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martes, 3 de marzo de 2009

Modelos

Es difícil construir la vida que uno desea sin más, sin referencias, en un entorno donde las facilidades no existen, o, al menos, no son generales. Normalmente, copiamos y seguimos referentes que nos guían por caminos ya transitados, y por tanto, más sencillos para nuestro paseo por el mundo. Pero cuando crecemos, vamos dándonos cuenta de lo complejo que es todo, de los miles de reflejos que hay en el cristal del Universo y de las caras que reflejan esas luces, que no son tantas...

Por eso, la vida consiste, como un basurero, en ir encontrando en los vertederos cosas que nos valgan, que nos satisfagan. Mi hermano definió un día ésta idea, y la copio aquí... primer modelo. Pero también consiste en construirse los muebles con los que adecentaremos la casa de la vida, muebles que pueden ser muy bonitos para los de fuera o, por el contrario, simplemente funcionales. O muebles bellos, que produzcan placer estético, y a la vez resulten cómodos y agradables para nuestro reposo y felicidad. Otro modelo, Conan Doyle por boca de Sherlock Holmes. Y cuando tenemos la casa amueblada, nos damos siempre cuenta de que ciertos sofás, alguna silla, ese armario que no es del todo útil, hay que cambiarlos, tirarlos, remodelarlos... Modelo Ikea.

Leyendo cualquier cosa, me doy cuenta de la vasta ignorancia que poseo. Todo un capital de desconocimiento, un caudal de incultura. Ese amplio vacío me sirve para pensar en todo lo que puedo buscar, inquirir, preguntar y tratar de averiguar. Antaño, inventaba cosas que no leía, y olvidaba mucho de lo que leía, de suerte que hoy puedo reconocer un libro y si lo he leído por las sensaciones que me dan sus tapas o las hojas, incluso algún párrafo... me pasó no hace mucho en la biblioteca de mi barrio al mirar entre los anaqueles alguna narración de otros tiempos. Y hoy resulta que las ficciones me siguen gustando por lo reales que son (imaginar mundos que son éste y otros que pueden ser...) y los libros de historia, de antropología, de filosofía, de ensayo, biografías... me encantan por lo ficticio de sus narraciones.

El vacío, no obstante, no se llena, se rellena. Porque sin espacios en blanco, sin lugares para respirar, sin agobios, no se puede vivir. Es como la necesidad de un parque en la ciudad, de un monte cerca, de un río, del bosque... el abigarramiento intelectual es como el de las ciudades; asfixia. Mi madre lo llamaba "extorsión"... y me encanta ahora el término. Es la extorsión mafiosa de la conciencia...

Pero sigo con los modelos. Porque de eso trata éste mensaje. Los modelos de mi infancia, de mi juventud primera y de ahora, juventud intelectual, eran muchos y variados. Nietzsche fue uno; puro fuego entre las hojas... me encantaba como he dicho más de una vez Michael Ironside, a quien vi primero en "V". Era la encarnación del pragmático superviviente con estilo... nada de la ñoñería de Donovan o el resto. Era duro, real. Baroja y sus novelas filosofadas. Los cómics de desastres de los años 80 y 90. Corto Maltés, de quien querría ser todo... menos él mismo, porque entonces no sería. Sexto Empírico, de quien aprendí lo absurdo de todo y sobre todo, de ciertos sistemas de pensamiento. Azaña, en quien veía un estadista hasta que conocí la figura de Negrín, mil veces más amplia. Y puedo seguir... creo que en facebook puedes hacerte admirador de muchas personas; yo lo he hecho con muchas de mis aficiones y filias.

Seguir un modelo, de todos modos, tiene sus riesgos. Yo quería de niño tocar el violín como Holmes, y luego, tras ver la película de Billy Wilder, coquetear con la droga. También seguí un modelo en mis amigos de la infancia a los que conservo casi en su totalidad; el silencio de Emilio, la autoconfianza sin límites de Igor, el desparpajo de Iván, la alegría de Cruz, la tormenta y locura de Ibáñez, la serenidad de Oscar, la inteligencia de Rafa... hay mucho que he aprendido, imitado y desechado de ellos.

El riesgo, no obstante, está implícito en la vida. Sin él, todo carecería de sentido. ¿Para qué apostar si se conoce de antemano el resultado? ¿Por qué innovar algo si lo conocido funciona? la inventiva, la intuición, el chispazo fugaz que nos revela durante un instante la naturaleza de una porción del Cosmos, como orden, es otro de los modelos a seguir, gracias al riesgo... porque una especie de fractura abre la vista a un panorama nuevo, inmenso, vasto como nuestra ignorancia... y es, de pronto, bellamente aterrador... asomarse a los remolinos de la vida puede arrojarnos a ellos; no vale ser un espectador.

Ni tampoco ser modelo de nadie, de otros. Solamente, y es bastante duro ya, de uno mismo.

¿Por qué será que recuerdo una imagen de una estatua de arcilla de un hombre con escoplo y martillo, tallándose a sí mismo?

Un saludo,