Buscar dentro de este batiburrillo

viernes, 30 de marzo de 2012

Huelgas y sindicatos.

El día de la huelga, 29 de marzo, como siempre, ha habido de todo. Pero es llamativa la falta de participación de gente que considera la última reforma laboral como algo nefasto y que da razones para ir a trabajar.

Si uno cree que la reforma es adecuada y ha decidido trabajar, perfecto. Yo no les llamaré esquiroles. Son personas que, aunque mi percepción del asunto no coincide con la suya, tienen la libertad de decidir lo que han decidido. A ellos no les dirijo éstas palabras.

Lo hago a quienes consideran que la reforma no es adecuada pero no han secundado la jornada de huelga general, siquiera han ido a las manifestaciones.

Hay una razón primera, poderosa; porque no quieren perder el dinero del día. Bien, el dinero del día depende del salario, pero supongo que la media estará entre 60 y 300 euros, según lo que se gane. Me parece un precio bajo si tenemos en cuenta las posibles implicaciones de la reforma, como rebajas de salario unilateral por parte del empresario, despidos que dejan nuestro salario en 0 euros y otras implicaciones que no se cuantifican monetariamente, como los derechos.

También está quien no lo ha secundado por miedo al despido; más poderosa que la anterior. Gente que se reconcome interiormente pero no se atreve a dar el paso porque, con la crisis, esa excusa fenomenal, no se arriesgan a perder lo que tienen, ese modelo de propiedades de nuestra sociedad. Bueno, ahora no serán despedidos, pero pueden serlo, a pesar de que se aferren al pesimismo optimista de "a mí no me pasará, aunque vea que les pasa a otros".

Y están quienes secundan la huelga con medios ilícitos, como ir a trabajar para no perder su puesto o salario del día pero sin realizar sus labores normales y diarias, o, incluso, ausentándose del puesto sin control. A ellos... mejor no digo lo que opino.

Los "idiotas" que hemos secundado la huelga perdiendo nuestro salario del día somos de dos categorías; los trabajadores públicos que no tememos perder el puesto (por el momento) y los trabajadores del sector privado que tienen valentía y coraje suficiente para seguir creyendo en lo que hacen, pues consideran que es para todos. Esa dimensión moral...

Y luego están los sindicatos. Más de uno me ha escuchado hablar de ellos, y nunca en términos encomiásticos. No, porque son instituciones subvencionadas, como los partidos y las organizaciones empresariales. Son ramas estatales anómalas. Un sindicato así no es un sindicato. Es una sección corporativista del Estado. Y no estoy diciendo que no deben existir, si no todo lo contrario; deben existir pero con las formas y fines para los que nacieron.

¿Qué debería cambiar? La estructura de partidos políticos, la sindical y la empresarial. Fin de toda subvención. Financiación EXCLUSIVA por sus propias cuotas y por las donaciones, tasadas y limitadas, de quienes comulguen con las ideas que propugnan.

En el caso sindical, regresar al concepto de "Caja de resistencia". Esto es, cuotas sindicales para alimentar esa caja en caso de actos de protesta como las Huelgas. ¿Qué significa? Una forma de financiar a los que tienen miedo de perder su salario en caso de hacer huelga (la frase que he escuchado más es "¿me vas a pagar tú el día, listo?") y así minimizar sus pérdidas. En los sindicatos, quienes reciben esa paga son los que participan en piquetes, un número reducido, que realmente muestra la "institucionalización de la huelga" y lo que ello conlleva.

Si todo esto, reformas simples, sencillas, se hace, seguramente los partidos mirarán más por sus votantes, como debe ser en una democracia. Los sindicatos defenderán más a todos los trabajadores, afiliados o no, puesto que dependerán de su simpatía y apoyo y no del de los impuestos del Estado. Y las organizaciones empresariales tendrán de veras los ingresos que merecen. No incluyo a las religiones organizadas en esto, porque son ámbitos diferentes, pero también abogo por su estricta financiación propia, sin intervención del Estado.

Pido mucho, pido una España moderna y diferente a la Españistán que tenemos. Pero lo pido porque creo que es lo mejor para todos. A pesar de muchos, o algunos. O incluso la mayoría.

Un saludo,

miércoles, 28 de marzo de 2012

Yo mañana día 29 de marzo, haré huelga.

Porque es la peor reforma laboral que he visto en mi vida.

No estoy de acuerdo con los Sindicatos ni con su situación corporativista y subvencionada.

No estoy de acuerdo con el Gobierno en su reforma que nos equipara a China, rebajando el mercado laboral a niveles similares al siglo XIX.

No estoy de acuerdo con las asociaciones de Empresarios que se oponen a ésto pero quieren seguir con sus privilegios corporativistas y subvencionados.

Yo mañana haré la Huelga. Y si de mí dependiera, la haría de una semana. Porque es mucho lo que hay que cambiar...

viernes, 23 de marzo de 2012

Semillero para un programa político

Ya hace tiempo que me planteo la política activa, en lugar de tanto hablar... no me apetece, no me gusta, me repele, pero siento la necesidad de ordenar algunas ideas. Ideas para el conjunto de un país que no sé si es un país, pues poner en duda la idea de "Nación" provoca exaltadas respuestas... pero dejemos de momento eso y vayamos al grano.

España. ¿Qué ideas programáticas podría pensar?

La primera de toda, respecto del manido Mercado Laboral. Un lugar donde hay tres agentes y muchos afectados. Gobierno, Sindicatos y Asociaciones Empresariales. Bien, yo tengo una formación laboralista. Me gradué en su día y luego hice un Máster. ¿Buen comienzo? Depende... mis ideas, esquematizadas, serían:

Creación de 2 tipos de contrato; indefinido y temporal. Las políticas activas de fomento del empleo, se harían según estudios poblacionales y sectoriales. Los contratos tendrían facilidades tanto para la contratación (controles administrativos y demás) como para la suspensión y el despido. En todo caso, el contrato entendido como el acuerdo entre empresarios y trabajadores que se nivelaría por el Estado, para evitar abusos de poder. Revisión de derechos, para adecuarlos a las peculiaridades de cada sector. Potenciación del convenio colectivo sectorial en detrimento de los territoriales. Creación de plazas de Inspección de Trabajo para adecuar las plantillas de manera que existan suficientes para el control. Creación de plazas de Inspección Laboral en la Administración para el control específico de los empleados públicos y las prácticas laborales y de gestión. Anulación de las subvenciones a los Sindicatos y Asociaciones Empresariales, que se sostendrán con sus propios fondos. Revisión de los derechos laborales para poder aplicar una correcta conciliación de la vida laboral y familiar. Reducción de la jornada laboral en España a 35 horas. Fijación de la Seguridad Social con las prestaciones tanto contributivas como no contributivas, aumentando la cuota de trabajadores y empresarios. Reducción de casos de "excepción", unificando criterios en base a la riqueza de unidad familiar y escalando los tramos de prestaciones.

En cuanto a la parte recaudatoria, que tanto amamos, revisaría los tipos del IRPF y los impuestos indirectos, para analizar las previsiones trimestrales y anuales. Aparte, aumentaría la plantilla de Inspección hasta lograr una paridad similar a Alemania, de un inspector por cada 600 habitantes más o menos. Crearía una Agencia especial contra el Fraude, formada por técnicos, independientes del color político, esto es, formada por Inspectores que se rotaran en el cargo cada 6 años, fuera de toda posible interferencia política. Naturalmente, con una remuneración adecuada para sus labores y controles periódicos de instrumentos ya existentes como los Tribunales de Cuentas y otros. Sobre la recaudación, sería piramidal, ejerciéndose de ésta manera:

- Estado, el 60% de la recaudación.
- CC.AA's, el 20% de la recaudación.
- Ayuntamientos, el 10% de la recaudación.

El 10% restante serviría para Fondos de Reserva administrados por el Estado, pero siempre para cualquier contingencia del ámbito territorial que fuera.

Naturalmente, modificaría la CE, pero eso es un tema aparte...

Sobre la política general, establecería una separación total de poderes; el Judicial no tendría ningún tipo de vínculo con el Legislativo ni el Ejecutivo. Jueces y Magistrados elegidos dentro de la Carrera Judicial por órganos que, si bien con supervisión política, no sufrirían intervención alguna, con rangos de tiempo similares a los de las Inspecciones, 5-6 años. Reducción de los parlamentos autonómicos y de los ayuntamientos, generando corporaciones y parlamentos de menos participantes. Además, cogestión de todos los asuntos administrativos y cotidianos, de las competencias, pero no con titularidad de las CCAA ni los Ayuntamientos, si no del Estado, que podría retirar la gestión y los fondos anejos en todo momento. Sí, un estado jacobino pero descentralizado de verdad en lo administrativo.

Educación como eje de cambio fundamental, con acuerdos para no modificar las estructuras educativas en planes deceniales. Cambio de los contenidos, pero no de las estructuras para los mismos. La inversión en I+D, duplicada, por parte pública, con generosas exenciones para la financiación privada con contratos para las patentes de explotación y cesión ventajosas. Cambio de la estructura universitaria, reduciendo el número de centros y agrupando carreras, sometiendo a las universidades a controles de excelencia cada legislatura, con parámetros como doctorandos, patentes, artículos de impacto... revisión de las plazas con criterios de estabilidad e incompatibilidades de docencia e investigación con política. Fin de la concertación con escuelas, fin de la subvención a la iglesia católica, fin de reparto de fondos y de gestión comunitaria, con planes unificados para todo el territorio. Opción de segundo idioma y de lengua territorial siempre a elección de los padres, y creación de sistema de optativas desde la escuela también a elección de los padres. Imposibilidad de pasar de curso con suspensas, y aumento de los efectivos de Inspección.

En el estado del Bienestar, Sanidad. Sanidad de titularidad Estatal. Revisión de todos los convenios con empresas privadas para la gestión de hospitales y centros de salud construidos con sistema de pago de cánon. Creación de un sistema de dispensación de medicamentos único para todo el país, con gestión en cada territorio, de compras al por mayor y de dispensación regulada y controlada. Pago de recetas según tres tramos; exentos (jubilados, enfermos crónicos, desempleados de larga duración...) pago del 65% de la receta (empleados y rentas superiores a una cantidad determinada) y pago del 40% al resto (empleados y rentas inferiores a esa cantidad, así como otros colectivos). Generación de una cartera de servicios hospitalarios revisable cada año.

Las Administraciones Públicas. Actualmente, hay unos 2 millones de empleados públicos para un país de casi 45 millones de habitantes. Un porcentaje de menos del 10% de su población para gestionar al 90% restante. Modificación estructural del servicio público. Acceso por oposición o concurso-oposición, y por méritos dentro de la carrera pero en casos muy concretos. Fijación de las tareas y división de las escalas según funcionalidad, compartimentando menos la Administración. Creación, ya dicha, de un cuerpo específico de Inspección que pueda abrir expedientes sancionadores, gestionar también conflictos entre empleados públicos y realizar propuestas de funcionamiento o hacerlas viables. Reducción drástica de Jefaturas, aplicando el principio de funcionalidad y complementos anejos. Movilidad interna, horizontal y vertical, tanto funcional como territorial, en todos los cuerpos y escalas generales, e indemnizaciones en aquellos cuerpos y escalas donde no sea posible. Estudio de las cargas de trabajo de manera que pueda realizarse movimiento de empleados públicos dentro del mismo centro de trabajo o incluso área funcional en un territorio. Ajuestes presupuestarios para, igual que existan castigos y reducciones de empleo y sueldo por sanción, existan premios y mejoras de sueldo y empleo por objetivos realizados, medibles y comparables.

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Soñar no cuesta... es ingente la tarea de cualquier político. Me lo planteo, y lloro. Nadie va a querer tocar nada. Es como la casa que se cae a trozos, pero que sabemos que, si no tocas tal o cual viga, ese cable, aquel marco de cuadro, ese rodapié, y así y así, no se caerá, se supone...

¿Habrá que echar abajo la casa entera y cimentar de nuevo para hacer otra, vete a saber, cuánto de mala? Pero al menos será nueva... lo que no quiere decir que sea mejor.

Un saludo iluso,

miércoles, 21 de marzo de 2012

La brecha

Desde hace tiempo, no es necesario ser un sociólogo reputado para observar una mayor distancia entre generaciones, tanto en valores como en conocimientos. Sí, suena a tópico, eso de "las generaciones que van tras nosotros son peores". Pero es cierto que, en ocasiones, se da. Las dificultades cambian y, con ellas, las respuestas.

A día de hoy hay una brecha clara, la tecnológica. Hay niños que nacen con la última virguería táctil electrónica bajo el brazo, antes que el pan. Que saben lo que es el wifi y el bluetooth antes que un sustantivo. Que tienen como referentes a ídolos juveniles presuntamente rebeldes pero que les instalan cómodamente en el sistema al que pertenecen.

Pero existe otra, la de cultura general. El nivel educativo ha perdido calidad con los años, y no es la misma enseñanza la que se recibía en los años setenta y ochenta que la actual. La continuada degradación del sistema público educativo es producto de reformas y más reformas que no tienen como fin mejorar la educación, si no formar de manera limitada y dentro de ciertos parámetros a ciudadanos sin inquietud, sin necesidad de preguntarse por su mundo ni, mucho menos, cuestionarse su posición en él. Actualmente, la calidad crítica de los estudiantes es, cuando menos, cuestionable.

Esa cultura general además es curiosa. La segmentación entre "de letras" y "de ciencias", algo vigente desde hace décadas, ha creado un falso abismo en el que conocer, por ejemplo, la fecha canónica del descubrimiento europeo del continente americano por Colón, es cultura, pero desconocer la resolución de una raíz cuadrada, no se considera inculto. Resultado de ello es la proliferación de novelas "históricas", pseudoensayos "cultos" de todo pelaje, referidos a la historia, la literatura y la sociedad, y las superventas de esos temas, despreciando a divulgadores que, como los documentales de la 2, todo el mundo conoce, pero nadie lee.

La brecha es amplia. No estoy diciendo que cada ciudadano debería ser un físico teórico o un químico en potencia, pero sí que el desconocimiento básico de fundamentos de la naturaleza nos hace más incultos de lo que creemos. Yo carezco de conocimientos de botánica, de química, de física, de geología, que me hacen un auténtico analfabeto. Puedo diferenciar un árbol de un arbusto, una flor de una mala hierba, e incluso reconocer algunas características como si es perenne o caduca la hoja, pero en muchas ocasiones veo árboles que no conozco. Un ignorante con una carencia muy importante, diría yo. Pero no, curiosamente, por conocer cuatro fechas y tres nombres en la historia, y algún proceso "periodístico", ya se me considera culto... es alucinante.

El ciudadano medio formado es más necesario de lo que parece. Produce un colchón que aisla la ignorancia total, esa del analfabetismo funcional, del posible futuro conocimiento. Y es algo a largo plazo, generacional y más allá. Si un padre tiene nociones de sucesos físicos o procesos químicos, es probable que despierte algún interés en sus vástagos. Si sabe algo sobre rocas, sobre ríos, sobre permeabilidad de suelos, sobre aspectos del medio físico, puede que inculque una pequeña semilla de interés. Pero si no sabe más que citar a personas muertas, que probablemente adornaron su visión de la sociedad en que vivían, cuando no mintieron, y el año de tal o cual suceso según el calendario que conoce, pues sí, se podrá considerar "culto", pero realmente será un analfabeto funcional. Como yo mismo.

La brecha es amplia. No renunciemos al conocimiento renacentista como algo imposible; una buena educación es capaz de proporcionarnos un panorama mucho más abierto que el actual, y no convertirnos, como aquella imágen que me atormenta desde que la visualicé, en aquel operario hiperespecializado perdido en el túnel sin conocer la entrada ni la salida, únicamente alumbrado por su minúscula lámpara frontal. Ortega lo definió bien.

Un saludo,

lunes, 12 de marzo de 2012

Las mezcolanzas sinérgicas

Tenía ganas de un título así, de modo que ahí está.

No es gratuito. Hay veces que uno lee prensa, escucha radio, ve noticias en la tele y habla con personas también informadas o relativamente, y descubre un batiburrillo de datos, un caos de cifras y letras. Y entonces, hablando, comparando, empieza a obtener, con eso de la sinergia, es decir, el aumento de valor de lo que uno sabe y otro sabe gracias a lo que ambos saben y añaden con lo que todos saben, un crucigrama de esos donde de pronto encaja las letras.

Por poner un ejemplo. Con la I de Iglesia Católica, uno saca que recibe más de 250 millones de euros anuales de los impuestos de los españoles, de los que marcan la casilla, más otras cantidades por diferentes vías como los datos que suele dar Ignacio Escolar sobre impuestos de los que van exentos, donaciones no tributarias, inmuebles registrados a nombre de la Iglesia Católica... en fin, que según un cálculo torticero, pueden llegar a tener unos 300 millones de euros dados en parte por una parte de la sociedad (que no alcanza el 35% de los declarantes...) y luego evadirse unos 1000 millones de no pagar impuestos, más los 500 millones que se les dan para mantener su patrimonio (y el de todos que ellos gestionan como si fuera suyo...) y en torno a unos 8000 millones que reciben por gestiones de sanidad y educación como concertados, que no criticaré en cuanto a la labor, pero sí a la gestión y formas, cuando podría hacerse de otras maneras. Sin contar las múltiples ayudas autonómicas y locales que pueden darles hasta 500 millones en conjunto (la JMJ sin ir más lejos, costó en torno a 60 millones al ayuntamiento de Madrid y otras instituciones), con lo que tenemos una cantidad unida a esa "I" bastante elevada.

Está la F, de Fraude Fiscal. Según datos del a propia AEAT, es más o menos de un 25% del PIB. ¡Una cuarta parte! Estamos hablando de, para 2011, año de crisis, hubo en el cuarto trimestre un PIB de casi 270 mil millones de euros. Una cuarta parte de esa cantidad es de unos 68 mil millones de euros. España tiene menos agentes fiscales (inspectores, administrativos, etc) por habitante que países como Francia, Alemania o Reino Unido. Así, si por ejemplo en estos tres anteriores es de un inspector por cada 700-800 habitantes, en España es de un inspector por cada 1600 habitantes. El aumento de plantilla, que no sería necesariamente doblarla, si no como los propios inspectores pedían, de un 20%, ayudaría a recaudar una cantidad de más de la mitad de ese fraude (unos 35 mil millones de euros) por un coste irrisorio en comparación. Así pues, la "F" aumenta mucho más, sumando esos casi 70 mil millones de euros.

Existe también la C de la Corrupción generalizada entre partidos políticos, sindicatos, grupos empresariales y otras instituciones como la bien ponderada Monaquía de la que somos súbditos que, mirando las noticias, es imposible calcular sin leer los periódicos con la calculadora en la mano. Los casos de Andalucía, Valencia, Galicia, Cataluña, Baleares, etcétera etcétera, pueden acumular miles de millones en corrupciones variadas. Sobornos a políticos, de empresarios y grupos más o menos anejos a la mafia, a funcionarios, regalos ostentosos, pagos, enchufes en la administración pública, ERE's fraudulentos, cursos de formación, subvenciones de todo tipo, color y pelaje... siendo conservador, un día llegué a calcular, sumando chanchullos varios, unos 10 mil millones de euros. La "C" tiene un volumen también elevado de gasto...

Está la L del Mercado Laboral. No usaré la M, de mierda, porque no lo veo apropiado, aunque todos lo estén pensando. En esa "L", impregnada de la cultura empresarial y laboral española, podemos meter el absentismo injustificado o el realizado con connivencia de otros actores, pero también los despidos improcedentes, los juicios de lo social, tantos, las horas extras impagadas, las ilegalidades manifiestas en muchas empresas sobre derechos, jornadas y salarios, y finalmente la (im)productividad que eso genera; largas jornadas horarias donde nuestro rendimiento es inferior a países con jornadas horarias mucho más reducidas. Algún político exige que "trabajemos más", pero sin darse cuenta de que no es en el número de horas donde hay que aumentar, si no en la calidad de trabajo de esas horas. Implica formación, dirección por objetivos de directivos capaces y competentes, gestionar de manera más eficaz las inspecciones y los controles... digamos, si uno atiende a los datos de coste por empleado en España (22.000 euros brutos al año) y los datos de PIB (270 mil millones en el último cuatrimestre de 2011) aprece que un 60% de actividad genera en España una cantidad muy elevada de PIB... dicen que nuestra productividad es de casi 100 puntos por hora trabajada (Luxemburgo tiene una productividad de 170 por hora, la más alta, y Bulgaria y Rumanía, de 35 puntos por hora, las más bajas) aunque también es cierto que somos de los que más horas dedicamos. Así pues, si queremos aumentar la productividad, teniendo uno de los salarios más bajos de Europa (22.000 euros brutos al año, unos 7.000 euros menos que la media UE y la mitad que los primeros países de Europa) no es lógico que se pueda reducir aun más la masa salarial como se pide con la reforma, ni que se permitan despidos y cambios de condiciones más flexibles, así como congelar o incluso reducir uno de los SMI más bajos de Europa... aquí estamos hablando de miles de millones perdidos por no gestionar bien los activos que son los Empleados, que no son un gasto, como aun parece pensar la clase empresarial, si no una inversión. Inversión que aun considera sus derechos y salarios como algo a estrujar en contra del empresario que no los ve más que como un gasto. Curiosa pescadilla que se muerde la cola y que con la última reforma laboral da más potencia a las mandíbulas...

Ya tenemos la sopa de letras. IFCL. Sumadas nos dan, por lo bajo, unos 100 mil millones de euros que podrían gestionarse adecuadamente generando más ingresos que gastos. Sin tocar impuestos. Sin tocar inversiones de Educación ni Sanidad. Gestionando ese dinero, que cubre con creces esa impía desviación que llaman "déficit" y que calculan en sus "recortes" en torno a los 35 mil millones de euros, aun quedarían casi 60 mil millones para gestionar adecuadamente todo lo dicho. Mejorar los esfuerzos de educación y bienestar social. Incentivar la economía con inversiones y subvenciones, recortando a los estamentos improductivos como el religoso o incluso el monárquico, cuyas cuentas demuestran que es otro chocolate del loro. Hace políticas, en suma, de un Estado INTERVENCIONISTA que busque manejar el dinero público, el de todos, como si fuera el propio, pero no para gastos y lujos, para desviarlo a temas suntuarios. Se necesita para ello gestores públicos que adquieran su plaza en libre oposición, funcionarios que tengan un sistema de evaluación, control, castigo y recompensas adecuados, y políticos que vean peligrar su existencia si ceden a la corrupción en demasía. Necesitamos otra mentalidad, otros valores, otra educación, otra forma de ver el mundo. Y no lo tenemos muy lejos, porque en España hay ciudadanos que ya no viven enclaustrados en un mito de España traumatizada por décadas de dictadura o siglos de atrasos. Tenemos capacidad, pero no tenemos quien la gestione políticamente de manera que cree un proyecto común, de verdad, para todos. Y por eso estamos como estamos.

¿Las siglas? Ordénenlas como quieran. FLIC, si apetece, que se refiere a una peli de cine negro donde la poli aparece retratada como algo brutal. Quizá inconsciente, quizá intencionado, ya saben... las sinergias. Cada uno puede interpretarlo a su modo. Pero son cifras y letras recogidas de aquí y allá. Y dan espanto.

Un saludo,

sábado, 3 de marzo de 2012

Indignarse agota

Estoy cansado de tantas situaciones injustas, malévolas. Estoy harto de leer noticias que descalabran la confianza en un sistema adecuado, bueno, próspero para todos. Me agota.

Hay pocas opciones. La primera es aceptar, sumiso, obediente, resignado, lo que sucede, tratando de esquivar el perjuicio. La segunda consiste en denunciar, gritar acalorado, discutir, argumentar o simplemente dejarse llevar en cualquier medio, foro o lugar posible. La tercera, por otro lado, es tomar un curso de acción, sea salir a la calle o acudir a otros sitios. La cuarta, la de la acción directa, es claramente recurrir a la violencia.

La primera es la habitual. A la que optan un amplio número. Mejor sigo como estoy que no quiero cambios a peor... la segunda, por otro lado, se da en gente mínimamente concienciada, pero no pasa del vociferio y el calentón verbal. La tercera, más tradicional, es unirse a toda manifestación, aunque incluso sea tangencialmente similar a lo que queremos. Y la cuarta, escasa, rara, es acudir a la acción.

La primera triunfa. La cuarta es incapaz porque no hay objetivos claros ni apoyo, gracias a la victoria de la primera opción. La segunda y tercera calman un poco el picor de conciencia que produce saber que hay que hacer algo, y algo se hace, aunque sea un teatro.

Ninguna de las cuatro opciones lleva a solucionar nuestros problemas.

¿Hay una quinta? puede, pero es difusa, la veo borrosa y poco dibujada. Y requiere paciencia, resistencia, solidez y capacidad. Algo de lo que carecemos en demasía, acá en Españistán.

Por eso estoy agotado.

Un saludo,

jueves, 1 de marzo de 2012

Hasta los cojones (y van...)

Estoy harto. Cansado.

Vivo en Españistán. Anteriormente conocido como "España". Un país que ha negado miles de oportunidades a excelentes estudiantes, investigadores y personas que podrían haber hecho avanzar las ciencias y tecnologías, equiparándonos a otros países donde eso produce riqueza y bienestar social. Un país que ha hecho de la corrupción política la enseña más duradera para cualquier gestor que se precie, puesto que aquí apenas se castiga eso, salvo si se denuncia, investiga y persigue. Vivo en un país que está dando los pasos de competir contra China acercándose a su modelo precario, nulo de derechos y basado en salarios de subsistencia, recortando, eliminando y arrojando al cubo de la basura de la historia todo lo peleado con sangre y con esfuerzos por nuestros padres y abuelos. Vivo en Españistán.

Durante la década que dejamos atrás, en este lugar se construyó Españistán. Un espacio donde dilapidamos fortunas en infraestructuras innecesarias, donde ganaban todos con el simple juego de pedir dinero y luego... ya se vería cómo y cuándo se devolvía. Un espacio que desaprovechó la bonanza para asentar otras bases distintas al turismo y la especulación inmobiliaria.

El servicio público decayó, corrompido por el político y desprestigiado ante el ciudadano. De pronto, un médico o un policía se encontró con que su trabajo no se valoraba. Y se le pedían esfuerzos que a otros, más ricos, no se les exigía. La derecha campó por campos más tradicionalistas y morales que realistas. La izquierda divagó y se perdió en lugares ridículos y alejados de la gente. Y la gente... poco a poco se cabreó, se manifestó, salió a la calle, soltó gritos, pegó patadas a las paredes, acusó con el dedo a los muchos provocadores de la ruina de España y gestantes de Españistán. Y, sin embargo, mucha otra gente quedó callada, en casa. Porque ellos aprobaban la creación de Españistán. El estado cuya bandera era la mediocridad, el "virgencita que me quede como estoy" y otras sandeces del estilo.

Y los que estamos hasta los cojones, tenemos pocas salidas. Las habituales, las de irnos fuera, algo que da pereza a cierta edad y con cierto grado de consolidación de nuestras vidas. Las seculares, del exilio interior, callando y dejando entrever poco. Y las radicales, que aun no afloran como parece, por falta de dirección. Esas, quizá, sean las únicas que arrumben ese trabajo de españinistización realizado en estos años...

Hoy estoy hasta los cojones. Y es uno de marzo de dos mil doce.

Un saludo,