Buscar dentro de este batiburrillo

lunes, 9 de febrero de 2009

Días de ayer...

No hay que sorprenderse de lo que ha pasado hoy, y pasó ayer, y hace días. ETA vuelve a poner una bomba, los independentistas gallegos boicotean una marcha y los trabajadores ingleses, espoleados por sus líderes, reclaman trabajo para ellos antes que para los de fuera. El nacionalismo sigue vivo, con modificaciones tangenciales, pero no estructurales.

En España hemos vivido un nacionalismo excluyente, inventado y radical. Desde el siglo XIX, en que muchos estados fueron nación, sufrimos un proceso político que aglutina lo peor del ser humano y sus sociedades. Antes fue el nacional-catolicismo de estructura falangista (que no ideario) y ahora son los neofascismos nacionalistas locales. En Madrid, por ejemplo, llevamos viviendo un proceso de nacionalización encubierto, porque no tenemos lengua propia y diferencial (de hecho, es una seña de identidad de ese nacionalismo encubierto) pero que no quita para sufrir los mismos males. Discursos basados en el humo, la falsedad, la retórica hueca, para ocultar los problemas estructurales y coyunturales de un sistema que surte las bambalinas del espectáculo nacionalista. Tramoya...

Me hacen gracia los gallegos, igual que los vascos, o los leoneses de nuevo cuño, los asturianos y su bable, el catalanismo provinciano, el valencianismo que es como el anterior en pobre, los andalucismos y sus realidades nacionales, la guanche diferencia canaria, y así hasta llegar a una villa de Burgos llamada Aranda de Duero, en cuyas escuelas se conoce muy bien la geografía local, ríos, montes, bosquecillos, prados, fauna, botánica, fábricas de Pascual y hasta las variaciones del lenguaje con ese soniquete cantarín que los hermana con México. Pero mi sobrino putativo no sabe nada del Guadiana, del Júcar, del Ebro, de dónde está el Almanzor o la Sierra de la Cabra, menos aún dónde cae el románico pirenaico, porque lo único interesante es el gótico de la Catedral de Burgos. Y así con muchas cosas...

¿Es culpa suya? No. Los nacionalismos españoles (pues lo son) han enseñado que, aunque estemos en el siglo XXI, se pueden reinventar para cubrir la triste realidad; que con ellos se copa una administración autonómica, provincial, local, triplicando a costa del ciudadano las administraciones sin eficacia, pero creando parlamentos, juntas de gobierno, diputaciones, todo tipo de lugares para acoger a la política de éste país que gusta de chupar del bote, digo, de los impuestos que pagamos. En algunos países nórdicos están ahogados a impuestos, pero a cambio, los políticos son administradores de lo público y lo gestionan de manera útil para el ciudadano. Así no importa pagar más impuestos... aquí, con ellos, pagamos sueldos, corruptelas (el ladrillo, los despachos del presi de Galicia, las corruptelas de los amigos de Aznar, los chanchullos de la Expo en Zaragoza, y así hasta el fin de los días...) y lo que sobra, calderilla, junto con las ayudas de la UE, se usa para asfaltar la carretera que lleva a la urbanización del prócer de turno, o abrir la escuela justo antes de elecciones, o hacer promesas que luego se agotarán en cuanto el dinero deje de afluir...

¡Viva el nacionalismo! Gracias a él, olvidamos quiénes somos, nos convertimos en bestias, hacemos el juego a los sistemas capitalistas, excluyentes, privativos y contrarios a la felicidad del ser humano. Ahora, si me lo permitís, me voy a reír de aquello que decían los socialistas de "libre circulación de trabajadores y mismos derechos en todas partes" leyendo más noticias de los "British workers"... aquí estamos empezando.

Un saludo,