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domingo, 23 de junio de 2013

Queremos empezar con la Tercera República

Pero antes, queremos terminar con la Segunda Restauración. Es el viejo cuento. Tus padres no se mueren, y no cobras la herencia. Pero la herencia se la están gastando en putas, alcohol y viajes innecesarios. Tienes miedo de que la caja esté vacía cuando llegues tú al poder, y piensas que, a lo mejor, acelerando su enfermedad, para que termine antes, es incluso misericordioso, es...

Ayer paseaba por la Plaza de Oriente, frente al palacio borbón que usó por última vez un Franco, Franco, Franco viviendo sus greatest hits. Recordaba la anécdota de otro Franco, Ramón, que no tiró bombas al palacio (a mano, cómo era entonces la tecnología...) porque vio a unos niños jugando en la plaza, y claro... también en las imágenes del pueblo madrileño, castizo, chulapo, analfabeto, rijoso, cachondo, poblando la plaza. Y en lo parecido que es a los turistas agolpados ante un guiñol o un arpista new age en la plaza. Al final, son símbolos...

No termina, no. Y el corte se nos hace incierto. No hay nadie que represente ese cambio. No hay pactos de San Sebastián, ni tampoco coaliciones, ni personalidades que digan claramente "eh, a la Tercera República". No. Hay desconcierto, fractura, pasotismo, estancamiento. Hay lo de siempre, abulia, indiferencia. Quizá sea cuestión de símbolos. Como el palacio de Oriente fue antes, o la bandera. La dichosa bandera...

Los republicanos de pro reivindican la tricolor. Roja, amarilla y morada o carmesí o violeta o azul oscura. No tengo bastoncillos suficientes para diferenciar. El color me da igual. Para unos representa una República de izquierdas, violenta, caótica. Para otros, una República de progreso, cambio y felicidad. A mí, me la pela. Ninguna bandera me pone en pie, ni mucho menos me trae ideas asociadas. Ni la tricolor francesa. 

Quizá, y solamente quizá, si tanto molesta a los republicanos de izquierdas y de derechas (que los hay, muchos...) una u otra bandera, deberían juntarse y crear una nueva. Una en la que quepan todos los colores. Una en la que sea pragmática la unión, no la desunión estúpida. No sé, rojo amarillo y rojo con un escudo de la república sedente y corona mural, así de paso ponemos una romana. O simplemente, una bandera con color ladrillo y granito en diferentes tonos. O la blanca con un montón de logos patrocinadores del país. De verdad, es que la bandera, los colores, me dan igual.

Algunos queremos empezar con la Tercera República española. Un sistema de gobierno donde se controlen las ansias y defectos de los políticos que han de representarnos. Que tenga justicia separada de los demás poderes, también separados. Un Congreso o Senado que controle la acción del gobierno, no que sea palmero irredento del mismo. Que legisle, ejecute y gobierne con verdadera eficiencia, sin malgastar los escasos recursos que tenemos. Que mire al futuro, para que, en suma, se gestionen nuestras sociedades de manera que podamos ser, mínimamente, felices. Tener las condiciones para ello, al menos.

No sé, si hubiera una personalidad fuerte, pública, que no se escudara en "mejor no lo digo públicamente, no doy el salto, que puedo perder mis negocios..." y proclamara claramente, "ESTOY A FAVOR DE LA TERCERA REPÚBLICA", a lo mejor, solamente a lo mejor, podríamos empezar. Y se sabe que los comienzos se dan porque algo ha terminado. Si no ha terminado, es porque está ahí, enquistado, supurando, robando energía...

Y la bandera... 

Un saludo,