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martes, 26 de marzo de 2019

Heroísmo de cine.

Entre los diez y los purrutantos, incluso ahora, disfruto de pelis donde hay acciones de esas que casi lloras. Los hombres que desembarcan en Normandía de "Salvar al soldado Ryan" y mueren a decenas hasta alcanzar el búnker nazi. Los rusos masacrados en "Enemigo a las puertas". La demostración suicida de valor final en "Grupo salvaje". Cuanto más masa, menos dolor, y cuanto más individuales, más sacrificio y pena. Me resulta muy indiferente la muerte del Leónidas de "300" y otras como las de "Troya", la verdad, pero me encanta el "Alejandro Magno" de Colin Farrell (sí, me gusta) e hilando por ahí, me chifla la historia de "El hombre que pudo reinar" y la mansa calma de Sean Connery (Daniel Dravot) tras haber perdido todo lo arduamente ganado. Me encanta la flema de Michael Caine en "Zulu" como ese teniente de familia militar, y el homenaje de los guerreros que vienen de apiolar a los británicos en Insandlwana. Me detengo en el rostro ido, perdido en la inmensidad de la nada, del soldado británico que lucha en "El patriota" y avanza como si nada, y lo relaciono con el miedoso de Ryan O'Neal en "Barry Lyndon". Vivo con tensión cada momento de "La delgada línea roja", donde los soldados son como ese trozo de hierba arrancada por un oficial ido. Y regresando a la antigüedad, lloro con la muerte de Julio César y el discurso de Marco Antonio hecho por Marlon Brando, o la entereza de Kirk Douglas en "Espartaco" y su fatalismo ante las poderosas legiones romanas. Siempre recuerdo la chulería del oficial que capturan los milicianos en "Tierra y libertad", dejando claro que él es un soldado y, el resto, chusma. Sigo sintiendo tensión y miedo cuando el grupo de James Coburn regresan a la base gritando su contraseña mientras Maximilian Schell los espera para ametrallarlos en "La cruz de hierro". Y desde luego, no pude casi respirar de los nervios y ansiedad que me producía el estrecho espacio de "El submarino", donde el inicio y el final son brevísimos momentos de bocanada de aire. Lloro, lo reconozco, siempre que acaba el "Cyrano de Bergerac" de Depardieu, con ese discurso que se apaga a la vez que la luz del día, tras sus muchas aventuras. Y me emociona mucho, muchísimo, cuando Daniel Auteuil suelta su frase de "si no vienes a Lagarder...", pero no más que cuando su hija, Marie Gillain, aprende la estocada de Nevers en "El jorobado". Por supuesto, eso me lleva a Stewart Granger en "Scaramouche", perseverando para vengar a su amigo. Me siguen tocando la fibra los sacrificios casi absurdos de "Los siete magníficos", gente que va a morir porque ya no le queda otra (tan del Western) y lo hace como redención, por una buena causa. Siento pena del "Michael Collins" de Liam Neeson, cuando muere por un rifle casi infantil. Me alucina la gravedad de Charlton Heston en "El señor de la guerra", defendiendo un torreón de mierda. Y...

Sí, disfruto de eso tanto como pueda un crío ávido de aventuras que piensa en el sacrificio, en el heroísmo, la aventura, la pelea, la lucha, la batalla como lugares de perfección del hombre (del hombre) pero que, de repente, recuerda al apocado y cobarde James Stewart "El hombre que mató a Liberty Valance", o al abandonado Gary Cooper en "Sólo ante el peligro". A los pícaros Lemmon y Matthau de "Primera plana", al maquinador Gabriel Byrne de "Muerte entre las flores", o siempre, siempre, al Lemmon de "El apartamento". Y, a tantos, tantos otros, que son antihéroes, o héroes de otra manera. Y me emocionan tanto o más, más quizá.

¿Por qué no pongo mujeres en la lista? Porque he querido poner a hombres que han sido un referente audiovisual, de héroes de pantalla, inaccesibles, lejanos, modelos. Me horroriza la barbarie de "Salvar al soldado Ryan", reflejada en ese soldado solitario que recoge su brazo seccionado sin saber qué hacer con él, o las tristes historias de cada uno y su "fubar". Me asusta la inmediatez de la muerte y su duelo ridículo en "Enemigo a las puertas", y ese sexo desesperado, breve, silencioso, rodeado de muerte. Me da pena el callejón sin salida del escorpión rodeado de hormigas al que entran todos los que quedan de "Grupo salvaje", sabiendo que es así. Me contagia algo de su locura Colin Farrell con "Alejandro Magno", haciendo un pequeño canto a la futilidad, epilogado por uno de sus diádocos, Anthony Hopkins. Comprendo a Peach, Michael Caine, volviendo con los restos de Dravot, Connery, y siento la amargura de lo que pudo ser. Veo cada gota de sudor que cae de la frente de Caine, su terror y pánico contenidos tras la máscara de lo que se supone debe ser el heroísmo, y sufro. Me apena cada soldado muerto en "El patriota", arrojados a una guerra que, el mismo protagonista, no desea porque sabe bien qué significa (como la muerte de su hijo). Entiendo a Barry Lyndon, completamente. Y hago el mismo viaje al pánico y el terror de la guerra que Jim Caviezel con "La delgada línea roja". Me enfado con Marlon Brando tras su discurso a Julio César, de lágrimas enterradas en el Foro para inflamar la ira y su ambición. Siento la incomprensión e imagen de (vulgarismo, pero lo define bien) culo torcido que se le queda al crucificado Kirk Douglas en "Espartaco" al ver a un hijo que no conocerá. Me dan pena los milicianos que pierden y perderán la guerra en "Tierra y libertad", porque sueñan por encima de sus posibilidades. Comprendo como nadie al magistral James Coburn cuando convence a Schell en "La cruz de hierro", porque abrazan la locura de la guerra sabiendo que ahí no hay héroes, sólo locos de remate. Me produce impotencia absoluta el titánico esfuerzo de los marineros de "El submarino" y su final. Lamento la fealdad de Cyrano tras una vida de lucha. Me resulta inconsciente y poco edificante el loco Vincent Pérez en "El jorobado". Y siento comunión con Stewart Granger cuando abandona la lucha para ser feliz, más que para vengar. Me resulta antipático el tono paternal y cínico de Yul Brinner al final de "Los siete magníficos". No comprendo la irracional búsqueda de la muerte, salvo por el chute de peligro que supone, para "Michael Collins". Y aplaudo que Charlton Heston abandone la torre, se largue de allí, feliz por haber encontrado el amor, y se deje de chorradas caballerescas que nunca fueron.

Sí, lo mismo que estimula y enciende una parte de mí, a la vez genera sensaciones contrarias. Admiración y horror. Sentimientos humanos, se comprende. No somos un haz de luz ni un borrón de oscuridad completos. En la simpleza de la redención de Darth Vader ante un hijo abandonado, por ejemplo, se comprende esto. Los planos y profundidades de cada personaje que interpreta nuestra visión del mundo, mediante mitos narrados mil y una veces. El heroísmos siempre tiene varias caras, al menos. Y lo suelo ver, normalmente, como un ejemplo de locura, de irracional huida, de estupenda pérdida de los sentidos, de abandono de uno mismo. El sacrificio, siempre, abochorna mi hedonista visión del mundo, lo presenta como algo ilógico, innecesario. Pero luego pienso que también hay mala gente, "malos", o los que se identifican como malos. Los contrarios que quieren algo y los otros no quieren ceder o dejarse arrebatar. Siempre habrá alguien que no crea en la negociación, si no en la negación, el conflicto, la lucha, la pelea, la violencia. Y ahí es cuando necesitaremos héroes. La pregunta es, ¿a qué tipo de héroes queremos convocar?

No tengo ni idea de la respuesta. Pero seguiré sintiendo, en el cine, ese heroísmo que, a veces, es como el de la realidad y, muchas otras, ni remotamente similar.

Un saludo,


jueves, 14 de marzo de 2019

Un ensayo (pordiosero o no)

Después de mucho tiempo, y gracias a Amazon, voy sacando y publicando mis trabajos. Me gusta hacerlo así, a mi ritmo, aunque de pronto salen en tromba (aparentemente) muchas cosas seguidas. Después de reeditar mis relatos (que se publicaron en 2016, hace ya 3 años...) toca el turno a un ensayo con el que he estado casi dos años. Su título (sí, a conciencia) es "Conciencia de macho", con el subtitulo de "Una reflexión sobre la masculinidad y la paternidad". 

Suena provocativo (lo es, en conciencia) y es mi forma de reflexionar sobre dos grandes temas que están en los feminismos con más altavoz en nuestra actualidad; nuestra masculinidad (la de los hombres y de la sociedad, en general) y la paternidad (o la crianza).

No es más que un ensayo o pretende serlo, aunque alguno lo pueda calificar de opúsculo literario o libelo recortado con tintes de panfleto. Batiburrillo, al final, como toda reflexión donde se entremezcla biografía, reflexión, propuestas y, sobre todo, juego.

Como digo, la provocación me gusta. No la remato, ni la realizo a sangre y fuego, ni tampoco ejerzo de cagasentencias (al revés, como siempre me ha dicho mi amigo Jordi, soy más bien cagadubtes) aunque, muchas veces, quienes me conocen dicen que hablo contundente y autoritario. Joder, pienso yo, si muchas veces no acabo de creerme la argumentación que uso y me pierdo en navegaciones y conexiones cuya derrota desconozco de antemano... aunque presienta. De todos modos, intuyo que va a generar polémica, puede que corta o sin mucho recorrido. O puede que no. No lo sé. Como con todas las criaturas en forma de texto que voy pariendo, a ésta la doy independencia desde el día de su publicación. Que está elegida, de nuevo, a conciencia.

Tras este ensayo, intento o realidad, dejaré de nuevo la narración del hoy, de la sociedad moderna, y me zambulliré en una de las aventuras que más me apasiona; la ucronía. Ese otro juego de retorcer la Historia para deformarla ante nuestros ojos como los espejos del callejón del Gato, tratando de hacer algo que me divierta y divierta a quienes se atrevan a leerlo. De momento, si todo va bien, será una saga. Cuatro (y espero que no más de cuatro) novelitas ambientadas en cuatro imperios. Roma, China, Mesoamérica y África. Si el espíritu de Salgari me favorece, espero poder publicar una cada año (o así) para solaz del lector veraniego, que tampoco espero más... Ni menos. Y por el camino, veremos el resto de proyectos, algunos que regresan cual zombi plasta y otros que se cuelan entre medias repiqueteando pero sin melodía alguna. 

En fin, disfruten de "Conciencia de macho". Pueden comprarla aquí:



https://www.amazon.es/CONCIENCIA-MACHO-reflexi%C3%B3n-masculinidad-paternidad-ebook/dp/B07PPGXP48/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1552548981&sr=8-1&keywords=conciencia+de+macho

Un saludo,