Buscar dentro de este batiburrillo

viernes, 30 de diciembre de 2011

Malicia

Tiene nombre femenino y peligroso, como la prima de riesgo o la crisis. Ha sido una palabra apenas usada y olvidada este año 2011, y me sorprende, porque es como lo definiría en muchos aspectos.

Ha sido un año donde los mercados han actuado con argucia para defenestrar gobiernos (Grecia, Italia, Portugal, España...) o influirles en su soberanía (Alemania, Francia...) y lograr el ansiado recorte del estado del bienestar social que acolcha contra el capitalismo salvaje y depredador de esos mismos mercados (EE.UU, China...)

Un año en el que los políticos, independientemente de su presunta orientación o clara dirección, han obrado con la misma sagacidad para tapar sus propias vergüenzas y exponer a los ciudadanos una serie de medidas salvíficas nada positivas para los administrados.

El año, en suma, ha terminado con malicia. La de un gobierno que ya miente desde el inicio, jugando con palabras, la de especuladores improductivos esperando en sus guaridas (las llaman la "Bolsa") para seguir enriqueciéndose a costa de empobrecer al resto (ah, el capitalismo es eso...) y un peatón de la historia, tú, ellas, ellos, yo, todos los demás, haciéndonos la eterna pregunta; y ahora, ¿qué?

Un saludo,

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Algo huele a podrido

No es en mi nevera, ni tampoco en mi baño, aunque podría ser. No, es alrededor mío, en mi lugar de trabajo, en mi entorno, en mi país dicho con el tono de Stallone.

Algo huele a podrido cuando los de siempre se conciertan ya descaradamente para rebajar más y más nuestras condiciones laborales y nuestros derechos ciudadanos.

Algo huele a podrido cuando les apoyan esos secuaces y adeptos interesados, defendiendo lo que no deberían con doble pirueta.

Algo huele a podrido cuando el resto mira quieto y con estado de convalecencia todo lo que sucede a su alrededor sin reaccionar, sin siquiera dar un grito.

Quizá, solamente quizá, cuando queramos reaccionar será tarde, como siempre, y la pelea será con nudillos despellejados, rodillas ensangrentadas, voces quebradas y, como siempre, uno de los del tercer párrafo tomando de nuevo el control para los de siempre, con la apatía y la sorpresa atónita de los del cuarto párrafo.

Porque yo ya no quiero estar entre líneas, pero cuesta elegir bando, ¿saben? y eso es porque algo huele a podrido al sur de Dinamarca. Bueno, algo no, mucho.

Un saludo,

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mierda de gato

Rebuscando en el arenero de mi gato para limpiarlo, reflexiono acerca de los que rebuscan entre las heces de la sociedad. Los que se pierden días enteros revisando contenedores donde lanzamos aquello que no consumimos del todo por exceso, hastío o simple desidia. En Madrid, cualquiera que pase por el centro comercial más grande de Sol (y no lo voy a publicitar) puede ver cómo hay una masa de indigentes y, quizá, no tanto, que esperan a que los empleados tiren a los contenedores los productos que han caducado o no se pueden vender ya. Caducidad. Esa es la clave.

Leyendo en las noticias se puede pensar que ya no hay tantas clases medias, o al menos, no lo declaran así. Que las personas que antes se iban a las playas caribeñas de vacaciones, ahora hacen cola en Cáritas para pedir algo. Parece que hayamos descendido a un mundo de necesidad y de falta de todo. Pero no tenemos más que pasear por el centro de una gran ciudad como Madrid. Escaparates llenos, todo tipo de productos, bares y restaurantes repletos, salas de cine y teatro con colas, comercios con muchas personas... ¿no falla algo en la ecuación?

El desempleo es alto, y muchos piensan ya en que lo peor está por venir. Llevan machaconamente preparándonos para asumir los recortes que vendrán en sanidad, educación, salarios, pensiones, ayudas varias y otros beneficios sociales que pudiéramos tener. ¿Es ud. un anciano que va demasiado al médico? tsk tsk tsk... pague 1 euro por consulta, una tasa de "corrección" y ya verá cómo abusa menos. ¿le encanta eso de tener libros de texto subvencionados? nada, mejor que pague por la cultura, como se ha hecho siempre. ¿Quiere ganar más dinero? monte una estafa piramidal, su sueldo es más que suficiente, y si no lo es, ahorre, pero sin dejar de consumir, que si no esto se para. ¿Logró cotizar para tener una pensión o llegó a ella por su situación social? gracias por sostener el país con su trabajo, pero ahora su país no puede sostenerle a ud. ¿Recibe una subvención o tiene un chollo en su ayuntamiento que le facilita algo la vida? eso es superfluo, y debemos quitarlo.

Me da igual que la ministra italiana anuncie sus recortes llorando, con una presunta empatía. Me inquieta que el próximo presidente no diga ni una palabra, y esté reuniéndose con quienes le darán instrucciones de trabajo (Merkel, el Secretario del Tesoro estadounidense...) y me repugna que todos asumamos con cara de oveja, no sé si churra o merina, que merecemos esto que tenemos, y que nos toquen lo justo que luego nos apañaremos. Pero resulta que si nos quedamos sin sanidad, sin educación, sin pensiones, sin salarios y sin otras muchas cosas, porque nos lo irán recortando poquito a poco hasta que sean irrisorios, ¿no resultará que la magnífica mano invisible del mercado capitalista nos habrá dado tal puñetazo que nos habrá dejado K.O. por, digamos, varias generaciones?

Y mientras arrojo las cacas de mi gato y limpio su arena, me planteo si no es momento de un estallido de rabia, de furia, de violencia, de esa purifcación del fuego que, solo quizá, podría volver a asustar a los de siempre y hacerles ver que de cuando en cuando, esa entelequia del "pueblo" puede levantarse y formar una nueva sociedad sin necesitar de ellos. Pero luego remuevo la arena y veo que, a pesar de la limpieza, queda exactamente igual que al principio.

Un saludo,

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las muchas victorias de Franco

El gobierno saliente empezó hace unos 7 años una Comisión para ver qué pasaba con el Valle de los Caídos (por su España, por supuesto) y ayer o anteayer, finalmente, han dictaminado algunas cuestiones que, no sé cuánto cobran esos expertos por ellas, han resultado risibles.

Resulta que el Valle es de Patrimonio, esto es, del Estado español, esto es otra vez, de todos. Pero no se pueden tocar los restos de Franco, Franco, Franco, por un acuerdo preconstitucional (como lo fue Franco) con la iglesia católica romana. Y del resto de muertos enterrados con bulldozer o a pico y pala, pues un memorial con sus nombres (si no los sabemos, los inventamos) y a tirar millas. Y lo mejor, "señor Rajoy, no entierre éste informe en un cajón". Claro, como ellos lo han tenido moviéndose con la brevedad de esos 7 años...

Franco ganó la guerra. Y ganó su permanencia en la dirección del país. Y ganó una muerte sin problemas. Y tras ella, ganó la memoria de los días posteriores, pues fue enterrado donde quería, y recordado por quienes querían. Un general victorioso, Franco.

Si uno mira el panorama europeo, somos un país anómalo, extraño, diferente en lo que eso significa de negativo. En Alemania no hay calles dedicadas a Hitler, Goebbels o Himmler, por poner algunos ejemplos. Quisling no es un juego noruego, es un sinónimo de "traidor" en ese país. Mosley no es recordado con mucho agrado en Inglaterra. Mussolini tampoco tiene un templo o mausoleo dedicado a él. Son ejemplos de cómo en esos países no han querido recordar a dictadores propios o aspirantes a serlo. No tienen calles "Führer" o "Duce", por ejemplo. Ni tampoco a ninguna de "Caídos por Alemania" o "Heroicos combatientes de XXX". No existen restos físicos donde los nostálgicos puedan reunirse y dejar flores o hacer misas. En cambio, miremos a España.

Calles al Caudillo (traducción ibérica del "Führer" o el "Duce") a los caídos por la "Cruzada" (la lucha de exterminio contra los defensores de la II República y adjuntos) y, sobre todo, el colosal granito fascista del Valle de los Caídos (por una de las muchas Españas...) estos son ejemplos de cómo en nuestro querido país lo de la "Transición modélica" puede ponerse en duda, pues si consideramos modélica a la asistenta que barre en nuestra casa toda la porquería bajo la alfombra, pues así nos puede ir...

Franco ganó la guerra y ganó tras su muerte, porque algunos le siguen usando como símbolo callado o en sordina. Sigue siendo el aglutinador de muchas cuestiones de la derecha, y de la que no se llama así. Continúa instigando una forma de actuar presente en nuestra nación, en nuestras costumbres, tan indigesta como un cocido a las 4 de la tarde. Y le siguen riendo las gracias, mire usté.

La comisión no era necesaria. No lo habría sido en un país desnazificado o postfascista, como España, si hubiera habido un interés serio en ello. Pero ya que están, podrían hacer una consulta popular sobre los restos. Quizá salía que tendría que hacer compañía a Bin Laden...

Un saludo,

lunes, 21 de noviembre de 2011

Y después de todo, ¿qué?

Ayer arrasó el PP en las elecciones de 2011. Bueno, arrasó... le votaron más o menos 600.000 personas más que la última vez (10.200.000 en 2008, 10.800.000 en 2011) y con eso ha logrado unos 30 escaños más. Curioso, el avance. Porcentualmente, no es proporcional, y en realidad aumenta porque votaron menos al PSOE, que quedó así o así en la mitad de votos que en 2008 (unos 5.000.000 de votos menos) y perdió unos 50 escaños. Pero análisis de esos y estadísticas hay cientos y miles. Mi reflexión es otra.

Han entrado varios partidos que fueron antes minoritarios o casi anecdóticos. Crecen algunos, poco, realmente, pero crecen, y es por ese descontento. Pero el PP sigue rocoso, firme, en sus votantes. La marea del indeciso que no sabe ser progresista o no encuentra con quien suele dejar siempre más o menos terreno al PP y otros de derechas nacionalistas, que son más bien monolíticos. A día de hoy, da igual que haya UPyD's en el parlamento, o IU's más crecidas. Da igual, porque el sistema es el que es.

Si hubiera un sistema representativo no Canovista como el actual, donde hasta Rajoy hablaba de turnismo en la entrevista a El País del día 16 de noviembre sin despeinarse <<"(...) yo creo que en España, como todas las grandes democracias avanzadas, el que haya dos grandes partidos que se vayan alternando es lo que da estabilidad, seguridad y certidumbre. Dos grandes partidos.">>, pues puede que las cosas fueran diferentes. Circula ya un excel con el reparto proporcional directo, en bruto, sin refinados de ningún tipo. En él se vería un parlamento más real, más proporcional. Cabe pensar que incluso aumentaría la participación ciudadana (del 70% actual a, digamos, un 80-85%, al saber que las opciones son reales) y que eso beneficiaría a muchos partidos, grandes y pequeños.

Por ejemplo, Equo, que se ha quedado fuera, podría tener 3 representantes. Una voz interesante. IU, en realidad, podría tener 25, más del doble; UPyD, de los 5 escasos a 17, un cambio sustancial, y así con más... en este enlace viene una comparativa interesante:

http://noticias.lainformacion.com/politica/elecciones-locales/elecciones-20n-asi-quedaria-el-parlamento-si-todos-los-votos-valieran-lo-mismo_6mFClXJKXTTa2JZve5QLo1/

Naturalmente, el PP habría ganado, sí, pero... ¿con quién debería pactar? pues una reforma constitucional con UPyD podría, por ejemplo, teniendo mayoría de inicio; podría incluir a otros partidos, también. Y seguir una política de "centralización" de competencias. Y el PSOE podría también pactar con otros, si fuera el caso, tras, digamos, 3 años de crisis y el PP no logrando nada, haciendo una "gran coalición" con IU y otros progresistas, si quisiera... vamos, que el parlamento sería un reflejo REAL de lo que piensan los ciudadanos. Y habría una vida política más activa, más dinámica, más de discusión y debate, más rica. No como ahora...

Quizá el 15-M ha influido en algunos, porque el cabreo es contagioso. Pero no tanto como se esperaba. Han influido más otras cuestiones, me temo. El idealismo ingenuo sin una palanca de poder real es eso, humo.

En fin, después de esto... todos esperarán que las primas de riesgo bajen, que los mercados nos respeten, que se cree empleo, que siguamos en Europa superguay... veremos.

Un saludo,

miércoles, 2 de noviembre de 2011

"Grecia, cuna de la democracia"

¿Cuántas veces hemos leído o escuchado esto, en clase de filosofía, historia o literatura, en corrillos de política, tertulias, charlas informales y otros ámbitos? Miles de veces. Repetido como un mantra, nos gustaba recalcar el carácter occidental y europeo de la democracia, como valor positivo y futurista, repleto de un significado contrapuesto a otros más negativos (tiranía, sumisión, orientalismo fanático...) y, finalmente, referente cultural y cultureta sin parangón.

De pronto, ya no es la cuna de la democracia.

Porque un presidente heleno, Papandreu, acosado por los mercados, las especulaciones, los bancos alemanes y todos esos que ayudaron a montar la crisis y curiosamente ahora tienen su solución (será como las armas de destrucción masiva de Irak, sabían que estaban allí porque... se les habían vendido antes) ha decidido dar el paso más lógico y natural en una democracia, que todos sabemos es el gobierno del pueblo:

Convocar un referendum.

Los aullidos, gritos y espantos se escuchan desde muchos sitios. El fin del euro, de Europa, de la eurozona, el ahondamiento en la crisis, los Siete mil infiernos abiertos bajo nuestros pies... porque se haga una pregunta a los griegos, que son finalmente quienes sufrirán en sus carnes los ajustes de la "solución" imnpuesta por bancos que ellos no han votado ni elegido.

Me sorprende la airada protesta de los políticos como Sarkozy o Merkel, de Elena Salgado, de Cañete, de Obama, de los que hablan, porque otro político, para más desgracia, socialista, ha sido quien les ha robado protagonismo y firmeza.

¿Que está bien o está mal?

Es la democracia, la decisión del pueblo, sea ésta inteligente o estúpida. Y parece que, siempre que vaya en contra de "los mercados", esto es, el empobrecimiento del ciudadano de siempre, será, indefectiblemente, estúpida.

O quizá no.

Un saludo,

sábado, 29 de octubre de 2011

El estado del desempleo y el bienestar social

Me pregunto hoy cómo pueden estar 5.000.000 de personas sin empleo en un país de 47.000.000 de habitantes (más o menos, el 11% de su población total) y no vivir en un continuado estado policial, atracos, manifestaciones, asesinatos, apropiaciones de viviendas y revueltas sociales. En la República de Weimar, por ejemplo, el desempleo llegó a alcanzar a 8.000.000 de personas en un país de unos 67.000.000 de habitantes (más o menos, el 12% de su población total) y el resultado fue, además del dicho, un triunfo del partido nazi de Hitler.

Quizá lo que cambia son las circunstancias sociales. En aquellos momentos, el Estado no tenía casi para nada construido un tejido asistencial de hospitales y escuelas públicas. Los únicos que hacían algo así eran los grupos comunistas y los grupos de nacionalsocialistas, que creaban "comunas" de propiedades y dinero para mantener redes ideológicas. El resto de la población tenía que malvivir con lo que podía, incluyendo el Tratado de Versalles y diferentes problemas. Ahora quizá eso ha cambiado. Hay un Estado que, a pesar de constituirse en varios miniestados autonómicos, garantiza sanidad y educación públicos, aunque no por ello de calidad, y un sistema de protección a los trabajadores por el cual estos perciben algún tipo de prestación. No es una ayuda ideológica, si no global, dada por todos para todos, en la que todos contribuyen y se benefician. Y lo que es posible sea similar es, paradójicamente, la Europa unida de Hitler, hoy llamada "Unión Europea". Dejémoslo en un chiste.

Mi duda viene porque unos presentan las cifras como catastróficas. Otros, las marean y describen según su interés. Lo cierto es que, si en verdad el país tiene tanta gente en paro, ¿cómo se explica que el consumo creciera desde el año 2009 hasta ahora? ¿no hay ahorro? es cierto que los salarios han crecido desde el año 2001, concretamente, siguiendo estadísticas, de un salario medio en 2001 de 1384 € a un salario medio en 2010 de 1992 €. Esto es, unos 608 euros en ¡9 años! Si el ahorro sigue disminuyendo, y el consumo sigue creciendo, entonces... ¿qué crisis estamos teniendo con esos 5.000.000 de parados? algo no me cuadra.

Me explico. En la época de mis padres, y hablo de los años 50-60 del siglo pasado, ahorrar era lo más importante. Sin ahorro no te daban nada. De hecho, depositar dinero en un banco era más ¡un privilegio! que un interés. Valía el dinero contante y sonante, más que nada en el mundo. Y pensar en endeudarse era más de canallas, de gente de poca confianza, de impresentables que hacían turbios negocios especulativos que en ocasiones no salían bien y provocaban la ruina propia y de los que les rodeaban. Esto es, la misma descripción que se puede aplicar no a los ciudadanos de la primera década del siglo XXI, si no a... los bancos y cajas de ahorro.

Sí, amigos míos. Aun recuerdo cuando firmé mi hipoteca hace casi 4 años. En aquel momento, no existía crisis, pero sí se había alcanzado un pico estratosférico de precios de vivienda, de especulación y de concesión de créditos. Se daban créditos para comprar una vivienda tasándola al 120% de su valor, y hasta créditos personales para comprar coche, viajes y pagar otros créditos anteriores. Déjenme ser friki; quien haya jugado al juego de mesa "Machiavelli", de Avalon Hill, sabrá que la manera más rápida de perder es pedir un gran crédito a los venecianos cuando la cosa está jodida. No lo podrá devolver (el interés es del 25%, más o menos... la tasa usurera de la Biblia) y caerá en revueltas y crisis y en la derrota. Pues bien, nadie conocía esta simple y fácil regla. Nadie comprendía por qué nuestros padres no pedían miles de pesetas cuando compraban cosas, y ahorraban, ahorraban, ahorraban y gastaban lo justo y aprovechando todo. De pronto, eso ahora cobra sentido.

Vivimos en un estado del bienestar social. Sufragado por impuestos. Por dinero público, aportado por todos (ciudadanos, trabajadores, empresas...) y gestionado por unos pocos (políticos) en los fundamentos de ese estado del bienestar social que ya en Gran Bretaña asentaron los laboristas de Clement Attlee, concretamente Bevan, ministro de Sanidad, o en el continente los franceses con las pensiones. Y lamentablemente es el sistema menos equitativo y menos eficaz, porque fue tardío, no se creía en él, se ha hecho con más excepciones que reglas y, para finalizar, siempre está en cuestión. Pero respondiendo a la primera pregunta de cómo no estamos en situaciones de policía en las calles, manifestaciones, robos continuados, asesinatos y demás, diré que es gracias a éste precario, depauperado, raquítico y mal gestionado estado del bienestar que tenemos.

Si es así ahora, ¿cómo sería si fuera más fuerte, se creyera más en él, se gestionara mejor y esas cosas? quizá, como está pasando en los países nórdicos o en modelos continentales, la crisis sería de menor afectación... porque si a algunos está afectando más la crisis, es a aquellos que viven en estados con menos o ningún estado del bienestar. Curiosamente, lo que algunos piden adelgazar o destruir, directamente.

Puede que algunos añoren los tiempos de los camisas pardas tarareando la canción del putero Horst Wessel por las calles acompañados de antorchas y buscando enemigos a los que culpar de todo (inmigrantes, izquierdistas, homosexuales... la lista del odio puede ser muy larga) pero no se atrevan a decirlo así, condenando el sistema nazi y tal. Pero es curioso, es curioso... la historia, parece ser, se repite. Quizá, alterando lo que decía Jefferson, realmente cada generación tiene el derecho y el deber de hacer exactamente las mismas gilipolleces que sus predecesoras, aumento el nivel de fiasco y mediocridad hasta cotas nunca jamás alcanzadas.

O puede que sea demasiado pesimista, yo.

Un saludo,

viernes, 21 de octubre de 2011

Cifras e intangibles

"ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada"

Es la gran frase. En castellano de calle, que dejan de matar.

Han matado a más de 800 personas.

Están encarcelados más de 700 miembros.

Han actuado durante más de 50 años.

Han generado millones en pérdidas por destrozos materiales e indemnizaciones.

Vivieron una amnistía en 1977. Muchos se dedicaron a la política. Otros a seguir matando. Hoy se habla de qué hacer.

Un intangible es el miedo. Ha desaparecido hace muchos años, desde que la policía, dirigida por los políticos, empezó a actuar eficientemente sin trabas, apoyados por la ilegalización de sus partidos, que les restó dinero y escaparates públicos. Hace años que muchos militares y policías no miran debajo de su coche antes de salir, ni a ambos lados de la calle desde el portal. Los políticos ya no tienen tantas escoltas, en su mayor parte. La crisis y el paro, amén de esos políticos, son preocupaciones más graves.

Otro intangible es que no son el IRA. El País Vasco o Navarra nunca fueron "colonizados" o "explotados" por nacionalistas españoles malvados. Sí fueron regidos, como todo el país, por déspotas, malos politicos, aprovechados, corruptos y gentuza variada. No hubo una represión mayor que, por ejemplo, en Madrid o León. Y parece que ya muchos se han dado cuenta de eso. De que es legítimo buscar la independencia, por los motivos que sean, pero siempre por caminos que no signifiquen sacar las armas. Salvo que sea en defensa propia, cosa que no me parece sea el caso.

El último intangible es que esto se sabía, pero nadie parece saber cómo afrontarlo ahora. ¿Disolución, entrega de armas, petición pública de perdón por las víctimas y daños, encarcelamiento de todos, y ya está? parecen unos máximos algo excesivos.

Deben pedir perdón. Deben entregar las armas. Y deben cumplir algún tipo de condena. Pero en este proceso, que ningún político se adelante al resto, que ninguna asociación de víctimas imponga su criterio (lo siento, pero no tienen legitimidad más allá de que se les deba compensar y pedir perdón) y que entre todos se pueda acabar con un problema que va más allá de una mafia de pistoleros asesinos, ya que, guste o no guste, hay personas que tienen objetivos similares.

Me llama la atención un escenario sin ETA. Sin amenazas ni coacciones. Un escenario donde se pueda hablar, sin miedo a morir. ¿Aflorarán ahora las verdaderas intenciones de los ciudadanos que residen allí? ¿veremos un futuro en España nuevo, diferente, donde no se use el miedo al terrorismo como arma política? ¿se logrará poner de acuerdo a miles de personas en lo básico que es, ahora y siempre, buscar vías para vivir todos mejor?

Quizá sea una nueva era sin terrorismos. Quizá sea un nuevo estado de civismo. Quizá, solamente quizá, los que pilotan arriba, aunque no les pilote lo de arriba, puedan lograr, quizá, que las cosas mejoren. Para todos.

En todo caso, sea esto el principio del fin o el fin del principio, es mejor que nada. Así que me alegro.

Un saludo,

martes, 18 de octubre de 2011

Una nueva emigración.

Es inquietante cómo crece el número de personas que conozco en diversos ámbitos que me transmiten, con un punto de tristeza, mucha rabia y bastante amargura, su pensamiento cada vez más decidido a emigrar y buscarse la vida en otro país. Un sitio donde reconozcan sus habilidades, sus aptitudes profesionales, sus conocimientos, su capacidad, su ánimo de trabajo, su inquietud por hacer bien las tareas y mejorar a su alrededor. Es inquietante pensar que, si se van, se estará yendo lo mejor de España.

Españistán. Puta república bananera. País de mierda. País de chiste, de pacotilla, de broma y asquerosa resignación. Los calificativos son gruesos, ingeniosos, ácidos, pero todos ellos destilan un licor deleznable. Parece que, cuando en este país, históricamente, se alcanza un volumen considerable de profesionales, de personas preparadas, capaces y de valía, no somos capaces de integrarlo adecuadamente. Los maltratamos, no les escuchamos, y, finalmente, caemos en la idiosincrasia española; la venganza de los mediocres.

La mediocridad es una seña de identidad de los totalitarismos, y en España hemos andado sobrados de ellos, los recientes y los previos. Hemos perdido el tiempo en inútiles disputas, en machacarnos, en mirar con ojo avieso al vecino y buscar siempre el punto de fricción, no de unión. Hemos logrado hacer un deporte nacional del puteo al otro. Pero claro, eso tiene un pase si sobreponemos conceptos más altos y logramos enterrar esas cainitas jaimitadas. Lo que pasa es que eso nunca pasa. Aquí nunca hemos alcanzado ese momento feliz, esa "finest hour" de la que presumía en su discurso Churchill.

Hace tiempo que este país es un vertedero. Un amigo mío es químico, con patente de una molécula. Oposita para la administración. Otro es periodista. Trabaja en la administración. Aquel es investigador. Precario, claro. Uno más es ingeniero. Hubo un tiempo que vendía libros a domicilio. Otro conocido estudió físicas y se piró entre Argentina y Alemania a investigar. Uno hace tiempo que trabaja en los ferrocarriles británicos. Una física hizo la tésis y hace la vida en París. Y la lista sigue... sigue y sigue.

Al final, nos quedaremos aquí los que no nos vamos por diferentes motivos; por tener un empleo estable, una hipoteca y un piso invendible, familia, amigos, esposa, hijos... diversas razones. Quizá, si levantáramos todos la voz un poco en contra de esta sangría inútil, las cosas cambiarían. Pero... ¿sabemos dónde elevar la voz, qué hacer realmente?

2012 puede que sí sea el año del apocalipsis, pero no como lo pensaron los mayas o quienes fueran. Puede serlo por muchos y diferentes motivos.

Un saludo,

miércoles, 12 de octubre de 2011

12 de octubre. Accidentes y nacionalismo

Que hoy se celebre el día Nacional, de la Hispanidad o de la Raza, tanto me da. Si se quiere homenajear a una nación entendida como una comunidad que comparte y tiene en común ciertas cuestiones, lo cierto es que lleva años haciéndose con el culo.

Está bien que esté el Jefe del Estado. Que es un rey, Borbón para más señas, y el Gobierno o su mayoría, así como personalidades y miembros de las AA.PP., aunque no todos. Está bien que se hagan en la capital del Reino, (España es eso, un reino...) y está bien que se haga un desfile patriótico con las armas de los tres ejércitos más la Guardia Civil. Y eso es todo lo que está bien, que por ello no es suficientemente bueno.

Una nación es algo más que sus gobernantes, en número de 40 o 50, y más que sus ejércitos, unos 3.000 representantes. Suena antitradicionalista, pero es que, admirando el trabajo de los soldados que hoy día viven de hacer misiones en el extranjero y de participar cuando algo catastrófico pasa en el país, así como de la Guardia Civil que ha logrado cambiar y ser un cuerpo realmente admirable, el resto de los políticos que había en la tribuna me parecen sobrantes, ni qué decir de la familia gobernante que se perpetúa en buen número (y gasto) sin que lo hayamos podido decidir así. Esto es, hay una limitación muy grave en los que, en representación mía, y digo mía porque soy un ciudadano de este país, España, nacido por accidente en Madrid, como podría haberlo sido en Bilbao, Lugo, Toledo o Sabadell, incluso en Bruselas o en Pekín. Y como ciudadano, desde hace ya dos décadas, al menos, no me veo representado.

El desfile está bien. Estimula a los chalados del patrioterismo, esos que se ponen palotes con banderas y uniformes, que sueñan con glorias y efervescencias del combate, de chicas y botín, de aventuras y violencia, y les hace pronunciar palabras grandilocuentes y exaltadas, huecas, al final, porque realmente no saben qué es la violencia organizada ni su ejercicio. Son Rambos de salón o de playa, exhibicionistas y huecos parlanchines. Pero no sigo con ellos. Porque me faltan los que construyen una sociedad, una comunidad, una Nación (en términos decimonónicos o más modernos, tanto da...)

Me faltan los policías, bomberos y otros que velan por la seguridad y tratan de hacerlo cumpliendo con límites de derecho que sirven para todos. Me faltan los maestros, profesores y educadores, en general, que enseñan a los niños y les convierten en futuros adultos capaces de mantener esa comunidad. Me faltan los médicos y personal sanitario, que cuidan de todos ellos y proporcionan salud y bienestar a todos. Me faltan los que gestionan en silencio, día a día, la realidad del país, sea un oscuro funcionario no reconocido o un empresario que lucha por mantener todo a flote, y en general todos los profesionales y gente preparada que acaba huyendo de aquí. Me faltan, finalmente, los hombres y mujeres que dejamos fuera de ese sistema, cada vez más, y los que quieren hacer más por su país, pero su país no les deja. Aquellos a quienes no se les puede aplicar esa frase grandilocuente pero falsa de "No te preguntes qué puede hacer tu país por tí, si no tú por tu país". Un país somos todos. Y sin todos, en el día de hoy no he visto más que una fracción con regusto caduco y absolutamente incompleto.

No digo que se les debiera ver en el desfile, como si ésto fuera una república socialista soviética o de los aledaños, agitando banderolas y pancartas. Pero sí que se les reconociera. No sé, un camión de bomberos me arrancaría tantos aplausos como un vehículo blindado. O una ambulancia. Cierto que el ejército en España se ha hecho muy civil, tanto que realmente dudo que tengamos un ejército real (no sé si es bueno, o si es malo, pero espero no comprobarlo en mi vida...) pero no es finalmente la representación total de esa sociedad. Y lo digo reiterando que les admiro. En mi corta vida no puedo decir lo contrario.

En fin. Fue un accidente que Colón desembarcara en aquella isla en un día como hoy hace más de 500 años. Y es un accidente que los nacionalismos, deudores de esa combinación fatal de "lengua-territorio-etnia/raza", lo tomen como un punto fundacional. Tanto daría ese como el primer desembarco de los moros, si fuéramos islámicos, o la llegada de los pueblos germánicos, o el pisar tierra por los romanos, o la explotación fenicia, o el primer intercambio griego, o... tanto da. El nacionalismo es un proyecto ideológico de las postrimerías del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, reinventado en negativo en el siglo XX y dudosamente necesario en el siglo XXI. Y hoy, por accidente, hemos celebrado, mal, a mi juicio, como siempre, uno de esos nacionalismos. El español. Otros se hacen en otros días, y lo dicho lo aplico para ellos.

Un saludo,

lunes, 10 de octubre de 2011

Cinco cosas que me harían querer más a España

Como dentro de dos días va a ser el de la "Fiesta Nacional" (con mayúsculas) pues como que me he preguntado qué querría yo celebrar en tan magno día deudor de la denostada ahora Revolución Francesa por algunos copiotas de la historiografía de los 80 liberal y anticomunista (su nombre, Pedro J.) y que se ha llamado de todas las formas, "Día de la Raza", "Día de la Hispanidad" y, no sé si lo escuché bien, ahora será "Fiesta de las nacionalidades". O algo así.

En realidad son 5 cuestiones derivadas de una sola; cultura, educación, valores. Pero me apetece listarlas. Tengo un día "Alta fidelidad".

1. Conciencia de lo público. Si entendiéramos que una comunidad es una sociedad de personas unidas para lograr un fin mejor que el obtenible por separado; si comprendiéramos que el dinero y los recursos se han de disponer de manera equitativa y proporcional a lo que cada uno posee; si supiéramos que la gestión de eso llamado "público" es lo más importante, el tesoro mayor de una sociedad que quiere bienestar, tendríamos conciencia de qué es lo público. Pero en España no tenemos claro eso de "lo público" y lo confundimos con un funcionario de ventanilla malhumorado y adscrito al tópico de "vuelva ud. mañana". Una razón por la que podría apreciar más a España.

2. Respeto al tiempo ajeno. La puntualidad es un valor que no tiene excusa en su aplicación desde que existen los relojes y los calendarios, desde que todo el mundo puede conocer en qué momento vive y planificar sus movimientos, viajes y encuentros. Vale que si hubiera más transportes colectivos, baratos y regulares, sería mejor. Vale que si existieran horarios racionales, en las empresas, sería mucho mejor. Vale que si se planearan con lógica y coherencia las cosas, todo iría mejor. Pero es algo que todos pueden hacer.

3. Premiar el esfuerzo. Todos creemos saber de todo. Pero realmente los que saben de algo lo hacen como deben, bien, o al menos, ponen su empeño en hacerlo de la mejor manera posible. Curiosamente, los que mejor lo intentan y logran, son los que peor se lo llevan. No son los promovidos, no son los ascendidos ni los más respetados. Mi país no ama a los científicos, salvo cuando hacen comentarios ingeniosos o chistosos. Y si un divulgador hace un anuncio de pan de molde, tiene más visitas por ello que por su programa. Mi país no entiende lo que hay detrás de un éxito deportivo. Si fallan luego, les crucifica. Mi país, España, no sabe lo que es el esfuerzo, no conoce el premio que hay que darle. Por eso están arriba los trileros, no los esforzados.

4. Ser críticos. Si algo define España, es la adscripción de sus ciudadanos a una de las facetas de la dicotomía reductora, sea la que sea. Si eres amante del fútbol, no te gusta el baloncesto. Y al revés. Si eres del Atlético de Madrid, odias al Real Madrid. Y al revés. Si votas al PP, odias al PSOE, y viceversa. Si te gustan los gatos, no puedes tener perros. Y así con todo. Somos hinchas, fanáticos, sectarios, programáticos y cortados por el patrón... del Patrón. No hay crítica. Si alguien dice un "pero..." es para ganar la discusión, con un contraargumento, pero no para añadir un dato de interés que la enriquezca. El Circo romano tenía sus colores, y hasta hoy con ellos. Ah, los que no encajan en nada, son raros, frikis, gentuza a la que es mejor no acercarse.

5. Dejar de lado ciertas costumbres. Sí, yo también hablo alto y grito. Un grave error. Mi tono de voz está entrenado, que no educado, para destacar entre el marasmo cacofónico de la sociedad española. Gritamos, mucho. En la calle, en las escuelas, en los trabajos, en el metro, en la televisión, en la radio... somos chillones. Agradezco tener amigos que no lo son. Lentísimamente, intento aprender de ellos. Y luego hay otras muchas costumbres que aborrezco... pero esas son tan largas que no tengo ganas de listarlas. Y no, una de ellas no es la pereza. Que también, la mal entendida.

Vaya, un listado regeneracionista. Dudo que pasara los filtros de un Costa o un Ortega. Pero quería escribirlo. Por estas cosas, quizá, solamente quizá, querría más a ese constructo llamado España. Pero uno no es de donde nace, si no de donde desea ser. Y en cuanto a nacionalidades, con lo recientes y absurdas que son, pues me toca más de cerca esta... como el tema religioso, que ni toco porque, ¿para qué? en este blog hay suficientes reflexiones al respecto.

Un saludo,

domingo, 9 de octubre de 2011

The chef's choice.

Cambiar el mundo, la revolución en directo, actúa, es el momento de salir a la calle, reclama tus derechos, lucha, resiste, por lo que es justo, bla bla bla bla...

...

La revolución de verdad es una puta con muchos pretendientes que la maquillan a su gusto, y cualquier actuación es otro eslabón en la cadena de acción-reacción. ¿Actúas por tí o por otros? No lo sabes. Pero crees que sí. Y si sales a la calle, ¿sabes de veras por lo que luchas, conoces tus derechos, sabes los medios? Y más aun... ¿entiendes qué es la justicia?

...

Hace tiempo que llevamos recibiendo mensajes de todo tipo. Recicla. Compra justo. Paga justo. Haz lo que debes. En el mundo del postfascismo, éste ha logrado refinar sus mensajes. Tanto, que ha calado hondo en el capitalismo, en el sistema sin gente, en los engranajes sin grasa. Logremos ciudadanos con buena conciencia que sigan haciendo lo que deben hacer por el sistema. Hoy puede ser consumir sin tasa. Mañana, consumir lo que les digan. Pero siempre, a ser posible, mantengamos la corriente de la masa circulando en la misma dirección. Y la novedad de nuestro tiempo es, ¡albricias! que si alguien va en dirección contraria, creará otra corriente circulatoria abriendo un nuevo paso al noroeste del comercio.

...

No te engañes. La primera revolución es no creer en ellas. La segunda, revolucionar tu mundo. La tercera... perderse en el infinito mar de posibilidades y de opciones que no existe. Cada día pierdes una opción de libertad. Cada día, sabes mejor que nunca has sido realmente libre. Y un día sabes que la libertad es una entelequia, una formalidad para hacernos sonreir. Siéntete bien creyendo que eres libre. Libre de escoger tu revolución. Lo cierto es que nunca lo serás. Y cuando lo seas, realmente, habrás muerto por una causa que seguramente esté prostituida hace tiempo. O mejor... engáñate.

...

Hace apenas 200 años que nacieron las democracias más titubeantes, y los derechos de los hombres, y la universalización de todo eso no ha comenzado ni hace 50 años. ¿Creemos tener algo consolidado, real, firme? Engáñate.

...

El futuro, que todos parecen conocer, realmente no importa. Porque nunca existirá. Es nuestro presente el que lo define. Y el presente acaba con las opciones disponibles. Quita esa falsa libertad. Por eso tantos viven en el pasado. Otro mito.

...

La perspectiva más sabia, más consecuente, más inteligente, no existe. Tú ves el mundo con unos ojos manchados. Yo también. Nadie sabe limpiarlos si no es un niño salvaje, y también él se contamina rápido. No hay, pues.

...

Y como toda reflexión de alpargata, termino con un consejo más falso que un billete de 1.000 euros; no te arrepientas de lo que vas a hacer, seguramente nunca lo harás como querías.

Un saludo,

jueves, 6 de octubre de 2011

¿De dónde salen los dineros?

Normalmente nos hacemos esa pregunta cuando vemos una gran obra, una gran inversión o un gasto brutal del que tenemos constancia. Hay un sitio, de un tal DFC, que es muy interesante para conocerlo. Su dirección:

http://dfc-economiahistoria.blogspot.com

El resumen que yo iba a hacer lo expone él muy bien en su blog. Sintetizando aun más, yo diría que esto es un problema visto más veces en la historia. Incluso en ese período que algunos historiadores economistas dan en llamar "pre-industrial". Que es como si fuera anterior al capitalismo, pero o sea, no.

El capitalismo es algo que existía en lugares como Roma, ya hace más de 2.000 años. Empresarios que armaban barcos, que obtenían beneficios de la exportación de aceite de oliva, por ejemplo, acumulando un capital y usándolo para adquirir más bienes y riquezas. Y también existía el aspecto consustancial al capitalismo, casi diría yo que la base del mismo. La deuda.

El dinero, siempre, es limitado. Los estados o quienes tienen el poder para acuñar moneda (y defender su valor) no emiten un número infinito de la misma. Bien por escasez del material de contraprestación (oro, plata...) bien por no querer inundar el mercado y, por tanto, devaluar esa moneda. Entonces aparece la deuda. Es el sistema mágico. Imaginen que tenemos, por ejemplo, 1.000.000 de unidades monetarias. Y con ellas, pues no se cubren todos los precios, claro. Ni los salarios. Ni los pagos de rentas, de bienes, servicios... aparte que, si es limitado el dinero, es como en el Monopoly, nunca puedes ganar más dinero del que hay en la caja del juego y está en la misma. Lo que hay es lo que se ve. Entonces... ¿cómo ampliar de manera mágica, pero artificial, ese dinero?

Suponga que en ese mundo con 1.000.000 de unidades monetarias yo hago un proyecto en el que, gastando 100.000, logro un beneficio de 500.000. Pero no soy el único. Hay más gente que hace negocios similares. Al final, entre ellos y yo, los que disponemos de ese dinero físico, real, emitido, copamos el 1.000.000 de unidades. Bien, no hay beneficio posible para todos. O el Estado emite más moneda, o nos inventamos... la deuda y el futuro. El dinero "falso" o en forma de pagaré, de futurible, de "proyecto".

Y ese dinero falso entra en juego, de pronto, sin control de nadie, ni del Estado emisor de una moneda ni de nadie ni nada. De pronto, yo puedo endeudarme por una cantidad alta, prometiendo que devolveré, digamos, el 25% de esa misma cantidad si mi negocio va mal. Bueno, ya hay leyes contra la usura incluso en la Biblia... así que este tema viene de lejos. ¿Y si no pago? quiebro. ¿Y si son muchos los que no pueden pagar, digamos... casi toda una ciudad entera, como Roma? Pues... lo popular es quemar los registros de deudas y reiniciar el sistema. ¿Le debían dinero? ¡ah, se siente!...

La cuestión es que el dinero y su "fantasmal reflejo", la deuda, hace que ese 1.000.000 de unidades limitadas pueda ser un número ilimitado, pero tan algo que, al final, alguien quiebre, caiga, se rompa, fracase en su negocio, se equivoque en sus decisiones, y, finalmente, arrastre al resto por su mala cabeza. Y entonces tenemos una de esas crisis, que básicamente consiste en que el dinero real, el de verdad, no circula ya tanto y tan rápido... de pronto, la moneda que pasaba a tal velocidad que parecía ser 100 veces otra, es 1, la de verdad, y se queda quieta en las manos de quien sabe que, en ese momento, es la única que tiene valor.

¿Qué pasaría si, por ejemplo, todos decidiéramos sacar de nuestros bancos y cajas de ahorro TODO nuestro dinero? imaginen, abriendo el colchón o el baldosín de casa para guardarlo y esas cosas. Realmente... ¿tendríamos todas esas monedas y billetes?

Al final, el corolario, es que los dineros salen de... nuestra imaginación. El capitalismo es eso, una farsa, una ilusión, una mentira tan grande, gigantesca, universal y tentadora, que hace tiempo ya que no necesita de pensadores u operadores para funcionar. Va sola. Y como todas las cosas sin control, acaba pasando siempre lo mismo. Arrasa con todo.

Un saludo,

miércoles, 5 de octubre de 2011

El beneficio del engaño

He conocido a más de una persona que busca, mediante el engaño, lograr un beneficio a costa de mentir. Y en todos los ámbitos, o casi. En empresas, vendiendo productos de los cuales no se dice toda la información o se manipula; de jefes, que ocultan derechos o cuestiones de trabajo para lograr que ellos queden en mejor posición para lograr sus fines; de compañeros, que abusan de la mentira para eludir cargas y descargarlas en tí; de falsos amigos, que buscan algún beneficio emocional, social o incluso material; de organizaciones, donde la manipulación se hace con el objeto de satisfacer egos o carencias; de usuarios, que intentan por todos los medios obviar los cauces regulados y saltarse las normas...

El listado es infinito, o tan finito como habitantes tiene España. El valor de la educación, de la paciencia, de la visión de lo público como algo de todos, de la honestidad para lograr fines de manera más plural, está agujereado por los gusanos de la envidia, la corrupción, la mentira y el egoismo. Siempre he admirado a los estadounidenses, pues ellos son honestos en sus relaciones. Un apretón de manos y una palabra dada valen más que un contrato registrado y devaluado inmediatamente por las administraciones correspondientes en España. También es cierto que su corrupción está institucionalizada y aceptada como tal, pero se combate de cuando en cuando por individuos hartos del sistema. En otros países, donde la corrupción se pone a raya mediante normas que se aplican y una clara educación social que separa, señala y juzga al transgresor, hay un mejor concepto de lo público y sus servidores, y todos piensan en la comunidad más que en el beneficio propio sin más.

España... España en cambio es un chiste. Una broma mal contada. Puedo afirmar sin rubor que, tras tratar a personas de entre 10 y 90 años, de todos los sexos, clase y condición, educación y demás cuestiones, he extraído una verdad incontestable. La muestra, unas 100 personas diarias de media. Eso, a lo largo de los dos últimos años, y pongamos de media unos 200 días al año, hacen unas 40.000 personas. Mi muestra personal, que estadísticamente puede importar o no valer una mierda. ¿Y esa verdad incontestable? que no hay educación, valores ni conciencia de sociedad y sentir comunitario y público.

Váyanse a un país donde eso existe en mayor grado. Verá una cola uniforme, de personas en hilera regular. Verá cómo todos esperan pacientemente para lo que necesiten hacer. Que apenas sí levantarán la voz. Que cuando les llegue su turno, expondrán su petición y, tras recibir información, se irán y harán lo que les resulte más conveniente según esa información dada. Que si han de reclamar, lo harán a quien corresponda por los cauces convenientes. Que no intentarán de manera evidente hacer valer una situación de privilegio o estatus. Y que, en general, se comportarán con un rigor más que aceptable.

Vengan a España. Una cola en un Hospital público. Verán una cola amorfa, extraña, de personas viendo dónde pueden situarse mejor para lograr antes su fin. Verá cómo todos están moviéndose nerviosos para ver si avanza o pueden entrar antes, y lo harán con murmullos crecientes que pronto se convertirán en un gallinero de ruidos molestos. Verán que se saltan su turno y tratan de saltarse la cola, preguntando o intentando que se les atienda por su cara. Que si se les atiende, aunque la información se les dé de manera clara, concisa y sencilla, preguntarán ocho veces lo mismo, sin siquiera saber reformular la pregunta, e insistirán, tozudos. Que no se irán o lo harán convencidos de que les han intentado engañar. De que, sin haber deglutido y digerido la información, se quejarán a quien no deben, y cuando se les informe, no se quejarán ante quien deben. Y que gritarán y usarán lenguajes impropios, soliviantando a la cola y mostrándose indignados y ofendidos. Y por supuesto, si pueden, ejercerán sus privilegios con ostentación, ruido y exhibición. En resumen, un comportamiento bochornoso.

A veces suena esnob sentir vergüenza de ser español, sobre todo cuando uno viaja. Pero lo cierto es que la siento. He podido sentir vergüenza más de una vez, y captar comentarios y reprobaciones hacia los españoles que son muy similares a las que he oído de otros españoles hacia extranjeros de iberoamérica o el norte de África o el este de Europa. Y que, al final, uno se da cuenta de la razón fundamental. Es la cultura, idiota.

¿Y a qué el beneficio del engaño, título de la entrada? cuanto más ignorante, analfabeto, sin valores y estúpido sea el gobernado y explotado, más fácil será para los "listos" de siempre seguir haciendo beneficio con ellos. Y esto sí es una clase de economía comprensible en dos tardes. De resolución más lenta, eso sí; quizá, pero solamente quizá, de dentro de un par de generaciones.

Un saludo,

domingo, 2 de octubre de 2011

Series de ficción televisiva

Hoy tengo el día catalogador. Pensando en las series de la tele y las horas que les dedicamos, he decidido hacer un pequeño listado de las mismas, con mis favoritas y las que estoy siguiendo (y por qué). Simple divertimento... :)

1. The Wire. La mejor. Simplemente. Si no la has visto... tardas.
2. Los Soprano. Gran historia. Una revolución.
3. Yes, Minister. Y su secuela. Grandes productos BBC y muy, muy reales...
4. Yo, Claudio. Otra BBC. Imprescindible. Calidad y buen gusto.
5. Crematorio. Una esperanza en el panorama español. Magnífica.

Y ahora mismo, siguiendo, estas:

Tremé. Otro gran producto de Simmons, con una N. Orleans real, palpitante. Buena música, buenas actuaciones, buenas historias...
The big bang Theory. Risas algo más trabajadas que otras comedias... da gusto.
Cómo conocí a vuesta madre. El friends de esta época, divertida. Barney.. el mejor.
Juego de Tronos. Muy bien representado el primer libro. A ver el resto...
Mad Men. No podía olvidarla. Y es que es más que Don Draper.
Boardwalk Empire. Otra recreación interesantísima de época, gangsterismo y poder.
Sons of anarchy. Una novedad, fresca y maliciosa. Y macarra...
Misfits. Hablando de macarradas... ¡viva la tele británica!
Luther. Un hallazgo. Idris Elba es maravilloso.
Downton Abbey. Arriba y abajo, pero sigue enganchando.
Californication. Lo reconozco, me ganó con tanto sexo. La segunda, mejor temporada.
Sherlock Holmes. Otra BBC actualizando el personaje muy bien.
Doctor en Alaska. Sigue siendo muy buena, y de cuando en cuando... como un buen vino.

Puede que me deje algo por ahí. No hablo ya de House, agotado hace tiempo, o de otras que no recuerdo. Estas son las que sigo y espero con avidez para ver... y las recomiendo, siempre que se tenga tiempo para verlas. Con The Wire, especialmente, no puedo dejar de decir que es imprescindible. Hay que verla.

En fin. Para otro día, reflexiones de libros o películas o música... si me apetece.

Un saludo,

sábado, 1 de octubre de 2011

Entre las turbulencias

La vida es caos, es azar y falta de orden. Todo lleva el sello ineludible de la entropía, diría un físico cualquiera. Nuestra historia es un baile sobre la afilada hoja de una cuchilla llamada vida.

Un tipo irrumpe en una iglesia católica y mata a dos mujeres, una embarazada y otra que le miraba, para luego suicidarse frente al altar. La mujer embarazada salía de cuentas en breve, pero su hijo ha sobrevivido y ha nacido del crimen y la locura, en medio del azar. ¿Cómo afrontará su futuro, sabiendo sus orígenes? seguramente herede algo de las creencias de su madre, y puede que se pregunte cómo, por qué y para qué. Se hará las mismas preguntas que todos nos hacemos en algún momento de nuestra existencia, y obtendrá la misma pléyade de respuestas. A elegir.

La vida es un constante azar, una inextricable trama donde apenas percibimos un color, una forma y una constante. Creemos ser dueños del control en algún aspecto de la misma, pero esa creencia no es más que uno o varios clavos en nuestro ataud. Porque la vida es constante lucha, es una negociación con nuestros semejantes, una supervivencia ante muchos peligros. No podemos conformarnos, ni creer en la estabilidad, ni en el futuro, ni siquiera en el ahora. Pero vivir siempre en tensión acaba siendo también otro clavo en el ataud. O simplemente, una razón más para morir.

El equilibrio es el del marino que se prueba en la tormenta, en la mayor de las turbulencias conocidas, y es capaz de montar una mesa de té en medio de la cubierta empapada de agua salada y tomarse una taza con impávida presencia. Es el equilibrio del marino que cuando la calma chicha no infla las velas, corre nervioso de un lado a otro amarrando cables y preparando cuerdas, afinando, engrasando y apretando todo cuanto está suelto. El equilibrio que no es tal, pues requiere de la fina intuición del bregado en luchas, del que conoce, de primera mano o por otros, si los escucha o lee, el que sabe, el que realmente no sabe pero acierta a conocer... es el momento de inspiración, de brillo en los ojos y dejarse llevar por la sinfonía del caos, de la anarquía, del desorden más real. El equilibrio que, cuando se roza con los dedos, cede.

Un momento de música y un baile apretándonos con la persona que amamos puede durar un instante y perseverar décadas en la memoria. Un accidente fatal de breves momentos puede truncar y reconducir vidas. Todo es, nada es, y entre medias estamos nosotros.

Hay quienes han sabido ver esta gran verdad, la más grande, a lo largo de los siglos. Sabatini, John Lennon, algún clásico grecorromano... pero seguimos ciegos, creyendo en nuestro control sobre todas las cosas. Y qué fina es la capa de barniz que, si rascamos, cubre esa ilusión...

Un saludo,

NOTA: Hoy 4 de octubre he leído que el bebé murió, no pudo sobrevivir.

Tiempos que se avecinan

Realmente no asusta que un tipo que dice ser inversor hable con tanta sinceridad en la BBC. No asusta que el candidato del PP al gobierno de España, virtual nuevo presidente tras noviembre, remita todas las respuestas a un programa que nadie suele leerse, mientras sus subalternos van desgranando poco a poco ese programa. Tampoco asusta que los gobiernos mundiales se echen mierda unos a otros y se culpen de la situación actual. Lo que asusta, pura y simplemente, es la inanidad de la gente, de la plebe y el populacho, el ciudadano que se cree clase media y lleva siglos siendo explotado y pobre, viviendo de las migajas de los de arriba. Eso es lo que asusta.

Antaño, las revoluciones y las revueltas se lideraban por gente formada, idealista, que tenía un sueño aparte de una ambición de poder, o simplemente desesperados sin nada que perder. Existía un idealismo que compartían muchos más y que construían, modificaban y trataban de llevar a la práctica muchos. El sueño, invariable, era vivir mejor. El comunismo fue uno de esos sueños, derivado y hermano de los socialismos, anarquismos, movimientos sociales de todo cuño y pelaje e incluso de los que derivaron en extremismos de izquierdas y derechas. Antes, al menos, uno podía mirar a la bandera roja con la hoz y el martillo y pensar, que con todo el mal que había tras sus alambradas, muros y fronteras cerradas, al menos había un sostén físico a las ideologías de quienes aun eran inocentes en el juego del asesinato y control de las masas.

El comunismo cayó. Se desintegraron las estructuras, que no muchas de las maneras, y un vacío inmenso se llenó de estupefacto capitalismo. O eso pensábamos. Realmente, ganaron los mismos de siempre, los que llevan en el mismo papel de toda la vida, cambiando de nombres, formas, pero nunca de esencia.

Hoy se nos asusta por muchos miedos. El fin de la prosperidad, del estado de bienestar, de la educación y sanidad públicas, de los servicios "gratuitos" (lo público no es gratis, es un concierto de miles de ciudadanos que lo pagan y esperan buenos gestores de su dinero... no solamente rapiña) y el retorno a formas más similares en la forma a los siervos. Que ya lo somos muchos...

¿Y qué hace un ciudadano medio? algunos se han unido a la indignación del 15M y similares, y otros despotrican en comentarios de periódicos, blogs y otras webs. Alguno llama a la radio cabreado, y otros muchos hablan en tertulias de amigos improvisadas. Pero eso es hablar. Es bonito pretender que podemos cambiar el tono de una sociedad solamente hablando, pero la Historia, la puta maestra de la sociedad, nos demuestra que hablar no sirve de nada si no tienes fuerza con qué respaldar tus argumentos. Y sabemos qué pasa durante y luego. Aparte, te llega un advenedizo y escribe luego un libro sobre la Revolución Francesa que no aporta nada nuevo y sirve únicamente de acicate de rencores modernos...

El "orden" es algo que crea el ser humano. Si llega un momento en el que el "orden" resulta en escudo de los privilegios de unos pocos contra las miserias de muchos, ese "orden" no es tal, es simple y llanamente guardia mercenaria del cobarde rico. El civismo, ese valor débilmente inculcado, no se mantiene inalterable con los siglos, ni ningún derecho es eterno, si no que hay que pelearlo en cada generación. Quizá Jefferson iba por ahí cuando decía que cada una era dueña de su destino y sociedad... la cuestión, clara y puramente, es que hoy día el "orden" o sistema que tenemos está fallando a muchos, y el día que la balanza se incline y sean más los perjudicados que los beneficiados, cambiará. Y funcionará hasta que no lo haga.

En los tiempos que se avecinan uno piensa y pronostica cosas del pasado. Crack del '29, auge de los fascismos y el nazismo, polarización de ideologías, masas uniformes y acríticas, un decálogo de crímenes y chivos expiatorios, empobrecimiento, guerra, destrucción... pero cuesta pensar en ello con la modernidad tecnológica, y por ello, gracias a ésta, uno se da cuenta de que tenemos la tecnología del siglo XXI en manos de un cerebro de más de 60.000 años de antigüedad. Mucho privitivismo negativo para augurar futuros esperanzadores.

Así que cambien la inversión; en lugar de ladrillo, buenos búnkeres, miles de latas y generadores eléctricos autónomos, armas personales y aguante, mucho aguante. Y quizá, colecciones de música, cine, series y libros para un futuro apocalíptico. El que nos estamos buscando.

Un saludo,

jueves, 1 de septiembre de 2011

Risas entre lágrimas

La etiqueta y las formalidades exigen que, en un funeral, o en un momento dramático, uno se abstenga de sonreir o mostrar el más mínimo atisbo de felicidad. Es lógico, se supone que el momento lo exige y se puede malinterpretar como una burla. Pero en las ocasiones que he tenido que afrontar esos momentos (y han sido varias...) recuerdo siempre que algo me hacía sonreir, melancólico, quizá, o incluso divertido, llegando al punto de la risa en algún momento puntual.

Y entonces debía forzar el rictus serio, los labios fruncidos, los ojos apagados y ningún sonido ajeno a los sollozos o murmullos. La realidad es que, cuando era niño, mis dos hermanos mayores murieron con relativa prontitud y distancia uno de otro. No llegaron a los 30 años. Y en el caso de mi primer hermano, Carlos, supe que todo estaba mal cuando entré en mi casa, y ví aquella multitud de vecinos y conocidos, curiosos también, y familiares, con mi madre llorando y mi padre forzando el rostro pétreo. Recuerdo a mis dos hermanos, lejanamente, circunspectos. Y yo, que no hacía mucho había celebrado mi cumpleaños, todo lo que quería era jugar con un coche de carreras por la voluta del armario, autopista encerada y lisa. Me sentía raro, pues me había ido a buscar mi hermano al cole, y me sentía ajeno a todo aquello. Sí, había dolor en el ambiente, pero aunque lo comprendía difusamente, yo quería jugar y esperar a que llegara mi hermano Carlos con... nada. Pues era el muerto.

Después vinieron días incómodos. En el cole, todos me trataban con respeto y distancia, algunos como con miedo, otros porque no sabían qué hacer o decir. Y esa fue la primera lección. Nunca nadie sabe qué decir, y las palabras, aunque confortan, son tantas, y tan variadas las bocas, que suelen quedarse en un fondo oscuro. Tampoco sabe nadie qué hacer. Y lo mejor, por eso, es seguir haciendo lo que uno hacía, o intentar hacer algo nuevo o que le guste. Jugar... tenía unos 9 o 10 años.

Entonces, al año o así, murió mi otro hermano, Félix. Mi última imagen de él es en el hospital 12 de Octubre, tras haberle ido a ver con mi madre, y recordarle sonriendo, con sus gafas redondas, ofreciéndome si quería la pasta que le habían puesto para comer, que sabía que a mí me gustaba. Estaba delgado, pero sonreía, y siempre le recordaba con cierta sonrisa. Mi madre decidió ahorrarme el mal trago y me envió unos días con mi tía. Mientras, mi hermano murió, de cáncer, y pasé aislado esos días, comiendo lo que me gustaba (bueno, y también las truchas que bailaban rock en mi barriga... como me decía mi tía...) y jugando con mi prima y sus amigas. Mi madre volvió a buscarme varios días después. Estaba demacrada. Había perdido a dos hijos. Y mi cumpleaños fue... triste. Aun tengo las fotos, y recuerdo las sensaciones. Todos graves, serios. Yo no quería estarlo. Quería sonrisas, reírme, contarles a todos que el mundo, al final, es un escenario de cierta locura, donde aunque te regañen puedes gritar, correr, saltar sobre un sofá o la cama, levantarle las faldas a las niñas y burlarte de ellas, pisar el césped, jugar en los columpios hasta agotarte, echar carreras en la calle, zigzageando entre los peatones... quería decirles, en mi corta edad, lo que sentía. Que quería ser feliz.

Quizá no supe decírselo, o lo hice de maneras que a mis padres les parecieron alocadas y peligrosas. Me partí un diente, me raspé las rodillas, codos y manos, rompí muchos pares de gafas, me torcí los tobillos con el baloncesto, comía muchas guarrerías, me encantaba la cocacola, el baloncesto, los juegos de rol, leer, la música, mi barrio, mis amigos...

Los años pasaron, la infancia quedó atrás, aunque yo sentía melancolía porque no pude jugar todo lo que quería, ni disfrutar tanto como pensaba. En mi casa, había un manto oscuro y pesado que, echado sobre todos, a unos asfixiaba y, a otros, recalentaba en demasía. Hubo gritos, peleas, lloros, reconciliaciones, palabras sabias, palabras necias... tuve algunas mascotas, como mis hámsters, y también juguetes y regalos. Tuve amigos, algunos de los cuales conservo hoy día. Y de pronto, un día, yo ya no era un crío, aunque seguía siéndolo para todos, y la gravedad, la seriedad, se me fue contagiando un poco...

Mi madre murió cuando yo estaba en un curso. Llevaba en coma varios días, y enferma, muchos años. Los últimos meses, con sus insistentes entradas en mi habitación sin llamar (privilegio de madre) o golpeando la pared y despertándome, fueron extraños. Cuando ella murió, al principio, fue irreal. Su cuerpo, hinchado, no era el suyo, el mismo que agitaba la cabeza a un lado con un "eaah!" enérgico cuando algo no le gustaba, ni sacaba la lengua en señal de asentimiento. Ni guiñaba los ojos y mostraba los dientes cuando se enfadaba. Tampoco iba con la bata que recordaba siempre verla en casa. Y su pelo... estaba suave. Pero había muerto.

Pasé semanas viviendo sensaciones de todo tipo. La veía por la calle, pero sabía que no era ella. Me quería acercar a una mujer parecida y abrazarla. La oía hablar, y aun ahora, sin esfuerzo, puedo escucharla. La recordaba en muchos momentos, yo, su hijo pequeño, el pequeño... y supe que quería recordarla, porque había vivido mucho con ella, más de 20 años. Y la quería. Sobre todo, su risa. Su desparpajo e ironía. Sus bromas. Me hizo reír mucho, más de lo que ella pensó. Y era porque ella fue, en lo peor, alegría.

Mi padre quedó viudo, y yo con él conviviendo. Han sido 9 años de cierta agonía. Tratando de que viviera en mejor situación. Que se cuidara. Cuidarle. Que paseara, tuviera aficiones... ¡qué tardes pasé, pirateando para él señales de televisión para ver el fútbol, desde el ordenador!. Y era feliz. Sonreía, poco. Le recuerdo con esa manota grande y velluda, de dedos amplios, anchos, fuertes. Levantándola para dar una palmada amistosa y sonriendo como si le costara dinero. Estaba amargado, por perder a dos hijos, por perder a su esposa, por haber consumido una vida entera de sacrificio por nosotros, por los que quedábamos. A él le debo mi plaza, pues me permitió estudiar sin trabajar más de un año en su casa. Le debemos muchas cosas. E incluso en sus momentos tristes, en aquellos de semanas antes de morir, cuando rememoraba su niñez, pude percibir la misma chispa y alegría. Él no quería lloros ni lamentos. Quería morir bien, dejando todo resuelto. La risa era un lujo que no conocía demasiado.

Termino. Escribo mucho de esto entre lágrimas. Los recuerdos... tres murieron de enfermedad, de cáncer. Otro de accidente. Dentro de la tragedia, sin embargo, aun con la garganta anudada ahora, sé que la vida, este valle de lágrimas, como dice el lugar común, es también un lugar donde resuenan, si se escuchan, si se dejan, las risas. Y las risas, el abrirse francamente como un niño ante toda novedad, son una cura muy eficaz. Combinadas con abrazos, fuertes, sentidos, con quienes queremos y apreciamos, son un bálsamo mayor que esas palabras que nunca son certeras. Soy sensitivo, necesito tocar. Pero también escuchar. Y si ahora escribo todo esto, es porque quiero que un amigo, que ha tenido una pérdida reciente, sepa que siempre, siempre, será escuchado. Siempre.

Ya te daré un fuerte abrazo, Oscar.

Un saludo,

jueves, 18 de agosto de 2011

Contra quienes cargaría yo por la Crisis

La lista es amplia.

Los sindicatos, prácticamente todos viviendo de subvenciones y en un sistema de privilegios donde el trabajador no es defendido, si no la corporación que ellos forman.

Los partidos políticos, representantes de unos cientos, a lo sumo, miles, de ciudadanos, de sus intereses y sus propios intereses, tratando de hacer de la política un espacio no de servicio público si no de interés privativo.

Los bancos y cajas de ahorro, que decidieron hacer un mal negocio por el que cualquier empresario quebraría pero, como dice el dicho, "si debo 100 tengo un problema, pero si debo 100.000.000, el problema es del otro..." y que, al final, hemos pagado con dinero público.

Los empresarios que aun siguen creyendo que el trabajador es un gasto y una molestia, y prefieren volver a sistemas de esclavitud como en China y otros países.

Los ciudadanos abúlicos, cínicos, complacientes, acomodaticios, que solamente salen a la calle en gran número para la juerga, la risa y la tontería inútil, pero que cuando toca de verdad quejarse, lo dejan para otros... o sea, ninguno.

Y después los anacronismos, como la monarquía, innecesaria en unos tiempos actuales; los privilegios del Antiguo Régimen de la secta católica y su monopolio de la educación, aun; los restos bien conservados del franquismo social, económico e ideológico; los medios que alientan la desinformación y el odio, como viejos panfletarios de tiempos pretéritos... y tantos otros, que, de considerarse uno a uno el chocolate del loro, son al final la foundé entera...

¿Qué hacer, cuando la educación ha sido depauperada, los derechos recortados, los progresos conquistados cercenados y hay una recesión económica que afecta a la moral del personal?

Mi respuesta; una revolución. Primero se empieza con las revueltas, pero es la revolución la que trastoca todo. Y será un fracaso en principio, como todas, porque se conducirá luego por fanáticos, no por competentes. Será un fracaso en principio porque cambiará personas, pero no ideas ni estructuras. Pero luego, ¡ay! quién sabe... quizá el mundo cambie definitivamente, y si no, al menos, lo habremos vivido y la población mundial habrá decrecido un poco en este pobre planeta tan sobreexplotado.

Soy escéptico.

Un saludo,

Pasando

Ayer fue la manifestación contra la visita financiada con fondos públicos del líder de la secta católica y sus miles de fieles sectarios, presuntamente, de buenas familias. Ayer, en la manifestación, pude comprobar de primera mano que los participantes no eran perroflautas (al menos, no eran dóbermans) y que abundaban los de mediana edad y más que mediana. Que había capas de ciudadanos urbanos, prósperos, no una simple colección de antisistemas. Gente que había conocido los tiempos del nacionalcatolicismo, pero también gente joven que prefiere a Muchachada Nui y sus parodias que a los que parodian. Había, como se suele decir, de todo.

El primer error fue el de exhibir las banderas republicanas de 1931, sin más. Cierto es que las tengo en simpatía, pero sobran. Es ya un clásico que contamina el otro mensaje, y sobran. El segundo error fue no de los manifestantes, si no de la autoridad competente; en su afan por hacer una marcha corta y por calles poco visibles, se llevó a la multitud por callejuelas hasta Sol, verdadero punto de reunión, y cuando la cabecera pasó, con la policía, el grueso de la manifestación (tardamos más de hora y media en llegar de Tirso de Molina a Sol...) se encontró en Sol con que no había policía que detuviera a los peregrinos de las Juventudes y a los neonazis (los había) que les hacían el trabajo sucio. Hubo mezcolanza de manifestantes y peregrinos, y ningún altercado hasta que los peregrinos decidieron que ellos llevaban la razón, con insultos groseros y con mala educación, e incluso algún botellazo posterior.

Luego nos fuimos. Abandonamos por un lateral de Alcalá el resto de la manifestación, que se había roto en Sol (reitero, por la estupidez de los que la permitieron así. obligando a modificar sus formas) viendo cómo la policía que quedaba se portaba correctamente. Incluso algunos peregrinos despitados se vieron avisados por gentes varios, o simplemente, se pasaba de ellos. "Esa mochila la he pagado yo", fue el grito que se les dedicaba, sin más. En general, pude ver más educación de los manifestantes (más de los 5.000 previstos, desde luego, puede que 9 o 10.000) que de los peregrinos y algún bobo que pretendía otra cosa.

Y pasando de todo, llegué a mi casa, sufriendo el acoso de un grupo de niñatos y niñatas que, en el tren, cantaban algo así como "Mañana comienza la recristianización de España, primero en Madrid, luego..." ni puta idea. Y los pocos que no éramos claramente de las Juventudes nos vimos mal vistos... incluso noté más agresividad de la que esperaba en la puerta del Sol.

Es lamentable que la marcha se haya diluido, que las consignas se perdieran (apenas nadie sabía que el manifiesto se leía en el lugar de salida, Tirso de Molina) que cuatro idiotas respondieran a mil idiotas. Es lamentable que una teniente de alcalde y futura alcaldesa (Ana Botella) siga diciendo que un estado aconfesional no es un estado laico y lo interprete como a ella le plazca, no como corresponde a un Estado realmente separado de cualquier religión o fe. Es lamentable que siga existiendo gente maleducada, en todas partes, sin fortaleza moral, sin fortaleza cívica, sin ánimo de vivir en paz, convivir y coexistir, con respeto a lo público como algo de todos. Es lamentable, en suma, y por eso, acabaré pasando.

Soy ateo casi desde que recuerdo poder serlo. Si hice la comunión fue por el soborno, como el que dan a los delfines amaestrados por hacer su número (si no les dieran sus pescados...) pero ya entonces dejé claro que pasaba de misas, de devociones y chorradas supersticiosas. Tuve mis períodos más agresivos, anticlericales, dogmáticos e incluso prosélitos. Ahora mismo, paso de la religión, me joden cosas como esta de la visita del líder sectario (gastos que se dan como "inversión", semanas fantásticas del Corte Inglés de "perdonamos 3 pecados por el precio de 2" y que mientras reduzcan presupuestos en Educación...) y seguiré claramente siendo contrario a la presencia pública de cualquier sistema religioso y a la intrusión política y social de las religiones y sus jerarquías. Pero he visto que el declive de la religión es imparable, que vivir en un entorno urbano va reduciendo más y más la presencia, y que estos son los cantos del cisne. La gente bautiza menos, pero cuando lo hace es por complacer a otros. La gente no hace la comunión convencida en su gran mayoría, sigue siendo por el regalo. Y la gente no se casa tanto por la iglesia, aunque sí en pueblos y demás, y es por el "qué dirán". Y cada vez menos los funerales son religiosos, ya se aparta incluso ahí, en ese punto, a los curas. En resumen, la religión católica, paradigma de España, está en franco retroceso. Y quizá es por la actitud más exitosa que el mero ateismo militante; el pasotismo.

Bienvenido sea. Que la gente viva libremente, eligiendo si quiere ser cristiana, católica, musulmana, judía, budista, chamanista, o simplemente, nada de todo aquello y muchas otras cosas más que, hoy, son más que nunca posibles.

Vivir pasando de religiones, ¡ese es el éxito!

Un saludo,

jueves, 11 de agosto de 2011

¿Por qué tienen miedo?

Con la que está cayendo en el panorama internacional económico (Italia y Francia dudando de la legitimidad de S&P y otras agencias descalificadoras, el tambaleo de los EUA con los mercados, los ávidos y codiciosos rascando de donde pueden...) no he podido menos que hacerme la pregunta al respecto de los que, al socaire de la persona del líder sectario católico, se sienten atacados, insultan, agreden verbalmente y amenazan con "sistemas de seguridad" propios y católicos contra la "horda antipapal".

¿Por qué tienen miedo?

Cuando llega la llamada Semana Santa (según el calendario lunar) se cortan líneas de metro y autobús, se cierran calles para las procesiones sadomasoquistas e idólatras, se busca imponer un sistema moral y hasta gastronómico y... tienen el apoyo de la Delegación del Gobierno, que no prohibe las marchas aunque nadie se lo haya pedido (artículo 21.2 de la CE de 1978) y sí por el contrario prohiben las marchas solicitadas por los cauces legales. 1 a 0 para los simpatizantes de la secta católica.

Cuando llegan las fiestas religiosas de diversa índole, nadie pone pegas (a fin de cuentas, es un día festivo... y en España, de los 14, salvo el 6 de diciembre (Constitución), el 12 de octubre (Nación) y el 1 de mayo (Trabajo) el resto suelen ser religiosos (bueno, en Madrid el 2 de mayo celebramos el día de destripar gabachos...) y nadie pone pegas. Eso sí, vienen de perlas para hacer puentes. Si alguien reivindica una fiesta no religiosa, se le suele tachar de imbécil. 2 a 0.

Cuando hay una misa pública en cualquier lugar (Plaza de Colón, en Madrid, o en los prados de El Escorial, por ejemplo) se suele disponer de ayuda del consistorio local, de la Comunidad de turno o del Estado, incluso. Se disponen rápidamente bancos, estrados, tablaos de todo cuño para el espectáculo sectario. Si lo piden otros, como por ejemplo, el primer congreso Ateo que se buscó en Toledo, se suelen impedir, poner trabas, amenazar con denuncias y, siempre, evitar. 3 a 0.

Y finalmente, con la visita del Emperador Palpatine (no me digan que no es su avatar, joder... si solamente le falta el cráneo hendido, los rayos saliendo de sus dedos y la frase de "todo sale como lo había previsto"...) se ha logrado rizar el rizo; vale que es un jefe de estado (el Vaticano, sí) pero de ahí a ponerle bocato di cardenali en forma de niños disfrazados de guardia suiza o del Barça, con los casos de pederastia... o lo de los confesionarios... o lo de los colegios... o el bono transporte reducido... o... y mientras, llamando "paletos" a los que no estamos de acuerdo con su visita, o rezando para que no haga calor en Cibeles mientras quitan las marquesinas del bus, que algo de sombra daban, o soltando ufanos que dejarán muchos miles de millones los "pobres" peregrinos, o que los del 15M son antisistema, antipapa y antitodo, o que los del Metro son insolidarios y deben descovocar la huelga para no parecer bananeros, o que un artículo en un periódico desate amenazas punibles legalmente, o que... y mientras, los que somos ateos, o no católicos (más o menos, un 25% del país, no está mal... unos 10 millones de habitantes, más o menos...) no podemos ver una marcha de protesta, o pedir que se publiciten los gastos para que no haya otro Gürtel como en Valencia, o solicitar que el dinero lo usen como las ONG serias, las que funcionan, llevando ayuda a los países que lo necesitan, o que la crisis se solventa con medidas sociales y no recuperando valores tradicionales, o que... 100 a 0. Ganan por goleada.

Y digo yo, con todo a su favor, siendo tantos, teniendo el apoyo de gobiernos como el actual (siempre, los del PSOE han dado más a la secta que los del PP... flípalo colega...) y demostrando desfachatez, la que les otorga unidireccionalmente (según ellos) el artículo 16 de la sacrosanta CE de 1978 y la Ley de Blasfemia, perdón, de Libertad Digital Religiosa, digo... ¿DE QUÉ COJONES TIENEN MIEDO?

Lo dicho, paranoicos perdidos. Llevan con el síndrome de persecución desde tiempos de Nerón, que el pobre, ni sabía que eran así. Si lo hubiera sabido, quién sabe... a lo mejor sí deberían tener más miedo. Ah, pero no... conquistaron el Estado. Todos.

Un saludo,

miércoles, 10 de agosto de 2011

Los visitantes (V) de la secta

Las noticias vuelan. El líder de los católicos en el mundo (esa secta transnacional cuyos miembros siguen sin prestar verdadero apoyo al Estado en el que residen... como los judíos, vaya) llega a España en breve. Y en el viaje, algunos datos:

- Se prevé un millón y medio de "peregrinos" que vienen a verle.
- Para ello, el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid han dispuesto edificios y personal público para alojarlos (escuelas y centros públicos)
- Para ello, el Metro de Madrid ha preparado un abono especial mucho más barato que el de los turistas (de 50 euros a 10 euros el abono semanal) y ha reforzado las líneas negociando mediante el sistema del "puenteo" sindical con trabajadores, olvidando la negociación colectiva y los pactos firmados.
- Además, el Consorcio modificará, cortará y alargará líneas, cambiando el panorama de transporte de la ciudad, sin mucho preaviso, y con los perjuicios habituales al usuario.
- En el parque del Retiro, un ebanista abulense ha dispuesto cientos de confesionarios portátiles para que la gente pueda usarlos. Es decir, otro espacio público tomado por los miembros de la secta católica (que, recordemos, son menos del 75% en España, según últimos datos...)
- Las marchas propuestas por grupos ateos y laicos han sido vetadas, con recorridos alternativos de risa.
- El 15M se ha convertido por el camino en un grupo "antisistema, etarra y violento", según dirigentes varios del PP, y tienen que vigilar que no entorpezca la visita, sobre todo en la puerta del Sol.
- El coste de la visita en términos públicos será de unos 50 millones, pagados entre la Comunidad de Madrid y la secta; es decir, todo dinero del que nos cobran por el IRPF. Además de eso, hay empresas implicadas, sobrecostes a los peregrinos (se les cobra el alojamiento que han obtenido gratuitamente en ¡colegios públicos!, pero no para dárselos a Educación o la Comunidad... si no para la secta...) y gastos de protocolo, seguridad, transporte, nóminas de funcionarios, derechos de vacaciones y descansos recortados...
- Todo esto se contrarresta con lo que aducen los sectarios cuando ya no hay más argumentos; que los peregrinos dejarán en torno a 100 millones de euros en España. Negocio redondo.

En resumen, la visita es un negocio. Si la de Obama a Málaga repuntó el turismo estadounidense allí en un 30%, la del líder de la secta católica servirá para hacer de Madrid un megaFIB, IglesiaParty o gran evento similar, donde nos tocarán los huevos a los ateos y agnósticos (¿por qué siempre hay libertad religiosa para el creyente, y ninguna para el ateo? ¿por qué hay siempre prevalencia de derechos para el que se denomina creyente, y suspicacia y violencia contra el que no?) y se demostrará de nuevo que España no es confesional, salvo en lo que al dinero toca, y que las formas, buenas maneras, mos maiorum religioso y demás papanatadas, están por encima de la construcción de una sociedad solidaria, rica para todos, libre, con oportunidades y sin la codicia de los que, paradójicamente, defienden que el rico pase siempre por el ojo de la aguja. Haciendo de ésta un arco ojival gótico de grandes, grandes dimensiones...

En fin, disfruten. Con suerte, yo estaré haciendo cosas más divertidas, como planear mi fraude a Hacienda para que mis impuestos no sufraguen a la secta ni a políticos chorizos, o seguir intentando mi apostasía, que ya no es solamente religiosa.

PS: Por cierto, acabo de leer la noticia; el Ayuntamiento quita las marquesinas de Cibeles por la recepción allí del líder sectario, y a cambio (con la que está cayendo) Rouco pide rezar para que el Sol no tueste las testas de los viajeros... ¡eso sí que es inteligente!

Un saludo,

jueves, 4 de agosto de 2011

Terrorismo económico

La puta prima de riesgo y sus tíos putativos, "los mercados", o lo que es lo mismo, las grandes fortunas hechas siempre mediante los mismos medios (explotación, corrupción, latrocinio, abuso, rapiña) sigue estando en los medios como un quebradero de cabeza más, como si fuera lo más importante del mundo en España y, con su subida, fueran a explotar las cabezas y ciudades del país.

Mientras, los políticos siguen ignorando a los perroflautas del 15-M, y siguen jugando desde el gobierno a que aquí no pasa nada (y no pasa tanto) y desde la oposición a que España está en la puta miseria (y no es así). Políticos, actualmente, buenos para... alimentar a los chacales, aunque lo llamen canibalismo.

Siria mata. ¡Oh, qué sorpresa! en Egipto, se juzga a Mubarak, pero la junta militar (ah, ese clásico...) no dice cuándo se harán elecciones ni cambia las leyes. En Marruecos, el rey de allí controla a sus chicos mediante la asignatura de religión en los colegios ¡públicos! españoles. No os integréis, que luego a lo mejor os enteráis de qué va eso de los derechos cívicos...

En los Estados Unidos de América, mientras, el presidente come hamburguesas contento de haber lidiado con los que toman té. Ja-jo-jajota. Allí la clase política lleva siendo desde el inicio el agente que da la cara por los del primer párrafo de este texto.

Y en Marte puede haber agua. Y en 20-30 años, ya no dependeremos tanto del petróleo. Y en Cataluña cierran ambulatorios. Y en un pueblo de Murcia, no pagan a los funcionarios. Y frente al Ministerio del Interior en Madrid, la policía carga contra los indignados. Y el fúrgol no para de ser siempre noticia en la televisión. Y yo ya no sé si cagarme en todo y en todos o plantearme alguna solución más radical.

Porque a mí no me preocupa desde hace mucho el terrorismo de ETA, ni tampoco el de AlQuaeda, ni siquiera el de los niñatos que amargan el día. Me preocupa el de los bancos que expropian el piso y dejan en la calle a la gente, el de los políticos que alimentan sus fracasos con dinero de los ciudadanos que les dieron un voto, no un cheque, el terrorismo de los prepotentes que aun piensan que ser político electo significa poner los cuernos a todos y cada uno de los ciudadanos y celebrarlo yendo de putas con "los mercados", que les dejan disfrutar las sobras. Me preocupa el terrorismo económico sin parangón que estamos sufriendo desde que el capitalismo no tiene un freno mínimo, no existe una URSS que dé algo de miedo y justifique el tener políticas sociales para defender a los ciudadanos. Me preocupa que, aparte, la sociedad en general sea tan, tan abúlica, que como decía Calígula, lamento no tenga un solo cuello para... ya saben el resto.

País y mundo de mierda. Ah, espera... nuestro país, nuestro mundo, nuestra sociedad. Nosotros.

Un saludo,

lunes, 18 de julio de 2011

De finales y principios

Hoy es 18 de julio. Unos festejan el final de la República, otros el inicio de la nueva España. Algunos ven la fecha como la de la paga extra, otros, comienzo de vacaciones. Muchos pasan por encima del día como un día más, lunes, para más joda. Yo, sin embargo, no veo en este día nada, ni un mojón ni un miliario, no veo en él señal o marca importante.

Mi final fue hace más de un mes. Falleció mi padre y, técnicamente, mi hermano y yo quedamos huérfanos. Sin responsabilidades. Sin un peso en la cabeza. Sin losas ni tampoco obligaciones más allá de las asumidas. De pronto, una historia terminaba. A mis 34 años, la vida que conocí acabó. En muchos sentidos.

Fue el final de una época. De la niñez, de golpe. De la transición a la adolescencia y juventud, de pronto. De un paso a la edad adulta. Todo aquello de pronto, decantado en un fondo oculto, brotó. De repente, mi vida terminaba. Una parte de ella.

Y ha llegado un nuevo comienzo. O mejor dicho, un comienzo a secas. Los comienzos son siempre nuevos. Es lo que pasa después lo que lo hace nuevo o viejo. Un comienzo en donde he ido descubriendo facetas de mí mismo sorprendentes. Algunas me han dejado perplejo. Otras, en cambio, me han devuelto a la realidad lo que estaba mentido o sujeto en discrección y sutil ocultamiento. Ahora sé más que nunca quién y qué soy yo.

Muchas veces creemos saber. "No sabes nada, Jon Nieve", y es verdad, no sabemos nada. Creemos... y luego realmente sabemos. Luego, después, cuando sucede. En algunos momentos gloriosos podemos percibir con prematura clarividencia lo que pasará, pero pocos. Realmente, lo sabemos cuando está pasando. O después, mucho después.

Yo ahora sé muchas cosas. Menos de las que uno desea, pero más de las que creía desconocer. Y no soy más sabio. Ojos cansados, pero mirada tierna y siempre, siempre, nueva.

Final. Y principio. Si algo acaba, es siempre porque algo empieza. Es inevitable.

Un saludo,

jueves, 23 de junio de 2011

Que no me toquen los cojones

Leo que los putos obispos siguen a la carga con el rollito de la "eutanasia" encubierta según ellos con el proyecto de Ley de Muerte Digna. Me toca mucho los huevos que unos tipos machistas, representantes de un estado autoritario y doctrinario extranacional, con ideas muy definidas de lo que debe ser la moral y la ética, sin permitir ninguna alternativa, me quieran imponer en contra de mi libertad y de los que conozco una vida alargada de mierda, dolorosa e inútil.

Hoy me han tocado muy mucho los cojones. Mucho. Hace una semana murió mi padre. Hace más de 9 años, mi madre. Y en ambos casos, teníamos claro todos una única cuestión; es mejor morir sin dolor y sin alargar la situación que hacer crónica una vida carente de calidad, de capacidad, de viabilidad. Y no lo decidimos mi hermano o mi padre o yo. Fueron los propios médicos, quienes, trabajando todo el puto día con enfermos, saben lo que es agonizar lentamente. Señores obispos y gentuza similar, no me toquen los cojones que los tengo muy hinchados tras leer sus mierdas.

A ver si de una puta vez se hace un proyecto donde tengamos opción del Testamento Vital. Donde podamos decidir, y digo bien, decidir, nuestra muerte. Porque yo no estoy dispuesto a ver con ojos vidriosos, la boca y la nariz tapados con una mascarilla de oxígeno y dolores por todo el cuerpo cómo mi vida no tiene más sentido que la de dar trabajo a unas enfermeras, doctores y familiares que podrían dedicar el tiempo a salvar a otras personas, a curarlas y, en el caso familiar, a vivir su propia vida. Tengo claro que, si mi cuerpo no da para más y mi mente está aun facultada, quiero pedir un suicidio asistido, donde abandone la vida por decisión propia, sin sentir miedo ni, sobre todo, dolor. No soy un estoico. Soy una persona que quiere tener algo de libertad.

Así que repito, señores obispos y gentuza similar que esgrime su "verdad" con infinita calentura en los medios, que quiere imponer su puto sesgo de cómo son las cosas, que desea una moral única, indiscutible y férrea; no me toquen los cojones. A este mundo no hemos venido a sufrir, si no que aparecimos primero por accidente, azar, aunque fuera deseo sexual primero con o sin decisión consciente de los padres. Hemos venido porque así sucedió, y ya que estamos, queremos vivirlo, sin dolor, sin miedo, sin más mierdas de las que ya la vida lanza a diario, como para que encima no podamos morir como queremos, que es la última gran decisión de la que somos únicos protagonistas, porque nuestra muerte solamente la vivimos nosotros.

Hala, dedicáos a explotar a la Consejería de Educación de Madrid y a los funcionarios que se quedan sin vacaciones para atender la "gratuita" visita de las juventudes papales a Madrid, y seguir amaestrando a vuestros polluelos con mentiras y dogmas... pero de verdad que, con cosas como estas, me dan ganas de... mejor no sigo, por si está tipificado como delito.

Un saludo,

sábado, 18 de junio de 2011

Mis padres

Mi padre nació en La Robla en 1930. Mi madre, en Villamarco, también León, en 1933. Mi madre falleció hace ya 9 años. Curiosamente, nació al tiempo la sobrina de Cris, Nuria. Ambos sucesos los he ligado siempre, al azar. Mi padre falleció hace unos días.

Mi tía nos pidió que dijéramos unas palabras, ya que prescindíamos de misas y responsos. Le había parecido mal que no habláramos en la cremación de mi madre. Lo que no le dije es que yo había querido decir unas palabras, pero que entonces me resultó imposible. Igual me ha pasado en el entierro de mi padre, cuando le subían al nicho donde está enterrado. No pude, no quise decir nada más que "gracias". El espectáculo de la muerte me sobrepasa, me aturde un poco, quizá ahora menos, pero me sigue repeliendo. No puedo con ello.

Quizá ahora sí tengo unas palabras que decir. De mi madre y sus recuerdos, que hice míos, y su dura infancia, sirviendo en casas de señoritos. Su carácter cuando la querían sacar al baile. Sus ojos claros. Su sonrisa. Su mirada. Sus dientes que enseñaba cuando estaba enfadada y me atizaba con la zapatilla. Su risa. Su claridad de mente. Porque no fue casi al colegio, pero eso no impidió que aprendiera la vida pronto, que tuviera a cuatro hijos, perdiera a dos y aun así pudiera sobrevivir a eso y a una diabetes con firmeza. He tenido suerte de que Cris la haya conocido. Así no somos solamente mi hermano y yo. Mi madre se llamaba Justa. La quise mucho, más de lo que la quise reconocer a partir de que fui un pardillo adolescente y un jovencito muy idiota y con ínfulas. Y la quiero aun hoy. Espero poder decir que tengo sus piernas para andar lo que ella andaba, y su mirada afilada para conocer a la gente, y su lengua, y su alegría, y su fortaleza.

De mi padre diré que era también de otra pasta, otro molde de hombres. Hizo sus pifias de niño, sus correrías de joven. Le atraparon cuando trató de cruzar los Pirineos por los años 40 o 50, para buscarse mejor vida. Se las tuvo que ver con policías, guardias civiles y otras bestias de la época, pero aunque le intentaron meter el miedo en el cuerpo, fue siempre un leonés de mirada torva y recelosa, y sabía lo que era la vida, las cuatro reglas simples. Trabajó duro, mucho. Se levantaba a las 4 de la mañana e iba a sus trabajos, en la construcción, subiendo a alturas sin arneses y echando cementos y doblando hierros. Comían piedras y cagaban carbón. Y mi madre tenía que cocinarlo. Fumó, mucho, y bebió café, y tenía brazos morenos y fuertes, velludos, y un pelo que no se le caía, como a mi madre. De él espero tener su capacidad de sacrificio, su fortaleza física, su austeridad, su humildad. Su lema casi podría ser, "Por no molestar". Y a él y a mi madre, en cambio, que les molestaran lo que hiciera falta.

No se pueden resumir dos vidas de 69 y 81 años aquí, ni quiero. Pero sí deseaba decir estas palabras. Les quiero. No solo me dieron la vida. Me enseñaron mucho de la vida. De la que no conocía y de la que presumía yo de conocer. Me enseñaron humanidad, honestidad, a pelear. Nunca me impusieron nada sin sentido. Y yo, que fui el último, el pequeño y más mimado, tuve más suerte que mi hermano, el que me queda, mi hermano Ángel. Hay muchas tonterías que uno hace, pero yo, desde luego, no puedo menos que dar las gracias por esta familia que he tenido. A pesar de los gritos, a pesar de la franqueza descarnada y brutal, a pesar de... como decía mi madre, "quien bien te quiere te hará llorar". ¡Y es la verdad!

Tengo 34 años. Aun me queda vida por delante. Y por primera vez, me siento extrañamente ligero, sin pesos, sin lastres. Ahora mismo sólo quiero mirar adelante. Y eso es lo que ellos querían.

Gracias, Justa y Félix, Ambrosio y Justa.

martes, 7 de junio de 2011

“¿Ese es el único problema que tienes en la vida? ¿Ese?”

Esa frase, de alto contenido chulesco y presuntamente pragmática, fue la que le espetaron a la mujer que entabló una charla con el heredero del Reino de España. Una charla breve que ella no esperaba, que fue atendida por el susodicho con respeto y capeando con formalidad el debate, hasta que algunas apreciaciones chuscas como la del presidente navarro (“la Primera y la Segunda República acabaron como el rosario de la aurora”) y el comentario que da lugar al título, empezó a revelar el nerviosismo que el debate suscitaba.

Es un debate que siempre se busca cerrar desde el inicio, y que se cerró en falso con la llamada transición española. Los partidos de izquierdas, especialmente el comunista, decidieron no aplicar su fuerza en la calle para reclamar una verdadera transición a un modelo democrático aceptado por todos, y prefirieron en cambio aceptar un modelo que, suponían, les podía beneficiar a ellos, pero no a todos los españoles. Una traición de las izquierdas (una más) que ahora pagamos.

Después, si alguien suscita el debate, ha sido tachado convenientemente de “utópico” o “revolucionario” o peor aun, de “imbécil”. Los adjetivos se han usado en más de una ocasión para aquellos que lo han traído a colación, especialmente el último político que tuvo el atrevimiento de promoverlo, Julio Anguita. A día de hoy, el debate es algo para lo que están muy bien vacunados los españolitos de a pié; la República es algo malo que destruiría España. Y nos va bien con la Monarquía. Gastan poco, son majos, profesionales y buenos representantes de la marca en el extranjero. Pero el debate, me temo, va más allá.

Porque no se trata de tener una República sin más. Se trata de un completo proyecto de regeneración, de cambio, de modificación de mentalidades, instituciones y reglas del juego. Se trata de lograr lo que en España ha sido un sueño durante los últimos 200 años, una DEMOCRACIA.

Las democracias son algo que pueden existir con o sin monarquía, pero normalmente son más fáciles de tener y hacer funcionar con una república. ¿Por qué? Por que la ciudadanía, si está preparada, comprende más su papel de actor y no deja en otras manos lo que es suyo, la gestión de su mundo. Es la lección a aprender y que voces como las de los últimos meses aventan; si dejamos que otros gestionen nuestros asuntos, acabarán siendo SUS asuntos y SUS intereses, y entonces lograremos el fin de aquel “yo no me meto en política”; la política estará en otras manos diferentes a las nuestras.

Ya nos ha pasado con los que gestionan los mercados y bancos, las agencias de calificación y las grandes empresas. Les dimos el poder efectivo, el que no tiene control por parte de nadie, y estamos observando los resultados. Y no hemos refundado el capitalismo ni tampoco regenerado la democracia. Estamos jugando al mismo juego de siempre, el que solamente se corta de una manera. Ese es el verdadero minuto de gloria de una ciudadanía, de un pueblo, de un conjunto de personas concienciadas.

Claro que, como dijo el heredero del Reino de España, “(…) esto no llega a ningún lado.” Al menos, si seguimos tomando a risa estos temas.

Un saludo,

viernes, 3 de junio de 2011

Un día soñé...

Un día soñé que me despertaba y salía a pasear.

Había más autobuses que pasabas más a menudo, y el metro abría hasta tarde. En la calle, veía más bicicletas que coches, y los pocos que había, apenas contaminaban o hacían ruído. Sentía que el barrio estaba mejor, porque las casas se hacían con calidad, y no se pagaba por ellas más de lo que realmente valían, dado que los constructores e intermediarios ganaban para vivir, no vivían para ganar más.

Al llegar al trabajo, reflexionaba; trabajaba por un sueldo, dando un servicio público que se valoraba con aceptación por todos. Eso hacía que usara productivamente mis horas, porque eso me llevaba a ganar un poco más. No había tanto deseo de refugiarse en lo público como antes, porque los empresarios habían aceptado el principio de que un trabajador no es un gasto, si no una inversión a cuidar, y preferían reinvertir su dinero en su empresa y lograr que todos tuvieran un poco más, en lugar que unos pocos tuvieran todo.

Las elecciones se acercaban, también, y aunque fueran cada 4 años, los temas importantes se podían debatir y votar en referendums según tocara. Había muchos partidos donde elegir, cada cual con su tendencia y orientación, pero la mayoría de las voces estaban representadas fielmente en el Parlamento, donde una única cámara, el Congreso, trabajaba con buenos gestores políticos que habían desterrado los privilegios abusivos, servían a la comunidad con tesón e ilusión y no existía realmente corrupción, gracias a una eficaz justicia independiente y veloz.

Mientras hablaba con algunos compañeros del trabajo de esto, me llegó la hora de salir y fui a buscar a mi hijo, que salía del colegio. Le llevábamos a uno público que, como todos, daba una sólida educación gracias a programas educativos estables y de calidad, y permitían que los padres elegiéramos algunas de las asignaturas adicionales que pensábamos le podían ir bien en su educación. Había privados, también, pero sostenidos como empresas que, si les iba bien, pues genial, y si no, no recibían compensaciones, como los bancos antaño, por hacer mal su trabajo.

Además, venía la época de comuniones, pero ya no era como antes; unos las celebraban y otros, simplemente, no. Al llegar a casa, podíamos disfrutar de un rato en compañía, jugando, leyendo, dando un buen paseo, disfrutando de una casa donde nuestra deuda no era tan alta como para no permitirnos vivir con desahogo y de un barrio limpio, cuidado, con todo tipo de servicios y bien comunicado.

Iríamos a ver a mi padre, en metro o en bici, sin miedo a ser atropellados gracias a la mejor educación vial de todos. Y allí, una persona ya mayor y enferma estaría bien cuidada, gracias a la aplicación efectiva de la dependencia. Nos recibiría para disfrutar de una tarde agradable, de paseos, charlas y sonrisas. Y después, a casa...

Entonces me dormí, y me encontré encerrado en una pesadilla real.

lunes, 30 de mayo de 2011

Recuerdos

Hay sueños, o historias (a veces son lo mismo) que merecen la pena guardarse en el recuerdo. No convertirlas en secretas, pero sí en algo personal, un tesoro imposible de compartir con otros. Quizá tendamos a guardarlas bajo llave mucho tiempo hasta que, de pronto, un día deciden fluir y piden ser escuchadas. Normalmente, para ello hace falta que una persona quiera sentarse con la otra y oírlas.

Tendemos a ver nuestra vida con ojos de inmortalidad. Ni siquiera las enfermedades nos hacen temblar en esa convicción. Creemos que, por ser conscientes, por sentir el mundo a nuestro alrededor, todo eso perdurará siempre, no cambiará. Un banco en el parque, bajo la sombra de hojas verdes que se mueven, es intemporal. Pero la memoria entonces recuerda lo que hubo en ese lugar antes, y antes, y después. Recuerda momentos que sucedieron allí, una palabra, un gesto, un hecho. Y entonces el tiempo se difumina.

Creemos en nuestros recuerdos, en lo que percibimos entonces. Construimos nuestra realidad con ellos. Y cuando se nos presenta la perspectiva de perderlos, de que se queden encerrados con nosotros, en un momento en que sabemos que no nos queda mucho tiempo, sentimos miedo, sentimos la necesidad de contarlos. Pueden ser nuestro último regalo.

Aunque tengo 34 años, sigo sintiéndome muchas veces como un niño de 10 u 11 años en ciertos momentos. Hay recuerdos que no se van, difusos, alterados, pero su esencia permanece. Recuerdo muchas cosas, buenas y malas, y la memoria estará conmigo y con quienes los comparta. Un día, no estarán más en mi cabeza, y serán de otros, quienes harán con ellos lo que deseen. Guardarlos o contarlos de nuevo. Será mi regalo.

Mi padre tiene 81 años, y sus recuerdos empiezan a ser míos. Es su regalo.

Un saludo,