Buscar dentro de este batiburrillo

sábado, 9 de agosto de 2008

Lecturas de verano...

El sábado 26 de julio, leía en El País dos artículos bien diferentes entre sí. Uno, lleno de estupidez provinciana, de miopía y ralentí intelectual incapaz de entender realmente un hecho concreto, y otro en cambio valiente, amplio, inteligente y certero.


El primero era de Suso de Toro, un escritor gallego que criticaba el manifiesto en defensa del castellano con una comparación chusca a
la Selección de fútbol española campeona en la Eurocopa. En cuanto al manifiesto en defensa del castellano, firmado entre otros por Savater (un tipo que, a pesar de sus bandazos, me parece interesante en muchos de sus planteamientos) lo califica de “culmen de subjetividad e irresponsabilidad”, o de “maniobra faccional y partidista” que “manipula miedos, resentimientos, emociones” o que “parte de falsedades que llevan tiempo difundiéndose”. Si estos fueran argumentos de un facha contra un manifiesto a favor, por ejemplo, del gallego, creo que servirían perfectamente igual. Porque resume en mucho la miopía galopante de los nacionalismos (casi los quiero llamar micronacionalismos) en España. Todo lo que sea unidad es facha. Todo lo que sea lengua común, es facha. Todo lo que represente un símbolo común, es facha. Lujuriosamente, se olvida que los micronacionalismos también pretenden crear esa unicidad única y unívoca, ese UNO eterno, indivisible y omnívoro. España, por suerte, no es de uno solo. Tampoco lo es Cataluña, el País Vasco, Galicia o cualquier otro territorio que se ha dado en constituir como “nacionalidad histórica”, significando eso la invención del pasado mítico que ya aquejara a otras como la España de los Pelayos, de los Godos, de la Hispania romana o de cualquier otro mito construido en base a la mala digestión de la historia.

Suso de Toro, desgraciadamente, en el periódico, muestra esa misma “fábula xenófoba” que critica, puesto que se olvida de la gran frase que a mí me encanta sobre el manifiesto y que lo hace tan interesante e imprescindible, dicha por Savater:

"Los ciudadanos son quienes tienen derechos lingüísticos y no los territorios ni mucho menos las lenguas", esto es, que la lengua es una pertenencia de las personas, no de los Estados, Naciones o Territorios que la quieren monopolizar y de las personas que lo usan. El instrumento, no el sujeto...

“En España solo se habla Español” o “En los Països Catalans, solamente se habla Catalán”. El lenguaje de cada persona es suyo, y triste es que un Estado quiera imponer otra cosa. Pero aparte, la supervivencia de una lengua no es cosa de un Estado, si no, más bien, de las personas que lo integran. Si esa lengua la quieren dejar de lado en pro de otra más eficaz, ¿acaso el Estado debe forzar al uso de la que abandonan? ¿no es una violencia coercitiva, la de imponer algo, que se debió ya olvidar en los años 70? porque los mismos que lucharon para que en España cada uno hablara en la lengua que deseara, ahora mismo se quejan de que se vuelva a la imposición, pero del catalán, del vasco o de cualquier otra lengua tan antigua como la “Llionesa”, por ejemplo, en detrimento de la que era común. Y ojala fuera esa el latín...

Paso ahora de Suso de Toro, que con éste artículo, digo, me ha dejado clara su capacidad intelectual y rabiosamente provinciana, para hablar de alguien que me parece un verdadero maestro de las letras, usadas éstas con inteligencia. Muñoz Molina, un hombre que cada año, en cada artículo, en cada libro, escribe siempre algo merecedor de la más grande atención y aprecio.

En el mismo periódico que el anterior, escribe un artículo llamado “El amigo del tirano”, y que resulta dolorosamente afinado. En él, deja clara una realidad absoluta y triste. Cuba es una dictadura, pero al ser de un pretendido dictador de izquierdas, tiene un absurdo apoyo de intelectuales que le doran la píldora al glorioso Comandante y su séquito, incluido su hermano Raúl (de la dinastía comunista de los Castro) por parte de algunos como Gabriel García Márquez o algunos actores e incluso políticos que ni siquiera sabrían decir que es la Realpolitik que practicaron en su día (González, Aznar...)

Lo lamentable del tema, visto en el artículo, es que la subjetividad del escritor se torna servidumbre y lacayuna actuación ante hechos deleznables. Represión, tiranía, estado policial y delatorio, exilio, muerte, encarcelamiento por mantener ideas o formas de ver la vida distintas del Poder... todo eso es común a los totalitarismos, y parece que lo olvidamos si en la etiqueta pone “de izquierdas”, porque se considera un tránsito necesario a un mundo mejor. De Cuba seguirán diciendo los intelectualillos menudos y miopes que tiene (o tenía) un envidiable sistema de salud pública, grandes investigadores, emprendedores en la vida intelectual... la realidad es que los emprendedores se van del país, que los investigadores están en cualquier sitio menos en la isla y que la salud pública se parece cada vez más a la privatizada por el PP en Valencia o ahora en Madrid. Sin contar que son cantinelas, ¿cómo las denomina Suso de Toro? ah, sí, que parten de “falsedades que llevan tiempo difundiéndose”...

Leyendo ambos artículos del mismo periódico, llego a la conclusión de que hay dos tipos de intelectuales, y un tercero que no entra en el calificativo. Los graves, duros, insumisos, que intentan llamar a las cosas por su nombre, mal que les pese a muchos, ganándose la repulsa de otro de los grupos, el de los servidores de un poder cualquiera que sea (el que cree las letras nacionales o “micronacionales” y por tanto mi nicho de mercado, o el que me permita escribir a mí pero no a otros muchos, porque yo nunca dañaré el prestigio del Poder) y que son lacayos, siervos, meros voceros de una falsedad continuada. Y un tercero y último, el de los inquietantes grises que pululan esperando un día ver qué acaban siendo, si de los primeros por decenas de causas (ver las cosas como son, por rencor, por desencanto...) o de los segundos porque se han sabido arrimar a tiempo. En todo caso, las lecturas de verano, en este caso del periódico, me llevan a una simple reflexión; sea el tiempo que sea, siempre hay alguien que da la cara, y por eso, se la partirán.

Yo, al menos, trataré de recordar sus caras antes de cualquier cicatriz...

Un saludo,