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miércoles, 30 de marzo de 2016

Risas de ser español

Termino de ver el último episodio de "El ministerio del tiempo", con sus gags de funcionarios y sus viajes temporales a épocas de la historia de España que resultan muy amenos y hasta instructivos. Es buena serie, a pesar de... a pesar de ser española, me dirá alguno. A pesar de su maltrato como todo lo que tiene calidad y proyección. Que los guionistas (uno fallecido) sean de Carabanchel puede que ayude. En nuestro barrio fuimos siempre muy macarras, muy echados p'alante, muy castizos pero a lo bruto. Y si teníamos imaginación, además, éramos imparables.

El último episodio es emocionante. Al menos, a mí me lo parece. Cuando visité el museo del ejército en Toledo (o "museo de algo que lleva uniformes y cacharros que aunque matan no lo diremos para no ofender a nadie", diría...) me sorprendió el rayadillo, el uniforme de la época. Y las condiciones deplorables de todos, tropa y demás. Y cuando leía para documentarme, con vistas a la ucronía que escribí, era brutal encontrarse entre quienes escribían y leían una conciencia malditista de ser español. Falta de medios, siempre. Si un capitán comía paté francés en tostadas saladas belgas, sus soldados apenas comían garbanzos con gusano. Si un teniente de rica familia tenía las botas y el fusil limpios, era porque pagaba en cigarrillos a siervos, no soldados, para ello. Y si un comandante tenía chalet en Melilla, lo había construido de gratis una compañía para él, abastecido con el almacén del ejército. Corrupción, ADN. 

Pero digo, es emocionante. Ver lo bien que reproduce a esos hombres jodidos, puteados, de todas partes, analfabetos, peatones de la historia de España que iban, pegaban tiros, luchaban, sudaban, enfermaban y eran defenestrados mientras capullos de traje y corbata pensaban en la nueva comisión a pillar, es brutal. Brutal ver una manifestación de la PAH y a un veterano de Flandes defendiendo a la anciana (con motivación sicalíptica, va, pero está ahí) y ver cómo siempre nos pasa igual, anarquistas sin fuerza física, aunque sí moral, siendo jodidos por los que tienen ausencia de moral y exceso de fuerzas. Y ver a los últimos de Filipinas, esos tipos que llegaron sin pena ni gloria a una España que los repudiaba por ser recordatorios de todos los males que les habían causado, es emocionante. Y bien trazado, qué cojones que diría aquel.

Ser español parece que consiste en echarse unas risas. De que casi nombren a un buque de la Royal Navy como a uno de nuestros mejores marinos, reivindicado por un colombiano, ese Blas de Lezo que aún no sabemos símbolo de qué es (unos rápidamente le abanderan para su causa y otros le ignoran, como siempre, pero nadie pondera) y que ha provocado una hilarante respuesta de vergüenza por los británicos, eliminándole rápidamente de las votaciones para no sentirse humillados. Ser español parece ser eso, olvidar el pasado o recordarlo con sarcasmo, risas negras y ojos en blanco. Ser español da risa porque nos reímos, pero al mismo tiempo exigimos seriedad, lo que provoca aún más hilaridad...

No voy a dar el mítin de "apoyemos el producto ESPAÑOL" en plan que hay que ver la serie y mandar cartas y bla bla bla. ¿Para qué? De las consecuencias positivas que tiene la educación y la globalización es que puedes encontrar lo mejor en todas partes, sea aquí o allí o en medio. Pero mi corazoncito titila con esta serie. Me asoma lagrimita. No sé, siento que no es ese cine triunfalista y acartonado de la Cifesa o las pelis donde el héroe es de granito sólido y una cruz en el pecho. No es ese lenguaje grandilocuente y plomizo que abotarga los oídos. No es esa cultura es otra, es nueva, es diferente, no mejor, si no nuestra, de ahora, de éste momento. Y por eso merece la pena. Porque es nuestra. Es la manera de reivindicar nuestros mitos, nuestras epopeyas, nuestras leyendas. Quizá, y esto lo digo con la boca chica pero lleno de orgullo, la manera de un carabanchelero que supo hallar en las salas recreativas tapizadas de crujiente cáscara de cacahuete y humo de tabaco negro esa visión nueva, esa mirada diferente. Cada generación tiene la suya, ahora tenemos la nuestra. 

Y ya que estoy, si alguien escribe sobre el general Gutiérrez de Otero y Santayana yo quiero leerlo, que sigo diciendo merece una novela. Arandino de secano y terminar siendo el artífice de dejar manco a Nelson en Tenerife... coño, eso es otra epopeya. Que el tío jodió a los ingleses en varios sitios... seguro que diciendo, en algún momento, "anda y que os den morcilla". De Aranda, claro. :P

Un saludo,