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martes, 26 de mayo de 2015

El año que dialogamos peligrosamente

Lector, quédate con este verbo; dialogar. No pactar, no. Dialogar.

Dialogar es un verbo que implica a dos interlocutores en la acción. Al menos. Una plática que requiere práctica. Dialogar es exponer ideas y sentimientos.

Pactar, en cambio, es otra cosa. Es un acuerdo, algo que puede lograrse después del diálogo. Pactar es llegar a compromisos y... observarlos. Cumplirlos.

Ahora mismo estamos en la fase de diálogo. Todos con todos. Incluso (je, je, je) el PP. Puede ser un diálogo de sordos o de besugos. O productivo. Eso depende de los interlocutores. Pero ahora mismo lo importante es eso, dialogar. ¿Qué hay en común? ¿qué no? ¿qué puedo aceptar y qué puedo ceder?

De todos los interlocutores, quédense con dos; Ciudadanos es uno. C's. Rivera se juega credibilidad y prestigio. Los podemitas, no tanto. Y el otro es el PSOE. El PP será reacio, ni lo cuento. IU... IU está siendo fagocitada salvo urgencias. UPyD, irrelevante. PSOE es el que se juega su existencia. C's y PSOE. Esos serán los interesantes.

Me encanta Luciano de Samosata y sus "Diálogos". No sé, pero recuerdo el de los muertos, el de Hermes y Caronte tratando con los fallecidos.

HERMES.―(...)Y ese que lleva vestiduras de púrpura y diadema, tú, el del rostro terrible, ¿quién eres?
LAMPICO.― Lampico, tirano de Gela
HERMES.―¿Y por qué, Lampico, te presentas con tales insignias?
LAMPICO.― ¿Pues qué Hermes? ¿Tenía que presentarse desnudo un tirano?
HERMES.― De ningún modo un tirano, sino un hombre completamente muerto; por lo tanto, deja esas cosas.
LAMPICO.―Ya ves, he arrojado las riquezas.
HERMES.― Arroja también el fasto y la soberbia, LAMPICO; porque si entran contigo en la barca, la harían muy pesada.
LAMPICO.― Al menos permíteme conservar la diadema y el manto.
HERMES.― De ningún modo: también has de dejar estas cosas.
LAMPICO.― Sea. ¿Qué más? Porque todo lo he dejado, como ves.
HERMES.―También la crueldad y la locura y la insolencia y la cólera. Deja todo eso.
LAMPICO.―Heme aquí, desnudo.
HERMES.―Entra ya

Quizá, quizá, un recordatorio para todos los políticos que desde ayer tienen que empezar a dialogar... 

Un saludo,

lunes, 25 de mayo de 2015

¿Quién ha ganado en la Comunidad de Madrid?

Muchos estarán aplaudiendo los resultados de Carmena en el ayuntamiento de Madrid, felices por haber (piensan) sacado a Aguirre de la alcaldía por la mínima. Muchos hacen peinetas a sus exabruptos y salidas de tono, ocurrencias y volares. Muchos piensan que ha sido una victoria. Yo veo una derrota.

¿Cuánto se gestiona en el ayuntamiento de Madrid? ¿cuánto en la Comunidad de Madrid? Ahí va el juego. Hemos perdido, señores. Las izquierdas han perdido (ni menciono a IU, más que nunca, insignia de la Izquierda Hundida) pues en la Comunidad gobernará previsiblemente Cifuentes. Y eso lo ha logrado en gran parte Aguirre.

No sean bobos. Aguirre ha hecho buena a Cifuentes. Muchos han visto que esta mujer era moderada, progresista y mejor en todo comparada con Aguirre. Mientras muchos estarán señalando la salida de la política a Aguirre, ésta estará preparando la estrategia para las Generales. ¿No lo creen? El PP no lo ha hecho mal. Ha aguantado muy bien en el punto neurálgico. La Comunidad seguirá gestionando esos dos puntales de un estado de bienestar; Educación y Sanidad. ¿Recuerdan quién impuso las listas regionales del PP a Cifuentes? Esperanza Aguirre.

Y ahora, de nuevo la pregunta... ¿Quién ha ganado realmente?

Un saludo,

lunes, 18 de mayo de 2015

Nada que decir.

Hay días así. No tienes nada importante que decir. Callas. Te muerdes la lengua y miras a los lados con ojos nerviosos. Escuchas a alguien comentar cualquier situación de actualidad y te encuentras sin palabras. Porque están todas dichas. Al menos, en tu cabeza. O por otros en otro momento. De pronto, la expresión oral queda inane, sin eficacia. Callas.

Yo no tengo mucho que decir, últimamente, aunque digo muchas cosas. El sonido de mi voz es como la letra escrita para un grafómano. Embriaga... aunque esté hueco. Y entonces alguien cuenta algo y te da la sensación, esa comezón rara, de que no te importa un rábano. Que realmente no hay nada de importancia tras sus palabras, sus problemas, sus inquietudes. Escuchas y desechas. Entre las orejas pasan palabras sin que ninguna deje siquiera un velo de presencia. Ningún rastro. Porque has escuchado todo, ya. O eso parece.

Ante tal panorama... ¿qué? Y entonces viene. El deseo. Ese torrente nunca embalsado. Si dejas en soledad que la gota agriete la presa, parte y quiebra la retención y cae. Primero como un chorro que humedece el cemento. De gris a oscuro. Luego como saltos de agua espumosa. Y repentinamente, como una furia que rompe bloques y los arrastra, en un grito infinito y áspero, mojado de pasión y fuerza. Ruge como la fiera que es, como el salvaje nunca embalsamado, como el poder de la vida y el deseo que es. Y arrasa todo...

Tras la torrentera, el curso del río. De nuevo. Y un prudente ingenio para retenerleo. Ilusamente. Y la creencia en que somos civilizados. El agua vuelve a estancarse. El rumor del viento mece ondas otra vez en su superficie. Y es posible que un niño, con una piedra, jugando, vuelva a agitar las aguas de manera que, todo lo dicho, vano, vuelva a tener significado real. Naturalmente, un niño o una niña que ríe. Pues su risa colorea los huecos de las palabras vacías. Su mirada fresca, su emoción pura, su naturalidad hace que, de nuevo, como siempre, las palabras tengan otra vez sentido. Y ante eso, no tengo nada que añadir...

Un saludo,