápiz o incluso punzón que pueda usar. De lo escrito, borro o tiro casi todo. Nada me complace, nada me satisface. Y leo, sí, leo, pero cuando leo disfruto pensando en ese espacio hueco entre el autor y su obra, que los demás lectores rellenamos. Y disfruto, porque no tengo que plantearme qué pasó con aquella persona... si tenía hipoteca, si era alcohólica, depresiva, maníaca, psicópata o ególatra. Solamente juzgo su obra, si me gusta o no, y el resto... me da igual.
A mí no. Mi vida está imbricada en mi obra. Porque mi vida es obra. Y poca. Poca y mala. Aparte de la felicidad que tengo al amar y ser amado, que no es poco, lo demás que es obra es demasiado malo para considerarlo. Por eso he descubierto, redescubierto (pues siempre lo supe) que escribo por una simple cuestión.
Para divertirme. No para entretener a un tercero o generar admiración en ellos, no para dejar una obra imperecedera. No, lo tengo ahora claro, gracias a quien me lo señaló y me lo volvió a descubrir, Cris, la mujer que tengo a mi lado en todo. Para divertirme...
Así que recuperaré eso, aunque me cueste esfuerzo, porque eso es otra; lo divertido cuesta, no creas. Hay que saber...
Un saludo,
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2 comentarios:
Vamos, el viejo tema de "yo escribo para mí", que ya cantara Mika Waltari por boca del egipcio Sinhué, y tantos otros antes que él.
Y es que cada uno de los que dice esto de que "escribe para sí mismo", siempre cree ser el primero en tener la ocurrencia.
Qué cosas.
Sin acritud. ;-P
No, no cuidado. Escribir lo hace uno para que le lean. Pero el primero que debe disfrutar de su lectura, de lo que hace, es el que lo escribe. Por eso me he dado cuenta de que los temas, las formas, los riesgos, aciertos o errores, deben ser para mí, nada más. Si alguien me lee y dice, "fantástico", me parecerá tan interesante como "vaya mierda", siempre que sea yo, yo el primero, el que disfrute de lo escrito. Si no aplico esa máxima... lo escrito siempre será malo.
No me siento el primero en tener la ocurrencia, ni mucho menos. Pero sí siento que, después de muchos años, he llegado por fin a dicha conclusión, sencilla. Si es que soy tardío... ;)
Y adoro tu acritud amable, Catón... :)
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