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martes, 7 de octubre de 2014

¡Ébola!

Así, entre exclamaciones para reflejar el pánico que existe hoy mismo. Aunque la sorpresa no sea tan mayúscula...

Tenía pensado yo hacer comparaciones y símiles jocosos entre los murciélagos que parecen ser los creadores de esa enfermedad y las gaviotas que blasonan las banderas del PP, o entre los confeti y jaguares y los trajes de protección, pero es que no puedo. No tengo ánimo de bromear. Lo que ha pasado es, simplemente, una negligencia criminal.

No tengo otra manera de definirlo. Que dos ministros, uno conocido por su catolicismo a ultranza o ultra (Margallo) y otra por su incapacidad en forma de sordera y ceguera colectiva (Mato) hayan tomado la nada intrascendente decisión política de traer a un enfermo de esta brutal enfermedad a España, como pago o favor a una poderosa congregación religiosa (San Juan de Dios) con varios centros privados hospitalarios, es una decisión arriesgada y muy criticable. Máxime cuando se les dijo "¡NO!" desde instancias médicas. Que lo hicieran además a un hospital en proceso de desmantelamiento (el Carlos III) era ya inaudito. Que se obligara al personal eventual bajo amenazas y coacciones a tratar al misionero, un delito laboral y contra la salud pública. Pero con el primero salió la cosa adelante; no hubo contagio.

¿Saben en qué consiste la ruleta rusa, verdad? Eso de poner un revólver de tambor, de 6 huecos, con una bala, darle vueltas y ponerse el hierro en la sien, apretar el gatillo y... oye, 5/6 de probabilidad de que no te pase nada. Pero hay una probabilidad, de casi el 17% de que ocurra. Que la bala salga y te mate. Pues nada, los responsables indicados, más los políticos de la Comunidad de Madrid (Consejería, directivos y responsables del hospital La Paz-Carlos III) decidieron seguir dándole vueltas al tambor. Y la segunda vez que apretaron el gatillo, la bala sí que salió.

Sumen a esto cursillos ultrarrápidos de 45 minutos. Trajes de protección de todo tipo y formas que no son fáciles de poner y quitar. Gestión de residuos biológicos arriesgada. Nulo respeto a los protocolos (¿qué protocolos?) y falta de material y personal. Sumen la creencia de que somos capaces cuando no lo somos, y el desastre está servido. 

21 días dicen que el virus tarda en desarrollarse. 21 días para que una pandemia nos coja confesados. O no. Que puede pasar, o no. Pero el pánico, la paranoia, el miedo, están ya en la calle. Y cuando se les escucha hablar, o mejor dicho, balbucear, en ruedas de prensa, éstos crecen... 

Yo, de nuevo, digo; bien, que investiguen qué pasó, resuelvan el problema, traten de curar a la enfermera, revisen los trajes y procedimientos, aislen a los posibles infectados (¿ya nadie recuerda qué es una cuarentena?) pero que no se olvide quién y cómo y por qué trajo el desastre a nuestro país. Un desastre que los vecinos europeos miran con estupor y mandíbula caída. Pero claro, ellos aún no saben que nuestra marca, la verdadera Marca España es la que es.

La chapuza.

Un saludo,

miércoles, 1 de octubre de 2014

Fuck Democracy!

No me extraña el hastío y coqueteo de muchos intelectuales a lo largo de la reciente historia con formas de gobierno diferentes a la democracia. Limonov, Céline, Baroja... la tentación totalitaria ha estado en ellos y en muchos de signos opuestos, ya de izquierdas o derechas, progresistas o conservadores. La tentación de trascender a los manipuladores de los mecanismos que controlan un Estado y lo llaman "democrático".

Porque con el asunto de Cataluña esto ya revela al rey desnudo y a sus consortes de tetas caídas. Que si "lo democrático es seguir la legalidad" y otras frases igual de vacías o "lo democrático es votar" como bálsamo placebo. La ley es algo no inmutable, ni universal, ni tampoco justa. Es una norma. Y las normas se pueden cambiar si cambian los motivos o las bases que las sustentaban. Ejemplo, los ciudadanos. Por tanto la ley no es democracia, es un producto vivo de la misma. La ley, señores, es un instrumento, no un fin en sí misma.

También votar es un instrumento. Y ambas dos cosas juntas generan parte de esa democracia. Parte. Minúscula. Lo que hace de una democracia algo real es la separación de poderes efectiva, la rotación de cargos, el Check & Balances constante y la negociación. La negociación de los ciudadanos con sus gobernantes mediante instrumentos de control de la representación que han otorgado. La oposición a sus decisiones si mayoritariamente así lo piden. El constante conflicto dialéctico del que nace el lugar común producto de la negociación...

Votar y tener leyes. Qué bonito. Rajoy exclama que la ley está por encima de cualquier cosa, Mas o menos. Mas, que votar es lo más democrático. Y todos los demás nos preguntamos por cuán imbéciles nos tienen. No voy a relatar qué tipo de ficción me parece el nacionalismo (español, catalán, vasco, gallego, andaluz, asturleonés...) ni qué tipo de terror resulta de ellos. Un par de guerras mundiales, numerosas civiles y tal, avalan ese producto. Sí quiero hablar de democracia.

Baroja hace pesquisas en alguna de sus memorias ("Comunistas, judios y demás ralea") sobre qué era ser fascista. No lo tiene tan claro como otros, ya se sabe que era muy rebelde, para todo. Limonov lucha contra Putin y su Rusia buscando una especie de imperio URSS nacional. Y Céline disparataba muchas veces contra todo y todos, llegando a afirmar que Hitler estaba muerto y les gobernaba (horreur!) un sosías judío...

Ellos conforman, curiosamente, parte del verdadero pilar de toda democracia. La libertad de decir lo que se piensa, sea una sandez o genialidad (calificativos que pueden variar con el tiempo según quién esté en el poder y decida qué es cada cosa en cada momento...) incluso si lo que afirman busca derrocar esa democracia.

En España NO HAY DEMOCRACIA. Ejemplos como el de "Victus", no hace mucho, lo demuestran. Que de la Casa Real (o irreal) no se sepa más de lo que los muy cuidadosos medios tamizan y transmiten en propaganda fiel, lo demuestra. Que la justicia esté delimitada claramente para delitos de político, de "economista" y de peatón, lo demuestra. Que el Congreso y el Senado sean cámaras blindadas (paseen por sus cercanías y verán de qué hablo...) en todo sentido, donde nadie se sale de la postura del Partido, Partido, Partido, lo demuestra. Que los gobiernos no sean más que títeres de poderes económicos ajenos a la voluntad de las personas, lo ratifica.

Por eso, cuando emergen tentativas como la catalana (una huída hacia delante, amalgama de muy diversos deseos) si uno es sensato se sienta y respira tres veces, tratando de dilucidar por dónde van a colársela. Pero también un escalofrío de intuición recorre su cuerpo. ¿Y si eso es la chispa que...? ¿Y si es la manera de estallar las costuras de algo que...?

Al final, uno tiene tentaciones. Tentaciones de ponerse del lado de los fuertes, de los más fuertes, y soltar un Fuck Democracy! sonoro y vibrante. Claro que el bueno de Unamuno renace y ríe. "Venceréis..."

Tampoco es que necesiten convencer a nadie. Y lo de la República, República, República (repetir tres veces ante un espejo para que aparezca un coco con escarapela y le arree un sopapo) tampoco parece convencer a nadie. Porque no debe tener buenos padrinos...

Un saludo,