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sábado, 29 de diciembre de 2007

Los nuevos ricos

Ahora que han pasado varios meses del europeo de baloncesto, me apetece comentarlo un poco. Ya he conversado con muchos amigos del tema y eso, como siempre, ayuda a perfilar y aclarar ideas.

Lo primero de todo, decir que fue penosa la imagen que dimos. No el equipo de baloncesto, que fue presionado por todos los flancos (Prensa, Federación, Sociedad...) y que, aun así, llegó a tener el oro en sus manos y en cualquier caso, logró una plata que hace 10 años habría sabido a gloria absoluta. Mi novia lo define como exceso de expectativas, y cuando tienes tantas ilusiones, es muy fácil frustrarse si no las logras. Pero más si te las han frustrado...

Yo, personalmente, no cargo contra los jugadores, para mí los mejores. Ni contra Pepu. ¿Se equivocó repitiendo íntegro el equipo? Pues sí. Pero en parte fue imposición. ¡Cómo no iban a estar los mundialistas, todos! Contra quien cargaría yo es contra la Federación, primero, y luego contra la Prensa y Medios, después, y, finalmente, contra nuestra propia Sociedad.

La Federación, por entrar en el carrusel extradeportivo, que quiso exprimir el éxito de Japón haciendo zumo con un Europeo que de pronto era en España. Y así sacó entradas a precios exorbitantes. Apenas se podían comprar, si no fuera gastando grandes cantidades. Así se logró el primer efecto contrario; pabellones casi vacíos, salvo por aquellos con tiempo, dinero y ganas de ir a ver los partidos en el pabellón, no en casa, como es lo más cómodo hoy día. Pero no acabó ahí, pues se presionó a los jugadores y técnicos haciéndoles acudir a galas, a presentaciones, promociones, a todo... el mismo Felipe Reyes lo definía; "Este año no estamos teniendo tiempo de jugar juntos a la pocha o pasar un rato en compañía". Era premonitorio.

Después, la Prensa, los Medios. Si habían sido oro en un Mundial, decían los ignorantes, ¿cómo no iban a ganar el Europeo, que es un continente nada más? Mayor muestra de idiotez y estulticia no la he visto yo. Incluso algunos buenos comentaristas de basket caían en la trampa, aunque siempre cautos. El Eurobasket es más exigente que el Mundial, y cualquiera que siga un poco de baloncesto lo sabe. A día de hoy, Europa es, globalmente, la mayor potencia de baloncesto que existe, por delante de EEUU (que sigue siendo una referencia) y cualquier equipo europeo da mucho de sí... pero no, aquí se pedía el oro y el moro, y además de paliza, ganando cada partido por diferencias de al menos 30 puntos. Menos que todo eso era un fracaso.

Por eso, cuando se perdió el primer partido, todo el mundo empezó a criticar con más fiereza. De la sorpresa del año pasado en Japón (no demasiada para los que seguimos este deporte) a la ilusión inesperada posterior y el asentamiendo de una sensación de prepotencia después, mal digerida y peor regurgitada por estos periolístillos, se pasó a la exigencia draconiana y chulesca. El baloncesto debía ser lo que el fútbol y más allá. Todo se estaba cocinando para el presunto fracaso posterior... y que fue un gran éxito, pese a toda la gentuza que rodeó el evento.

Pero esto se completa con nuestra Sociedad. Y más concretamente, con esa sociedad de V.I.P.'s y nuevos ricos y famosos que quieren estar en los saraos de mayor difusión. ¿Que hay un Europeo de baloncesto y nuestro equipo está en la final, y además es campeón mundial? Esto no se lo perdieron los más famosos; a fin de cuentas, la Federación reservó entradas de esas que costaban cientos de euros y en primera fila, como si aquí estuviéramos en L. A. con las gafas de sol de Jack Nicholson, y abajo metiera Kobe Bryant 60 puntos...

Eso fue lo más penoso. Se salva uno, un amante del deporte y verdader conocedor del mismo, del baloncesto también y de lo que significa. Rafa Nadal. De todo el público, frío, gris, inerte, más preocupado de la pose para las cámara de TVE que del partido, fue el único que se levantó, gritó, pateó, animó, encendió al público, se dejó, como buen aficionado y amigo, la garganta por animar a los suyos, a los nuestros, a ganar cada partido. Y se salva él, poco más. El resto, daba asco.

Un amigo mío decía que, si este Europeo se hubiera jugado en Grecia, nada de V.I.P.'s; 500 energúmenos en primera fila gritando un poderoso "¡HE-LLAS!" que congelara al contrincante, animando al propio. Si fuera en Italia, otros tantos aficionados habrían hecho lo mismo. Ni cuento si hubiera sido en Turquía, o en Serbia, o Croacia, o Lituania, o Rusia, o... allí, antes que gentuza sin el más mínimo conocimiento de baloncesto, habrían puesto a los más fanáticos, a los que entienden un poquito (lo que les dé el cerebro) y gritan como berracos. Y la final, de calle.

Esa es nuestra Sociedad. Querían llenar pabellones desde la Federación, pero el precio fue alto. Querían que ganaran, pero dejaron que los acosara la Prensa y los Medios. Y la Sociedad respondió siendo lo que es, en gran medida; una ignorante de muchos deportes, sí, pero especialmente del baloncesto.

Para mí, los Gasol, Navarro, Calderón, Mumbrú, Rudy, Sergio, Cabezas, Reyes, Berni, Jiménez y Garbajosa han sido de oro. Algunos, personalmente, no los habría llevado al Europeo (Raül López, Ricky, Trías... había recambios) pero aun así, lucharon, se bregaron a fondo. Y Gasol, el que no jugó la final del Mundial y ganó, ganó de nuevo en otra final, porque el Europeo lo tuvo en sus manos, de las que muchas veces sale un buen tiro o no, pero que hay que tener el valor, la valentía, el coraje de lanzar. Él tiró, él falló, Rusia ganó. Pero no perdió esa selección de baloncesto; perdieron los demás que antes les habían fallado.

Un saludo,