Alemania dictó la senda. En
España, mamporreros como Felipe González la sugirió, previendo el desastre. Y
ahora viene de nuevo a la cabeza, con titulares como el de El País de “Congreso
ingobernable” referido a la fragmentación de partidos extrapolando los datos de
esta votación a unas generales. Miedo a que la “responsabilidad”, marcada a
fuego en el hueco que dejó el marxismo en el PSOE, se vaya al garete ante la
realidad. Porque el PSOE es el mamporrero de la izquierda del PP, no se
engañen. Sociológicamente, España será “de izquierdas” (afirmación rebatible tras cuarenta años de franquismo) pero la realidad es que
quienes deben representarnos no lo son. Hasta ahora.
La casta, la clase política, el
privilegio… no hay adjetivos suficientes para la descalificación de nuestros
representantes. Que lo son, por otro lado, porque dependen de una casta, una
clase ciudadana de analfabetos. Sin ellos no habría los representantes que hay.
No pido una clase Alfa, al estilo de “Un mundo feliz”, porque no es viable.
Pido a los mejores con visiones de futuro, no a los más mediocres con visiones
limitadas de asnos subyugados.
No quiero glosar los resultados.
Basta ver los datos y reírse de su interpretación en los periódicos varios,
todos ellos muy analíticos y apocalípticos. “El avance eurófobo aboca al
continente a una gran coalición”, dicen en El Mundo. Es como si los votos de la
“extrema” derecha no fueran ahora legítimos, pues les desborda la radicalidad
por su lado y es malo para los negocios. La cuestión es que, si les desbordan
los extremismos, y lo que llaman extremismo (habría mucho que decir en algunos
casos) será porque no han logrado centrar, en el sentido más sensato del
término, las cosas. Porque no hay proyecto más allá del de las grandes
corporaciones, empresas y fortunas que conforman realmente el proyecto de la UE.
La UE es un gran mercado de capitales, no una
ciudadanía compartida. Es un mercado, no un espacio social. Es una ratonera, no
una liberación. Y eso es lo que perciben ahora los ciudadanos de cada país. Si
ceder soberanía conlleva miseria, ¿me interesa ese proyecto? Y de paso, voto
pensando en mi país. Eso es lo que ve un ciudadano medio, enfadado.
No, la Gran Coalición no es algo entre
los partidos tradicionalistas, bastiones de un poder establecido al que
representan realmente como intermediarios entre ellos y la ciudadanía, que se cree lo contrario. La Gran Coalición debe darse entre
las izquierdas que rebasan lo establecido. Entre pequeños partidos. Entre los
miles de personas desencantadas y críticas, no meros analfabetos. Esa es la que
hay que buscar.
Y ahora, circo…
Un saludo,