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jueves, 23 de diciembre de 2010

Descargas al amanecer

El Congreso tumba la llamada “Ley Sinde”. Por lo visto, no ha tenido apoyo suficiente y ahora queda al albur qué pasará después. Si hacemos lista de los miembros de cada bando, nos encontramos de todo. Yo estoy en contra de la “Ley Sinde”, pero no sé si mis motivos coinciden con algunos de los que también están en contra.

Internet ha revolucionado muchas cosas. Eso es innegable y ya un tópico. Ahora bien, lo que no cambia es la intencionalidad de las personas. España es país de “pilla-pilla”, de roba lo que puedas con gracia. El paradigma para mí sigue siendo esa pandilla de cuatro gitanillos que se ponen en un coche a dar palmas sobre el capó y el techo mirando a todos lados, soltando quejíos y tal, y de pronto el que está en el del conductor abre, entra, hace puente, mete a sus colegas y se van. Todo con arte. Y lo pude ver gratis desde el balcón de mi casa. Olé.

La cuestión es que no he visto debate, desde ninguna posición. Y debate es lo que hace falta, para llegar a soluciones para todos. Mi propuesta (todo español tiene un programa en el bolsillo, es entrenador de todo deporte, sabe de economía y política más que nadie y, sobre todo, cojones, tiene cojones…) es sencilla; ¿todos quieren ganar dinero? Y “todos” son las compañías de telefonía e Internet, los usuarios, los que generan esos contenidos (artistas) y los que ponen plataformas para tenerlos, editarlos y distribuirlos.

Un usuario quiere un producto bueno a un buen precio. Un artista quiere hacer un producto que luego se distribuya, contando con un editor que le de un formato adecuado. Luego están las plataformas que lo puedan distribuir. Necesitan de compañías de telefonía. Entonces, ¿qué falla? Que el usuario más bien quiere un producto gratis, aunque la edición sea nefasta, que el artista sigue queriendo vender su producto a un precio alto, porque sus editores aun no existen en Internet de manera lucrativa, que las plataformas viven de la publicidad, y que las compañías de telefonía se lucran de manera excesiva porque a todos les interesa.

Si a las telefónicas se les obliga a poner unos precios con un límite de, no sé, 10-15 euros mensuales (ahora mismo, mensualmente salen por unos 40 euros mensuales de media) y a los autores y editores y distribuidores se les pone un precio adecuado (digamos 3 euros a distribuir por una película, o 10 céntimos a cada uno por canción) y las plataformas reciben su dinero por publicidad, quizá las cosas fueran de otra manera. Las ediciones, cuidadas, para personas que bajan una película de Internet pagando, seguro que se aprecian. Las plataformas, si cumplen con contenidos y calidad, se apreciarían, también. Y todos recibirían dinero. Todos. Lo que digo no es un cuento de hadas, es una forma de encarar algo que de beneficios a todos los implicados, pero rebajando el de unos pocos.

Yo por ejemplo pagaría 3 euros por descargarme una película que ya no está en el cine (otra cosa es que en los cines yo propondría bajar precios, pero…) de calidad, que con una línea ADSL de velocidad media me la bajara en, pongamos, 10 minutos. Tenerla en algún formato que pueda poner en el DVD o mi TV y verla con calidad de imagen y sonido. Tenerla, por ejemplo, hasta que cargue otra. Y si me la vuelvo a bajar, que en lugar de 3 euros, me cobren 2. Y si la veo de nuevo, más tarde, que sea 1 euro. También pagaría, no sé, 1-2 euros por bloques de series que me apetezca ver, porque la televisión es otro campo de batalla que me interesa. En lugar de esperar a que un señor la copie en la TV de EE.UU. y le edite subtítulos (generalmente, son buenos) pagaría porque eso sucediera pagando al que la edita, de la propia cadena. Y la música, ídem. Un disco que me guste, escuchar las canciones en programas gratuitos como “spotify” o similar, y luego comprar aquellas que me gusten, no sé, a 30 céntimos por canción, o más según la calidad.

Si aplicamos un ratio de descargas de, no sé, 1 millón por una canción, podría salir que esa canción genera unos 300.000 euros, a repartir. Si decimos una película con, no sé, 100.000 descargas, hablamos de la misma cantidad. ¿No sería algo más adecuado para TODOS?

Naturalmente, la fijación de los precios sería algo en lo que todos deberían ponerse de acuerdo. Y eso no sucede, como no sucede ahora, aunque en realidad ya pasa; el usuario que paga los 40 euros por internet, ya considera que tiene crédito para descargar lo que quiera, pues paga bastante. Las plataformas que le proporcionan el material, viven de la publicidad que les ponen, por la cantidad de visitas. No nos engañemos, no es la “libertad” de Internet. Es un modelo nuevo de negocio que las compañías discográficas, visuales y también ahora las del libro (la próxima industria a cascar, porque no se saben subir al carro, como ha hecho Amazon, por ejemplo) no han sabido explotar. Y la actuación del Estado, mediante la “Ley Sinde”, no ha hecho más que aproximarse de manera errónea al problema. Si de verdad se quiere actuar para beneficio de todos, hay que juntar a los protagonistas del circuito descrito y llegar a un acuerdo de reparto.

A fin de cuentas, si las grandes familias de la mafia supieron repartirse todo, ¿no podrán también los actores de este drama?

Ah, vale, la codicia… pero esa es otra historia.

Un saludo,