Buscar dentro de este batiburrillo

lunes, 31 de diciembre de 2007

De la continuidad

Es posible que ahora que acaba el año, un límite del calendario, pero no de la realidad, muchos hagan repaso compartimentado del mismo, haciendo análisis de lo sucedido entre los días 1 de enero y 31 de diciembre. Como si se pudiera cortar el tiempo, hacer una isla con el mismo y dejar el año 2007 aislado del resto de años pasados.

Y qué demostración de que eso no es así; la religión católica en España sigue siendo una plaga, que se permite el lujo, desde las instituciones propias, de considerar el laicismo como "forma de destruir la democracia". El victimismo desplegado es cínico, hipócrita y repugnante. No ahorro calificativos. Una organización que gasta dinero en hacer anuncios ahora para pedir el 0,7% en la casilla de la Renta, pero no para otras cuestiones, es cínica. Una organización que predica valores y no los cumple, es hipócrita. Una organización que tiene tantas contradicciones internas y externas, que condena a unos y salva a otros según criterios opuestos entre sí, es repugnante.

El año 2007 no es diferente del 2006 ni lo será del 2008. Las revistas y periódicos estos días hablarán de tendencias, de futuribles, todo como siempre encaminado a un monopolio de la voluntad del hombre, a un mayor control de sus actividades, de su persona. Eliminemos el dinero, aunque sea común, y tengamos la tarjeta de crédito, para analizar tendencias de consumo. Quitemos teléfonos fijos y usemos los móviles, más controlables. Que todos tengan un ordenador conectado a internet, y con una píldora, las descargas "ilegales", lo tengan activado y hagan desde él muchas cosas. Un formato de visionado de cine, para eliminar aquellas películas que no interesan. Tengamos un sistema de lectura electrónico, sin libros de formas y caracteres de todo tipo. Un lenguaje, una moneda, un sistema económico... Monopolio, en fin, del ser humano, por parte de un sistema con otros seres humanos reemplazables, ya nunca más únicos.

Si de esta uniformización se salva mínimamente ¡qué paradoja! la religión (aunque siempre son las mismas cosas, sea cristiana, musulmana, hebrea, budista o animista) también lo harán los hombres que no pasen por el aro. El individuo. Siempre encontrarán formas de ser diferentes, incluso cuando para ello hagan lo mismo que otros muchos. Ya dije un día que el ateismo es moda para algunos, como para Chesterton lo fue el hacerse católico, y lo mismo ocurre con otras tantas cosas.

En fin, continuaremos el año que viene igual, porque a fin de cuentas, mañana es martes, antes que el año 2008.

Un saludo,
David.

sábado, 29 de diciembre de 2007

Los nuevos ricos

Ahora que han pasado varios meses del europeo de baloncesto, me apetece comentarlo un poco. Ya he conversado con muchos amigos del tema y eso, como siempre, ayuda a perfilar y aclarar ideas.

Lo primero de todo, decir que fue penosa la imagen que dimos. No el equipo de baloncesto, que fue presionado por todos los flancos (Prensa, Federación, Sociedad...) y que, aun así, llegó a tener el oro en sus manos y en cualquier caso, logró una plata que hace 10 años habría sabido a gloria absoluta. Mi novia lo define como exceso de expectativas, y cuando tienes tantas ilusiones, es muy fácil frustrarse si no las logras. Pero más si te las han frustrado...

Yo, personalmente, no cargo contra los jugadores, para mí los mejores. Ni contra Pepu. ¿Se equivocó repitiendo íntegro el equipo? Pues sí. Pero en parte fue imposición. ¡Cómo no iban a estar los mundialistas, todos! Contra quien cargaría yo es contra la Federación, primero, y luego contra la Prensa y Medios, después, y, finalmente, contra nuestra propia Sociedad.

La Federación, por entrar en el carrusel extradeportivo, que quiso exprimir el éxito de Japón haciendo zumo con un Europeo que de pronto era en España. Y así sacó entradas a precios exorbitantes. Apenas se podían comprar, si no fuera gastando grandes cantidades. Así se logró el primer efecto contrario; pabellones casi vacíos, salvo por aquellos con tiempo, dinero y ganas de ir a ver los partidos en el pabellón, no en casa, como es lo más cómodo hoy día. Pero no acabó ahí, pues se presionó a los jugadores y técnicos haciéndoles acudir a galas, a presentaciones, promociones, a todo... el mismo Felipe Reyes lo definía; "Este año no estamos teniendo tiempo de jugar juntos a la pocha o pasar un rato en compañía". Era premonitorio.

Después, la Prensa, los Medios. Si habían sido oro en un Mundial, decían los ignorantes, ¿cómo no iban a ganar el Europeo, que es un continente nada más? Mayor muestra de idiotez y estulticia no la he visto yo. Incluso algunos buenos comentaristas de basket caían en la trampa, aunque siempre cautos. El Eurobasket es más exigente que el Mundial, y cualquiera que siga un poco de baloncesto lo sabe. A día de hoy, Europa es, globalmente, la mayor potencia de baloncesto que existe, por delante de EEUU (que sigue siendo una referencia) y cualquier equipo europeo da mucho de sí... pero no, aquí se pedía el oro y el moro, y además de paliza, ganando cada partido por diferencias de al menos 30 puntos. Menos que todo eso era un fracaso.

Por eso, cuando se perdió el primer partido, todo el mundo empezó a criticar con más fiereza. De la sorpresa del año pasado en Japón (no demasiada para los que seguimos este deporte) a la ilusión inesperada posterior y el asentamiendo de una sensación de prepotencia después, mal digerida y peor regurgitada por estos periolístillos, se pasó a la exigencia draconiana y chulesca. El baloncesto debía ser lo que el fútbol y más allá. Todo se estaba cocinando para el presunto fracaso posterior... y que fue un gran éxito, pese a toda la gentuza que rodeó el evento.

Pero esto se completa con nuestra Sociedad. Y más concretamente, con esa sociedad de V.I.P.'s y nuevos ricos y famosos que quieren estar en los saraos de mayor difusión. ¿Que hay un Europeo de baloncesto y nuestro equipo está en la final, y además es campeón mundial? Esto no se lo perdieron los más famosos; a fin de cuentas, la Federación reservó entradas de esas que costaban cientos de euros y en primera fila, como si aquí estuviéramos en L. A. con las gafas de sol de Jack Nicholson, y abajo metiera Kobe Bryant 60 puntos...

Eso fue lo más penoso. Se salva uno, un amante del deporte y verdader conocedor del mismo, del baloncesto también y de lo que significa. Rafa Nadal. De todo el público, frío, gris, inerte, más preocupado de la pose para las cámara de TVE que del partido, fue el único que se levantó, gritó, pateó, animó, encendió al público, se dejó, como buen aficionado y amigo, la garganta por animar a los suyos, a los nuestros, a ganar cada partido. Y se salva él, poco más. El resto, daba asco.

Un amigo mío decía que, si este Europeo se hubiera jugado en Grecia, nada de V.I.P.'s; 500 energúmenos en primera fila gritando un poderoso "¡HE-LLAS!" que congelara al contrincante, animando al propio. Si fuera en Italia, otros tantos aficionados habrían hecho lo mismo. Ni cuento si hubiera sido en Turquía, o en Serbia, o Croacia, o Lituania, o Rusia, o... allí, antes que gentuza sin el más mínimo conocimiento de baloncesto, habrían puesto a los más fanáticos, a los que entienden un poquito (lo que les dé el cerebro) y gritan como berracos. Y la final, de calle.

Esa es nuestra Sociedad. Querían llenar pabellones desde la Federación, pero el precio fue alto. Querían que ganaran, pero dejaron que los acosara la Prensa y los Medios. Y la Sociedad respondió siendo lo que es, en gran medida; una ignorante de muchos deportes, sí, pero especialmente del baloncesto.

Para mí, los Gasol, Navarro, Calderón, Mumbrú, Rudy, Sergio, Cabezas, Reyes, Berni, Jiménez y Garbajosa han sido de oro. Algunos, personalmente, no los habría llevado al Europeo (Raül López, Ricky, Trías... había recambios) pero aun así, lucharon, se bregaron a fondo. Y Gasol, el que no jugó la final del Mundial y ganó, ganó de nuevo en otra final, porque el Europeo lo tuvo en sus manos, de las que muchas veces sale un buen tiro o no, pero que hay que tener el valor, la valentía, el coraje de lanzar. Él tiró, él falló, Rusia ganó. Pero no perdió esa selección de baloncesto; perdieron los demás que antes les habían fallado.

Un saludo,

sábado, 22 de diciembre de 2007

Destrozando los libros

Cuando uno va al cine a ver una adaptación de algún libro, tiene dos opciones; pensar que es una obra diferente en un formato diferente, o soñar con que estará adaptada fielmente o al menos con inteligencia. Normalmente, ocurre lo primero, con lo que ir preparado para ello aminora la decepción. Pero no siempre...

Yo he tenido oportunidad de ver muchas adaptaciones, e incluso algunas últimamente de videojuegos (Lo digo siempre, el joystick pronto será obligatorio en ciertas películas... ¡ya lo es para jugar en red con la pantalla y en tu butaca!) y siempre uno va, si se conoce el libro, con la mosca tras la oreja... en un gran número de ocasiones, la película provoca ese desengaño, independientemente de si es fiel o no al libro. En algunas, sorprende el giro o los huecos que rellenan de la historia impresa. Pocas veces sale uno con la sensación de haber vuelto a disfrutar de ese libro, plasmando la imaginación en pantalla.

El nombre de la rosa y El señor de los anillos son quizá películas cercanas a sus libros, si bien la segunda por pura emotividad. En el primer caso, de hecho, es cercana pero diferente. Pero un caso reciente que he visto en pantalla grande, Soy leyenda, es uno de los muchos decepcionantes, aburridos, penosos y tristes de los que hablo.

El libro de Richard Matheson es muy bueno. Apenas 180 páginas que tienen acción, ciencia ficción bien hecha, tensión, miedo, y, finalmente, más de un mensaje con el que te quedas el libro cerrado al lado y cavilando las muchas ideas e impresiones que te ha regalado el autor... la película, en cambio, supone un simple ejercicio de acción mal planteada, de imágenes toscamente perfiladas por ordenador, del que se abusa demasiado (Añoro, para qué negarlo, las películas con cientos y miles de extras...) y encima un personaje mal dibujado y no muy bien interpretado. Mi nivel de exigencia en el cine no es muy alto, creo yo. De hecho, llevo una larga temporada alejado de buenas peliculas; he recuperado el placer de leer cosas que no sean obtusas, aburridas y repetitivas. En el cine, en cambio, simplemente pido que no me engañen... dificil.

En la historia de Neville, llevada antes a la pantalla con dos actores impresionantes (Vincent Price y Charlton Heston) hay elementos que lo humanizan, y esto es importante destacarlo. El contraste con "el otro", con esa innata sensación de pertenencia o desarraigo, es el puntal en ésta obra de Matheson. Comparando, la novela de Soy leyenda expondría mejor (Con más sencillez y más universalidad) ese pedante intento de existencialismo novelado que es El extranjero.

A todos nos impresionan las historias de náufragos, que a fin de cuentas es lo que son las de muertos vivientes. Esas fantasías, que en los años 80 además coparon muchos de los tebeos o cómics post-apocalípticos, en las que un hombre o una mujer quedaban aislados del resto del mundo, solos y rodeados de mutaciones o zombis o vampiros, es una alegoría de ese mar misterioso y repleto de peligros que circundaba la isla del náufrago. Es una constante, un miedo continuado... el terror a la soledad.

Yo querría encontrarme alguna vez con buenos libros bien adaptados, pero es cierto que el gusto comercial y el buen gusto no suelen ir parejos. Por eso, y como desagravio, he rebuscado para encontrar Soy leyenda, volver a leérmelo y, en pocos días, dejárselo a Cristina, mi novia. Creo que eso será un buen remate del año. Que descubra por qué Neville se convierte en leyenda...

Un saludo,

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Sarkozy y Carla Bruni

Parece revista del corazón, pero desde que Nicolás se fue en avión al Chad a rescatar a las azafatas españolas y luego se rió con Zapatero de esa foto abrazados como amantes, el presidente francés, divorciado hace poco, ha ganado para mí enteros. No como político, que es cristianote (Confeso y devoto admirador del Wojtyla, alias "Juan Pablo II") y tirando a conservador, si no por su personalidad. Y lo digo con sinceridad. Sarkozy es hombre público, y por tanto, lo que haga en su vida privada, quiera o no, le influye.

A mí este hombre me va cayendo, ya digo, personalmente bien. Hijo de padre emigrante húngaro y madre judía sefardita conversa, el muchacho tiene de todo. Leyendo su biografía por los medios, resulta un personaje curioso e interesante. Pero destacaría que es un político con vida propia.

Que esté liado, como parece, con Carla Bruni, ex modelo, cantante y actriz, pues lo realza. Ya decía que me imaginaba a Nicolás guiñando el ojo a las azafatas españolas yendo de vuelta a Torrejón, invitándolas un día a ir por el Elíseo, pero veo que el presidente francés pica alto y con buen gusto. Y la cantante, también.

Ya digo, no quiero hacer de esto comentario en rosa. Lo que me interesa es ver que en Europa, en el mundo, en países con una república y un sistema civil como Francia, un conservador pueda divorciarse, a pesar de ser cristiano, y liarse con otras mujeres, y, encima, dejar entrevistas a medias si le tocan lo privado cuando él está hablando de lo público. Claro que eso me recuerda a muchos actores...

¿Se imaginan aquí a Rajoy confesando una probable y muy rumoreada homosexualidad, dejando a su mujer y liándose con, por poner un ejemplo, Gallardón? ¡Tándem increible para la Moncloa! ¿O a Zaplana casándose con Magdalena Álvarez, por ejemplo? Aunque ya vimos el carrerón de Cascos, que sí que resultó un verdadero ligón el hombre...

La política española tiene lo peor de cada casa. No somos república ciudadana y celosa defensora de ciertos derechos consolidados a base de muertes masivas, como Francia; no tenemos una monarquía con democracia asentada y sensata como la británica; no tenemos un sistema activo en lo político como el italiano o el alemán... en suma, somos oligárquicos, monárquicos, poco democráticos, incívicos, con una noción del estado superficial, pacatos, reprimidos en muchos aspectos y, para colmo, mal avenidos. Triste situación, la española...

Sarkozy, como digo, me cae bien. Puede ser un conservador católico, un privatizador, un contenedor del gasto público, un demagogo con políticas de fuerza contra ciertos altercados, incluso un oportunista hábil; pero el hombre, no el político, que puede (O no) estar haciendo bien las cosas en su país, no sufre el acoso de tantos y tantos por su divorcio y lío con Carla Bruni. Si acaso, la envidia de muchos hombres, y la admiración de algunos que, como yo, querrían ver (Sin ser muy francófilo, aunque sí republicano y admirador de ciertas maneras inglesas) estas cosas en su propio país. Éste país. España.

Lo dicho, cuando un presidente se divorcie y se lie con, por poner un ejemplo, Leonor Waitling, y encima lo haga en su mandato, sentiré que España ha cambiado un poco (Aparte de mucha envidia)

Mientras, la superficie se mueve un poquito, pero el fondo sigue quieto, estancado, corrupto...

Un saludo,

martes, 18 de diciembre de 2007

El periodista manipulado

Me imagino a los dos periodistas, de El País y de Libertad Digital, uno tratando de hacer noticia política del juez conservador del Constitucional y el cerrajero que lo denuncia, y el otro buscando en ello la mano negra del gobierno, sombreada por el GAL. Imagino los hechos y me sale algo más chusco, más pobre y triste. En cualquier caso, otra noticia interesada, manipuladora y manipulada. En ambos medios (Y me valen otros) y hecha por sendos periodistas. Los enlaces, aquí:

http://www.elpais.com/articulo/espana/Denunciado/juez/Constitucional/amenazar/pistola/elpepuesp/20071218elpepinac_2/Tes
http://www.libertaddigital.es/noticias/kw/casas/constitucional/estatuto_cataluna/maria_emilia_casas/roberto_garcia_calvo/rodriguez_zapata/tribunal_constitucional/kw/noticia_1276319808.html

Lo que me interesa es la falta de objetividad. Bien es cierto que todo ser humano está impregnado de subjetividad al ver los hechos, pero los hay que los ven tal como son. Y no por ello ahorran calificativos, precisamente los añaden para enriquecer la descripción o mejorar la percepción del hecho, pero no para manipularlo.

A día de hoy, tanto da un periódico que otro, al menos en España. Incluso el intento del diario Público, dirigido a una cierta masa entre 30-40 años, tibios progresistas o de izquierda, de profesión liberal o buena posición, demuestra lo dicho. Todo diario busca un público objetivo, le da la doctrina que ya acepta, y luego sirve de arma para la batalla entre los periódicos. Pero nunca informa.

Tampoco lo hacen los telediarios, y de las radios, algunas. Al menos, tenemos internet... Vivimos un paradójico mundo de acceso rápido a la información, en donde estamos casi más desinformados que a inicios del siglo XIX. Así que, o agudizamos el sentido crítico, o, simplemente, aceptamos el dogal que nos conduce.

Que empieza por el periodista que nos manipula y que, a su vez, en conciencia, está manipulado. Un sueldo, un trabajo, un horario. Como todo trabajador, da igual que sea izquierdista, derechista, conservador, liberal o de centro. Quien paga, manda. Escribir como un mercenario, por la nómina, finalmente convierte al periodista que eso hace en un personaje manipulado más que manipulador.

La novela negra del período más hard-boiled, años 20 y 30, en los EEUU, hablaba de ellos. Corruptos, como todo el sistema, engrasando una máquina compuesta de jueces, de políticos, policías, empresarios… al final, el individuo, independientemente de su profesión, era quien luchaba contra ello y, o se tornaba cínico conviviente, o moría en el intento a causa de un moralismo y una honestidad que nunca existió en sociedad. Por eso los admiramos todos los lectores, por su nivel de Quijotismo... y el ideal de algo que no es real.

Un saludo,

viernes, 14 de diciembre de 2007

¿Y tú, por qué escribes?

Conozco a muchas personas que escriben. Escriben guiones, escriben correos electrónicos, escriben en bitácoras, escriben para la tele, escriben para revistas, escriben relatos, novelas y cuentos... los hay que escriben incluso en servilletas cuando no hay papel y en papel higiénico cuando van al baño. Mucha gente escribe. La pregunta, ¿por qué?

Aunque parezca materialista teleológico (Que lo soy) se hace por alguna razón. Por expresar ideas, bien, mal o peor. Por contar alguna cosa que les parece interesante. Por crear algún tipo de ambiente, de mundo, de fantasía. Por revelar datos importantes. Por ganar dinero. Por reforzar su ego. Se escribe por estas y muchas otras razones, pero principalmente... se escribe porque se puede.

No hay sociedad ágrafa que haya sobrevivido a nuestros días. O, al menos, las que quedan están ya en vías de extinción. Éstas vivían de la memoria, la tradición oral, el recuerdo, contadas las historias en forma de baladas, de canciones, de poesías. Los padres contaban a los hijos historias que éstos relatarían luego a los suyos. Y así se creaba un vínculo con el pasado más remoto, cuando nació la primera versión del relato, al que luego cada uno añadía algo más, un retazo propio, que podría quedarse o desaparecer. La cuestión es que la narración se mantenía, había una línea tenue pero clara. La escritura, naciendo de la necesidad de la administración y el comercio, acabó con esto. Y la imprenta lo remató.

Yo creo que es importante hablar, tanto como escribir. La escritura es una forma más ordenada, reposada y sistemática de contar lo mismo que uno piensa al hablar (O no piensa) pero por ello también se hace más artificial, más falsa, más deshonesta. Por eso no me gusta del todo la escritura. Como Oscar Wilde, veo la conversación como un arte mayor, como un verdadero reto. Las personas que escriben y necesitan continuamente visitar un diccionario, ya sea este Google o Wikipedia, son personas desprovistas de esa capacidad artística. El buen conversador narra, polemiza, siente, hace sentir y crea, como el bardo ante la hoguera, de noche, en la noche en que las estrellas eran huesos de los mitos y el fuego, mágico brillo adormecedor, crea mundos, crea personas, crea sensaciones, crea, a fin de cuentas, como cualquier dios. Y seguro que así se crearon los dioses, a semejanza de los bardos...

¿Tú por qué escribes, amigo lector? Si escribes. ¿Por fama, reconocimiento, dinero, sexo, poder, ambición, ego? ¿Por necesidad terapéutica, por verter estas hormigas llamadas letras en alguna arena donde dejarlas? ¿Lo haces por placer? ¿Con dolor? ¿Escribes como sientes, sientes lo que escribes, simplemente eres mercenario de las palabras? Seguro que todos tienen sus razones. Las mías, ya las dí en la primera entrada. Así que no me repito; me remito a ella.

"Aquí en la noche, bajo el negro manto agujereado por los alfileres de plata que llaman astros, sentimos el calor del fuego, el cobijo de los familiares y amigos de la tribu. Queremos conocer lo que la oscuridad oculta, e iluminar, hasta que el astro de oro nos regrese la luz, la negrura con colores vivos, luces vibrantes, personajes heróicos, cobardes, traidores, amigables, extraños; con amores imposibles, luchas incesantes, trampas, tretas, negocios. Queremos ver mundos nuevos, mundos que no existen o el mundo que existe desde otros ojos. Haznos sentir, bardo, haznos soñar... ¡Habla!"

Un saludo,

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Lo que es vivir...

Durante los breves años que convivimos con otros, familiares, amigos, amores, enemigos, desconocidos y otras personas variadas, tratamos de buscar, de la manera que sea, la felicidad. Ésta puede tener muchas formas, y ser tan diferente entre unos y otros como colores hay en el mundo. Pero en general, todos tenemos el mismo objetivo; ser felices.

No solamente soy un hedonista algo ético (No mucho, Andrés, no mucho) si no también un pequeño filósofo que busca verdades donde no hay más que sombras escurridizas de certezas tiempo huidas. Me encanta preguntarme sobre la vida y la búsqueda incesante, constante, diaria, horaria y casi al segundo de esa felicidad. Por eso, a veces, olvido el camino que me condujo a la visión del mundo que tengo ahora.

Pocas veces acudiré a mi entorno personal, mi intimidad, para comentar algo. Ésta es una de esas veces. En mi familia hemos tenido tragedias, y además fuertes. Con 10 u 11 años, murió mi hermano mayor, de un accidente de tráfico. Luego, a los pocos años, el segundo en edad, de cáncer. Mi madre quedó destrozada, y eso se sumó a la enfermedad física que ya tenía en forma de depresión. Mi padre calló. Y mi hermano, el que me queda, siguió adelante. La cuestión es que pude ver lo que la muerte hace a las personas; las destroza. La cercanía les hace a todos vulnerables, frágiles. Perder a un padre puede ser natural; a un hijo, no tanto. El dolor encallece, pero no mata los nervios. Y ese fue mi mayor aprendizaje. Cuando mi madre murió hace ya años, tenía asumidas las lecciones en lo más profundo de mi loca cabecita, pero en esa ocasión afloraron con la irracional muestra del dolor que siempre las acompaña. Y hasta hoy, vivo con esos sentimientos, dejándoles que estén cobijados, pero intentando expresarlos de manera que no me destrocen.

¿Esto es una buena escuela? No lo sé, es mi experiencia vital, como diría el pedante. Es una serie de acontecimientos al azar, el azar que cada día más entiendo es parte importante de la vida. El azar, incontrolable, igual a un mar hoy calmo y generoso en la pesca, mañana bravo y asesino. Navegamos creyendo dominar algo el rumbo, la embarcación y lo que nos rodea. Ilusiones. La seguridad, antítesis del azar, no existe. Existe su ilusión.

Podemos entonces vivir atenazados de miedo ante lo que pueda suceder, o más bien expectantes, alertas, alegres ante las posibilidades que se nos puedan dar. Aceptar lo imprevisto como algo beneficioso es una forma de enfocar la vida. Y teniendo en cuenta que, a pesar de lo que digan creyentes y agnósticos, ésta es la única vida que sabemos tenemos con total seguridad, pues es mejor aprovecharla. Hay muchas maneras, como dije al inicio; la felicidad es unívoca en su valor, pero no en su naturaleza u origen. En nosotros está buscar, y en la búsqueda disfrutarla, esa forma. La voluntad, finalmente, es el mejor sistema. Voluntad de hacer, y de no hacer, aquello que más nos conviene...

El ser humano, ese animal perdido en el espacio, es un ser curioso. Y a veces necesita ayuda. ¡Ojalá pudiera yo dársela, misántropo humanitario como soy, a los que quiero y aprecio! Pero unas veces no sé, otras no me atrevo y en otras, simplemente, se escurre la oportunidad. El Azar...

Un saludo,

lunes, 10 de diciembre de 2007

Madrid

Ya toca, ya. Hablar un poco de mi ciudad y de la zona que la rodea.

Primero de todo, sí. Muchos tópicos son ciertos. Pero otros no, como siempre ocurre con las generalizaciones. Ante todo, Madrid es una ciudad circunstancial. Lo es por el hecho de haber albergado la Corte y la capital durante tantos siglos. Por tradición (Aun cuando el conservador y tradicional Franco quiso cambiar la capital y llevarla a Sevilla, por eso de la resistencia del "No pasarán"...) y también por simpleza geográfica y un secreto que no está muy comentado; el agua.

Porque Madrid es una de las poquísimas ciudades de España, si no de Europa e incluso del mundo entero, en la que el río que la acompaña es una anécdota. El Manzanares no es un río, ni siquiera riachuelo. Es un resto de lo que fue un día un río más o menos interesante. Pero no por ello nos privamos de poseer el Puente de Toledo (Puentetoledo en jerga madrileña) cuyo ancho valdría ya para vadear el río, y no digamos su largo... no, la razón es el agua de la Sierra de Madrid. La única Sierra de España, Europa y del Mundo, claro está.

Madrid en principio es lugar de paso de cazadores y recolectores (Cerca de mi barrio hay un yacimiento de mamuts y otros animales que cayeron por los terraplenes del río) y luego de asentamiento esporádico para pueblos diversos. Con los romanos, ni siquiera se toma en cuenta hacer una ciudad; la más cercana será Complutum. Aunque las obras de la M-30 han revelado, en Carabanchel, los restos de lo que puede ser una pequeña ciudad... que ya está convenientemente arrasada. Será con los árabes que se tome el alto donde ahora queda el Palacio Real y se fortifique, teniendo la vega del manzanares para recolectar y cultivar y lo que sería la Casa de Campo como zona boscosa de caza. En los altos se disponen atalayas que comuniquen con las de la Sierra y así se controlen los pasos de entrada a Madrid, entonces llamada, por primera vez, Mayrït (Magerit en castellano) de la que quedan dos pedazos de lienzo y muchas leyendas. Y sobre todo, un maravilloso sistema de canalización subterráneo que aprovecharán los posteriores pobladores, hasta los tiempos de nuevas canalizaciones y presas.

Creciendo la ciudadela, al tiempo la conquistan (Que no reconquistan) los castellanos que vienen de parte de Alfonso VI, y se convierte en una villa más de éstos descendientes de los brutos godos y demás germanos que acabaron con Roma y respetaron a duras penas a los hispanorromanos acostumbrados al vino y el aceite para sus desayunos y comidas. Anodina historia, puesto que está un tiempo en la frontera, pero poco, y hasta las guerras contra Carlos V de los Comuneros, en que Madrid se alía con éstos, no hay mucho más interesante que contar. Tras Villalar y el asedio a la ciudad (Curioso que en Madrid todavía no celebremos esta derrota al estilo de ciertos nacionalismos como el comienzo de una identidad propia... uips, espero no darle ideas a Esperanza Aguirre) queda un tiempo tranquila hasta que Felipe II toma la decisión que cambiará su devenir en tierras castellanas de la meseta; convertirla en capital de los dominios de la Monarquía Hispánica.

Así, entrando de esa manera en la historia castellana, y universal, como capital, Madrid, villa, pueblillo de funcionarios, haraganes de la Corte, nobleza, pillería, poetas y dramaturgos, peleones y demás gente de todo tipo, resulta un caso curioso; capital a su pesar (Recordemos la oposición a Carlos V) que pierde brevemente su condición para darse el primer pelotazo urbanístico documentado de España (El cambio de capitalidad de Madrid a Valladolid durante unos años del siglo XVII) resume el dicho picarón de "Sólo Madrid es Corte... y Madrid es sólo Corte".

Villa y corte, perezosa, afectada del calor sureño sin la misma pereza absoluta, con parte del frío norteño, en la Meseta, protegida por la Sierra del Guadarrama, la ciudad es lánguida, calurosa en verano y fría en invierno. Manchega, castellana, al final castiza. E impertérrita deja pasar los años, hasta que llega el convulso siglo XIX.

Que Madrid se levantó casi con más chulería y cabreo que por otras cuestiones contra los franceses es algo que resulta tan lamentable como gracioso. De cuchipanda. Pérez-Reverte ha retratado muy bien esas jornadas de mayo de 1808, y estoy pendiente de los Episodios Nacionales de Galdós, de su relato, aunque no creo difiera mucho. Madrid es una ciudad como casi todas las españolas, con cierta pereza, cierta indiferencia, cierta gracia y falta de seriedad a un tiempo. Tendente a lo caótico, pero con ingenio. Y el caso es que en el siglo XIX, al ser capital del Imperio antes, del Reino, de la República y de todo lo que se imagine uno, se termina de asentar su carácter de ciudad cosmopolita (Escúchese "Cojmopolitah") pero a la vez profundamente castiza y pueblerina. Madrid es Villa siempre, antes que Corte o Capital o lo que sea.

El carácter actual es el de una ciudad que sigue siendo, a su pesar, capital. Y digo a su pesar porque aquí pesan los miles de funcionarios de todas las administraciones (Estatal, autonómica, locales, organismos varios...) que se juntan con el poder político (Congreso, Senado) judicial (Tribunales Supremo, Constitucional, la Audiencia Nacional) ejecutivo (La Moncloa) y real (La Zarzuela, aunque antes fuera El Pardo)

Esto es, aquí tenemos todo el mundo oficial y oficialista, pero sin oficio claro. Los funcionarios mandan, como en todo palacio o lugar de control. Y eso da un carácter perezoso, lánguido, indiferente a los problemas generales, sin ánimo de inventiva, de riesgo, totalmente relajado y enervado. Ciudad de paso, pero también de estancia, las empresas tienen sedes aquí por estar cerca del poder, como las embajadas, y en general, hay riqueza, sí, generada por el circo de ser Capital. Villa y Corte, ahora en nuestros tiempos.

Madrid no es una ciudad cosmopolita por vocación. Lo es por casualidad. Franco trató de eliminar el espíritu de ciudad castiza y rebelde que se le opuso (Y aquí puede que no prohibieran lenguaje alguno, pero sí que se fusiló, y se fusiló y reprimió más que en muchas otras partes de España... pero ni siquiera sabemos ser victimistas) pero al final entró en la misma dinámica de ciudad que no es fabril ni febril, que es, nada más, un agradable accidente en medio de la Meseta.

Madrid (Léase "Madrizzz...") tiene chulería, sí, y también soberbia. Tiene camaradería, y nadie pregunta de dónde es uno. Aquí llegar ya es una denominación de origen. Quedarse, un triunfo. Como la canción de Sabina, es muchas cosas, y si tiene su lado oscuro, o gris, o sucio, lo tiene como toda ciudad moderna. Madrid es grande, y no siente periferia alguna (O sí; la mayor periferia que siente es la de los pueblos de alrededor, Móstoles, Alcorcón, Leganés, Getafe, Alcobendas... los cuales en varios años terminarán siendo barriadas de Madrid, si no lo eran ya de hecho) pero es porque Madrid, para un madrileño, lo abarca todo. Es España. Es un pueblo.

Querría terminar diciendo que estamos curados de todo nacionalismo, español o el que sea. Es falso; ahora la política, sumándose al carro de buchas torpes que es quien ha tirado de la nación estos últimos años, se hace nacionalista madrileña. Un nacionalismo pseudo español antinacionalista (De los demás) pero muy jaleado por la derecha y los conservadores de Aguirre y el PP. En Madrid, indiferentes como siempre a los políticos, con la inmigración llegando de fuera y arrasando algunos de los caracteres de la ciudad (Con nuestra habitual indiferencia, nos da igual si se integran o no... total, ¡Esto es la Villa!) se deja hacer, se deja pasar. Veremos si al cabo de unos años recuperamos aquel horrible himno que parecía hecho por Millán Astray. Espero que no.

Y aquí seguiremos... tomando churros, porras, pantomaca, manteca colorá y todo aquello que esté bueno. Si en el fondo, por ser funcionarios, perezosos, vividores y juerguistas, castizos, a fin de cuentas, nos gusta lo más importante; vivir la vida.

Un saludo,
David

domingo, 9 de diciembre de 2007

De cómics, tebeos y novelas gráficas

Cuando era niño asaltaba los quioscos buscando uno de los dos cómics que más me gustaban, "Spiderman". Entonces los llamaba así porque tebeo era "Mortadelo y Filemón" y los Asterix y Tintín. El otro cómic que buscaba era, si había algo, "Lobezno". Del cómic y el tebeo diré que el primero lo dejé pronto (La Marvel y DC, los magnates del asunto, dejaron de interesarme... superhéroes planos, salvo Peter Parker o Lobezno) y el segundo lo tomé esporádicamente, si bien Tintín es para mí algo odioso (No soporto la configuración de las viñetas, con esos bocadillos llenos de diálogos cursis de repollo ni el flequillo ñoño de Tintín) y los de Asterix... pues como que prefería a los romanos.

Esos cómics, tebeos o como se llaman, se complementaban con una nueva condición de relatos en viñetas que no sabía encajar. Primero en historias cortas, sueltas, encontradas en las antologías de "Víbora", "Zona84", "Cimoc", "Cómix" y similares. Allí conocí al "Kráken" de Bernet y después a su "Torpedo", o los de "American Flagg" y tantos otros relatos de corte postapocalíptico (El tema de guerra nuclear en los 80 fue prolífico, y aun continuó un poco en los 90) además de múltiples historias eróticas o directamente pornográficas. Los que digo estarán aun en la casa de mi padre, o parte en donde mi hermano. Pero muchas historias siguen en mi cabeza, y sus imágenes me siguen acompañando con placer. Richard Corben, Will Eisner, Juan Giménez, Pepe Moreno, Josep Beá... Fue el primer paso del cómic o tebeo infantil hacia lo que los culturetas dieron en llamar Novela Gráfica.

Una Novela Gráfica no es, ni más ni menos, que un cómic, un tebeo. Viñetas con diálogos, o sin ellos, en blanco y negro o en color. Es como si al cine le llamáramos ahora cinematógrafo, o kinegrafía. Expresiones pedantes que encubren la realidad simple y perfecta; un tebeo.

Y así conocí a Hugo Pratt, a los inigualables Trillo y Altuna, a Manara, y a tantos otros como Frank Miller o Allan Moore, gentes que han hecho maravillas en este arte que es cine, es literatura, es pintura y son más cosas.

Mi gran admiración primero es para Corto Maltés. Siempre. Será el primero de la lista, claro está. Él y el mundo que vive, los que le rodean... pero el contrapunto de Torpedo, de ese asesino sanguinario pero casi tierno, precursor hispano de Tony Soprano, tampoco lo olvido. Y Lorna de Azpiri, o los muchos Clics de Manara tampoco puedo dejarlos de lado. Y tantos otros personajes que no puedo enumerar aquí, pero que me dieron grandes tardes (Y mañanas, y noches) de placer, que me las dan aun y que espero que no dejen de hacerlo. Igual que me encanta la palabra impresa y el cine dialogado, el tebeo, que conjuga estas dos pasiones, es la otra que me acompaña.

Y espero que por mucho tiempo.

Un saludo,

miércoles, 5 de diciembre de 2007

El eterno debate de la Educación.

Ahora la educación de los niños es un problema de la de los padres. Hace más de treinta años, el maestro era un tipo respetado en parte, gracias a su teórica autoridad que llegaba a lo físico, incluso. Pero ellos mismos contribuyeron a perderla, porque muchos, imbuidos del rebelde sentimiento contra todo tipo de autoridad, incluida la suya propia, la degradaron y fueron dejando que el péndulo oscilara del autoritarismo al respeto, y del respeto…

¿Culpables los padres? Pues sí, lo son en mucha medida. ¿Y los profesores? También, por qué negarlo. ¿Y el sistema educativo que diseñan los políticos? Creo que esto es innegable y más claro que lo anterior. Los alumnos son siempre los mismos, y eso no cambia, así que no cuentan en el reparto de culpas. Entonces, ¿Qué es causa y qué efecto?

Los padres se inhiben en muchos casos. Política económica; cuesta menos que el niño esté estabulado en la guardería, el colegio, el instituto, la universidad (Antaño dique contra la mili y el paro) o cualquier curso que el estar atentos, dedicados, buscando siempre al profesor, exigiendo calidad, resultados, ayudando a obtenerlos. Muchos padres incluso llegan a justificar el “Me tiene manía” del alumno y lo perpetúan. El profesor y el sistema educativo es entonces para ellos un medio en el que dejar al niño o niña a cargo de un tercero. El que le va a educar, nada menos.

Los profesores, como he dicho, partieron de una autoridad completa para llegar a un punto actual en el que pueden ser objeto de agresiones sin más. La defensa del menor es absoluta, incluso cuando pega al profesor. Por tanto, o construyen una autoridad volátil, temporal y delicada, y eso implica vocación, entorno y mucho esfuerzo, o, simplemente, merodean por el mundo educativo como funcionarios con plaza (O sin ella) y tendentes a la baja por depresión.

Yo creo que el problema no es de profesores ni alumnos. Los padres en parte sí, porque aceptan el modelo sin rechistar. Demasiados años de educación represiva y religiosa (Aunque fuera sutil) . Que los profesores sean como son es culpa del sistema educativo y por tanto, en última instancia, de los políticos. Ya digo, los alumnos son como son siempre.

Hay temas que, independientemente del color político (Aunque hoy día eso no existe ya en las oligarquías que mandan en las democracias formales) requieren una clara solución. Éste es un caso. Francia, país añejo en el tema, lleva sin tocar el esqueleto educativo décadas. No es la panacea, pero funciona. Se actualizan contenidos, se mantiene el armazón básico. En los países nórdicos, el profesor es más una institución clave y respetada en sociedad que un estabulador-educador. En todas partes, se crea un sistema ético en el que el trabajo docente, investigador, el esfuerzo por dotar de conocimientos, crear inquietudes para adquirirlos y enseñar valores es lo que resulta clave para el éxito.

Si en España se borrara la absurdez neo-nacionalista de las comunidades autónomas que limitan los conocimientos a un área reducida (Constreñida a las fronteras artificiales de las CCAA jurídicas) y se abordara un sistema común, de base, en educación, consensuando aspectos que son básicos (Laicismo de la enseñanza, dejando la religión en la esfera privada, por ejemplo…) cambiando la forma de acceso de los docentes (Nada de oposiciones, concursos o similares; ¡todo un reto en un país de funcionarios efectivos o mentales!) invirtiendo mucho dinero en equipos, en medios, en instalaciones (Edificios más adecuados y mejor dotados) y consensuando un conjunto de conocimientos asesorados por técnicos, no políticos, quizá, sólo quizá, podríamos lograr un cambio.

Ahora mismo, lo único que tenemos son mentes agudas, brillantes a veces, sin medios, sin respeto, sin un sistema institucional y estatal que les apoye de veras. ¿Sorprende pues que los profesores sean menos vocacionales y más funcionarios? ¿No tienen nada que decir los padres en todo esto?

Pero como he dicho en otras entradas, a nuestros políticos les conviene. Un analfabeto funcional lee peor los contratos de trabajo (Cuando hay) se endeuda más fácilmente porque no sabe contar bien su sueldo y es más manejable, dócil y sirviente. Por eso acabaremos manteniendo, como siempre, a la elite del privado. Ahí saben bien a qué se va… y cuesta dinero. El mismo que debería ir de nuestros impuestos a la educación pública.

Un saludo,

martes, 4 de diciembre de 2007

Juegos de Mesa

Desde pequeñito he sido un ludópata. Todo lo que fuera ocio, juego, diversión y demás me encantaba. Me recuerdo con pocos años amasando las monedas de plástico que imitaban doblones y los pagarés de falso pergamino de La ruta del tesoro, una imitación del Monopoly. Me recuerdo con su caja de plástico duro, que al tiempo usé para guardar mis colecciones de soldaditos de plástico pequeños de diferentes ejércitos de la Segunda Guerra Mundial. Los compraba en sobres de papel duro en tiendas, esperando siempre cosas nuevas. Y los tanques. Por supuesto, me recuerdo montando batallas campales donde las piezas del Tente eran estructuras bombardeadas, edificios derruidos, fortines, laberintos de trincheras... incluso, en el colmo del realismo, quemar las alambradas de plástico para imitar el uso de lanzallamas...

Los juegos de mesa son caros. Al menos para un muchacho de pocos añitos. Por eso pronto me aficioné a jugar a los que tenían otros, o, cuando era mi cumpleaños, pedirlos. Así recibí el Imperio Cobra, mezcla de aventuras Indiana Jones y juego de la Oca pero con una pieza de plástico de la cobra que era genial. Y el colmo de los colmos... el Heroquest. Éste se lo regalaron a Emilio, y fue el motivo de aficionarnos al rol. Pronto pasamos de jugar con tableros y piezas, con limitadas estructuras y aventuras, para entrar a jugar en mundos más vastos. El primero, la Dragonlance. Tenía apenas 11 o 12 años...

El rol ocupó (Ocupa) un lugar destacado en mi ocio. Parte juego, parte entretenimiento social (Hablar con amigos, contar chistes, comadrear y ser porteras...) se disfrutaba (Disfruta) por lo amplio de sus posibilidades. Pero tambien es cierto que, muchas veces, las reglas se iban poniendo sobre la marcha... y eso lo hacía (Hace) todo más caótico y divertido.

El Trivial, el Risk, el Pictionary... todos esos los he jugado. Con las Ocas, Parchises y demás. Y el Ajedrez... no hay nada más dulce que ganarle a tu hermano mayor en ese juego (Y al baloncesto, para qué negarlo...)

Pero pronto entré en otro nivel de ludopatía. Fue el Maquiavelo, juego de intriga, estrategia política y militar en la Italia de los principados, reinos y dominios de los siglos XIV a XVI. Ahí había reglas sencillas, y la mejor manera de ganar era manipular, engañar, pervertir y quebrar al contrario. Las reglas eran la base, pero el comportamiento social, la clave del éxito. Grandísimo juego... pronto pasamos a otros, y aunque ya son muchos, puedo mencionar con agrado el Imperio en Armas (Del que llevo 2 años eternos jugando una partida interminable, en la Europa de las guerras Napoleónicas...) que aun siendo complejo (El manual tiene más de 100 páginas con reglas detalladas) es muy divertido, y sobre todo, sobre todos los juegos (Carcassone, Guillotine, Zombie, Guerra Civil Española de NAC...) uno que retomaré el próximo jueves. El República de Roma.

¿Por qué? Historia. Roma. Senadores. Ascensos al poder. Manipulación de la plebe. Equilibrio. Reparto de poderes. Asesinatos. Coacción. Engaño. Trampa. Acuerdos secretos y públicos. Apelaciones al honor y a la honestidad en medio de truculentas tramas. Tribunos. Pontífices. Cónsules. Guerras... lo tiene todo. Y aunque las reglas sean un tanto complejas, y más al añadir más reglas complementarias, es un juego magnífico, interesante, divertido, fascinante. Y encima, bien hecho, tanto que se podría aprender mucho de Roma y sentirse un senador sin tener que vestir toga. Aparte de lo mucho que se aprende de la condición humana...

Es un gran juego. Yo tengo fama de demagogo, manipulador, orador charlatán, influenciador y corruptor de mentes débiles o desorientadas. Pero es falso... yo disfruto jugando. Si la República sobrevive (Algo que no sucede en 3 de cada 4 partidas) es cuando me planteo la victoria (Escasamente sucede...) pero sobre todo, me encanta jugarlo.

La esposa de un amigo llamado Fran, Bea, llama a los que tienen mucho tiempo libre y excesivas aficiones "Ociópatas". Yo, modesto, me califico de "Homo Ludens". El jueves lo podré ratificar...

Un saludo,

domingo, 2 de diciembre de 2007

Ya he vuelto

"I'll be back", dijo aquel T-800 en Terminator frente al mostrador de una comisaría con un oficial de policía de mostacho y aburrida faz. "I'll be back", dijo también MacArthur cuando le echaron los japoneses por su incompetencia de las Filipinas en la Segunda Guerra Mundial. "Ja sóc aquí", proclamó ufano Tarradellas en Barcelona cuando retomó la Generalitat. El eterno retorno de Nietzsche, la vuelta de las vacaciones, el regreso al trabajo... vencer, triunfar, con el simple regreso. Yo he vuelto. Y eso es lo que me importa.

He vuelto a pisar una cancha de baloncesto, el parqué sinuoso, a sentir el bote bajo las manos, el balón, su tacto, la canasta, lejana pero alcanzable, las líneas, delimitando mi libertad de acción, el bosque de brazos y piernas, los movimientos zigzagueantes de mis compañeros tratando de penetrar, mis propios movimientos, la defensa sudorosa y pegada al cuerpo, el instante eterno antes de cazar el rebote, el pase bien mandado, el pase perdido, el recibido, y sobre todo, el tiro y la canasta lograda. El suspiro de la felicidad, el momento del logro; ha sido un simple triple, pero para mí valía como toda una liga...

Han sido pocos minutos y bajo fuerte preparación. Un calentamiento con el bueno de Pepe, que me ha ayudado a sentir de nuevo esos músculos perezosos, abotargados, yacentes en su molicie. Poco a poco los dolores se han despertado, el cuerpo ha entrado en una dinámica diferente. El botar de los balones, el golpe al hierro cuando se tira, el "chof" claro y limpio de los encestes... todo con chirriar de las zapatillas sobre la cancha, algunas voces de los banquillos con el "¡Vamos vamos!" y "¡Defensa!", y mi pierna izquierda ha escuchado todo esto, lo ha sentido, lo ha añorado. Y ha reaccionado. Si por jugar 4 o 5 minutos debo calentar antes 20 y después otros 10 o 15, bienvenido sea.

Mi estadística, penosa. 2 balones perdidos, 1 asistencia, ninguna falta hecha o recibida, 2 intentos de triple y 1 convertido (Un 50% que no es nada) 1 rebote y una defensa blanda, inconsistente. Hemos perdido de 12 o 13 puntos, y ellos están primeros y nosotros terceros. Pero era el sexto partido que se jugaba, con gente que no conozco (Excepto Pepe) y después de un buen balance de 1 derrota (Ahora 2) y 4 victorias.

Pero lo más importante, para mí, fuera de números, es que he vuelto.

Y espero que para quedarme. Es mi rodilla, es mi rodilla...

Un saludo,