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martes, 2 de febrero de 2010

Las clases de un mundo sin igual

Leí hace tiempo una buena reflexión de León Arsenal, en su facebook. "Esbirros y tiranos", tituló la nota. Ayer, con motivo de la visita de la presidenta de la Comunidad de Madrid a mi hospital, tuve ocasión de revivir las experiencias de León Arsenal, aunque de otra manera.

Aguirre, la cólera de todo Dios, llegó, se aposentó y repartió sonrisas desde sus alturas. Fuera, estábamos algunos que habíamos salido, unos a fumar, otros a tomar el aire de un día claro de la sierra. Vimos cómo un coche oficial, de esos negros con lunas tintadas, relucientes y metálicos, expresiones del poder, llegó hasta la entrada, donde está prohibido aparcar, y dejó el coche sobre parte de la acera con despreocupación, saliendo del mismo mientras se ajustaba el traje y las gafas de sol. Al mismo tiempo, a ambos lados, coches que estaban mal aparcados, incluyendo uno de minusválidos que no encontró plaza, eran multados por unos cuantos policías municipales, quienes, libreta en mano, tomaban cumplica cuenta de cada infractor, dejándole la nota en el parabrisas. Lo chocante fue que pasaron ante el flagrante vehículo oficial, mal aparcado, molestando el tráfico, dejado como cuando un chulo de polígono lo deja frente al bar donde su chorba y los colegas miran. Y no existía para ellos, aquel coche... era un coche que destilaba señorío y grandeza. Y por eso no tuvo su multa.

El poder de ser de otra clase. Así de sencillo. En un mundo que dice haber "superado" el "sarampión" del comunismo y del marxismo, nos encontramos con curiosidades como ésta. Sí, es un privilegio político, como el de ejercer un cargo 7 años y lograr con ello un retiro más que digno. Sí, como el poder ejercer el poder, sin cargo de conciencia. Sí, en suma, como una clase especial.

Las clases son una realidad. Si no fuera por las convenciones sociales, impuestas por gente a la que interesa mantenerlas, no existirían diferencias. Pero la igualdad jurídica, concepto que viene de antiguo, aunque se haya aplicado poco, es lo que nos ayuda a nivelar ese despropósito de privilegiados y siervos. Igualdad que siempre se conculca y sustrae a la realidad del día a día en éste mundo sin igual. Porque siempre habrá una oligarquía donde hablamos de democracia, siempre una jerarquía donde queremos igualdad, y siempre explotadores y explotados donde hablamos de de patronos, ricos, poderosos y trabajadores, pobres y asalariados.

Siempre me hago la misma pregunta, ¿no podemos volver a leer a Marx o a Engels? ¿tenemos que desterrarlos al baúl de "cosas inútiles"?

La igualdad, la libertad... la fraternidad.

Un saludo,