Buscar dentro de este batiburrillo

viernes, 13 de noviembre de 2020

¿Qué dice tu Izquierda?

    Vamos, vamos. Ser de Izquierdas siempre ha tenido un marchamo de molonidad, de ser guay, de estar en la vanguardia, lo progresista, la sonrisa luminosa de quien es solidario, empático, luchador por los derechos de los pobres y decepcionados, el currela, el explotado, el colonizado, el...

    Pero no. Ser de Izquierdas ya no es lo mismo. ¿A quién se defiende? ¿A un currela sea de donde sea, o al currela euskaldún explotado por los capitalistas españoles fachas? ¿A la mujer, venga de donde venga, o la bella dona catalana que sufre el acoso de los machistas españolones? ¿A los niños para que sean bien educados, o a los enanos andaluces que deben aprenderse el himno de Blas Infante y comprender las grandezas robadas de la España centralista? Lleva tiempo complicándose, precisamente, por las etiquetas, los adjetivos, las diferenciaciones que logran poner luz en esas minorías que antes tenían menos visibilidad y que ahora parecen las únicas visibles.

    La semana pasada, tras echar una partida de "Polis" con mi amigo Sergio (terraza, al aire fresco, mascarilla, gel antes y después de poner el tablero y las fichas...) vino mi amigo Emilio y comimos juntos charlando. De educación sexual (tienen hijas adolescentes) y el tema del "sexo no binario", y cómo se educa ahora. Recordamos nuestro pasado (cintas VHS y revistas...) y cómo aprendimos de manera fragmentaria y por diferentes vías. Del control parental, móviles antes de tiempo, el porno como ciencia ficción que puede ser peligrosa sin educación, y de eso, "sexo no binario". El lenguaje. Hablamos y coincidíamos en que el lenguaje es siempre la base de todo cambio. Y cómo el lenguaje cambiante, con intención de imponerse según un cierto "buenismo" o ensalzamiento de minorías (individuales, incluso) por identidades, estaba siendo tan caótico, tan extravagante y estrambótico, que nos sentíamos superados. Y surgió un término que ya llevo tiempo escuchando; la izquierda líquida. Había ya relaciones líquidas, de esas que fluyen pero no permanecen, pero aplicado a la izquierda, a una ideología política, aterra.

    Ayer charlé con un amigo cuyo nombre no diré. Un catalán en Barcelona con cierta edad. Y estaba hasta las narices de cómo la izquierda ha ido desviándose en una órbita cada vez más excéntrica. Apoyando cosas que ahora parecen aberrantes. ¿ETA mata guardias civiles? "Algo habrán hecho..." ¿CiU y PNV quieren más autonomía? "Claro, por mejorar educación y servicios sin centralismo avasallador..." y seguíamos con esos equívocos, constatando que no, que las autonomías se han convertido en centros de poder financiados que no buscan mejorar la vida del ciudadano, si no perpetuarse. Sin más. ¿País Vasco? PNV. ¿Cataluña? CiU y derivados. ¿Andalucía? PSOE. ¿Madrid? PP. ¿Ha mejorado la vida de sus ciudadanos? Pues sanitariamente, quizá. Educativamente, no.

    Recuerdo perfectamente mi primera votación. Mi padre, acérrimo defensor del PSOE (fuera González el Señor X o no, hubiera corrupción en Interior o en Andalucía todo fuera una falsedad...) me dijo claramente que no podía votar a otros porque quería su pensión. Defendía lo suyo. Lógico. Uno no vota sólo por ideología. Lo hace por interés, y la ilusión de creer que sus representantes defenderán sus intereses (que normalmente son oponerse a los de otros, cosas de la política) aunque luego decepcionen. Yo en aquella hice una cosa que he repetido muchos años; ver los programas y comparar. Como si aquello fuera una realidad ("Haremos esto y aquello") y fuera a suceder. Iluso.

Las izquierdas que he ido conociendo desde mi edad adolescente a la adulta, han sido muchas y variadas. La abertxale nunca la comprendí. Ese marchamo de lucha armada contra el fascismo... Vale, con Franco comprensible, pero, ¿luego? Esas escisiones, esos abandonos... "A Yoyes se la pringaron por ser valiente", decía mi madre. Y añadía un día, certera ella, "Con Franco no podíamos hablar sin miedo, todo miedo, a ver quién te escuchaba, cómo, si te denunciaban, si te daban dos hostias por rojo... Pues con ETA lo mismo, pero de otro lado". Totalitarismos con pistola. Si cambias el uniforme gris con porra y mostacho y el tricornio por la coleta y pendiente y ropa de montaña con pasamontañas, tienes lo mismo. Y luego las izquierdas nacionalistas de otros lados, tampoco. "Por la opresión de las minorías". Ostias. Como digo, en la conversación con Sergio y Emilio, listamos y nos salía que cada persona podría constituir una minoría en sí misma. Como si la identidad lo fuera todo.

    Las izquierdas hace tiempo que no tienen ni un bastión moral ni otro ideológico. Son así, líquidas. ¿Que toca defender a muerte a las personas transexuales? Venga, aunque las feministas más radicales digan que eso es el caballo de Troya y diluye su lucha. ¿Que las mujeres son una minoría a bonificar en todos los sentidos? Bueno, las hay con una renta y con otra renta... Y el victimismo recuerda al victoriano concepto de dama desmayada. ¿Que un currela de un sitio tiene más derechos que otro, porque no es igual Valladolid que Bilbao? Ejem. Y así con todo. A cualquier cosa, como diría aquel, le llaman izquierda...

    Así que, dado que la fragmentación de la izquierda es ya superior a la de los Frentes Populares de Judea, Uniones y demás, y es ridícula, defendiendo cosas más absurdas de las que los Monty Python, Faemino y Cansado o Mortadelo y Filemón defenderían, pues nada. Queda lo de siempre. Escuchar para obedecer, no para luego usar los engranajes del cerebro y decidir si eso es una estupidez supina o una idea brillante. Porque la crítica está mal vista, es demodé. Hay que hacer caso al gurú del momento; si aquí no hay un racismo institucionalizado social y políticamente como en EEUU, da igual, hay que hacer bandera de un BLM local. Si aquí no derribamos una o dos estatuas del "genocida" Colón o un señoro blanco cualquiera (blanco porque las esculturas, si estaban pigmentadas, perdieron con los siglos sus colores, y si son posteriores, son neoclasicismos en mármol clarito) no somos gente con conciencia. Por los dioses (uno solo es apelar a una intransigencia con los demás cultos) que alguien piense en les gallines, guajines...

    Cada día que pasa, soy más defensor de Michel Onfray y sus microrrevoluciones. Actuar en tu entorno, intentar mejorar la vida de tu inmediato alrededor. Un hedonismo ético, una visión que parece la hiperespecializada que denunció Ortega y Gasset, la pareja española esa. Una forma de ver la vida preocupado más por si lo cercano, lo que al final siempre importa (lo de la "humanidad" suele quedar tan abstracto, ¿verdad?) está bien. Simple. Pero qué difícil es no tener los ojos en el aquí y el mañana al tiempo... Y en el ayer. Necesitamos ser Beholders...

    Mientras, que nadie llore si le dejan de llamar "izquierdista" y demás. El pack antiguo (camiseta del Che, música antropológica, palestino, pantalones montaña, decir que si Marx y el comunismo nop, etc) se actualiza como los móviles con chorradas cada vez más frecuentes. Yo, al menos, ya no sé qué dice mi izquierda. Ni me importa mucho, la verdad. Mejor que no nos dicten sin más.


Un saludo,