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sábado, 8 de noviembre de 2008

Los días del pasado

Tenemos una rara costumbre los seres humanos que consiste en idealizar el pasado y hablar de él como si fueran tiempos de oro y los actuales, de hierro. En los días pasados, todo era una Arcadia feliz, un mundo de jardines, frutas a rebosar, comida en abundancia, sol radiante, buena temperatura, placeres, agrados, buenos gustos y felicidad, en suma.

Todo eso tiene una explicación, por supuesto, pero es lo de menos. Lo importante es que los recuerdos, en un 90% de las ocasiones, son falsedades que nos inventamos para sobrevivir al presente o encarar el futuro, o manipulaciones para lograr objetivos. La Historia, así, no es más que un campo de batalla donde se libran sucias escaramuzas.

Normalmente, arrastramos un pasado con nosotros. No somos inmaculadas presencias en la Tierra, no. Pero dicho pasado lo cambiamos, modificamos y alteramos a nuestro gusto o disgusto ajeno. Si hacemos algo así con nuestras propias vidas, ¿qué no hacer con las extrañas?

Veo en amigos que hay tendencia a idealizar, hacer romántica su pasada vida. Da la sensación de que siempre "aquellos eran los buenos tiempos" y los actuales son inevitables males a sufrir con un extraño masoquismo o placer nada estoico. En vez de tomar del cuello el presente y hacer lo que deben, lo que quieren, lo que sueñan, se refugian en pasados falsos, en mitos, en leyendas urbanas. Da miedo esa falta de responsabilidad, esa comodidad ante la vida, la nula disposición a la lucha. Si no luchamos por nuestra vida presente, ¿qué importa todo?

El pasado es peligroso. Mal recordado, es un arma dolorosa. Inventado, una herramienta de manipulación del futuro. Hay que ser conscientes de la realidad, afrontarla y vivir con ella. Solamente así nuestro presente tendrá el valor, efímero, pero cierto, de la vida.

Un saludo,