Buscar dentro de este batiburrillo

viernes, 11 de septiembre de 2009

Respeto, autoridad y policía

Lugar: Pozuelo. Motivo: un botellón que deriva en batalla campal. Resultado: decenas de comentarios de periolistillos, políticos, figuras y otras hierbas. Resultado verdadero: Nada.

Se invoca de pronto el respeto, se habla de pérdida de valores, de remedios de autoridad para recobrar ésta e imponer el respeto, y, para rematar, los padres atentos que apenas saben de sus hijos ("Está durmiendo, Comisario, ¿cómo va a estar detenido?", dijo uno) y apenas aparecen por casa, denuncian "excesiva respuesta policial".

Claro. Si yo agredo a un madero, le robo la pipa, les tiro botellazos o piedrolos, les insulto y río en su puta cara, pues no tienen derecho, faltaría más, a cargar contra mí y mis compis, que lo estamos pasando en grande, "más grande que la Revolución Francesa, tío", dice uno en uno de los youtubes colgados y cobardemente descolgados. Ni tienen derecho, si me trincan, a pelarme a hostias, aunque me defienda yo primero y oponga "resistencia" a la "autoridad", ¡fachas! una panda de cerdos, es lo que son... mis derechos constitucionales prevalecen ante cualquier intención de salvaguardar el orden...

Respecto al respeto se ha perdido hace tiempo, sí. La fórmula de eliminar el tuteo está bien, crea una barrera que luego los esforzados sabrán sortear. O no, porque puede retraer a más de uno. Aunque lo último lo dudo. La culpa, no es de la Sociedad, es de los padres que la conforman, de los profesores que hace tiempo están solos y han renunciado, salvo casos aislados, a hacer una guerra que ya no les compete; ellos educan en materias, no en valores. Y de los políticos, que no existen para ésto. Es impopular... el respeto se gana de muchas maneras, pero se pierde con facilidad pasmosa. Y no es malo en sí mismo, es la esencia de la competitividad. Pero no la del desprecio que se manifiesta ahora. A mí, por ejemplo, me resulta más gratificante el respeto de los rivales que el de los amigos, que son los que simplemente te cuentan la verdad. El primero, parafraseando a un personaje de Corto Maltés, produce la fecundidad del diálogo mudo entre los contrarios.

La autoridad ya está perdida. Malgastada por el autoritarismo que nos impuso un tal Franco. De nuevo, como dicen en Corto Maltés, la autoridad existe hasta que se debe imponer. Es mejor dialogar, sí, pero no siempre. "Señores violentos, disuélvanse. O les tiramos caramelitos con valium". La autoridad se debe labrar con cuidado, para que esté en el tejido social de manera imperceptible, conociendo las causas de quebrarla, pero no por ello se debe impedir poder romperla, de muchas maneras...

Sortear los márgenes de la autoridad está bien, pero no despreciar y faltar al respeto a los demás. Entonces todo pierde valor, y esa es la verdadera desvalorización, el no reconocer qué vale qué, y así todo lo demás es válido. Esos chavales que ahora tiran piedras a la poli en Pozuelo, pueden ser los futuros brokers que denieguen un crédito a quien lo necesita, mientras desfalcan cuentas de pensiones para irse a Marbella, a comprar políticos corruptos, y tomar mojitos con ellos mientras planean nuevas y magníficas ideas... y habrán dado los 400 golpes, o alguno más, y se sentirán orgullosos. Y luego se quejarán, con menos pelo y más barriga, de que los jóvenes de su tiempo son gamberros sin valores como ellos... ¿o no?

¿Mano dura? No, ni mucho menos, pero desde luego no ésta falta de manos...

Un saludo,