Buscar dentro de este batiburrillo

jueves, 29 de noviembre de 2007

Lecturas (2)

Retomo este tipo de escritos, porque me encanta hablar de los libros que pasan por mi manos y ante mis ojos.

Últimamente he dejado un poco de lado la novela sin más, la novelita, el librito instrascendente, el relato sin complicaciones. Y cuando vuelvo a ella, logro retomar las ventajas de la imaginación, del vuelo libre, del sueño lánguido y perezoso. Me vuelvo a sumergir en mundos ficticios, muy reales, propios y ajenos, tenebrosos y soleados. Las palabras deciden entonces jugar una danza que entrelaza descripciones de lugares, hechos y personas, un baile del tipo de Salomé, ejecutando así la decapitación de mi cabeza que no puede dejar de leer, hipnotizada. Estos libros son, en definitiva, un Maelstrom voraz, un vórtice turbulento, una llamada al fondo de mis entrañas...

Como el hombre que estaba enamorado del amor, yo estoy como lector enamorado del hecho de la lectura, sea ésta la que sea. Leer es un acto entonces libidinoso, sensual, pornográfico, reverencial, mágico, anodino, susurrante, soso, especial siempre. Leer, como amar, se convierte de pronto en el acto en sí mismo, no en lo que se lee. Puede ser un libro de Pérez-Reverte, como el último de Un día de cólera que he comprado ahora mismo y ya estoy terminando, arrebatándome del tiempo, del espacio y de la realidad para llevarme a otro Madrid que no es el de ahora, pero lo fue. O el de Julia Lovell sobre China, La gran muralla, apresando mi crítica hacia ese país, esa forma de pensar, ese lugar exótico y también destartalado, si he de dar crédito a lo que Rafa (Tardaba en asomar aquí, mi Rafita...) me cuenta. Pero también es la novela épica, chusca, española, castiza, grandiosa y triste de Pérez Galdós (Otro Pérez famoso) sobre Trafalgar, primero de los Episodios Nacionales, iniciados con una derrota, por orgullo, por decencia, por ineptitud, por honor... y puede ser el libro de un español con seudónimo anglosajón como J. S. Charles, con La caída del Águila en donde mezcla para mi júbilo dos mundos, el de Lovecraft (Maestro de pesadillas, de ambientes, de deformadas realidades) y el de la historia de Roma... también Javier Negrete, primero con Señores del Olimpo y después con la magnífica ucronía de Alejandro Magno y las Águilas de Roma... también me ha hecho soñar León Arsenal y su exploración en La boca del Nilo, novela histórica cuyo género cada día copa más el mercado. Pero no olvido a mis fieles escritores, y no puede pasar un año sin que relea con gusto Cosecha roja, de Dashiell Hammet. Todo está ahí, todas las muertes, toda la sangre, todo el cinismo, toda la reserva última de decencia del hombre, todas las mujeres, todo delito por dinero, toda corrupción... sin estas historias, sin estas novelas, el mundo sería gris. Y si no hubiera una voz como las que las narra, alguien debería impostarla. Yo me siento agradecido a todos ellos, porque me han dado su verbo, su letra, su imaginación, y me la han regalado, pagando el mezquino precio del libro que abro. Como mi novia (Ojalá, futura esposa) sabe, mi idea de ir de compras es asaltar las librerías, y lamentarme del tiempo que falta para leer.

Añado también a esta relación, escasa, minimalista, inútil a fin de cuentas, un tipo de lectura que la gente que me conoce entenderá y los que no, pues lo siento por ellos. La que hago cuando escucho a mis amigos interpretando, en una mesa, con simplemente hojas de papel, lápices, gomas y dados, personajes, situaciones y momentos que nunca más se darán. Hablo de esos juegos de imaginación que algunos desconocen (¿Acaso leer no lo es? ¿O ir al teatro?) y que se llaman de rol por la interpretación que uno hace de personajes ficticios, inventados por uno mismo. En ellos, yo, como lector, y como narrador al mismo tiempo, disfruto. La imaginación entonces no tiene un límite, no tiene barreras. Pero, como en la lectura, es imaginación...

En fin. Éste no sé si es mi último año consumando mi placer absoluto de ir a una librería y encontrar un libro que enseguida catalogo para lectura inmediata, como el de hoy de Pérez-Reverte (Y al tiempo, dos más, uno de narraciones verbales de Oscar Wilde y otro biografía de Hitler, de Kershaw... las memorias de Azaña son para lectura tranquila y estudiosa) o de otros que me doy una espera o incluso me pienso para una enfermedad o lesión (¡Falso! Nunca he leído más en esos casos... la fiebre ya teje fantasías suficientemente coloridas, y el dolor de las lesiones incapacita para disfrutar... no entiendo a los que dicen haber leído en esas épocas; yo, a lo sumo, me meto en una cama, en pleno día, con un libro, y al calor de las mantas, leo, luego duermo, luego leo... y ahora encima, sin necesidad de quitarme y ponerme las gafas...)

Quizá el año que viene mis lecturas sean, desgraciadamente, pdf's marginales, obtenidos clandestinamente, o libros descuartizados, maltratados, de bibliotecas de las que me gustaría salvarlos y darles acogida en la mía, que espera, para el 2008, un lugar no sagrado, pero sí respetado y cuidado. Mi nueva casa...

Un saludo,

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cataluña

Quizá el ser del "centro" (¿Qué centro?) permita otra perspectiva de esta tierra española. Y empiezo así, considerándola española, porque comparte mucho del carácter de otras partes de la península e ínsulas.

Cataluña me encanta. Me parece un lugar privilegiado, si bien, como muchas otras partes, sobreexplotado. Especialmente Barcelona, ciudad en la que he estado varias veces, y que posee un carácter especial. Pero en general, toda Cataluña, la que he visitado, tiene un extraño aire de lugar antiguo, del pasado, no muy lejano, de mi infancia. Ciudades sucias, desconchadas, asfalto roto, pátinas lustrosas, un carácter de gente muy cercano al de mis vecinos. Sé que suena extraño, pero la Masía que funcionaba de casa rural en El Garraf en donde pasé un fin de semana, no tenía tanta diferencia con respecto a las casas de León donde pasaba mi infancia, o de Burgos en donde paso ahora algunas temporadas.

Los que aducen el tema del idioma no comprenden que, en otras partes, se puede hablar diferente. Y en Cataluña, aunque suene a chiste, hablan catalán. Que si se hace un esfuerzo, se puede entender en gran medida. Y que, como nosotros cuando usamos una palabra local, propia, es el lenguaje vivo, propio de su población. Un madrileño que crea descortesía el que le hablen en catalán estará errando. Como me decía mi nuevo amigo Francesc (Bien escrito, espero) debe haber un "catalán loco" (Que aunaremos al "vasco loco" y similares) que va por el mundo derrochando descortesía y hablando en catalán muy cerrado en cuanto percibe a un castellanoparlante... pero no es así. Aunque encontré un caso similar, más bien lo considero anecdótico. Sucedió en Irlanda, así que lo tomaré como que el "catalán loco" existió por unas horas...

Yo no tengo inconveniente en usar palabras de fuera. Gerona me suena mejor pronunciando "Yirona", y lo mismo con el Juventud de Badalona; "Yuventut". Tienen sonoridad, tienen fuerza. Y me asombra que aquellos que dicen "Briefing" o "Bye!" a cada tanto, por ejemplo, abominen de un simple "Si us plau".

Claro que está el tema político, y el independentismo. ¿Qué será que allí muchos con los que se habla piensan que sus políticos no representan ni a un 10% de los que allí viven? Será el problema de toda España, el de la Administración triplicada (Estatal, Autonómica y Local) que en vez de descentralizar los esfuerzos y lograr mayor eficacia, ha logrado crear parcelas de poder ineficaces y en las que colaborar es casi un delito. Especialmente se nota en los lugares nacionalistas, que se han servido (Sus políticos, como siempre; las personas normales piensan más en lo que cuesta todo y en si mañana será mejor día... como en todas partes) de un cierto victimismo de "Cuarenta años de franquismo" con el que justifican aquello de lo que abominan; un nacionalismo excluyente, cerrado en sí mismo (Tancat, dirían los catalanes) y que limita a los demás por imponer lo que se considera "cultura oficial". Tanto es así, que al catalanismo, al vasquismo, al tímido galleguismo, se han unido ya los que reivindican el Bable, el Lliunes... y otras variaciones de la lengua. Yo, si sigue así... ¡Quiero que el Cheli se reconozca dentro del espacio geográfico de Carabanchel como lengua vehicular, y la cultura asociada también! Ah, esperad; Esperanza Aguirre está creando ya un cierto nacionalismo... madrileño. Pero al menos aquí no se ha vivido un victimismo beneficioso para Cataluña, a pesar de tener bien jodidos a muchos, de que Franco quisiera llevarse la capital a Sevilla, de que los madrileños más castizos palmaran y el resto sea de la inmigración... claro que tambíen los políticos capitalinos (Aquí juntamos la cuarta administración ineficiente, la dedicada a las testas coronadas...) han mirado con indiferencia a Cataluña. Y al resto. La "periferia" que dicen fuera. Madrid es perezosa...

Todos queremos ser diferentes. Pero la diferencia no significa el expulsar al resto. Significa reconocer los rasgos que nos hacen especiales (Y no tanto, no tanto) pero sobre todo los que nos hacen iguales. En España, en cualquier parte, nos unen cosas similares; el trinquismo de los políticos, el obviar los problemas reales para centrarnos en nubes de algodón, el intentar llevar la razón contra viento y marea, el estar tres en una habitación y pedir cuatro cafés diferentes y expresar cinco opiniones distintas sobre el mismo tema...

Yo, de todos modos, no creo en el independentismo. ¿De quién, de EEUU? ¿Del Capitalismo? No, no hay ya nada de eso. Como me decía Francesc, me prefiero como un Hispanorromano; es una buena denominación. Al menos, mejor que el triste corolario que sacaba Ortega y Gasset de reflexiones más profundas que las mías y que cito de memoria: "Los españoles serían felices si pudieran llevar en el bolsillo una constitución personal que dijera Este españolito está autorizado para hacer lo que le venga en gana cuando quiera"

Seguiré disfrutando del Trinxat, el Pà amb Tomaquet o la crema catalana... y a pesar de que no puedo con las bebidas de burbujas (Me producen mucho malestar, el cava, la sidra, el champán... esas cosas; el boicot me lo hace mi estómago...) levantaré siempre una copita de vino, del lugar o de cualquier lagar, siempre que me la sirvan con los amigos, las personas con ganas de vivir y... las buenas mozas.

Otro día hablaré de Madrid... ciudad cosmopolita en una región castellana. Y ciudad accidental, pero imprescindible. Como tantas otras. Yo ahora me haría neoyorquino... (Antaño, dublinés, o lisboeta, e incluso gijonés)

Un saludo,

jueves, 22 de noviembre de 2007

El cine acrobático

Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd. Charlot, Cara de palo y El hombre de las gafitas. Tres cómicos que en el mudo hicieron portentos, cuando los efectos especiales eran ellos y las acrobacias solían terminar en alguna caída dolorosa. El cine original, como los EEUU, se construyó mediante trabajo duro, muchos accidentes y una voluntad férrea de seguir adelante.

Sus películas están llenas de carreras, saltos, cabriolas, persecuciones, peleas, escaladas y golpes de todo tipo. Si nos encanta ver a alguien que intenta una proeza y se cae, provocando la risa, no es menos cierto que nos asombra el equilibrio, la fuerza, la potencia y la habilidad para pasar de un salto un precipicio, correr un campo entero con obstáculos, trepar a un edificio sin más ayuda que las de las manos o patinar al borde de un abismo. Los tres hicieron estas maravillas, arrancando lágrimas, carcajadas, risas cómplices, bocas abiertas expectantes y suspiros de alivios. Era un cine trepidante. Un cine que no daba descanso.

Después de ellos, llegó el sonoro. En él abundaron los galanes como Rodolfo Valentino, pero hablando. Y los diálogos tomaron el relevo, cosquilleando los oídos con ingeniosas frases, con réplicas mordaces, sentencias de enjundia... pero se perdió esa alegría física de los actores que iban a 18 fotogramas por segundo, a una velocidad que hoy se piensa es de dibujos animados. Y llegaron los Erroll Flynn y los Burt Lancaster, dando saltos entre árboles, cabalgando con precisión, tomando al abordaje barcos mediante arriesgadas maniobras con los cabos sueltos... y se hizo musical, porque llegó Gene Kelly que convirtió un duelo a espada en un baile coreografiado (Bueno, ¿no lo es la esgrima?) o se dedicó a homenajear precisamente a los cómicos del mudo con su gran película, Cantando bajo la lluvia. Todo un broche de oro desde el sonoro para un cine que era, puramente, cine.

Tampoco me puedo olvidar de una de las mejores películas con la casi mejor secuencia de esgrima de la historia; me refiero a Scaramouche. También es un cine acrobático, mudo, y lo es porque la secuencia, larga, juega a mostrarnos el mundo entre bambalinas de los actores de teatro, y a la vez, a luchar contra esa tiránica aristocracia cuyo espectáculo es tambien hermano suyo. El equilibrio de Stewart Granger peleando con Mel Ferrer en el palco, durante casi 10 minutos de trepidante duelo, es antológico. Y la tensión, la aventura, las sensaciones que despierta todo ello son magníficas.

Después... después el cine entró en otra dinámica. Cacharros con aparatosa forma, caídas torpes (Aunque tengo cierto cariño a Jerry Lewis) y pocas gracias. Hasta que hace poco, el cine acrobático parecía retornar, primero de la mano de los orientales (Muchos cables, fantasía y falsedad) y sobre todo de un incombustible y muy poco apreciado Jackie Chan (Que es para mí impresionante) pero sobre todo lo consiguió de la mano de grandes producciones de cine fantástico y plagado de efectos. Terminator 4, Matrix Reloaded, el último 007 o La jungla 4.0 contienen escenas donde el protagonista no es ágil, alegre, fascinante ni tampoco sincero. La primera y la segunda tienen una secuencia larga y aburrida en una autopista donde los protagonistas son gente seria, pesada, grave, estéticamente pedante y pasada. Duran mucho y las acrobacias, a cámara lenta algunas, son ya pornográficas en el sentido de mostrar todo sin más, pero sin arte, tampoco. Las otras dos contienen escenas imposibles, en las que un cuerpo humano no podría hacer eso que hacen. Y especialmente todas contienen grandes masas de coches y de asfalto, de edificios, de explosiones... masas de destrucción y aniquilación que no producen, paradójicamente, más que aburrimiento.

El cine acrobático de los tres primeros, Charlot, Cara de palo y El hombre de las gafitas era sincero, estaba hecho por ellos (Con fracturas, esguinces, pérdidas de dedos o algún sentido) y pretendía mostrar hasta dónde llegaba el hombre en ciertos casos, tensando al máximo sus capacidades, pero siempre guiados por la voluntad. Ahora, el cine muestra falsedades, tanto que dan ganas de ir con un mando de consola o simplemente, no ir. ¿Qué ha cambiado?

Por si acaso, me quedo con dos frases, una de Sabatini y otra de Burt Lancaster. La primera nos dice que nació con un don de la risa y la seguridad de que el mundo estaba loco. El segundo nos advertía que no debíamos creer la mitad de lo que viéramos, y la otra mitad... pues tampoco. Ambos eran, siempre, sinceros.

Un saludo,

martes, 20 de noviembre de 2007

Lecturas (1)

Uno de los mayores placeres es leer. Sentarse, acomodarse en un lugar propicio, y tomar el libro (O el cómic) donde te van a contar una historia que, si es buena, te hará formar parte de la misma. En silencio, con música, en un día de sol, de lluvia, en la playa, dentro de casa, sobre la hierba... casi cualquier lugar es bueno. Incluso yendo a trabajar en el vagón de metro o tren, en el autobús, si vas sentado. Tengo un tic, que es curioso, cuando salgo. Siempre miro algún libro que me pueda leer en parte durante el trayecto, y eso me sucede incluso cuando voy a coger el coche. Alguna vez me he sorprendido llevando un libro y dejándolo en el asiento del copiloto...

Siempre descubres autores nuevos, lecturas nuevas. Incluso géneros. Hasta el año anterior (o el otro, no sé ya) no conocía las "Ucronías". Ciencia ficción de la historia, imaginativa, estudiada, sorprendente. Una de ellas es sobre la guerra civil española, la última, y se titula Franco, una historia alternativa. Otra del mismo tema es La historia de España que no pudo ser. En ambas ucronías se despliega, durante varios relatos, alternativas a los hechos históricos que todos conocemos o deberíamos conocer. Y así resulta curioso ver que la Historia no es inmutable, no es fija, ni tampoco hierática. Es un ente vivo constituido por los seres que la narran, los que la protagonizan y los que quedan fuera del foco. De éstos últimos, de la historia de los que no salen nunca, es interesante ver que nadie habla. Franco, Azaña, Rojo, Negrín, Caballero, José Antonio, Yagüe, Companys... pero nada de los García, los Pérez, los González o Villuegas que hay por la historia protagonizada por otros.

Si las ucronías son para mí una revelación (Parte historia, parte ensayo, parte Ci-Fi y parte novela) también lo son algunas biografías y memorias. Guardo buen recuerdo de las de Cansinos Assens, La novela de un literato, así como de las que tienen Stephan Zweig con El mundo de ayer o la de Miguel Torga de La creación del mundo. Ahora mismo estoy con las memorias de Pablo de Azcárate, Mi embajada en Londres durante la guerra, que también recogen un período interesante de la historia. En todos los casos, son memorias de un siglo, de momentos entre el final del XIX y el XX. En ellas, la memoria es interesante ante ciertos aspectos conocidos; la Gran Guerra (Luego, por eso de dar ordinales, Primera Guerra Mundial) los felices años 20, la Depresión y las crisis de los años 30, los totalitarismos, la Segunda Guerra Mundial, las posguerra y el fin de un mundo... con ellas, uno se da cuenta de que no hay "cierres" temporales, puertas o paredes que delimiten un siglo respecto de otro, salvo el cómputo del calendario. El siglo XIX casi comienza en la revolución francesa (e incluso en la independencia nortemericana) y termina allá por Nagasaki, en medio del siglo XX. A los que gustan de la categoría aristoteliana, ésto les parecerá un horror, pero es la conclusión a la que llega uno.

Pero las memorias, que suelen dar una luz sobre el mundo histórico, suelen ir acompañadas de esa especie de crónica literaria de actualidad mezcla de biografía, de historia y de sensacionalismo que es el periodismo. Tres buenos periodistas del siglo XX, Josep Plá, Eugenio Xammar y Ryszard Kapuściński, tienen obras buenísimas que trascienden el periodismo. Los dos primeros cubrieron, respectivamente, uno la II República española (Inicialmente con entusiasmo no exento de ironía e incluso algo de escepticismo, pero turbadoramente optimista... hasta que se pasó al otro bando) y otro la República de Weimar y el ascenso de Hitler y el partido nazi en Alemania. En sus crónicas, recopiladas en La segunda república española y los dos libros de El huevo de la serpiente y Crónicas desde Berlín, ambos muestran oficio, manejo de la palabra pero, sobre todas las cosas, percepciones certeras, análisis muchas veces confirmados con el tiempo y, en suma, clarividencia. Pero Kapuściński no queda atrás. Desde su desolador relato de la URSS en El Imperio, o El Emperador, soberbia narración de la Etiopía de Haile Selassie, logra dar voz precisamente a esa parte del mundo que, tras la Segunda Guerra Mundial, quedó aislado del resto; el mundo de la distopía comunista. Así, estas personas nos regalan impagables imágenes, palabras, hechos, cosas diarias que engrandecen a los pequeños protagonistas de la novela del mundo, los que no tienen foco, los que lo reciben de éstos hombres. Porque en Pla o Xammar hay figuras de gran calado, pero también sitio para panaderos, soldados, conductores de tranvía y otras personas anónimas que son quienes constituyen la verdadera afluencia de la vida. Y en Kapuściński mucho más, incluso, y encima, la valentía de contar un mundo separado, autónomo, impagable el relato que nos regala siempre de cualquiera, desde un monje armenio hasta un pilluelo de Adís Abeba o la desaparición de todo un río en medio de la inmensidad de Rusia...

Ucronías, memorias, biografías, periodismo... todo se entremezcla, ningún género es puro. Todo queda al final fuera de la comodidad de las etiquetas, de la facilidad del prejuicio. Leer es por ello interesante, un pasatiempo, sí, pero también una ventana más amplia al mundo, abierta por seres excepcionales, a veces, o simplemente testigos que intentan contar lo que ven, oyen, olfatean, degustan y palpan. Todos somos así, no digo cultos, si no, más bien, alfabetos.

Un saludo,

lunes, 19 de noviembre de 2007

Blade Runner

Antes del DVD, de lo digital, de lo espectacular, de muchas cosas que ahora nos parecen usuales en el cine, se hacían otras muchas cosas de manera artesanal. El traje de Alien diseñado por H. R. Giger; los escenarios de 2001, minuciosos y sofisticados; las masas de extras en cualquier película del Scope... y Blade Runner.

Para mí, es un antes y un después. Antes de verla, no sabía que el cine pudiera ser tan especial. Después, todo el cine puede contar cosas que los libros de filosofía no registran.

Cuando la ví, en un reestreno posterior a 1982 (Entonces se hacía, más a menudo que ahora) era la versión comercial, con la voz en off, con el final feliz... y aun así, era especial; el futuro apestaba. Lluvia radioactiva, un mundo globalizado, con bicicletas, paraguas, neones desvaídos, chinos, hispanos, animales artificiales, sectas como el Hare Krishna, suciedad en grandes cantidades, noches ominosas, luces parpadeantes, emigración fuera de la Tierra... la ambientación de una distopía, un futuro poco edificante. Quedé impactado. Además, algo había de "mensaje", de visión del mundo desde términos inquisitivos. Y la banda sonora de Vangelis...

Lo primero de todo, me cautivó la recomposición del cine negro. Bogart reconvertido en Ford, Bacall en Sean Young... luego, las alusiones a la humanidad, el qué era ser humano; recuerdos, sentimientos... finalmente, el juego de caza, de tensión, de lucha. Era otro cine. Pasé días enteros buscando un abrigo similar al de Deckard, oyendo la banda sonora de Vangelis, leyendo el relato original de Philip K. Dick... y pasó el tiempo.

Un día, alquilé la película en VHS. Sería finales de los 80. Volví a sentirme cautivado, pero entroncaba además con algunas de mis dudas existenciales; sueños, realidades, mundos artificiales o naturales... y llegó el primer momento de "revelación". El reestreno de la versión que Ridley Scott se supone quería mostrar al público. Inicios de los 90. Fui al cine con mi hermano, una pequeña sala infame, llena, con ruido, molestias y calor, cerca de Gran Vía. Quedé sobrecogido. Ya tenía una teoría de la película, casi de la vida y parte del mundo, pero aquella tarde la rubriqué como casi definitiva.

No acaba aquí mi relación con la película. Nietszche, Unamuno, otros escritores de Ci-Fi, muchas cosas más, añadieron riqueza a Blade Runner. De pronto, un día, en el instituto, un profesor de filosofía sustituto, que parecía venir del punk de los 80, siniestro, licenciado y joven, nos la puso en clase. ¡Qué cambio de pedagogía! Algunos saludaron la película como una clase para saltársela, otros la vieron por ver algo... yo, en pantalla pequeña, me puse ese día en primera fila. ¡Qué diferencia de profesores, repito! el anterior, fumador en pipa, y obsesionado con la lógica ("Si A entonces B y si B entonces C, ¿qué tenemos?") el buen hombre no avanzaba... era conservador, funcionario, avejentado... casi como el edificio carcomido del final de la película, se le escapaba la vida entre sus grietas, como el agua supurante, y no era capaz de ver su propia ruina y decrepitud. El sustituto certificó mi idea; era una gran película a la altura de casi cualquier otro tratado de filosofía.

Los años pasaron, siguieron adelante. La pude ver alguna vez más, la conseguí hace pocos años en DVD, incluso, ¡qué cosas! un amigo, Raúl, me pidió la versión de 1982 que ya era una rareza (Y lo es, no encuentro copias...) y seguí incorporando cosas a la película. Su parecido obvio (Y no tan obvio) con Metrópolis, de quien es deudora, su denuncia de un mundo explotado y por tanto ecológicamente devastado (Lluvia ácida, falta de animales, oscuridad casi perpetua, contaminación que no deja pasar la luz, éxodo humano al espacio...) y sobre todo, sobre todas las cosas, esas pregunta esenciales de "¿Qué me hace ser humano? ¿Y qué es un humano?" junto con una voluntad ante la vida (El clavo es visto como cristiano; yo lo veo nietzscheano, y lo mismo la discusión con el "Padre creador") la hicieron esencial. Entonces, llegó el 25 aniversario.

Eso ha sido ayer, día 18 de noviembre de 2007, en mi 31 cumpleaños. He ido al cine a verla con mi novia, Cristina, mi buen amigo Rafa y su hermano, Javi. Y aparte de sentir que yo he envejecido, pero no así la película, me ha lastimado un tanto que cambiara detalles menores y también que incorporara cosas insustanciales. No las desvelaré. Me he sentido, como no sentí en 1992 (En ese año, la película cambiaba radicalmente de discurso; en 1982, el final era esperanzador, pero en ese momento, el final era claro, duro, diferente...) que ha habido comercialización, antes que cine. Y el cine, una vez más, ahora como consumo antes que otras cosas. Pero a pesar de ello, sigue ahí... siguen las bicis, el atasco, el videoteléfono con pintadas, la falta de luz, los gestos de Ford como Deckard, el humo espeso de los cigarrillos, el agua infiltrada en el edificio, la mano de Batty, los origamis de Gaff...

"Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser un esclavo." - Roy Batty

Un saludo,

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Pornografía

Define el diccionario de la RAE pornografía como "Carácter obsceno de obras literarias o artísticas". Dice el María Moliner con mayor claridad que es "Representación o descripción explícita de actos obscenos en películas, revistas, libros, etc." En las dos, la palabra clave es obsceno.

Se ve en ésta definición una clara postura moral, una intención ética. Lo obsceno es pornográfico, se represente donde se represente. Me gusta más la de María Moliner, para qué negarlo, por completista. La cuestión es que, durante muchos siglos, la pornografía se ha asociado a una serie de cuestiones que me apetece comentar.

Primera de todas; es una industria asociada al crimen, a la explotación de las mujeres, a las drogas, a vidas truncadas y malogradas. ¿Es eso cierto? Hay gente que hace muchísimo porno, casero, amateur, incluso orgías que son de conocidos (Swingersakce, por ejemplo) o intercambios de parejas. Gente que acude a organizaciones o lugares para hacer tríos, probar ciertas cuestiones que a algunos les parecen nefastas... en suma, gente que no se asocia en absoluto al crimen, la explotación, una vida malograda, el consumo sin más de drogas... sin contar con los coleccionismos que se hacen muchas veces por personas perfectamente respetables y que, por lo menos, resultan entonces hipócritas. Aparte, hay que ver las nuevas estrellas del porno, gente que muchas veces se mete porque es un negocio más, o les gusta, pero no porque no les quede otra salida... ¡Si hasta la Sexta emite un programa llamado "Todos a 100" que va de esto!

Segunda; aburre y no es arte. Estoy harto de oirlo, como una especie de "coraza" o mantra intelectual ante el arrobo sensual que pueda producir alguna escena... aburre muchas veces porque es repetitivo, vista una... ¿vistas todas? No necesariamente. Hay porno y porno. No es lo mismo el porno de los años 70, y no es igual en cada país, que el de los 80, ni el de los 90, ni siquiera actualmente. Hay muchos cambios, muchas variaciones, atrevimientos, exploraciones. Incluso hay películas que exploran el mundo del porno (Dos; una frances y otra americana llamadas igual, El Pornógrafo) desde el ámbito de hacer un cine "diferente" o películas que lo incorporan como Nine songs o Los idiotas... es decir, aburrida es la persona que lo mira o la persona que se cree que lo ha visto todo y nada le excita ya. Y sobre el arte... pues arte, y vuelvo a los dos diccionarios, para ver diferencias, es "Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros" según el RAE, o simplemente "Manera como se hace o debe hacerse una cosa" según el María Moliner. La primera defición es más adecuada, ¿no? si bien la visión "desinteresada" es algo que dudo mucho ocurra cuando alguien hace algo... entonces, ¿la pornografía no es arte, una manifestación que a veces interpreta personalmente lo real o lo imaginado, mediante recursos plásticos (películas, fotos, cuadros) lingüísticos (diálogos, relatos eróticos, novelas) o sonoros (Gemidos, gritos, palabras...)? ¿podemos excluirla de las definiciones hechas hasta ahora?

Tercer lugar común; el porno ofrece una visión falsa del sexo, del erotismo y de lo que una pareja ha de tener o necesitar. A ésto se une el típico (junto con la masturbación) epíteto de "insuficiente", tan cacareado. Otra vez la moral. El erotismo del porno existe. Y es alto, muy alto. De eso trata del porno, de exitarlo, creando realidades para la persona que solamente las imagina. Es más, suele representar, como un cuadro histórico, hechos que alguien deseaba conocer. Evidentemente, no es realista cuando representa a una enfermera sexy que hace de todo con el paciente, ni tampoco a la típica colegiala que vende caramelos y acaba felando al que la abre, o el butanero o vendedor que se monta un trío con el ama de casa y su marido; no, pero son fantasías que las personas tienen, muchas, y en ese sentido, no es una visión falsa. Es de lo más realista. Representa un sueño, como una película de fantasía, y por tanto, igual que ésta, da un cierto placer al contemplar lo imaginado imperfectamente. Y no siempre es una visión falsa; ahí está el cine de amateurs, de aficionados, de personas que no se dedican a tiempo completo a este negocio, y en éstas películas vemos mucho de lo que vemos en las de "Estudio". No, no es falso lo que hacen. Ni tampoco lo es en esas orgías acordadas. Hay gente a la que le gusta hacerlo y verlo. Y volvemos a la masturbación, que siempre se asocia al porno y a la frase de esas mujeres tipo "Yo debo ser suficiente para tí y debes por tanto respetarme". ¡Qué compendio de gazmoñería, pacatería, de mala educación sexual, de represión a fin de cuentas! La pornografía abre, no cierra; la pornografía da material para las ensoñaciones, y la masturbación, placer.

En definitiva, se trata de considerar el porno como degradante para la mujer (Muchas veces lo es, pero expresa fantasías masculinas... ¿eso hay que prohibirlo) y dañino para la sociedad (Claro; al mismo nivel que el tráfico de armas, de droga, de connivencias políticas o económicas para hacer chanchullos, sin contar las religiones que imponen a la mujer un estado de servilismo...) y en todo caso, evitar todo debate sobre el tema. Pero además, es que la cantidad de cuestiones que son pornográficas es lo interesante. ¿Lo es ver un pie desnudo, un ombligo o lengua con piercing? ¿Es pornográfico ver un pene, pero artístico ver los labios de la vulva? ¿El acto sin miembro es sexual pero no pornográfico? Muchas cuestiones... y más.

Creo que las sociedades más reprimidas son las que dan el porno más bruto, más bizarro y extremado. Esta afirmación, que pensaba hace tiempo, la confirmó un amigo de mi hermano, y con qué razones. Cuanto más libre y conocedora del sexo es una sociedad, más entiende la pornografía como otra expresión de la búsqueda de placer de los hombres. Las mujeres participan en esto igual, y de hecho hay no pocas directoras, antes actrices, que miran por un porno nuevo, más dirigido a excitar a las mujeres. Y a fin de cuentas, ¿qué son las famosas novelas rosas románticas? En suma, todos queremos ver y disfrutar del sexo. El sexo, como algo placentero. La pornografía nos da materiales para ello. Y por tanto, aquellos sectores o personas que viven bajo una educación limitada, represiva, nada libre y a veces hasta totalitaria, penalizan esta búsqueda. Ojo, también lo hacen muchos llamados a sí mismos progres... el placer sigue dando miedo. Porque el placer, que a fin de cuentas es la reacción que busca la pornografía mediante el sexo, es individual, íntimo, mágico. Poseer algo así nos hace más felices, y más agradables al trato. Y curiosamente, es muy sano y barato (Muchas actrices porno son verdaderas atletas, con nada que envidiar de ciertas gimnastas...) y encima... ¡hace que creamos que la vida es maravillosa!

En fin. Hay muchos lugares comunes en el porno; no caigamos en ellos y sí disfrutemos de los cuerpos de esas personas que nos venden ensoñaciones para disfrutar...

Un saludo,

lunes, 12 de noviembre de 2007

Sin gafas, sin rodilla, sin baloncesto

A veces toca poner un mensaje triste. Ahí va el mío.

Hace años, como he dicho, me rompí un ligamento cruzado y el cuerno del menisco, en la rodilla izquierda. Jugando al baloncesto. Era un partido sin trascendencia, una pachanga de campa. Lo recuerdo bien; saltaba a meter una canasta y un tapón de un tío más alto me tiró al suelo, y caí mal, con media pierna a un lado y otra media al otro. Me dolió mucho, me sentí fatal y pasé dos meses de infierno. Al cabo de muchos más meses (Sin jugar, claro; lo intenté un par de veces y la rodilla se me iba) me diagnosticaron con resonancia y me mandaron operar. Casi dos años después de la lesión, me operaron; casi dos meses con la herida fresca, los puntos, un armatoste para caminar, aguantando no solo el dolor si no también ciertos sermones incómodos. Al mes, volviendo del trabajo, me fisuré gravemente la rótula. Desmayo, urgencias, camilla y diganóstico doloroso; más de ocho meses con una escayola desde el dedo gordo hasta la cadera. Nada, reposo, dolor y más sermones. Al cabo de un mes de quitarme la escayola, comencé la rehabilitación. Lo más duro que he hecho nunca. Pero lo hacía porque quería jugar al baloncesto. Recuperé musculatura (No perdí mucho del peso ganado) y empecé a cambiar de carácter. A los cuatro años de la lesión inicial, volvía a jugar en canchas, de otra manera, más sosegado, más reposado. Y entonces, una nueva decisión tras varios años jugando así; operarme la vista.

Me operé la miopía principalmente porque mis ojos no toleraban las lentillas (Que usaba, del tipo diarias, para jugar) y porque, además de salirme gratis, quería dejar de usar las gafas para jugar. He roto muchos pares en mi juventud, jugando. Bajaba a la cancha con ellas, y pum, golpe, rotas. O las dejaba en un lateral y plof, balonazo, rotas. Y con las lentillas, molestias del sudor, de golpes, se caían y se perdían... entonces me operé, este año 2007. Feliz. Jugar con una rodilla razonablemente bien recuperada, al baloncesto, de una manera sosegada, con más kilos, sí, pero con la misma o más ilusión. Lo entiendo más, lo disfruto más, lo adoro más.

Hace un mes y poco, nueva lesión. En la misma pierna. De una manera absurda; trastabillado en un pedalín. Sonido sospechoso. Dolor, inflamación, nueva visita a urgencias, nueva repetición del ritual; rodillera, bastones, reposo. Me apunté a un equipo con un viejo amigo, Pepe. Tenía tres opciones este año (Se destilan poco los aleros-escolta tiradores... que no anotador) y me decanté por la suya. Conocía las otras dos; el año pasado, un equipo donde jugué pocos minutos; solía meter un triple y fallar otro. Y poco más. Decidí que quería un poco más. En el equipo de Oscar, otro buen amigo, sobraban las figuras, y corrían mucho. Así que me fuí con Pepe. No he jugado aun un solo partido. Y el ritual continúa; ahora me falta la resonancia, comprobar si las caras de mis traumatólogos son negativas o positivas. Pero el miedo está ahí; ¿podré jugar al baloncesto otra vez?

Con Pepe hablé no hace mucho del tema. Antes de la lesión. Que queríamos jugar todo lo que pudiéramos, hasta arrastrarnos por las canchas. Que aún quedaba basket en las botas, el que fuera. Muchos de mis amigos están "retirados". Algunos por razones médicas. Otros porque lo dejaron aparcado. Yo quería seguir. Quiero seguir.

Suena a lamento, y lo es. Pero quien me conozca un poco, y quien no, sabrá que el baloncesto, jugarlo, es para mí como el tabaco para un fumador, como la coca a un adicto, como el cine para Rafa, como correr para mi hermano. El baloncesto, jugado (Arbitrar es interesante, y entrenar es como proyectar en tu hijo el sueño frustrado) es para mí una droga. Es lo único que he disfrutado deportivamente. Correr, fintar, bloquear, pedir el balón, pasarlo, botarlo, recibirlo, tirar a canasta y encestar, robar un pase, hacer un tapón, evitarlo, hacer falta, recibirla, ser taponado, perder bola, salir a cancha con ilusión, volver al banquillo frustrado o feliz, sudar, agotado, corriendo el último contraataque, el silencio del tiro libre, el rebote que llega a tu mano... hacer esa jugada que sueñas y no sale nunca, salvo cuando sale, sin más. ¿He perdido estas sensaciones para siempre?

No lo quiero así. Mi rodilla cruje, y suena alarmantemente similar a cuando me rompí el ligamento. ¿Me habré roto lo que me operaron? ¿Será el otro? No parece igual, la verdad. Pero no lo descarto. ¿Me quedaré cojo? No parece, ando bien. Algo podré hacer. ¿Jugaré al baloncesto? Esa es mi gran duda.

Me recuerdo el primer día. Con mis gafas nuevas, con el balón que mi madre me compró, por pesado. Con unas zapatillas del colegio, incómodas, que me provocaron los primeros esguinces de tobillo. Con la primera camiseta que llevaba puesta. Incluso jugar con zapatos, camisa y vaqueros, un día. O en Gijón, un partido improvisado al que me metí para impresionar a una chica. O el ritual de entrar en un equipo, de 3, 4 o 5. Las rondas. El tiro de tres para poder jugar en la Complutense. El juego en la Carlos III. Los arbitrajes, a veces con la resaca del viernes o el sábado. El despertar oyendo el bote de balones frente a mi terraza. El hacer una serie de 100 tiros libres y 100 tiros de campo en exámenes, y sacar la media, pensando que esa podría ser la nota. El jugar un 21 a las 3 de la mañana con amigos, ganándoles en apuestas una cantidad de cubatas impresionante. El entrenar a las 11 de la noche en un pabellón y volver, sudado, ducharme, acostarme a la 1 y despertar a las 7 sintiendo el dolor, cansancio y placer de haber jugado. El gritar a los compañeros, pidiéndoles atención a un balón. El protestar al árbitro. El que me protestaran a mí. El intentar una jugada nueva. El llamar en cadena por teléfono para quedar en una cancha. El hacer alineaciones con todos los amigos, el valorar si tal o cual persona sería buen 4 o 5 por la altura, o un simple 3 como casi todos. Sentir, en las manos, el balón. Acariciar el cuero o el plástico rugoso de manera sensual, cariñosa. El oir el sonido celestial, el "Chof" cuando hay red, o el "Clank clank" cuando es sólo aro de metal. Ver cómo rebota en el tablero y entra, las piedras, los tiros afortunados, los imposibles, los extravagantes, los profesionales. Los gestos; Javi señalándose el número de la camiseta, Pepe frotándose las manos, Iván apartándose el pelo tras hacer falta, Nieva aleteando como un pájaro, el tiro de mi hermano desde detrás de la nuca, Oscar sonriendo con ironía, y muchos más, tantos otros... yo mismo, levantando mis manos con los tres dedos de triple, tras anotar.

¿Será este mensaje una despedida? Ojalá que no. Ojalá.

Es mi rodilla...

sábado, 10 de noviembre de 2007

Elecciones libres

Sin duda, el "¿Por qué no te callas?" de Juan Carlos en la Cumbre Iberoamericana a Hugo Chávez ha sido de antología. Ya encrespado antes, cuando el pesado (Es un plasta, un demagogo, un tirano con piel de demócrata... como casi todos) seguía con la cantinela de "Aznar es fascista" (No, no lo es, pero heredó de ellos muchos rasgos) el actual presidente del gobierno, "Sangre de horchata" Zapatero, trató de calmar el asunto con buenrrollismo y una sorprendente demostración de tranquilidad, de inteligencia política y hasta de coherencia. Al corifeo americano se aupó el presidente de Nicaragua, ya metido en faena, y el resultado lo hemos visto; Juan Carlos se levanta y se va, al parecer, tras comentarlo con Zapatero.

¿Qué saca uno de esto? Risas, lo primero de todo. Sorpresas, después. Y algunas consecuencias. Aparte de un vídeo que será noticia varias semanas...

Como republicano, diría que el rey actual no lo ha hecho mal. Juan Carlos actuó como ya decía en otra entrada, dándole igual, por edad, por vida cumplida, decirle a Hugo Chávez lo que muchos piensan. Que se callara de una puñetera vez. Pero claro, ahora a lo divertido; en un país normal, con una democracia basada en un sistema republicano, un Presidente que hiciera lo que Juan Carlos, tenía casi seguras perdidas las próximas elecciones. Y si le unimos su lamentable dicción, su afición a la caza, las "excelentes" relaciones con países como Marruecos, el dedo corazón en las vascongadas y algún que otro gesto similar, seguramente estaba ya fuera de la Presidencia. Habría estado unos años (Quizá, hasta los 80, como cuando le dijo a Giscard d'Destaing que él quería ser el presidente de la república si no fuera porque era el rey... ¡Cachondo!) y poco más. ¿Primer corolario? Que hay Jefes de Estado con mucho conocimiento del Estado, otros sin él, y algunos que están porque anteriores "Jefes del Estado" lo decidieron así.

Seguimos con los populistas. Iberoamérica parece que vive en el mundo del desequilibrio. Que los EEUU hayan hecho mucho daño no justifica que las dictaduras militares, fascistas y cristianas, hayan tenido por contrario dictaduras de izquierdas, totalitarias y populistas. La polarización, más propia de la España de los años 30 (O quizá es que en Iberoamérica estén por esas épocas...) que de estados modernos, han hecho y hacen mucho daño a América. En conjunto. Pero es que ahora también España, tradicionalmente "la madre patria" (No negemos la realidad; las independencias de América no eran para dar el poder a los indígenas, si no para que los que venían de España y llevaban algunas generaciones lo tuvieran sin dar cuentas a la metrópoli, y de paso, seguir exprimiendo a los indígenas con demagogias baratas...) está sufriendo por estos individuos que lideran movimientos "sociales" de pacotilla, defienden modelos totalitarios y criminales (La "gran" Cuba castrista) y no solamente por la inmigración, que rejuvenece el catolicismo moribundo y el conservadurismo renovándolo con otro más incívico, si no porque el gobierno de Zapatero al inicio confió (Quizá mucho) en que los Chávez, Morales y tal eran como él; presidentes de un sistema "democrático" (Oligárquico, oligárquico...) y por tanto con cierta legitimidad. Y el petróleo, venga de Irak y apadrinado por los neocon de EEUU, o venga de Venezuela y apadrinado por los neopopulistas de saldo, al final es la misma moneda para todos, sean Aznar o Zapatero. ¿Segundo corolario? El dinero mueve el mundo, pero según quién lo mueva, se le acercan unos u otros...

El mundo no funciona con elecciones libres. Elegimos lo que nos obligan a elegir. Si no hay alternativas, lo suyo es construirlas. Pero para eso ya están quienes las forjan. Y entonces, las elecciones libres devienen constreñidas a las opciones que nos dan. Un rey que no lo ha hecho mal (Al menos, me ha caído simpático, como el otro día Sarkozy con las azafatas... seguro que con ellas olvidaría a su Cécilia) un presidente de España que ha actuado con mucha educación (demasiada; o quizá no, quizá era necesaria) varios dirigentes iberoamericanos que empiezan a cansar (con discursos anticoloniales, revitalizando el del padre Bartolomé de las Casas... que se contrarrestra bien con Julián Juderías, entre otros) y un mundo, en general, esperpéntico.

Mi libre elección es irrealizable. Tercer corolario, no hay elecciones libres. Si las hubiera, en Iberoamérica no habría fantoches. En Europa, no habría grandes partidos y sí una gran abstención (Empieza a haberla...) Y en general, muchos sistemas no estarían configurados como ahora lo están.

Por tanto, ¿a que es tentador ser un misántropo?

Un saludo,

viernes, 9 de noviembre de 2007

El equilibrio y la comodidad

Leo que Boadella ha sacado un libro llamado Adios, Cataluña. Hasta ahí, todo bien. Pero resulta que dicho libro es analizado (Y ensalzado junto con la trayectoria de Boadella, pero ocultando cosas... qué curioso) por una poetisa que escribe en Libertad Digital. El diario de la COPE, o, mejor dicho, de Losantos, Vidal, Moa y demás amigotes del neocon español.

También leo una carta abierta de Leo Bassi a propósito del I Concilio Ateo de Toledo, reunión vetada por el alcalde socialista de dicha ciudad (¡Vaya socialista!) con las presiones del Arzobispado de allí (¿La Iglesia ejerciendo presión mafiosa? Eso solamente puede pasar en países sin un poder público fuerte... ah, España lo es...) y de paso, en la misma, con críticas al poder en cuanto a establecimiento de tonos monocordes. Visitad www.federacionatea.org

Es curioso. Muchos artistas, y mucho más, ciertas personas cuando alcanzan cierta edad, dicen las cosas sin miedo, sin pararse a pensar si eso que dicen les dará problemas. Normalmente, hay una "raza" de personas que no siente problemas en incomodar a los poderes establecidos (O sentidos como tales) o a todo aquello que se considera un dictado uniforme. No son acomodaticios, si no más bien, equilibristas. Gente sin miedo ya...

En España, parece que la crítica con cierta elegancia, con cierta contundencia, con cierta gracia, se hace ya solamente en los toros. Cuando fui a las Ventas hace unos meses, a ver mi primera corrida de toros en directo, me sentí transportado en el tiempo. No ya por el ritual de matar a un animal (Ritual repetido a lo largo de miles de años en el Mediterráneo y con significados más profundos, y viscerales, que la simple etiqueta de "tortura") si no porque sentí de pronto estar en una corrala, en un Madrid de la edad de los Quevedo, los Góngora o los Cervantes. Es decir, un lugar donde el hombre decía, con suprema claridad, lo que pensaba de las cosas que veía (Si bien en religión, es más difícil... los ateos han sido siempre enemigos de todos; ¡Como los artistas!) y no tenía miedo de provocar las reacciones adversas, muchas veces violentas. Donde la gallardía no era chulería cobarde, si no humano atrevimiento, valentía cierta. Antes se decía viril... un tiempo, en el que se decía y sostenía lo dicho con la punta de la lengua o de la espada. Sentí, no obstante, que todo aquello era irrelevante; el presidente de la plaza de las Ventas escuchaba las críticas, pero no reaccionaba. Estaba ahí, pero sin inmutarse. Y lo único que quedaba era el rebelarse en contra de un espectáculo rebajado, sumiso a los dictados de la economía y cierta preferencia cultural. El resto, sin embargo, no dejaba de callarse, sin
gritar, sin perder los nervios, pero apelando a la crítica sin miedo.

En el océano de palabras que inundan hoy día los periódicos, digitales o en papel, en el que se navega en Internet, el que se oye en programas, telediarios, el que se lee en ciertos libros, de vez en cuando encontramos un islote que hace frente al océano abúlico o que choca sus olas contra esas costas. A veces, encontramos conciencias críticas, incluso hipercríticas. Pero entre el equilibrio continuo que agota, que nos hace mirar a uno y otro lado, tratando de no caernos, de vivir peleando sin perecer (otra cosa es absurdo suicidio, como correr contra una ametralladora) y la comodidad, no sabemos a qué atenernos. Bueno, casi todos sí. Queremos vivir. Queremos evitar el riesgo.

Quizá es lo que nos pasa hoy. "Quien evita la ocasión, evita el peligro". Este refrán de mi madre dice mucho. Y tan cobarde es pensar demasiado las cosas, reconcentrado, como no hacerlas. Pero tampoco todos estamos capacitados para el peligro, para la aventura. Por eso, se agradece que estas personas nos lo recuerden. Que se puede luchar, que se puede incluso vencer. O si no, al menos, sentir que se ha hecho algo. Algo... ¿para qué?

También la duda es una tercera forma de vivir. La parálisis de ésta, quizá producto de la maldita" epojé" que he mencionado ya, sea una manera de vivir en el equilibrio. Pero, eh, si es así... ¿no será también una forma de cobardía?

Así pues, concluiré. Podría denunciar las muchas actitudes de gente que conozco por parecerme cobardes, simples posturas, hipócritas, faltas de valor. Pero... ¿acaso yo tengo mejor actitud? En esta reflexión, entonces, sigo perdido. A nada se llega; ni puedo ser un Hank Moody (porque en algún momento algo fallará; el hígado, las piernas, los puños, la fuerza...) ni tampoco vale ser un simple observador sin más. Y entre medias... ¿qué?

Qué poco concluyentes son a veces las reflexiones hechas en un blog... ¿será eso interesante?

Un saludo,

miércoles, 7 de noviembre de 2007

¿Quedaban republicanos en la guerra civil?

Siempre se acusa a los republicanos de ser quienes nos llevaron a la guerra civil. Por desidia, permitiendo que los movimientos revolucionarios de anarquistas o socialistas radicales les provocaran revueltas y revoluciones; o por connivencia, actuando incluso como cómplices en dichos actos revolucionarios. Una parte de la derecha, por no decir gran parte, acusa por tanto a la República de ser un simple estadio intermedio de la Revolución con mayúsculas. Y siempre, siempre, los republicanos son el "malo" de la película por no actuar a tiempo, siendo los buenos militares, con su fuerza, quienes tuvieron que rebelarse para restaurar el orden roto.

Pero también se acusa a los republicanos desde la izquierda, porque según ellos, anarquistas, marxistas y socialistas de pelaje vario, la República ahogó la revolución e impidió un cambio tan profundo que con él mismo se habría cambiado la guerra, venciéndola e implantando un estado de cosas casi idílico. Así que durante la guerra, como antes en la paz, se dedicaron a destruir las estructuras del estado republicano desde dentro.

Estas interpretaciones, revisionistas algunas, y ciertas en parte otras, son las que se oyen mucho. Dejando de lado el olvido en la educación de muchos de mi generación de este período histórico, al que se llegaba (cuando se llegaba) de puntillas y sin sobresaltos, con un esquema torpe y simplón, estamos hoy día en un punto bastante triste, respecto a la historia reciente, por el que ni siquiera se puede hacer un estudio de la guerra civil sin tomar partido. Pero es que se debe hacer sin partido alguno.

Los republicanos, para empezar, creían en un estado democrático. Lo crean o no aquellos que defienden a Franco y su régimen. El hecho está en que las provocaciones de la guerra civil se dieron por la izquierda más extrema y la derecha más autoritaria, rebasando siempre a los republicanos que por más que lo intentaron (A veces con mayor fortuna o dedicación) no pudieron absorberlos en el nuevo régimen.

Éstos, que aspiraban a un Estado similar al francés, se vieron desbordados en cuanto que los elementos conservadores, africanistas (del ejército) y propietarios, de un lado, se organizaron ya en fecha tan temprana como 1932 para derribar el régimen "sorpresivo" de la República, que ya en su Constitución trataba de encauzar los asuntos sociales mediante concesiones, a veces más simbólicas que reales, a los trabajadores del campo y la ciudad.

Pero también se vieron desbordados por las izquierdas, radicales, que pretendían un cambio revolucionario sin aceptar el régimen tampoco por ser una verdadera cortapisas a los cambios que se habían dado en la Europa de entonces, especialmente en los "paraísos" obreros como la URSS.

Es decir, unos y otros no aceptaban la legalidad de los republicanos; los primeros, por ser los que "traían el marxismo y la revolución"; los segundos, precisamente por retardar éstos e impedirlos.

¿Fueron buenos políticos los Azaña, Prieto, Negrín, Largo Caballero y demás? Yo creo que algunos fueron contemporizadores y bastante ineptos. Otros no, y de hecho, una figura siempre vilipendiada, pero curiosamente con más saña que argumentos, es Negrín, quien predicaba una resistencia contra los fascismos que habían ayudado los golpistas del 17 de julio de 1936 y una necesidad de actuar con la URSS (Que no el comunismo) muy similar a la que pocos años después proclamaría un político respetado hoy día; Winston Churchill.

¿Por qué tenemos que olvidar ciertas cosas? La guerra civil, en último término, se luchó sin republicanos prácticamente. Debilitada por las izquierdas y tocada de muerte por las derechas, los pocos republicanos que creían en un régimen democrático se enfrentaron a la dura realidad; no existía ya este régimen. Los golpes de unos y otros (Quién empezó, como en la pelea de un patio de niños, tiene poca relevancia; pero está claro que fueron los conservadores que vieron amenazados sus privilegios, como siempre, y la omnipresente Iglesia, quienes más azuzaron la discordia) dejaron el único experimento democrático que conocemos, aparte de otros más breves, en el cajón de las ignominias.

Varios años después, un régimen republicano fantasma pululaba por Europa y EEUU, tratando de representar a una España que ya estaba hundida en la miseria del franquismo, de aquel autoritarismo autóctono, superviviente como la Iglesia en los siglos... y hoy, en las excelentemente bien conservadas ruinas de ese franquismo, con una nueva Restauración completada (La llaman "Transición") vemos que el debate sigue sumergido en aguas turbias.

Republicanismo para algunos, es hablar de comunistas, de marxistas, de revolucionarios, de desorden, de caos, de muerte y destrucción. Y se olvidan de un sistema democrático que fracasó por los muchos golpes que le dieron de uno y otro lado. Porque si las derechas hubieran contribuido al órden en España, sirviendo al país, y no a las clases que representaban, y las izquierdas hubieran asumido los cambios con la paciencia que debían, ¿qué habría sido de nuestro país? Porque ser republicano no es ser de izquierdas o de derechas, si no creer en un sistema democrático y libre de verdad, con otros valores, con otras concepciones del Estado y de la Nación.

Quizá tendríamos una España diferente a la de hoy. Quizá podamos tenerla.

Un saludo,

domingo, 4 de noviembre de 2007

Ecos de la clase política

Sarkozy, que es cristianote y viril hombre de derechas, ha logrado sin embargo caerme simpático por una vez. El hombre, con el tema del Chad, ha ido en "su" avión presidencial y ha rescatado a las débiles damiselas blancas y europeas de las garras de los crueles negros africanos. En el viaje, se ha traído, dejando en Torrejón, a las azafatas españolas.

Viaje con escalas; me imagino al francés saludando a las españolas con un guiño de ojos, intentando ser atractivo, desplegando el empalagoso y artificial encanto de un cuarentón (que es cincuentón) divorciado y por tanto con ganas de marcha. "Eh, nenas, estoy libre; venid por el Elíseo y os doy un paseito que nunca olvidaréis..."

La cosa es que éste político ha demostrado que cree en su nación. Ojo, no digo país o estado. Nación. Ahora, en los últimos 30 años, en que ser "Español" es sinónimo de "Facha", o en que declararse de izquierdas y español es como ser tildado de demente, me sigue sorprendiendo esta raza de políticos de fuera de España. O del Estado español. O de Iberia.

En otros países, los políticos son hombres que, en su búsqueda de poder, de control, de dinero y otros vicios, sin embargo no olvidan del todo el servicio público que han de dar. Y lo demuestran, aunque sus corrupciones sean tan chapuceras como las nuestras o sus actos tan vergonzosos como los de por aquí. Lo hacen porque tienen una historia detrás que avala su grandeza. Aunque sea inventada y a costa de minimizar la de otros.

Julián Juderías, escritor español finisecular, dejó un libro, tratado casi, llamado "La leyenda negra", que analiza nuestra continuada perversión de creernos inferiores a todos los demás, con un pasado por el que sentir culpa y vergüenza, y también la otra de bascular al lado contrario, pensándonos los amos del Cosmos. Es interesante ver cuánto de lo que somos (y de lo que podíamos haber sido) ha estado influenciado por lo que otros dijeron, más que hicieron, de nosotros.

Así pues, en la España de la ultracorrección lingüística, de los excesos por un lado o por otro, de la política hecha para políticos y el partido, sorprendería encontrar un político, un hombre público que pensara en términos de "Qué le va mejor a mi país..."; antes que eso, siempre, los artificios, el humo, la palabrería, lo rastrero, lo barriobajero y sobre todo, la falta de visión.

Sarkozy seguramente les ha dado el teléfono a las chicas, si le parecen guapas. Como Aznar, es de derechas, pero con más clase. El del bigote metía bolis por el escote con la misma gracia que un gañán visitaba Francia en los años 60. O sea, ninguna. Hasta el arte del requiebro rijoso se ha perdido en este país, España...

Un saludo,

viernes, 2 de noviembre de 2007

Batiburrillo

Leo que un etarra, que amenazó con pegarle dos tiros (¿O eran más?) al tribunal que le juzgaba por varios asesinatos, está en huelga de hambre. Vaya, como el oso polar que no come por la falta de hielo. ¿Merece morir el segundo? Seguro que no...

*

En el Chad, varios españoles tripulantes de un avión que iba a llevar niños con familia, como si fueran huérfanos, para vete a saber qué negocios turbios en la Metrópoli, parece que se librarán de las penas. ¿Y el ejército francés de maniobras por la zona, qué opina?

*

En Paterna, han quitado las flores tricolor dedicadas a la memoria de varios muertos republicanos, cambiándolas por flores papales, y luego, moradas, y para terminar, otra vez tricolores, pero más feas. Mientras, la Iglesia puede mantener vestigios del franquismo "si son artísticos". ¡Qué comparación!

*

Naturalmente, la sentencia del 11-M. Rubalcaba haciendo pedagogía; Blanco, analogías; Zaplana, tautología. Falta la escatología, ahora que todo está judicialmente finito.

*

La Tierra se va al carajo. O al menos, el equilibrio que conocemos. Puede que entonces éste cambie y se forme un nuevo equilibrio, en el que no forme parte de la ecuación el hombre. ¿El hombre? No, se adapta a todo. Sobrevivirá lo peor, claro está. No lo mejor.

*

Mientras Barcelona se hunde (¿Y Madrid se quema?) en la costa planean, si no es electoralismo puro y duro, derribar un montón de casas y hoteles, para hacerla más viable. Gran noticia, si es cierta. Y será por motivos inconfesables, como cuando se cambió la forma de votar en el CGPJ. Una buena solución con una finalidad interesada. Veremos si hacen algo con todo el asfalto que nutre de contaminación el país, el continente, el mundo...

*

La letra para el himno, que no es nacional, si no monárquico; y digo yo, ¿no sería mejor un tercer himno, ni el de Riego con su letra festiva ni el de la Marcha Real, tan añejo? Quizá una nueva música, una nueva letra, todo nuevo. ¡Hagamos un "Operación Himno" ahora que estamos a tiempo!

*

El pitufo gruñón odiaba odiar, pero yo odio, a secas. Muchas cosas. También amo otras, con mayor pasión o mayor tibieza. Gracias a un amigo, Andrés, descubrí a Michel Onfray; ya está disponible su segundo volúmen de una contrahistoria de la filosofía... ¡era hora! Mientras, sigo leyendo a Ángel Viñas, a Josep Plá y a Pablo de Azcárate (Los tres al destiempo) para conocer un poco más de ese período de la historia que tan poco conocemos y tanto malinterpretamos, la II República y la guerra civil (¿Cuarta? ¿Quinta? vaya siglo XIX...) y claro está, sigo odiando a los Vidal y Moas y compañías, que están bien para Ci-Fi, pero no Historia. ¡Si hacen Ucronías!

*

Cine; hoy he visto "Los tres mosqueteros" con Michael York de D'artagnan y Charlton Heston de Richelieu. El duelo es más real, sucio, barriobajero, tramposo y eficaz que aquel musical sin música bailado por Gene Kelly pero que era limpio, elegante, audaz y pícaro. Y claro está, siempre en mente, el de "Scaramouche" de Stewart Granger... ¡Qué grande! Una vez escribí algo parecido a una novela corta y el final, aunque no se pareciera nada, pretendía recobrar esos duelos a espada... la esgrima es especial.

*

Final de la Tierra; "Cuando el destino nos alcance", hecho realidad. Apocalipsis ecológico. Agua salada, desiertos, ningún animal... superpoblación, matándonos por el agua dulce, el petróleo acabándose, el sol agonizando, el cielo gris, nunca más azul... anarquía, luchas, guerras. Mientras no suceda en nuestra generación, ¿qué más da? Claro que las generaciones son intertemporales... acabo de acordarme de otra gran película: "Hijos de los hombres". Y la vista hoy, "Tierra".

*

A todo esto le pones una canción de The Doors, y tienes banda sonora para leerlo. Si has llegado aquí, es que estás tan insomne como yo... y es malo, eso de no dormir. Entonces no sueñas.

Un saludo,

jueves, 1 de noviembre de 2007

Profesiones y profesionales

A veces, el estudio de una profesión no te hace profesional. Es más, normalmente, no lo hace estudiarla, si no realizarla. Y como todo en la vida, descubre uno que, con algo de trabajo e inteligencia, se pueden ejercer casi todas las profesiones... sin pasar por los mundos académicos "normalizados".

Hay un personaje en "House" (Ya lo verán, paso de destriparlo) que muestra esta teoría. También es curioso que se catalogue a la gente según su "profesión", etiqueta útil para un aristotélico gustoso de prejuicios, pero no para un crítico de la vida como pueda ser un neo-nietzscheano. Ejemplo, Ryszard Kapuściński; ¿Periodista? ¿Historiador? Como Eugenio Xammar o Josep Plá, vivió una época convulsa (¿Cuál no lo es?) y realizaron crónicas en teoría periodísticas. Pero no; ellos fueron historiadores. Y grandes escritores. También se podría decir que Baroja, Cansinos Assens o Zweig eran literatos. ¿Y no historiadores? Los primeros tiene relatos que un Asimov suscribiría como propios; el austríaco, lo mismo. ¿Literatos, historiadores, periodistas?

Yo he sido en mi vida muchas cosas; actor, vendedor, pescadero, formador, administrativo contable y de personal, camarero... y algunas cosas más. En todas ellas, la escuela no estaba en un centro académico. Era lo que yo quería aprender y lo que me enseñaba el ambiente en el que me desenvolvía. En cierto modo, soy lo que he querido, en parte; y lo que he aprendido a ser, en gran medida.

Así pues, no nos engañemos. Algunas de las mejores crónicas periodísticas las he leído de personas ajenas a la profesión; algunos de los mejores artículos históricos, de miembros de fuera de la Universidad; algunos de los mejores artículos de investigación, de narradores de Ci-Fi. Los profesionales son aquellos que, gustando de lo que hacen, lo hacen bien, y mejor aun, con ganas de mejorar. Las profesiones, por otro lado, son etiquetas útiles para ilusionar, pero vacíos conceptuales si no los rellenan.

Acabaré, cómo no, hablando de mi amigo Rafa. Él es rentista; productor de cine; licenciado en derecho; hedonista ético; lector incansable; cinéfilo de pro. Y sin embargo, no tiene más profesión que la vida. Esa es la más envidiable de todas, la que espero, si tiene tarjeta, ponga alguna vez como reclamo. "Vividor", en el más y mejor sentido. En ello está revelándose como todo un profesional. Sin escuela.

Un saludo,