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martes, 14 de abril de 2009

"Serenos, alegres, valientes, osados..."

Hoy ha vuelto a pasar otro día de aniversario, el 78, de la llegada oficial de aquella II República que todos prefieren ya olvidar. Enterrada por unos, vencida por otros, malinterpretada y malgastada por muchos, es ya una efeméride nostálgica, un jalón tan teatral como Casa Pepe en Despeñaperros. La llegada de aquel régimen destruido en una mezcla sangrienta de rebelión y revolución fue acogida con ilusión y entusiasmo, con esperanza, con gusto. Hoy no es más que una página en los libros, una excusa para hablar de temas actuales y una mala memoria para todos.

¿Mala? No tanto. En sordina se ha aprendido mucho de aquel régimen y aquellos momentos. Hoy vivimos muchos de sus logros como propios de generaciones posteriores, pero no es así. Fue de hombres que llevaban peleando contra la historia patria desde mucho antes de nacer nosotros. Regeneracionistas, la mayor parte, querían un sistema que les aproximara a Europa, al mundo; un empuje social, un cambio de mentalidad, una nueva forma de ser españoles.

Hoy, sin embargo, los más sensatos lo dejan como un recuerdo aparcado, como una nostálgica tarde de jueves en otoño, sentados en el parque, viendo las hojas volando. Se centran en el aquí y ahora, en el momento, sin reconocer que muchos de los problemas de entonces los seguimos teniendo ahora.

Soy republicano, creo que eso es evidente. No albergo esperanzas de ver una bandera de la III República Española ondeando en lugares oficiales. La burocracia pública se ha encargado de hacer eso inamovible, junto con otros muchos elementos. Pero sí a tener una Res Pública en un sistema que se pueda llamar como se quiera. Ya el Quijote la mencionaba en cuanto a cómo dirigir y ordenar sus asuntos, y desde los tiempos en que ser español era algo indefinible, se ha buscado siempre gobernar lo ingobernable, en palabras de más de un desencantado intelectual. Pero quizá, quizá, se pueda luchar por una serie de valores que estaban allí, entonces. Una sociedad más justa, sí. Un sistema social de educación y sanidad, de empleo, equitativo, suficiente y capaz. Un gobierno lo más democrático posible, con la participación de los ciudadanos. Esa sería mi República... en lo ideal.

Serenos, esto es, apacibles, sin perturbaciones sentimentales ni turbación alguna... alegres, sonriendo a un futuro ignoto... valientes, sin temor a lo que pueda o deba llegar... y osados, atrevidos, descarados... creo que es una receta de triunfo, de victoria, que nunca envejece.

Y no nos equivoquemos; se puede ser de muchas ideologías diferentes y ser republicano. Que no lo secuestren un puño en alto o varias consignas facilonas... y desde luego, separando las religiones del Estado, que, como todos sabemos, aunque queramos negarlo aun hoy, influyen, y mucho, en nuestra vida, acervo y decisiones.

"¡Volemos, que el libre
por siempre ha sabido
al siervo rendido
la frente humillar."