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martes, 26 de junio de 2012

Del trabajo como un derecho y un privilegio

Me gusta eso de los significados de las palabras, dicen mucho de la realidad de las mismas. Por ejemplo, "trabajo". Una "ocupación retribuída". Esto es, una "obra humana" aplicada a la "producción de riqueza", pero también una "penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz". El trabajo es, en definitiva, algo que hacemos todos, generalmente para obtener un beneficio del mismo, ya sea un salario o una compensación por la venta o alquiler de la obra que hagamos. Un trabajo es algo útil, normalmente, para nosotros o terceros, y por eso intentamos valorarlo de la mejor manera posible.

Ahora bien, ese trabajo, ¿es un derecho o un privilegio? "Derecho", esto es, algo "justo, legítimo, fundado, cierto, razonable". También me gusta la parte larga, "conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva". Vaya, que un derecho es algo entendido como necesario, apropiado, dentro de las normas que se dé una sociedad a sí misma... en cambio, un "Privilegio" tiene otras connotaciones. O significado. Principalmente, "exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia". Vaya, no podría ser más diferente un derecho de un privilegio. De hecho, si es la exención de una obligación, y el trabajo es una obligación como hemos visto ("penalidad, molestia, tormento"...) ¿no es antitético hablar del trabajo como un "privilegio"?

Es cierto que cuando algo escasea se suele valorar más. Con el trabajo ocurre algo paradójico; todo el mundo lo quiere pero nadie lo desea realmente. Se considera escaso, pero al tiempo, repelente. Realmente, no queremos un trabajo, sea el que sea; queremos la "retribución" que da dicha "ocupación". Ahí está el quid de la cuestión. Queremos los frutos, no los procesos.

Al ser tan clara la diferencia, unos hablan del trabajo como un "derecho" cuando realmente reclaman su derecho a cobrar una remuneración, sea la que sea, hagan lo que hagan, y otros hablan de quienes tienen un trabajo como unos "privilegiados", dado que ellos cobran porque tienen un trabajo. Los primeros quieren un "privilegio" y los segundos, el "derecho" a tener ese "privilegio". ¿Y por qué pensamos en ello como privilegios?

Gracias a la mentalidad que ha ido apoderándose de nuestro mundo en los últimos 30 años. Desde los 80's, cuando el capitalismo enchufó la directa y se terminó el llamado "comunismo", hemos ido contemplando una denigración del trabajo hasta extremos inconmensurables. El trabajo no dignifica, pero sí lo hace el pastizal que se gane con él, sea el que sea. Esto es, si un señor con corbata y tirantes gana 10 millones con apretar un botón por aceptar una operación compleja de crédito, financiación o venta de algo que ni él comprende del todo, admiramos su "trabajo". Físicamente, apretó un botón. Intelectualmente, supo qué botón apretar. Porque conoce el sistema. Y el sistema se hace para ellos, para los nuevos empleados de "cuello blanco" (añadiría "y gemelos de oro") que han logrado burocratizar la economía con una radical y simple fórmula; si todo va bien y ganamos, lo repartimos entre los que arriesgamos más; si todo va mal y perdemos, lo repartimos para los que no arriesgaron nada salvando nuestros muebles.

Sí, así es. El capitalismo no existe. El trabajo está en horas bajas. Y la realidad, tras el maquinismo, la informática, la explotación laboral de los menos favorecidos y otras hierbas, es que vivimos en un mundo donde la pirámide se ha invertido tanto que, ahora, nos sostienen aquellos que no deberían estar en la cúspide más tiempo del necesario. Hemos creado un mundo nuevo. No mejor, diferente.

Algunos consideramos el trabajo como un derecho. Y un derecho no es una obligación. Es una opción. No es tampoco un privilegio, aunque, por mi profesión, se me considere un "privilegiado". Privilegiado es aquel que logra de todo sin ningún esfuerzo, mérito ni capacidad. Por herencia o por otros temas. No, no soy un privilegiado. Tengo una vista que sí lo es, una mente analítica que no sé si calificar así, y una suerte para ciertas cosas que mejor no comento. Pero no. Ejerzo un derecho, algo que, en estos tiempos, no se comprende.

Y mientras, los de siempre, los más avariciosos, codiciosos, egoístas y faltos de moral y ética, seguirán logrando su objetivo, puesto que logran que nos peleemos... entre nosotros. No contra ellos.

Ya hemos perdido la batalla dialéctica hace tiempo, y hemos renunciado a las demás batallas muy pronto. Así que... hemos dejado de tener derechos para hacerles a ellos privilegiados. Sobre nuestros hombros. 

Vaya, pues se lo habrán ganado...

Un saludo,


viernes, 22 de junio de 2012

Anhelos, perversiones, remembranzas

Han sido un par de semanas raras. Cambios, modificaciones imprevistas, sucesos repentinos cambiando abruptamente muchos planes... para descubrir que el mundo revoluciona igual y el movimiento suele ser de 360º. Estamos igual que antes, pero diferente a como nos sentíamos.

He podido recuperar viejas ilusiones y ancianos deseos. Parece que nos gusta a veces la decrepitud, moral, física, intelectual... pero es una pose, una apostura bizarra y hueca. Verlo reflejado en otros, ayuda a contemplar el espejo de uno mismo con mayor definición. Mis anhelos no son los de hace 20 años, ni hace 10, ni hace 1. No pueden ser nunca los de antes. Lo deseado hace tiempo puede ser un engorro en este día. Pero sienta bien retomar emociones, aunque sean sintéticas. Y vivirlas.

Es extraño cómo reacciona uno. Cree que lo hará como en cientos de películas o libros, igual que los personajes a los que sigue, pero la realidad es que no es así. Tengo un don que es al tiempo maldición. Sé ver. Y no sé expresarlo con toda la claridad que desearía. Como si fuera Casandra. La tensión es algo deplorable si no se resuelve, y, lamentablemente, creo que enquista y se hace añojo en la carne, bajo la piel, hormigueando con inquieta presencia que nunca se sabe cuándo puede eruptar en grano purulento. Adoro ser honesto, pero los años pasan y la mayor honestidad, en profundidad, es callarse.

Con tal perversión de la realidad, del momento, uno lamenta la extraña moral que acecha incómoda bajo los intersticios de la relación. Sabes, pero callas. Callas, aunque debieras hablar. Debieras hablar, aunque duela. Debieras callar, pero dolerá más. No sabes, y entonces te angustias. Y sabes todo, aunque lo prefieres ignorar... No, definitivamente el lenguaje es la mayor de las perversiones. Una anómala situación evolutiva que nunca debió darse. La palabra nos hizo únicos, en todo lo bueno, lo malo y lo indeterminado. Y así convertirmos en proyectil un sonido inocuo vertido con mayor o menor conciencia de su significado, sin conocerlo realmente, creyendo ser alguien. No, la palabra es un pecado primigenio. El verbo no fue al principio, envenenó el principio.

Divago, como siempre, pero este es mi espacio, y me da absolutamente igual si alguien me entiende o prefiere marcarlo como una paja mental.

Mis recuerdos han vuelto, muchos, con sus sentimientos adheridos, pues no puedo recordar imágenes o palabras sin sentimientos pegados a ellos. No se hizo o dijo algo sin una palpitación, áurea u oscura, ausente o intensa. Todo sentimiento es realidad, realidad momentánea, caída en espiral, clavos en los pies y humo en la garganta. El pasado es un mal recuerdo de un sentimiento difuso.

El mundo está loco. No tengo ya duda. Y la carcajada no es más que la risa del alienado que lo sabe. Una risa que traspasa el alma. Y sin ella, sin la risa, estamos muertos. Sin la ilusión del futuro, sin el anhelo de algo nuevo, sin las perversiones del mundo, sin el recuerdo, estamos muertos. Sin una visión dorada, plateada o simplemente, luminosa, estamos muertos. Sin un sentimiento de bondad, de amor, de amistad, estamos muertos. Sin la creencia en un mañana, estamos muertos. Sin el dolor, sin el pánico, sin el miedo, sin la angustia, estamos muertos. Sin la prudencia y el arrojo, sin el optimismo y el pesimismo, sin saber que somos ignorantes y sabios, sin tantos adjetivos... sin el sano equilibrio de todo esto y más, más cosas, no somos humanos. Somos cualquier otra cosa.

Un saludo,

martes, 12 de junio de 2012

Miedo

¿Habéis sentido miedo alguna vez? No me refiero al de una película de terror, o una música tenebrosa. No. Tampoco a una atracción de feria o un instante en la calle donde parece que pueden atracarte o algo peor. Miedo ante el futuro. Miedo ante la clara y prístina mirada al futuro. Ojos desnudos para el mañana.

Yo siento hoy miedo. Mucho. Miedo por cosas por las que antes no sentía miedo, si no que las trataba con cierta indiferencia socarrona. Miedo ante pensamientos crudos de realidad salvaje. Miedo de que los que quiero y amo puedan sufrir. Miedo por la impotencia. Miedo por la incapacidad. Miedo ante una situación totalmente nueva, que, por mucho que nos digan "se puede manejar", uno siente temblores, ansiedad, flojera de miembros y cierto rebato a esconderse.

Durante toda mi vida no he sentido este miedo. ¿La muerte? forma parte de mi vida desde los diez años. ¿La soledad? He estado grandes temporadas solo. ¿La frustración? Me he frustrado innumerables veces. ¿El fracaso? He sido derrotado muchas veces. ¿La falta de recursos? He vivido bien, pero me crié en una familia donde me enseñaron qué era lo esencial y de qué podía prescindir. ¿Las enfermedades, las lesiones? Han estado conmigo desde niño. Pero hay una gran diferencia entre esos temores y mi miedo actual. He temido por mí mismo y siempre, siempre, he dedicado media sonrisa a esos pavores, con desdén, riéndome. Porque eran miedos sobre mi persona, la cual puedo y sé defender.

Oh, sí, he temido por los que me rodean. Pero que le puedan pasar cosas a otros no me ha paralizado. Sí, sentía pena si alguien abandonaba mi entorno, ya fuera por muerte o por otras causas. Pero sentía que la ligazón, el nudo, se podía deshacer y dejar destensado para en un futuro volverlo a enlazar con otras personas. Vive y deja vivir, disfruta de la compañía, pero no lamentes la pérdida más de lo necesario, puesto que paraliza. El miedo, siempre, paraliza. Por eso también tengo mis afectos muy concentrados. Sé a quiénes quiero, cuánto, cómo, por qué... y sé a quién puedo dejar marchar sin sufrir especialmente y con quién sufriría un tiempo, hasta que lograra reponerme.

Ahora no. Ahora, de pronto, tengo un extraño vínculo emocional, repleto de temores. Todo un bagaje nuevo de miedos, de aprensiones, de ansiedad.

Mi madre decía, sabia leonesa, que "el miedo es libre". Era su forma de reprocharme cuando yo me quejaba por las cosas de las que ella tenía miedo que me pudieran suceder. Un hijo no entiende al padre. Le desafía. Le reta constantemente. Un padre es autoridad, a la que obedecer o a la que forzar límites. Un hijo es inconsciente por definición. Debe aprender con dolor, con escarmientos, con castigos. Aprender a cómo evitar el dolor, a no sufrir castigos, a escarmentar minimizando daños. Un hijo es potencia. Un padre es acto. Un acto de pronto puesto frente a sí mismo. Un padre mira al abismo y éste le devuelve la mirada.

Mi miedo es incertidumbre. Temor al futuro. Miedo no de lo desconocido, si no de lo que conoce. De pronto, uno es censor de la sabiduría. Icono tallado en piedra que ha de servir de modelo. ¿¡Por qué!?

No hay rescate ante estos miedos. De pronto, un día, uno deja de ser hijo de sus padres e inconsciente bailarín de patio. De pronto, como un rayo, le golpean mil años repentinos y la sonrisa burlona y provocativa se transforma en un rictus de terror.

Y todo en un instante. Una eternidad.

Sí, tengo miedo.

Un saludo,

sábado, 9 de junio de 2012

Impredicciones de futuro distópico

9 de junio de 2012. La UE rescata a España con una cantidad oficial de 40.000 millones de euros.

17 de junio de 2012. El partido de izquierdas Syriza gana las elecciones en Grecia. Al día siguiente, rompen con la UE, rechazan el pago de la deuda por ser "odiosa" y devalúan su moneda. Empiezan disturbios en Grecia que se extienden a Italia, Irlanda y Portugal. España celebra la segunda eurocopa ganada y nadie piensa ya en los recortes que cada viernes se producen.

1 de agosto de 2012. Israel lanza un ataque masivo de aviación contra las bases iraníes donde presuntamente se está enriqueciendo plutonio. Rusia y China condenan el ataque y amenazan a Israel y, por ende, a los EE.UU. India y Paquistán elevan su tensión fronteriza y se amenaza mutuamente con ataques nucleares. Un pequeño pueblo de Andalucía declara su rebeldía fiscal y política contra el Estado.

15 de agosto de 2012. Israel invade a sus vecinos. Rusia y China arman a Irán. India y Paquistán se bombardean con armas convencionales. EE.UU. sufre una crisis al demostrarse que Obama no es negro realmente, teniendo que dimitir y convocando el nuevo vicepresidente elecciones anticipadas, un hecho único. En Europa, Merkel revela sus planes de dominación europea y proclama el IV Reich "económico". Pide la devolución de toda la deuda de los países de la UE a los bancos alemanes, y eso provoca una hecatombe en las Bolsas. En Madrid, Esperanza Aguirre despide a todos los funcionarios y contrata como director de prensa a Jimenez Losantos.

1 de septiembre de 2012. Mientras en Europa todos se pegan con todos, en Oriente Medio todos se pegan contra Israel, y China y Rusia se miran con recelo y poca amistad. India y Paquistán se tiran una bomba nuclear cada uno y luego declaran tablas, afirmando que todo fue un error por un correo electrónico en cadena que se mandaron varios funcionarios de los dos países, donde se hizo una escalada de tensión. Al Quaeda cambia su nombre y ahora se denomina "Whooper freedom fighters" tras descubrirse un rostro de Mahoma en una hamburguesa del Burguer King de Estocolmo. Su nueva doctrina incluye quemar todos los establecimientos de comida rápida para evitar que sigan aprisionando el alma de su amado profeta. Los naturistas, veganos, vegetarianos y otras hierbas verdes les apoyan. Los cristianos, confusos, deciden retomar la Santa Inquisición y queman primero a Javier Krahe en la hoguera, el cuál, como últimas palabras, canta precisamente "La Hoguera". Rouco Varela enciende la tea personalmente.

15 de septiembre de 2012. El Papa y el Vaticano huyen a una base secreta en Laponia, donde se encuentran con José Luís Feito, el cual tiene allí una agencia especial de colocación. Allí, Ratzinger encuentra trabajo de doble de cásting para la serie "Palpatine vs Jedis". En Oriente Medio, Israel declara a todos los que luchan contra ella como "nazis" y establece campos de concentración para árabes musulmanes, mientras bombardea con todo lo que tiene, incluyendo bombas de racimo españolas. En  EE.UU. gana Sarah Palin, que sorpresivamente regresa a la política. Lo primero que hace es declara la guerra a Cuba y Venezuela. Los Castro se exilian en Galicia, donde se ha proclamado la "República as mexillón" y ponen una escuela de queimadas. Chávez revela que no es él si no... Bolívar. Y empieza una guerra de anexión de toda iberoamérica. En Europa ya no se habla de rescate ni nada de nada, puesto que un apagón en internet de manera general ha logrado lo impensable; que todos salgan a la calle a montar barricadas y pelear con todo el mundo, montando una revolución casi decimonónica. En España tarda unas semanas en ocurrir, puesto que hasta que un grupo concienciado no sabotea los platós de Tele5, la gente no sale exigiendo que se les devuelva la programación. Se le llama "La primera marcha zombi".

1 de octubre de 2012. El caos envuelve el planeta. Unos alienígenas aburridos de Tau Centauri llegan a la Tierra y ofrecen intercambiar sus conocimientos en paz con los terrícolas, pero tienen la mala suerte de aterrizar en un erial de Murcia donde el señor del agro les recibe con escopeta de postas y un par de perros rabiosos. En represalia, los alienígenas regresan a Tau Centauri y declaran la guerra contra la Tierra. Mientras, Sarah Palin gana el Nóbel de la Paz tras arrasar toda iberoamérica de México para el sur a base de bombazos atómicos. Lo gana porque también se escapan un par a la Academia Sueca, y varios suecos, en el exilio, entre ellos Tom Kallene, se lo conceden mientras hombres de negro de la CIA les apuntan con pistolas. En Europa ya nadie sabe que pasa, pero se rumorea que una horda de marujas y machos ibéricos malolientes recorren como una plaga el continente buscando resintonizar con Tele5 Pirata, que, como rumor, se dice que emite toda la programación que había mantenido oculta. Berlusconi se hace con el poder en Italia y proclama el Estado Fascista, declarando su amor por Merkel, ya investida Canciller Suprema del IV Reich, y ambos invaden a Francia que, fiel a su tradición, se rinde en dos semanas. Hollande es colgado de la cúpula del Reichstag, y los líderes europeos pronto se unen a ella, excepto Gran Bretaña, que decide ir, como siempre, a la suya.

1 de noviembre de 2012. Los alienígenas invaden la Tierra. Exterminan al 98% de la población mundial y, los que quedan, se les recluye en un zoo que reconstruye una ciudad de los Balcanes en los años 90, con etiquetas de "Serbios", "Croatas" y "Carabancheleros". Los últimos dan un golpe de estado e instauran el cheli como lengua oficial, aunque de pronto se descubre entre sus líderes a Esperanza Aguirre infiltrada, la única política española que sobrevivió a la matanza mundial. Un enteradillo decide fusilarla, y entonces se descubre su faceta de agente de los alienígenas, pues está hecha de acero líquido. Un friki indica que entonces eso puede ser obra de Skynet, el proyecto de Indra. Nadie le cree, pero entonces otro frikazo indica que a él todo esto le parece un Mátrix muy cutre.

Todos despiertan en una pesadilla más triste que cualquier distopía chabacana y graciosilla que uno pueda imaginar.

Un saludo,

lunes, 4 de junio de 2012

Compartimentos

Somos ordenados. Tenemos un armario para la ropa, si es posible, dos lugares, uno para la de verano y otra para la de invierno. También tenemos una librería para los libros, puestos siempre con algún orden; por colores, formas, tamaños, temáticas, editoriales, autores, leídos y no leídos o, simplemente, ocupando espacios. Desde luego, ordenamos las tarjetas de crédito y el dinero y los billetes de metro y los carnés en la cartera. El bolso de una mujer es un tanto más complejo, pero también lo tienen ordenado. En la cocina de casa, sabemos dónde están las sartenes, dónde los platos y vasos, en qué lugar las cacerolas. Hay cajones para guardar calcetines y ropa interior, corbatas, medias y más prendas. Cajones, armarios, baldas, estantes...

En el medio físico solemos conocer dónde tenemos cada pertenencia. Nuestra casa, nuestro vehículo, nuestro barrio, nuestro trabajo, nuestro bar... sabemos dónde para el autobús o el metro, en qué lugar se toma el tren o tal o cual carretera. Tenemos claro dónde comprar, dónde ir al cine, qué tiendas hay y de qué según nuestra necesidad. Está todo ordenado, lugares, lugares, lugares...

Pero llegamos a la mente, y ahí... ¡ay! hay el mayor de los desórdenes. La mente y los sentimientos, claro.

Decía Conan Doyle por boca de su genial Sherlock Holmes que "el cerebro es como una habitación, no es elástico si no limitado, y por eso cualquier nuevo conocimiento exige librarnos de otros anteriores. Hay que saber escoger". No, no es literal la cita. Pero estoy completamente de acuerdo con ella. El cerebro es limitado. Y como lo demás, en la vida, hay que saber compartimentarlo. El cerebro que guarda tanto nuestros conocimientos como nuestros sentimientos. ¿O alguien aun piensa que éstos están en el corazón?

El cerebro nos ayuda con las categorías y los prejuicios. Para evitar problemas, lo conocido suele aplicarse como modelo a lo que no se conoce, así es que siempre decimos "se parece a..." o "es como...". Los modelos son eso, modelos, que hay que saber aplicar e interpretar en cada situación y momento. Pues aunque las coordenadas parezcan iguales, o similares, las situaciones cambian. Y tendemos a dejar que se entremezclen y fluyan sin control tanto ideas como sentimientos, coloreando éstos últimos a las primeras.

El problema con los compartimentos es que, aunque creamos saber encajar en ellos objetos, las personas son diferentes. Creemos etiquetar a una persona (algo que hacemos desde antes de que existiera feisbuk) y ya conocerla, finiquitar todo lo que necesitábamos saber sobre ella, pero siempre nos estaremos equivocando. Las personas pueden ser regulares, tener patrones de actuación y pensamiento, y, sin embargo, no tener clara la intención, la verdadera personalidad de esa persona. George R. R. Martin, en los libros de "Canción de Hielo y Fuego" lo hace con mucha maestría. Personajes que deberíamos odiar profundamente porque en el primer libro así nos los han presentado, de pronto nos caen mejor y les comprendemos en libros posteriores, y viceversa. Las personas no caben en compartimentos, aunque querramos creer que es posible.

A lo largo de los años, uno aprende también a diferenciar las cosas, a separar mejor. El tiempo, la perspectiva, logra muchas veces enseñarnos qué pasó realmente y, si somos valientes, entender nuestro pasado y nuestra vida. Cómo fuimos de cobardes, o valientes, o insensatos. Qué hicimos realmente y qué sucedió después. Lo que pensábamos de otra persona y, de pronto, cómo llegamos a comprenderla y avergonzarnos de nosotros mismos, renegando de lo que fuimos, pero lo fuimos. La perspectiva, una vista más ancha, una mirada calma y serena, abarcando todo lo posible con los ojos, ayuda mucho, y también nos permite conocer qué elegimos y por qué. 

Porque, al final, como siempre, somos la parte de las elecciones que tomamos y aquellas que desechamos. Realidad y potencia. Y la segunda se va acabando con cada minuto que pasa. El tiempo, tampoco, podemos compartimentarlo.

Un saludo,

viernes, 1 de junio de 2012

Entrando en el verano

Hay una tendencia casi escolástica de marcar la vida con las estaciones del año. Sobre todo las últimas, el otoño y el invierno de la vida, la decadencia, vejez y decrepitud. Jugando con eso, yo creo que estoy en el verano de mi vida.

No es la primavera. El despertar ya sucedió, a muchas cosas fundamentales. Descubrí el mundo, sus habitantes y sus contradicciones. La alegría y la diversión, la amistad y el amor, el sexo... también las penas, el aburrimiento, las falsas amistades, los desengaños... pero es un momento en el que aun estoy pleno de facultades, físicamente muy poco mermado e intelectualmente en un muy buen momento. O eso pienso, que puede ser una falacia y un autoengaño.

Es el verano, lánguido, eterno en sus días de calor, luminoso y claro. Es el tiempo del deseo, pero no a toda costa, si no para ser satisfecho con gusto y comodidad. Lujurioso pero cansado, del cuerpo físico, de la piel y la carne desnudas... también es el momento de retomar las viejas y buenas costumbres. Los paseos largos, las charlas hasta altas horas de la noche que, salvo por la luz, no parecen significar que el día acaba, las horas largas de luz y por tanto de actividades, que no crecen en número, pero sí se alargan con paciente gusto.

Reconozco que me encanta porque veo muchas más chicas guapas, recien salidas del invierno y la primavera, rostros más embellecidos por el sol. Y sorprende la exuberancia en todos los sentidos. Es un momento dorado.

Quizá por ello estemos perezosos, lánguidos, de asueto en todo. Los problemas del mundo importan poco. La vida lo es todo. Y por ello, llegados estos días, pienso, ¡qué tonterías nos preocupan muchas veces! Por no decir, casi siempre.

Disfrutemos. Hay unos versos de Arquíloco de Paros que me encantan:

"Porque ni llorando remediaré nada, ni nada
empeoraré dándome a placeres y festejos."

Un saludo hedonista,