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jueves, 18 de agosto de 2011

Contra quienes cargaría yo por la Crisis

La lista es amplia.

Los sindicatos, prácticamente todos viviendo de subvenciones y en un sistema de privilegios donde el trabajador no es defendido, si no la corporación que ellos forman.

Los partidos políticos, representantes de unos cientos, a lo sumo, miles, de ciudadanos, de sus intereses y sus propios intereses, tratando de hacer de la política un espacio no de servicio público si no de interés privativo.

Los bancos y cajas de ahorro, que decidieron hacer un mal negocio por el que cualquier empresario quebraría pero, como dice el dicho, "si debo 100 tengo un problema, pero si debo 100.000.000, el problema es del otro..." y que, al final, hemos pagado con dinero público.

Los empresarios que aun siguen creyendo que el trabajador es un gasto y una molestia, y prefieren volver a sistemas de esclavitud como en China y otros países.

Los ciudadanos abúlicos, cínicos, complacientes, acomodaticios, que solamente salen a la calle en gran número para la juerga, la risa y la tontería inútil, pero que cuando toca de verdad quejarse, lo dejan para otros... o sea, ninguno.

Y después los anacronismos, como la monarquía, innecesaria en unos tiempos actuales; los privilegios del Antiguo Régimen de la secta católica y su monopolio de la educación, aun; los restos bien conservados del franquismo social, económico e ideológico; los medios que alientan la desinformación y el odio, como viejos panfletarios de tiempos pretéritos... y tantos otros, que, de considerarse uno a uno el chocolate del loro, son al final la foundé entera...

¿Qué hacer, cuando la educación ha sido depauperada, los derechos recortados, los progresos conquistados cercenados y hay una recesión económica que afecta a la moral del personal?

Mi respuesta; una revolución. Primero se empieza con las revueltas, pero es la revolución la que trastoca todo. Y será un fracaso en principio, como todas, porque se conducirá luego por fanáticos, no por competentes. Será un fracaso en principio porque cambiará personas, pero no ideas ni estructuras. Pero luego, ¡ay! quién sabe... quizá el mundo cambie definitivamente, y si no, al menos, lo habremos vivido y la población mundial habrá decrecido un poco en este pobre planeta tan sobreexplotado.

Soy escéptico.

Un saludo,

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