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lunes, 12 de octubre de 2020

Rey o República.

 Los doce de octubre en el mundo, pero especialmente en España, son siempre motivo de polémica. Que si masacre de indígenas (y aquí resumo; sí, pregunten a los franceses, portugueses y anglosajones en general, más criollos independientes después...) que si nada que celebrar (bueno, como amante de Roma, un día festivo es de agradecer...) que si no hay orgullo por nada, que si la bandera, el ejército, el Rey... El Rey...

Pablo Iglesias, el inmoral vicepresidente que dejó Vallecas por un chalet con hipoteca y vida burguesa (todos sabemos que un izquierdista debe mantenerse pobre y demostrarlo, como Calpurnia casta y los Doritos con glutamato) ha estado en la tribuna de autoridades (porque es vicepresidente de un gobierno social-comunista e ilegal) con su pin rojo antifascista (¿Qué es ser hoy día antifascista?) y viendo cómo se acercaban sin mucho orden ni concierto los representantes de bomberos, SAMUR y SUMA, a la tribuna, desluciendo la marcialidad de los demás (profesionales del paso de ganso, como decía Henry Jones en la tercera y última de la saga) y declarando así que es republicano. Guay. República. Frente al Rey. Esto antes ni se pasaba por la cabeza de muchos (menos de Anguita, claro).

Los que están siempre defendiendo al Rey, Felipe VI o el anterior ya olvidado, siempre tienen un argumento estrella; no es un profesional de la política (entendido como un cleptócrata consumado eso de ser un político) y cuesta menos que un presidente republicano. Ese es el argumento "económico". Luego están los demás. Que si la historia, que si la tradición, que si lo carca... Oye, genial. Un minúsculo, pequeño, tontísimo detalle; un Rey es alguien que asciende al puesto de manera hereditaria (o por dedazo de un dictador, o, perdón, un señor algo autócrata) y no hay manera (al menos, tal y como se concibe constitucionalmente) de quitarle de ahí. El olvidado robó, para sí y su familia (que atrajo a los cleptómanos no profesionales como los Urdangarines...) y ahora vive en su excelente olvido con un "quitadme lo bailao", dicho con esa nonchalantería y campechanía que exhiben desde que los borbones son borbones en España. De alguna manera, la sensación que tengo es que hicieron de España su colonia (en Francia quedaban unas pocas décadas para la Gillete de cuerpo entero) y nos quitaron la opción de evolucionar con los Austrias (más sosos, pero más profesionales) a algo más, no sé, molón. Porque la historia de España desde los borbones es... joder. ¿Cómo decirlo? Nefasta. En muchas cosas.

Pero claro. Tienes luego a los que están siempre defendiendo una República y sacan como bandera la tricolor de la II, con todo lo que implica su compra. Que si moral de perdedor digno, que si intento efímero de ilusión, que si aquello molaba... Oye, una república burguesa apiolada por los reaccionarios (el trío calavera de altar-trono-ejército) y los revolucionarios (¿me da turno para mi revolución, porfa?) y con los del medio peor que el ejército romano en Cannas, pues... Como que no. Ni saben qué quieren. Qué proyecto de República, qué maneras (federal, unitaria, centralista, atomizada, cantonal los miércoles, asociada...) y qué todo. Entonces piensas en Estanislao Figueras y dices "cómo no iba a estar el tipo hasta los cojones de todos nosotros..."

Pero me está quedando un post equidistante y casi casi Pérezrevertiano. No. La verdad que prefiero una República a un Rey (por esa tontería de la limpieza de cargos cada cierto tiempo, porque mola ver algunas como la de Portugal que se permiten ser eso, molonas, porque, bueno, uno cree que es lo racional...) pero no a toda cosa, no de cualquier manera y no a cualquier coste. Y uno se acomoda. Entra en lo friki y se deja llevar, se aísla de la realidad y prefiere la alternativa. Eso de la trampa de la ilusión. Y roto el bloqueo de la realidad infructuosa, impedida y frustrante, piensa que los reyes que quiere son los del mus, o a Drácula, y las repúblicas que masca son las de Roma, y las democracias, aquellas de escalera como la ateniense, con cargos por sorteo. Y luego, con calma, me saco un libro y leo un poco por evadirme. 

En fin. No hay nada que no se pueda celebrar ni dejar de celebrar. Y que griten todos, que mientras no saquen las armas, yo no sacaré el pasaporte. 

Un saludo,