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martes, 23 de enero de 2018

Pa'qué ser culto, oiga.

Me lo pregunto de pasada, por aquello de "hoy toca reflexión". Imagino que mola ser culto, que no culturista (qué cojones tendrá que ver formar músculos con la cabeza, digo) o cultista (eso sí mola más, invocar demonios, primigenios de Lovecraft y otras risotadas) por aquello de que apareces siempre llevando una solución que nadie más puede conocer porque no es tan culto como tú mismo. Un dicho en latín, una frase afortunada, algo. De pronto, como en toda peli, el gafapasta o plasta resuelve el misterio y demuestra que su palidez lectora recompensó un poco. Los cojones.

A mí los libros me han salvado la vida. Literal. En vez de echarme a picos o porros, devaneos y chorradas varias con alcohol y malas compañías, leí mucho. Mucha mierda, mucha lectura curiosa. Devoré la "Dragonlance" que me dejó mi amigo Igor. Metí horas en los librojuegos de "Elige tu propia aventura" porque siempre quería recorrer todos los caminos y acertar a la primera. Transité por los "Puck", "Los Cinco" o "Los Hollister" como todo hijo de vecino. Y me comí las broncas y lecturas recomendadas de mi hermano mayor, referente. "Un mundo feliz" o "El señor de las moscas" me siguen pareciendo terribles (muy buenos, sí, pero sudo al recordarlos) además de lecturas que tengo asociadas a un cabreo mortal por obligarme a leerlos. La cosa es que, junto a Lovecraft y Poe, que me inundaron de temática para jugar al rol, y el rol, y los juegos de mesa, y las figuritas de plástico y plomo que pintaba tan mal como sabía, las peleas con el "Ulises" de Joyce para ligar y mil cosas más, no tuve tiempo de hacer el macarra, jugar a ser macarra, un quinqui cualquiera. También influye que llevaba gafas y jugaba al baloncesto como el más bruto del mundo (rodilla por delante) así que no era material de macarra, de quinqui o de idiota a secas.

A lo tonto, me hice culto. Eso me dicen por ahí. Aunque no sé latín ni griego, reconozco palabras sueltas, y mi inglés es cada día más rusty Meyers (va, mal chiste) y del alemán no tuve cojones de aprender más. He leído de todo, los must y los venga, va. Recomendaciones y hallazgos, libros epifánicos y otros que eran más bien epígonos como yo. Me devoré autores por rachas (Muñoz Molina, Graham Greene, Eduardo Mendoza, Paul Auster, todo tíos, claro) y conjugué novela con ensayo. Llegué a practicar una dieta que hoy más o menos mantengo. Un ensayo, una ficción, sea la que sea. Antes de ser padre podía leer unos 70-90 libros al año de media, aunque aprovechar de cierto, menos. Después, unos 30 puedo mantener, quizá algo más. Depende. Tengo mi biblioteca en casa y en el Kindle. Qué contraste ver miles de libros en un cacharro negro y comparar con librerías Billy cargadas de papel e ilustraciones. Porque el tebeo me gusta, claro. Ah, y veía mucho cine, aunque ahora con el veneno de las series, muy poco.

Culto, digo. Los cojones. Me sale renegar. Creí aprender mucho y aprendí más bien poco. Que sí, que la novela es el sustituto del psicólogo, que leer ayuda a no caer en depresiones y enfermedades mentales gracias a que reconoces eso en otros que estás leyendo. Que que qué. Pero es un cachondeo. Lees y descubres primero que todo lo que imaginas alguien también lo imagina, no hay estanqueidad hoy día, las ideas fluyen como puñeteras aguas y viento, todo el mundo usa redes y llega a conexiones similares y, lo peor; tienen más arte a la hora de expresarse que tú mismo. Una frustración, de sentirse un fistro. De repente te dices, "joder, qué bien escribe fulanita o menganito, qué de puta madre ha encadenado frases, expresiones, palabras, imágenes y sensaciones. Putos cracks". Y tú, mindundi, penando por sacar algo medio indecente. ¿Y para esto te crees culto, cuando aún la gramática te patina y la sintaxis o la ortografía todavía te muerden la nuca?

Si es por pasta, los youtubers e influencers de los cojones sacan más, al parecer. Niñatos y niñatas que transitan por la inexactitud pero captando el momento, atrapando un zeitgeist de esos que a uno ya se le escapa por viejo esclerotizado. Prematuro. Y si un chaval hace algo que emociona, rápidamente cae en el voraz circo de los viejunos y los pares, que le atizan hasta la médula. Bueno, como siempre. Es un mundo descarnado, baby. Aquí no hay reglas, sólo carroñeros.

Yo creo que ya a nadie le importa nada "La Odisea" y menos "La Ilíada". Que Shakespeare quedó atrapado en las islas esas del brexit y aquí ni Calderón se la menea. Ni te digo Quevedo o Santa Teresa. "El Quijote" pocos o ninguno lo leen ya. "Harry Potter" se enseñorea (y lo repetiré siempre, joder; Ursula K. Leguin puso todos los cimientos con Ged para que Harry fuera... todo lo que es) y las sagas de adolescentes mejunjados de referencias que no conocen imperan. Leer por placer es un Ken Follet o similar. Tochos que hagan creer que no desperdicias tiempo en sexo y cotilleo si no que aprendes hasta Historia. Ser culto es una lacra. Crees abrir los dos ojos como lunas que pillan todo rayo de sol y, en realidad, sólo piensas en dormir y cerrarlos bien cerraditos. No sirve para nada. Pa'ná, señá Encarna, diría un castizo. Y bien dicho. Valle, Berlanga, volved, que tenéis material.

Que no me quejo, eh. Conste. Me molan los iletrados. Al haber tantos, uno quiere sentirse mejor porque se cree mejor y lo del ciego, el tuerto y todo eso. E inspiran algo de mesianismo didáctico. "Venga, que te enseño ya algo...", cosa que, en mi caso, es ridícula. Aprendo cuando escucho, callo y observo. A veces lanzo un anzuelo, porque si no, no muerden y sueltan lengua. Y disfruto tratando de descubrir qué lee la gente. Porque la gente lee. Historias en Twitter o cotilleos en Facebook. Pero lee. Joder, todo el mundo lee. Y wikipediando todo lo que no sabe, portal de inicio al que les lleva la curiosidad cómoda de googlear. Yo lo hago, copón. ¿Por qué eso va a ser menos que irse al índice de un buen libro, enciclopedia o diccionario?

En fin. Que me iba a quejar y me doy cuenta que no tengo motivos. Como siempre, claro. Más me duelen tonterías diarias, e incluso esas son eso, así, tonterías.

Va, leed lo que os pete. Pero si ejercéis el criterio, y eso se hace siendo culto, que no culterano o luterano, mejor. Sandoconsejo de hoy. Podéis ignorarlo. Y la graforrea de arriba.

Un saludo,