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sábado, 5 de septiembre de 2009

Son mis rodillas

Pienso en mis rodillas y en la madre que parió a todos los humanos. Literalmente, en aquel homínido residente en África y su extraña manía de andar erguida y de azuzar al prójimo (o prójimos) para moverse en busca de mejores lugares para comer. O visitar. Pienso en el largo camino que recorrieron, pasando por oriente próximo o allá entre el Tigris y el Éufrates, donde muchos se quedaron y de paso miraron al cielo, a las estrellas, y luego otros siguieron camino hasta lugares tan alejados entre sí como el actual Vigo y la ciudad de Cicely, Alaska. Hace decenas de miles de años, ellos se rompieron las rodillas, las costillas, todas las articulaciones, dejándose la vida y evolucionando, consciente o inconscientemente, hasta hoy día, hasta mi persona, miembro de esa especie única que ha terminado con rivales como el Neardental y quién sabe qué más, quedándose hace poco menos de 15.000 años como dueña y señora del planeta… la especie del homo sapiens.

Es curioso; ya no hay tanta diversidad genética, y en los países industriales, ricos, predadores de las riquezas naturales de otros países, el homo sapiens es como quien dice una masa de gelatina fofa cuyo hábitat natural es el sofá del salón y la cama con TV en la cómoda. Por eso nos va como nos va… fofos, asmáticos, con decenas de nuevas enfermedades que van minando la salud poco a poco, incapaces de valernos por nosotros mismos en el campo, pues somos ya miopes la mayor parte, con un sistema de razonamiento lógico que implica abrelatas, neveras, cocinas de inducción, hidromasaje en la ducha y, por supuesto, vehículos… poco a poco, hemos dejado que el mundo se pervierta, degenere y muera a nuestro alrededor. Y es mi rodilla la que me lo grita…

Leo ahora que, tras miles de años estando ahí, el Ártico está a punto de quedarse en agua y poco más. Por el 2030, más o menos. Ya perdimos el estrecho que une Asia con América, que será de Bering, pero seguramente el que lo descubrió y cruzó, con las rodillas cargadas de peso, tenía otro nombre. Igual que las parejas que fueron a Europa desde África, pasando por Asia, y se fueron quedando por el camino, con sus rodillas cansadas… ni qué contar los que, desde Asia o América, decidieron que caminar les había cansado mucho y, en barcos y canoas, colonizaron Oceanía antes que el hombre blanco, anglosajón, protestante y presidiario. Todos los continentes, menos el Ártico y el Antártico, si se les quiere considerar así, han sido colonizados por el hombre, por el homo, por el que ha quedado como tirano de todo esto… menos el Ártico. Y lo que no se conquista, se destruye.

Con los años, todo el mundo se va jodiendo las rodillas. El peso, el uso… es una articulación delicada. Aunque se cuide. Y me doy cuenta que he llegado antes al momento de la reflexión, por la que se inició ésta bitácora, antes por mis rodillas, por mi rodilla izquierda, primero, que siempre me duele, y ahora por la derecha… y es sencilla, y encima, nada original. El mundo es una porquería, en el 506 y en el 2000 también… antes y después y, sobre todo, durante. No nos damos cuenta, pero lo hacemos siempre, todo, de asco.

Un saludo,