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lunes, 2 de noviembre de 2009

Tenerlo claro

Fundamental. Nada se hace bien si no se tiene claro que quiere hacerse, y no se logrará un buen resultado si no tenemos claro por qué, para qué y cómo. Pues algo tan sencillo, concepto básico, es de difusa explicación por algunos incompetentes, acomodaticios y huidizos responsables de gestionar tantas y tantas cosas en nuestro país, desde la Administración Pública, con la difusa línea política que siempre se impone, hasta el operario de menor nivel alienado.

Me río en ésto por muchos asuntos, desde las mentiras y miserias de la clase política, verdaderos gestores hacia el desastre, hasta los problemas que día a día nos surgen. Y uno en concreto, me hace reír, mucho, si no fuera porque es desastrosamente lamentable. Un horror.

Hace un par de milenios, centuria arriba o abajo, un par de rivales políticos también tuvieron en el tema de los piratas su aquel. El primero, un pomposo tipo más veleidoso que un pelota, que se hacía apodar "El Magno" limpió, dicen, el Mediterráneo de piratas. Esto es, lanzó a la caza y exterminio de aquellos que no pagaran impuestos y encima asaltaran naves que llevaban cosas valiosas a Roma a las ya bien entrenadas tropas de marinería. La escabechina dicen que fue grande, pero no sería tanto cuando un posterior rival suyo, un intrigante, inteligente e implacable futuro Dictador, César, hizo circular el chisme de que le habían pillado unos piratas y que pedían un mogollón de dinero de rescate por él. Pompeyo, Pompi para los amigos, decía que había acabado con los piratas, pero hete aquí que al pobre César, el calvo putero para todos, había caído en las garras de unos, lo cual ya no sé si será cierto o fue un invento propagandístico (del que era un genio César) para ridiculizar a Pompi. Y si el primero uso la espada, el segundo decidió pagar rescate y luego regresar con unos barcos y varios cientos de amigos a recobrarlo pasando por el hierro a todo hijo de vecino que fuera pirata. Al primero, el Pompi, le machacó luego en una guerra civil, y de paso a parte de su familia, el amigo César, y al segundo le mataron después unos cuantos oligarcas que defendían "su" República frente a la "democracia" tiránica que buscaba el calvo putero, léase, el populista demagogo...

¿A qué esta parrafada poco histórica? Pues a lo del "Alakrana", los somalíes, el muchacho que es niño y hombre y las sandeces y porquerías que se escuchan, sienten y ven en los medios. Hoy hemos vuelto al sano y provechoso intercambio de rehenes, entre honrados piratas (dicen que hacen lo que hacen y no mienten) y deshonrosos políticos (dicen que no hacen lo que hacen y siempre mienten) pero si los primeros lo tienen claro (eh, que son de los nuestros) los segundos no tanto (no podemos forzar la "legalidad" y no negociamos con... ¿qué?) y por eso, los primeros ganarán la partida, siempre, y los segundos marearán los escaques cicateramente pero sin lograr resultado alguno. Porque siempre gana el que lo tiene claro.

¿Siempre? No. Gana el que lo tiene claro y tiene la fuerza, normalmente no moral o ética o intelectual, para imponer su claridad de criterio. Que se lo digan a muchos, aquí, el último, el general que decidió aliarse con quien fuera con tal de joder otra República, la segunda en España, para más señas.

Y es que, como decía Capone, con una sonrisa y una pistola llegarás más lejos que con solamente la sonrisa.

Los hay que lo tienen claro, muy claro...

Un saludo,