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jueves, 10 de diciembre de 2020

Es la pasta, capullo.

Todo es dinero. Nos movemos por dinero (o sus equivalentes) y hacemos por un interés lo que hacemos. El interés puede ser lucrativo o no (me atrevo a decir que siempre) y el altruismo y esas memeces se convierten en un barniz sobre la cruda madera sin desbastar. A veces, pocas, raras, alguien prefiere otros valores o cuestiones al dinero. Admiración, reconocimiento, alegría, satisfacción... en la pirámide de Maslow, que se mueve según las personas y culturas (el baile entre la mitad y la cumbre es constante) algunas personas prefieren otras cuestiones que, normalmente, se califican de "éticas". Y ya sabe todo el mundo lo que siento al escuchar hablar de ética, me viene a la mente el monólogo inaugural del mafioso italiano en "Muerte entre las flores".

Como ejemplos; muchos países africanos y la India, entre otros, han pedido mediante la ONU que se hagan públicas las patentes de las vacunas contra el Covid19 y, así, no palmar los estimados 4.000 millones de dólares que supondría vacunar a su población. Me imagino que los Moderna, Pfizer y demás estarán mirando a la cotización en Bolsa (donde, por cierto, ha entrado en el mercado de futuros el agua... ¡¡EL AGUA!!) y ni saben dónde cae África porque no es rentable. En la UE los gobiernos comprarán millones de dosis, con nuestro dinero (hay que recordarlo) lo que es una manera de decir "acatamos el juego capitalista.". No queda otra. Los desarrollos más lentos de vacunas, que saldrán en 2-3 años como pronto, sin tanta inversión (ni pública ni privada, en España, en algunos casos, dirigidas por jubilados, que no son como otros de los que hablaré en el siguiente párrafo) serán gratuitos, porque, yo qué sé, hicieron el juramento Hipocrático y se lo creen. 

Mientras, aquí tenemos a un jubilado (sí, ese, claro que lo iba a mencionar) emérito y tal, que quiere regresar por Navidad a su vieja casa y, para eso, ha "regularizado" su situación con Hacienda. Una nadería, de todo lo que tiene, porque ha pagado, creo, unos 700.000 euros de regularización. Lo que uno gana trabajando en pocos meses. Pero silencio (la mejor defensa) y poco ruido (que queda desacreditado por lo anterior) demostrando que nada cae por falta de ética o valores. Cae porque deja de ser aceptado por otros y, como dijo Josep Plá en sus impresiones del fin de Alfonso XIII, cuando la gente cree que eso deja de mover duros y pesetas, busca otra máquina. República o lo que toque.

Por supuesto, no pueden faltar los divorcios (si lo sabré yo...) y tenemos ahí el del Brexit. GB no quiere irse sin más, quiere irse con el mejor reparto posible. "Déjame a mí esto, esto y esto, y para ti esto otro. No me toques mis fundamentos financieros, pero dejo de darte lo que te daba, que amor no era..." y claro... una dubitativa UE que está mirando de reojo a los pesados de Hungría y Polonia (qué cáncer interno, dioses) y el reparto del Plan Marsh..., digo, Merkel o Von der Leyen o quien toque para el nombre, pues como que dice "bah, si ni estáis en el continente...". Pero es un divorcio que se ha alargado no por el fin del amor, si no por el reparto de la pasta. El negocio conjunto que acabó.

Por otro lado, el PSOE, el partido que va cada día a paso más firme a la nada (aunque no va solo) juega a recolocar piezas siguiendo intereses de todos. ¿Tenemos cientos de inmigrantes ilegales llegados a Canarias? Avión y a soltarles por Andalucía, que siempre hacen falta temporeros y allí se confundirán. Y de paso, dejamos problemas a una CCAA que ya no es nuestra. Cuestión de pasta, que no de ética. Como la mercadería congresil de hacer una comisión para investigar la Kitchen y al ya defenestrado Rajoy... sin traerse a Casado, que a lo mejor sí accede a negociar la renovación del Poder Judicial así, con ese gesto de "Crea una comisión para ocultar el problema, no arreglarlo". Pero eso es el poder, donde dinero y relevancia a veces se confunden... la ética... para el mafioso italiano arriba referenciado.

Todo es dinero, pasta, recursos, interés. Reconocerlo es mostrarse insensible, el malo de la peli, el peor de todos. Pero cuando a eso se une la ética (y aquí se retuerce todo) podemos verlo de otra manera. A lo mejor la indiferencia de las empresas a la petición de África permite que éstas puedan invertir en esa investigación con solvencia, porque necesitan dinero, recursos, negocio. A lo mejor el gesto del jubilado emérito es una manera de pedir perdón y cumplir con la ley, sin necesidad de ello. Quizá el PSOE esté dando oportunidades laborales a esos pobres inmigrantes que han pasado por mafias y peligros por buscar una vida mejor. Quizá...

Decía otro mafioso, Capone, no sé si él o atribuido, lo de "con una palabra amable y una pistola llegas más lejos que sólo con una palabra amable". Y por eso, en estos días en que la violencia no se justifica con nada, el ajuste fino de los estados para evitarla es un arte. Y, sin embargo, es que ellos tienen su monopolio... y lo pagamos todos.


Un saludo,