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viernes, 23 de mayo de 2014

Refutando a Francis Spufford

En el artículo de Francis Spufford de hoy mismo, que he tenido el gusto de leer una primera vez mientras desayunaba a las 7 de la mañana en el bar cercano de donde aparco mi coche, me he hallado algo estupefacto. Sorprendido, atónito, curioso, muy curioso. He tenido que leerlo un par de veces más. Y aquí tengo que acabo refutando, no replicando.

Desde su primer párrafo ya cae en tópicos desfasados. "Un proyecto común, el del respeto mutuo". Bien, no comprende o quiere eludir completamente que el respeto puede existir cuando una parte no está constantemente agrediendo a la otra, no con palabras (las palabras hieren según se quieran escuchar, pero no son cuchillos ni pistolas) si no con hechos. Una Iglesia que arracima en torno suyo a los creyentes o supuestos creyentes (animales sociales) y que propulsa legislaciones, cambios de hábito y moral en la sociedad, buscando siempre la uniformidad de las mismas, agrede constantemente a una parte de la población que no desea el deber de cumplimiento obligatorio que ellos propugnan. Y esa Iglesia, como institución, está sostenida, finalmente, en sus cimientos, por sus miles de creyentes, desde los acérrimos hasta los de "yo creo pero no voy porque ellos no me representan". Aquello que no se combate se acaba apoyando pasivamente...

Pero me molesta mucho el juego de "ambos carecemos de pruebas". No, señor Spufford, no carecemos ambos de pruebas, sólo ustedes los creyentes. Nosotros tenemos una forma de aprendizaje, el empirismo práctico, que nos revela una verdad fundamental que ustedes deciden obviar; nadie, jamás, nunca, en miles de años, ha muerto y regresado para contar no sé qué de "otro lado". Desmorona eso toda certeza de duda que usted alienta con su "ambos estamos a oscuras"... y si ahora, racionalmente, o sentimentalmente, como parece quiere argumentar, piensa que un ateo lo es porque se encuentra emocionalmente en el polo opuesto de la Fe, va apañado y no a tientas, si no cegado. El argumento en negativo ("No se puede demostrar que los romanos no tuvieran energía nuclear", por poner un estúpido ejemplo) no es para nada un argumento, si no en sí mismo la demostración de su incapacidad para argumentar...

Un ateo no es un "anticristiano". Ese es su error conceptual. Un ateo es una persona SIN DIOS, tal y como se definían ya en tiempo del helenismo, aquel anterior al cristianismo o el islamismo que son posteriores y no hacen si no escarbar y rapiñar robando conceptos religiosos previos. Esto es, un ateo no necesita un Dios para vivir un mundo lleno de belleza, sí, pero también de maldad y de fealdad. No necesitamos un Dios o una caterva de diosecillos llamados "santos" para expresar sentimientos como los que menciona dentro de "esa carga de culpa y esperanza y pena y alegría y cambios y tragedia y renovación y mortalidad con la que debemos vivir todos los seres humanos". No, primero de todo, no considero que haya culpa más allá de la individual. No pienso que la esperanza requiera de seres invisibles y mágicos. Tampoco siento pena por un ser mítico muerto de manera idéntica a otros seres míticos antes que él. Ni dejo de sentir alegría un día soleado, porque no pienso que alguien colgó aquella estrella nuclear en el espacio que irradia energía para la vida en mi planeta. El cambio, la tragedia, la renovación y la mortalidad es algo consustancial al ser humano, y no por ello requiere un ser como el que usted menciona. El "realismo emocional" que arguye para defenderse y la "imaginación" (de la que un creyente no anda tan sobrado, no es más que reciclaje de dogmas y mensajes lanzados por otros) que esgrime para defender que "hacemos lo mismo" es otra falsedad. No, amigo. El ateo construye su moralidad acorde a decenas, cientos de factores y variables, y es un proceso de construcción arduo, duro, muy complejo y lleno de lagunas y dudas. Si bien podemos coincidir en un "no matarás" y por tanto respetarás la vida, ¿podemos actuar igual? La Historia, esa musa que muchos quieren que les sirva para justificar su presente, muestra cómo los creyentes, especialmente del cristianismo (pero de otras ramas anteriores como el judaismo o después el islamismo) siempre acaban apoyando masivamente a un poder o fuerza por más que contravenga todas sus concepciones y sistemas éticos tan supuestamente sólidos. Y en aquella frase tajante, sencilla y directa, que ustedes nunca analizarán, nosotros nos podemos perder días enteros argumentando cuándo es justificable matar y cuándo no, y en esa duda, perdidos, no hallaremos certeza si no respuesta contingente, falible, temporal y humana. No divina ni absurdamente infinita sin más...

Pero el colmo es cuando pretende arrastrar a un ateo, a mí mismo como lector ofendido de su artículo, a un campo donde se sabe vencedor, el de la oscuridad. "Usted y yo estamos operando en un campo donde no podemos saber quién tiene razón". ¡Qué más quisiera! Usted, y sólo usted, opera en ese campo. Porque es cómodo. Pensar que ambos no tenemos razón le otorga la razón, según un argumentario que puede ser de Schopenhauer para ganar debates, pero que demuestra su falsa candidez y asesina sonrisa cuando hace la propuesta. El campo de la razón alumbra dudas, usted trata de decir que duda en sus certezas para acercarse al mismo mediante su sentimiento. El componente emocional del ateismo es el de cada individuo, como siempre, como en el religioso o que tiene fe. El componente emocional de alguien que se enamora, se frustra, sueña, aspira, se decepciona, descubre, pierde, gana... pero dentro del mismo él no deriva la responsabilidad a un ser ajeno, invisible y cómodo de culpar/responsabilizar. No rendimos cuentas a nadie más que a nosotros, y cuando nosotros somos críticos y conscientes, somos más terribles que su Dios. Porque no hay peor juez que uno mismo cuando sabe qué juzga y es honesto. Lo otro es nihilismo encubierto.

Termina con algo que me ofende. No entiende que haya ateos igual que no hay "antifilatélicos". Bien, el día que un filatélico me obligue a ir a la Plaza Mayor los domingos so pena de castigos en mi vida diaria (expulsión del trabajo, persecución, control de mi vida privada, privación de libertad y de elección) y me obligue a coleccionar determinados sellos, a no mirar ediciones especiales de Bermudas o Bahamas, a que mis hijos crezcan coleccionando sellos únicamente y no monedas o muñecas de trapo, entonces me verá convertido en un "antifilatélico". O "Afilatélico", más bien. Porque no me defino por ser anticristiano, como pretende. Me defino por carecer de un dios que guíe mi vida, por no creer en ningún sistema dogmático, sea éste cristiano, judáico, islámico, budista o espaguetista. Me defino por no creer, si no por saber o lo más importante; desconocer. Y lo que desconozco lo respeto, no hablo ligeramente de ello (de aquello que ligeramente se habla, ligeramente se descarta como una pluma al viento...) ni hago juicios con esa falsa sonrisa que le presumo en su artículo, beatífica, quizá, pero envenenada de ignorancia y de una creencia (sí, es una creencia) final; que en el fondo, usted lleva razón y nosotros estamos perdidos en la oscuridad a la que quiere llevarnos realmente.

Como ateo, respeto a otros, pero no por ser ateo. Los respeto en la medida en que ellos me respetan a mí. Y si usted viera que logros como el transporte público se limitan cuando hay procesiones (lo de todos coartado por lo de algunos) si viera cómo determinadas costumbres se han afianzado en base a la religión vs los heréticos (siempre habrá heréticos...) pues dejaría de considerar que el respeto es mutuo. Y desde luego, desconoce un país como España, donde el catolicismo ha sido cobertura y paraguas para los más salvajes enemigos de la razón, del pueblo llano, de los pobres y humildes. El catolicismo ha amparado y protegido al explotador, al opresor, al que gobernaba despóticamente. El catolicismo, en suma, ha sido ideología, y las ideologías, señor Spufford, no son respetables. Las personas sí, pero no las ideologías. Y yo al menos (no soy tan arrogante como para pensar que todos los ateos comparten mi discurso, pues eso es pensar que tenemos una "antiiglesia" con dogmas como ustedes...) no respeto en nada la ideología de la que ha hecho gala en su artículo.

Siento que, por otro lado, lenguaraces como Dawkins le saquen de sus casillas, y quiera encasillarle y convertirlo en nuestro portavoz. Lástima. La "guerra" contra el ateo es la guerra contra miles de ideas, no una sola, pobre y vacía, como la de miles y miles de creyentes.

Un saludo,