Buscar dentro de este batiburrillo

miércoles, 29 de septiembre de 2010

De huelgas, economía y política

Hoy, hasta las 22.00h, hay huelga convocada. Un día de huelga. Una de esas cosas que podemos llamar cosméticas, porque... ¿sirve de algo?.

Años 80, los mineros del carbón hacen, creo, la última gran huelga obrera en Europa. Margaret Thatcher, con más mala leche y mejor dirección que su fan madrileña, los quiebra y rompe en pedacitos. La huelga durará varios meses, hasta que acaba agotada.

Años 90, 2000 y década actual. En Francia los paros y huelgas son intermitentes, de uno o varios días, siendo en algún caso, como la de transportes de París, de casi un mes. En ambos casos, los sindicatos pagaban con su caja de resistencia.

España, ahora. Un día de huelga general. Ejem.

Los sindicatos están subvencionados por el Estado y lo gobiernos de turno, que pactan con ellos mejoras, como las de Aguirre en la Comunidad de Madrid regalando más horas de liberados de las legales. Por tanto, los sindicatos ejercen de intermediarios entre los trabajadores, apaciguándolos muchas veces y regalándoles falsas promesas de combatividad, y los empresarios, haciendo lo mismo. Pero su fracaso como institución en España no significa que muchas de las ideas que representan hayan fracasado con ello. Lamentablemente, la igualación les acompaña...

El gobierno, los gobiernos, ya no gobiernan. Desde que el capitalismo ha podido enraizarse en todo el planeta como un sistema salvaje, en el sentido frondoso de una selva que no hemos sabido aplacar y domeñar, ningún gobierno ha sabido hacerle frente recortando las espinas, redirigiendo los tallos y haciendo que las flores y frutos no se recolecten únicamente en la parte donde da el Sol. Los gobiernos son pues títeres, marionetas.

Si los sindicatos dependen de los gobiernos, y los gobiernos, de la economía capitalista, ¿quién o qué dirige ésta? nadie y todos. Yo soy el culpable, contigo, amable lector, de lo que está pasando respecto a la crisis. Y claro está, lo es todo aquel que cree serlo. No hay más inocentes que aquellos incapacitados para participar del juego. El gran juego.

¿La huelga de mañana? me río, lo siento, me río mucho.

Desde hace tiempo, empiezo a creer en una solución inmemorial que tuvo su mayor exponente en la revolución aquella de 1789. Y tiene un nombre sencillo.

Sangre.

Lo malo, entonces y ahora, es que nunca quedan claros los objetivos ni a quién hay que señalar.

un saludo,