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jueves, 26 de julio de 2012

El lema del Punk, totalmente cierto.

No Future, tronco, decían en los 80. Uno que era niño lo veía como una pose de macarrillas con cigarro y melenas. Pasaron los años y de pronto algunas de sus verdades se hacían evidentes. Desempleo, viviendas caras, futuros truncados por los mismos de siempre.

Estamos ahora en 2012. El alto desempleo y la incapacidad de acceder a vivienda, antes por el precio, ahora por la falta de crédito, son los mismos problemas, y la misma falta de posibilidades acecha el horizonte. O mejor dicho, el ahora. ¿Qué ha cambiado? Nada.

La crisis actual lleva décadas existiendo, solo que se camuflaba con diferentes burbujas. El petróleo, las punto-com, las materias primas, la del ladrillo... el mundo es un casino donde solamente juegan los que pueden, y pueden solamente los que llevan jugando a esto desde siempre. Un club cerrado y hostil a nuevos jugadores. Un Casino donde de pronto aprendieron una regla de oro, esto es, nadie de los que juegan pierde, perdemos los que ni sabemos la ubicación exacta del Casino.

Cantoná soltó hace años una propuesta que sonó a tontería, sacar todo el dinero de nuestros bancos. Bien, ahora mismo creo que podría haber sido una solución a la crisis. A la crisis sistémica del capitalismo. Sin dinero en bancos, no se podría prestar e inventar el dinero ficticio del "crédito" (¿alguien se cree que haya tanto dinero en el mundo?) basado en ese dinero "real" (¿alguien se cree que el dinero no sea un invento humano?) que tanto daño ha hecho al inflar de aire viciado esas burbujas. Y entonces, de pronto, podríamos pensar que sí, que hay otro futuro.

Porque no hay futuro para las cosas sensatas que pensamos los peatones de la Historia. No lo hay porque son sensatas, meditadas desde la experiencia de quienes sufren y pasan malos tiempos. Las soluciones que nos proponen nuestros políticos, "La Casta" que algunos rechazan (terminológicamente o en bloque) simplemente consiste en parchear los agujeros que el mismo sistema crea, para seguir dando riqueza a los que son ricos.

¿Necesitamos tanto? No. ¿Podemos vivir sin tanto lujo? Sí. ¿Sabremos hacerlo? No. Porque nunca nos han educado para ser ciudadanos, si no consumidores y productores. Y los consumidores y productores no pueden pensar ni ser críticos, ni menos aun participar de la vida pública, cerrada para ellos por esa elite nueva de los "políticos profesionales".

Un amigo me ha dicho más de una vez, desde su mortal perspectiva pesimista, que si el Estado te da la espalda, hay que darle la espalda al Estado. Eso supone ser un ciudadano, y saber que la vida pública no la construyen unos "profesionales", si no los ciudadanos. Así que estamos en el círculo vicioso. No hay ciudadanos.

Todo me lleva a pensar en las sacudidas que buscaban crear los anarquistas con sus bombas, azotando conciencias y empujando a la acción. Pero tenían el efecto contrario, el del rebaño que se agrupa bajo el mando del más fuerte. Así que tampoco es salida... estamos abocados al fracaso, hagamos lo que hagamos, porque nos han imbuido tanto miedo que estamos atemorizados, asustados en la esquina, sin saber exactamente quiénes son nuestros carceleros, aunque veamos algún rostro fugaz por entre los barrotes.

No hay futuro. No lo hay porque hemos perdido la capacidad de imaginarlo, y nos cuesta creer que la opulencia falsa, la riqueza ficticia, las comodidades irreales, se puedan esfumar. Pero lo hacen. Primero a cuentagotas, luego, a chorros. Y un día veremos a nazis agitando la bandera de la libertad, a fascistas luchando por derechos sociales, a todo tipo de autócratas prometiendo la salvación.

Y nadie cree ya en la salvación. Por eso no hay futuro. Hasta las palabras han perdido su significado. De puños han pasado a palmas abiertas, blandas y fofas, sin pegada. Las palabras han copado la acción, y si el discurso toma el poder, el verdadero poder sabe que no hay problemas. Son simples sílabas descoyuntadas.

No hay futuro.