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viernes, 23 de abril de 2010

Pinocho

Dice un estudio por ahí que mentimos de promedio 6 veces al día, y que mienten más lo hombres que las mujeres. Bien, sabiendo que tengo amigos que suelen decir la verdad incluso cuando no deben (Emilio es uno de ellos) digo yo que el promedio se jode en algún sitio, y que para logar la media indicada, alguien mentirá, no sé, el doble o más... porque habrá honestos y sinceros, francos y claros que nunca mienten. Al menos, no a sabiendas.

Así, por tanto, ¿quién se lleva el número? quizá los ejercientes del noble arte de la política, claro está. Los que han logrado poder, porque los demás aun no pueden mentir en tanto grado. Después, los que buscan un objetivo crematístico, como empresarios, literatos, mamporreros de la Historia y demás. Y para finalizar, los ciudadanos de a pie, claro está, que venden algo.

Dejo apartados a los clérigos y creyentes de todo pelaje, porque ellos no mienten, se mienten. Y el reflexivo no sé si está en el estudio...

A mi amigo Emilio le va bien, siendo como es. Aunque le cueste disgustos, no renuncia a decir lo que él considera cierto, basándose en los datos de que dispone. Es matemático, claro. Y sinceramente, le admiro. Claro que, si miro en mi microsociedad, en mi alrededor, puede que sus 6 mentiras diarias las diga otra persona que, curiosamente, encarna muchas de las ideas que atribuyo más arriba a algunos...

A Pinocho le crecía la nariz, pero a los mentirosos hoy día, en cambio, les crecen los bolsillos. Al menos con la nariz del muñeco se podía hacer una peli porno divertida... con los otros...

Un saludo,

jueves, 22 de abril de 2010

La religión no es cultura

Creo haberlo dicho muchas veces, pero me da igual repetirme como un ajo mal digerido.

La cultura es aquello que desarrolla el hombre en áreas como el arte, la ciencia, la industria... también modos de vivir y sus costumbres.

La religión es un conjunto de dogmas, de sentimientos, de normas morales personales, de ritos y sacrificios.

La religión por tanto NO es cultura. Es un invento humano personalista, ingrato para la sociedad, puesto que hay numerosas religiones, donde prevalece el sentimiento, el radical subjetivo, y una moralidad que impone al resto lo que el resto puede no desear.

En cambio, la cultura es algo que necesitamos todos, desde niños. Es un marco para desarrollarse personalmente, para lograr aprender lo que significa la convivencia en un mundo social, para lograr avances en diferentes áreas que, usualmente, suelen beneficiar a todos los demás.

Por tanto, simplemente, la religión debería estar fuera de los colegios públicos, puesto que las escuelas son las que enseñan cultura. La religión debería quedarse en sus centros de culto, sean mezquitas, iglesias, sinagogas o templos varios.

¿Qué significa eso? que las Autoridades Públicas que gestionan la educación, deberían quitar aquellas manifestaciones de expresión religiosa, y por tanto, parcial, subjetiva, maniquea y sectaria, del espacio público de los colegios de todos. ¿Quiere ud. ir a uno religioso? hágalo. Pero con su dinero.

Así pues, ni cruces, ni pañuelos, ni ninguna expresión religiosa que, algunos, en su ignorancia atrevida, denominan "expresiones culturales".

La religión no es cultura.

Un saludo,

martes, 20 de abril de 2010

Yes, we want...

... to sack her off!

Porque es desastrosa. Sí, demagógica, sí, superviviente, sí, artera, sí, ramplona.

Educación en Madrid. ¿Cuanto tarda un profe en la Comunidad de los milagros en convertirse snap! en bilingüe? Poco, unas horas. En pocas horas, sabe el idioma de Shakespeare (Chéspir, si no les importa) y domina las formas gramaticales y la sintaxis como nadie. Ni Ramón Sampayo, oiga, al que alomojó, como cierto ex-presidente decía, han contratado como asesor en Madrí, Madrí...

La educación en Madrid es como en el resto de España, con el agravante de vendernos (por el módico precio de 2 millones de euros) un producto que se anuncia mal. ¿Se imaginan a un niño en Gran Bretaña decir "Sí, nosotros aprender"? Jau. Yo, Tarzán, ud. Chitón.

España. La educación en España. Miles de colegios concertados, miles de crucifijos, de símbolos religiosos, y nos preocupamos porque una niña entre en clase como las monjas, tocada. Ah, espera, las monjas son de la "sagrada institución cultural que vela por occidente" como algún pedante dijo. Las otras son oprimidas mujeres que vivenen una cultura (aun más) machista. Pero todo se arregla. ¿Eliminando todos los símbolos religiosos que se incardinan en la cultura, aunque "cultura" sea otra cosa? no. Eso nunca, ¡cómo se atreven!

Mientras la cultura y la sanidad, y los bomberos, y los policías, y el ejército, y los conductores de autobuses y trenes, y otros muchos, sean públicos, podremos intentar jugar todos según las mismas reglas, las que acordemos en un contrato social renovado cada varios años. Pero si empezamos a privatizar a algunos, a meter las cuñas, a dividir, todo se va al garete. ¿Las grietas del Estado de Bienestar? a mí no me mire, en lugar de rehabilitar la casa, la tiramos y le damos la reconstrucción a mi amigo, que sabe de ésto...

Yes, I do want you to fly off the handle, such thing could be true...

Un saludo,

miércoles, 14 de abril de 2010

Aniversario

Sí, hoy se cumplen 79 años desde aquel otro 14 de abril de 1931, cuando en España sucedió aquello que trastornó tanto al almirante Aznar. "¿Qué más crisis quieren ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano?"

Hay que recordar la España de entonces, para comprender lo que sucedió.

Un país donde la mayoría era analfabeta, retrasada en lo económico y abocada a un servilismo agrario muy fuerte.

Un país donde los que tenían cierto poder decisorio habían descubierto que la monarquía de Alfonso XIII se tambaleaba y movía entre las decisiones acomodaticias de su monarca. Primero, un respeto al turnismo caciquil; luego, una caída en la moda de los fascismos con Primo de Rivera; y finalmente, tras haber probado diversos tipos de regímenes, como dijo Josep Plá, se acomodó a la realidad del momento, la fuerza republicana.

Un país, definitivamente, donde la aspiración de algunos, minoría ilustrada, era la de sacarle de problemas seculares. Un excesivo protagonismo de la Iglesia Católica, una fuerte diferencia social y económica entre los ricos latifundistas y la masa campesina y obrera de nuevo cuño, un claro retraso tecnológico e incluso cultural... las formas de salir de esos problemas, no obstante, eran las que generaban mucho debate.

Y entonces sucedió. De pronto, el país descubrió que podría ser republicano. Que podría cambiar a sus gobernantes. Que podría iniciar otro camino. E igual que la legalidad es un asunto de consenso social, la sociedad decidió cambiar la entonces actal legalidad por otra. Y lo hizo sin matar a nadie. Eso es lo chocante, ¿verdad?

Porque cacareamos mucho de la "transición pacífica" de España en los 70-80. Pero ahí hubo varios cientos de muertos por asesinatos políticos. En el caso de 1931, hubo ilusión, esperanza, desconcierto, novedad, pero no hubo esa tensión social de la "transición pacífica". Todos querían que la República cumpliera con todos, y por ello, todos esperaban que esa fuera "su" República.

Pero no lo fue. Entonces no se sabía, pero no lo fue. Las más altas expectativas suelen degenerar en las más sombrías decepciones. Y pronto, muy pronto, cuando algunas de las ilusiones parecían hacerse reales (separación del Estado y la Iglesia, reparto más equitativo de la riqueza, mejoras en la educación, modernización del ejército, cambios en las estructuras burocráticas del Estado y descentralización del mismo...) los que entonces sentían que España no debía repartirse, si no únicamente ser de ellos, empezaron a conspirar. Los March, los Sanjurjo, los Gomá... dinero, ejército, iglesia.

Celebremos que hace 79 años hubo una ilusión y la primera democracia real en España. Hoy, muchas de sus aspiraciones las ha recogido el estado monárquico constitucional, pero otras aun no.

¿Será el momento de plantear entonces un paso adelante en la construcción de una III República? Francia va por su V...

Un saludo,

lunes, 12 de abril de 2010

Toda violencia de género...

Es del género humano y de la especie homo sapiens. ¿Por qué digo esto? Porque no hay diferenciación por sexos en las taxonomías, al menos no tan amplias como para entender que dentro del mismo género son completamente diferentes. Biológicamente, somos estructuras muy similares, con diversidades definidas por el sexo entre los machos y las hembras.

Entonces, ¿por qué todo el santo día escucho lo de "violencia de género"? Porque se quiere dar a entender que hay dos "géneros", el masculino y el femenino. Y que uno sufre la violencia del otro. Lo cierto es que dentro del mismo género (el humano) nos hemos violentado unos a otros durante largos milenios, más y más cuanta más capacidad industrial para matarnos teníamos. El hecho de que las hembras de la especie hayan sufrido un especial acoso por parte de los machos de la misma especie se ha convertido, en los últimos años, en España, en una aberración al mismo nivel casi que los genocidios (ah, otro palabro divertido es el mexicano "feminicidio", una invención rica e inteligente) si no por número de víctimas sí por visibilidad en los medios de las mismas.

Desde luego, no voy a defender una cultura machista donde el rol asignado es de sumisión al macho por parte de la hembra, quien ha de temer el ejercicio de violencia física. Pero tampoco me parece aceptable el lograr, de pronto, que toda mínima expresión de violencia, consentida, lúdica, personal, sea considerada una muestra de "violencia de género". ¡Pobres ejercitadores del sado-maso!

Lo que me sorprende es la forma de cambiar el lenguaje siempre. Sí, está vivo, sí, es nuestra herramienta y la usamos como queremos o mejor podemos, y sí, tratamos de que exprese pensamientos abstractos, elaboraciones de ideas y demás zarandajas. Pero en ocasiones, el mismo lenguaje usado significa demasiado lo contrario de lo que pretendía antes, y perdido el consenso, rota la norma, pierde un tanto de valor. Yo, modestamente, en lugar de esa "violencia de género" lo llamaría, simplemente, "violencia machista". Algo que ciertos periodistas sí usan, aunque parece dar miedo por cómo suena. Fuerte. Sí, tanto como las palizas y cuchilladas y demás...

Y ya puestos, ¿nos importan siempre más las hembras de nuestra especie siempre que habiten el territorio administrativamente llamado "España" que otras hembras fuera de sus límites? sí, como siempre. Porque todo es ideología interesada, y la política, accesoriamente, en ocasiones solventa problemas, pero en otras, simplemente, los soslaya. Ahora mismo habrán muerto unas 10.000 mujeres (una anábasis hacia la muerte) sin que nadie las mencione, porque "es lo habitual".

Ya puestos, además de tanto teléfono de ayuda, podrían dar las siguientes instrucciones al maltratador:

"Cuando tenga deseos irrefrenables de matar a su pareja, tome un arma y úsela contra sí mismo, abreviando el proceso posterior; esto es, suicídese antes de matarla"

Un saludo,

jueves, 8 de abril de 2010

Garzón y la Justicia en España

¡Qué divertido es lo que está pasando! Unos mueven pieza (Gürtel)y otros mueven pieza (proceso a Garzón) y la partida de ajedrez, en tablas hace ya tiempo (ambos jugadores siempre ganan) nos deja a todos en el frío... o el calentón más grande.

Garzón es un tipo que a mí me ha parecido siempre veleta. Olfatea los equlibrios de poder y se mueve en consonancia. En los 90, intuyó el poder del PSOE como estable, pero luego descubrió que no era así. Y se pasó al poder del PP. Después, jaleado por unos y otros, se quedó un poco al margen de todo, hasta ahora que ha vuelto a leer que había un cierto PSOE en el poder. Y lo que no calculó es su jugada.

Vaya por delante que me repugnan los que han provocado la situación actual. Y que Garzón se ha metido en un callejón lleno de ratas y basura que, al removerse, ha despertado a los mendigos del pasado. Ese callejón se llama Ley de Amnistía de 1977.

Sí, porque en España hay una ley, curiosa, de 1977, que buscaba en su momento hacer un borrón y cuenta nueva. Ese borrón no era únicamente el de eliminar los presuntos crímenes de personas que se encontraban represaliadas políticamente (anda, como en Cuba...) si no también para eliminar los presuntos crímenes de derechistas y nostálgicos que, en número, superaron con creces a cualquiera cometido por la izquierda de entonces. Porque seamos claros, la Transición, ese monolito intocable, ese supuesto modelo de cambio a la convivencia perfecto y delicado, se erigió sobre sangre de personas e imponiendo un miedo que era relativamente cierto; el de una nueva guerra civil. Hay muchos mitos en la Transición, en esa ley de punto y final para perdonar a los que habían manejado el país a su antojo durante 40 años, creando entre medias una sociedad arruinada en muchos aspectos, el ético, el moral, el educativo, el económico.

Baltasar Garzón nunca me ha inspirado especial simpatía. Me parecía una estrella del rock judicial. Pero tiene una virtud, la de remover conciencias y buscar, en la práctica, el desarrollo del tercer poder, el judicial, de manera más o menos independiente. Y aquí es donde se tocan los huevos; porque la Justicia, igual que el Legislativo (dos de los tres poderes clásicos de cualquier Estado) están siempre al final bajo la batuta del Ejecutivo. Que hay apariencias, claro, pero que no cubren la realidad, por supuesto. No hay separación de poderes, únicamente, oligarquías gobernantes que manejan las formalidades de ciertos poderes.

La mayoría de los jueces de alta posición hicieron su carrera en las postrimerías del franquismo. Eso imprime huella. Y además, ahora, hoy, España tiene vivas muchas de las ascuas que soportaron ese fascismo íbero; el antinacionalismo (un exacerbado odio al catalanismo, al vasquismo y a todo lo que suene diferente al castellano) el clericalismo (un respeto a las instituciones de la secta católica, como garantes de una curiosa moralidad y ética) y el juego absoluto a cualquier poder financiero. Con esos mimbres, Garzón pensó, iluso, que podría abrir una causa "histórica" contra el franquismo y revertir, como hicieron sus leguleyos entonces (convertir a los rebeldes en "defensores" de la legitimidad y a los defensores de la misma en "rebeldes"...) esa traición a la historia y al pueblo español. Pero topó con un juego peligroso...

La Justicia en España no es injusta, es peor; es burocrática y politizada. Lenta, subyugada a los designios de unos cuantos políticos iletrados, manejada por sirvientes que desconocen el sentido de la independencia judicial. Pero dado que vivimos en un país, en un estado, en una nación, en un "algo" tan desastrosamente concebido, nunca asentado, jamás pensado en beneficio de todos, si no de algunos, y por tanto en un botijo del que beber disparates, no debería extrañarle eso a nadie.

A veces dan ganas de encontrar el botón de reinicio y apretarlo...

Un saludo,

viernes, 2 de abril de 2010

La historia criminal del cristianismo

La verdad es que toda la culpa la tienen los romanos. Sí, ellos y su mala costumbre de deificar a los emperadores muertos, que la actual secta católica continúa en su costumbre de santificar (una forma de deificación) a los Pontifex muertos. También la tienen los romanos al crear los primeros estadios de la Mafia. Sí, puesto que asentaron las bases de la explotación con coartada religiosa.

Pero fuera de los romanos, el paso de los siglos solamente ha servido para certificar una realidad. Igual que el capitalismo, el cristianismo es una ideología que no necesita prácticamente de personas para aplicarse. Simplemente, es un sistema vivo en sí mismo, devorador por naturaleza, predatorio, carroñero. Por eso siempre se han llevado tan bien uno con otro... vaya si pasó el camello por el ojo de la aguja.

Existe un señor, llamado Karlheinz Deschner, que ha decidido escribir una monumental obra titulada como el nombre que da título a esta entrada. De momento, va por el quinto o sexto volumen, no lo sé. Y su intención es loable, pía y sacrosanta. Se trata de desenmascarar los crímenes cometidos por una religión durante los últimos, no sé, 19 o 20 siglos. Magno intento.

La cuestión es que no es muy conocido (yo lo descubrí por primera vez en la librería "Fuentetaja" de Madrid, y no tuve el dinero para comprar dos volúmenes... lástima) y si no fuera por un buen amigo, Andrés, no lo tendría para poderlo leer.

De primeras, ya tiene para mí un valor fundamental por las palabras de Federico:

«Yo condeno el cristianismo, yo formulo contra la Iglesia cristiana la más formidable acusación que jamás haya expresado acusador alguno. Ella es para mí la mayor de todas las corrupciones imaginables, [...] ella ha negado todos los valores, ha hecho de toda verdad una mentira, de toda rectitud de ánimo una vileza. [...] Yo digo que el cristianismo es la gran maldición, la gran corrupción interior, el gran instinto de venganza, para el que ningún medio es demasiado venenoso, secreto, subterráneo, bajo; la gran vergüenza eterna de la humanidad [...].»

Y dicho lo cual, me pregunto... ¿alguien tendrá el valor de criticarlo tras haberlo leído? si no es así, y meramente se basan en el título... mejor callar.

Ah, pero claro, es que soy un blasfemo. Mecagüen en los dioses de quienes los adoren, pues de ellos no es la Tierra. Es de los vivos, todos los seres vivos, y no de ningún ser imaginario... ese es mi ataque contra su primer crimen; engañarnos para que no vivamos.

Un saludo,