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viernes, 9 de agosto de 2013

Sentado en mi hamaca, viendo el hongo nuclear...

¡Dong! Un poste golpea la campana.
¡Dong! En Hiroshima, donde cada 6 de agosto rememoran, con un trasfondo de mar limpio y un edificio ruinoso superviviente, el lanzamiento de la primera bomba atómica.
¡Dong! Mientras, en Fukushima, el mar recibe vertidos radioactivos. Está lejos, casi en la otra punta de la gran isla de Japón.

¡Dong! En los años 70, Supertramp saca un disco llamado "Crisis? What Crisis?". Lo más llamativo, la portada.
¡Dong! Un tipo sentado en su silla plegable playera, con toalla, sombrilla y cóctel, en bañador. De fondo, fábricas echando humo, vertederos, suciedad, grúas, piedras ennegrecidas de petróleo.
¡Dong! El fulano lleva gafas de sol, cruza las manos sobre la tripa, blanca. 

¡Ping! Entonces veo reflejadas en sus gafas un hongo nuclear. El de Hiroshima, puede ser. O Nagasaki, que nunca lo mencionan tanto. O las pruebas nucleares del Pacífico. Tanto da.
¡Pong! Es nuevo, diferente, etéreo. Sale desde los bancos y expande su radioactividad por doquier, a casas, pisos, chalets, urbanizaciones, ciudades, comarcas...
¡Ping! Lo conforman sustancias del tamaño de un guisante machacado, como la niebla londinense de río, como un puré de patatas mal pasado. Y parecen monedas...
¡Pong! Una vez que ha recorrido mundo, queda suspendido en el aire, flotando con maligna pesadez. Y abajo, sentado en mi hamaca, tras haber visto el hongo nuclear, espero. Esperamos. Esperan.

¡Ding-Dong! No sabía que la muerte había cambiado la guadaña por un smartphone, y la túnica raida por un Adolfo Domínguez negro y corbata de seda. Yo seguiré siendo de bermuda y chancla...

Un saludo,