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miércoles, 9 de enero de 2008

Ofertas a cascoporro

Comienza la nunca acabada campaña electoral que debe culminar en marzo, y estamos ya unos cuantos cansados. Una amiga de mi novia, residente en París, apagó la televisión el día que comenzó allí la segunda vuelta de las presidenciales. No la ha vuelto a encender (también por otros motivos) Quizá aquí haga yo lo propio, aunque es difícil sustraerse a toda la propaganda que hay en otros medios.

Las ofertas son, como en ciertas empresas, publicidad engañosa. El pretendido radicalismo de unos y otros es, en el mejor de los casos, mascarada. Y las soluciones propuestas para problemas reales, chistosas. Lo peor es lo de las soluciones para problemas que no existen o son irrelevantes. Y mientras, los ciudadanos miramos todo con ojos cansados y andar pesaroso.

El debate ahora va por temas de laicismo radical o catolicismo herido. Entre impuestos e impuestos. Educación (como todos los años) desempleo, ETA, vivienda… todo temas recurrentes. Parece que viviéramos un perpetuo estado de malestar inconformista, que no avanza, ni retrocede, porque se tironea por los cuatro puntos cardinales. Y digo yo, ¿acaso no hay solución práctica que dure más años que los puñeteros cuatro de rigor?

En Francia no hay problemas con la Educación. En ningún país europeo subsiste un terrorismo nacionalista como en España. Los impuestos son siempre un tema de los tecnócratas, que los reparten entre los que se necesitan para pagar a la elite gobernante, a sus administradores o empleados públicos, y el resto para el bien general del país. El desempleo, coyuntura económica, requiere leyes sociales cambiantes (las únicas que deben modificarse) y mentalidad empresarial diferente, aparte de cambios administrativos fáciles de hacer (un amigo, Chus, me comentaba sobre éstos y los resultados en otros países, positivos…) e igual sobre la vivienda, aparte de una cierta educación del consumidor, que le haga ser más exigente y menos anclado.

Cada español esconde un entrenador de fútbol, un estadista en ciernes y un prohombre sin par. Yo no creo que nuestros políticos, por el hecho de dedicarse a ese mundo, sepan más que un ciudadano de a pie. Pero sí conocen mejor los resortes de un poder establecido y gestionado por ellos, usando y manteniendo las oligarquías partidistas y sectoriales, lo que les hace más capaces de dirigir nuestra vida pública y también privada. Quizá cambiando esa estructura cambiaran los enfoques de muchos problemas. Creo que, hoy día, todos aceptamos la democracia, aun cuando no es absolutamente real como en nuestros tiempo, como un sistema adecuado. También que merecemos soluciones prácticas y reales ante problemas serios, y el derecho a reclamar si no se arreglan convenientemente. Y por supuesto, un Estado donde no hubiera interferencias de grupos de intereses privativos. Pero todo esto suena a utopía…

En todo caso, ya llevamos meses y meses de ofertas. A cascoporro, como dicen los chanantes.

Un saludo,