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viernes, 18 de abril de 2008

Sicalíptico...

El palabro se las trae, pero lo uso muy a cuento. La sensualidad, la líbido exaltada, lo lujurioso, el sexo, a fin de cuentas... tema magnífico, siempre, en todo momento.

Lo confieso, me encanta "Cuestión de sexo", una serie española. Y aun digo más, me siento bien tratado al verla. Es real, una mezcla malvada de veracidad y estupidez. Muchas veces, los personajes son imbéciles, motivados por impulsos y por clichés o estererotipos. Y también sus actitudes. Pero hay algo que demuestra el porqué; el sexo.

Todo lleva al sexo... trasunto biológico que sirve para perpetuar la especie. Si no diera gustillo, si no sintiéramos placer alguno, ¿para qué molestarnos? y todo lo que eso conlleva, de tal manera que, aunque no lo reconozcamos, el sexo es una de las tres o cuatro cosas importantes de la vida. A veces es de las que más importancia tiene.

Me encanta el término título de éste mensaje. Lo paladeo con gusto, porque trae resonancias de apocalipsis, de destrucción incontrolada, de terremotos brutales. Es una palabra que me atrae más que "orgasmo", por ejemplo. Significa, en última instancia, la capacidad demoledora en nuestras vidas del sexo.

Nuestra especie no sobrevive por su teconología, ni tampoco por condiciones controladas por nadie. Sobrevive porque casi todos, desde el pobre que no tiene para condones y está machacado por mandamientos absurdos de su religión, hasta el rico, ateo, poderoso y en la cima, todos, quieren ser muchas veces como el título directo de un libro de relatos de Bukowski, "La máquina de follar"

Y nadie puede negarlo, nos atrae la parte más maliciosa... logrado el objetivo de acostarse con una persona, rápidamente se fantasea. Y antes también. Cuernos, tríos, intercambios de pareja, experimentos con el mismo sexo, grupos, todo tipo de posturas... y muchas otras cosas que, de escribirlas, ni llegarían a la mitad del salvajismo erótico, lascivo, pervertido, brutal, de gente como Apollinaire y sus "Once mil vergas", por poner un ejemplo...

Porque somos seres sicalípticos... aunque nos dé miedo reconocerlo. Lo difícil, muchas veces, además de lograr que las plegarias sean atendidas, es sobrevivir a las consecuencias... o no.

Un saludo,